CUANDO EL FÚTBOL DEJA DE SER DEL PUEBLO: GEOPOLÍTICA Y NEGOCIOS EN LA COPA MUNDIAL

REDACCIÓN CANARIAS SEMANAL.ORG

    En un artículo titulado "La FIFA World Cup y los entresijos de la geopolítica, el capitalismo y las relaciones de poder” rubricado por Isaac Enríquez Pérez   se analiza  cómo el fútbol, y en particular la Copa Mundial de la FIFA, ha dejado de ser un fenómeno puramente deportivo para convertirse en una herramienta de control, manipulación y reproducción de las lógicas del capitalismo global.  

     Según afirma su autor, el fútbol moderno ya no puede analizarse únicamente como una actividad recreativa o una competencia atlética.  Pérez sostiene que este deporte se ha convertido en una industria cultural de masas atravesada por relaciones de poder, intereses empresariales, propaganda política y acumulación de capital. Lejos de representar una válvula de escape emocional para los pueblos, el fútbol –y en particular la Copa Mundial– funciona como un dispositivo de legitimación ideológica y hegemonía cultural.

      De acuerdo a lo que  expresa el autor, la historia del fútbol revela una transformación desde sus raíces populares –en los barrios obreros y en los potreros de las periferias urbanas– hasta su captura por una élite global tecnocrática y corporativa.

   Un ejemplo concreto que menciona es el Mundial de Brasil 2014, cuyo costo, superior a los 11.000 millones de dólares, fue financiado casi exclusivamente con dinero público. Enríquez Pérez subraya que este gasto fue justificado como parte del esfuerzo por posicionar a Brasil en la geopolítica global como parte del bloque de los BRICS. Sin embargo, el resultado fue una mayor desigualdad social, protestas masivas y un legado de corrupción y obras inservibles.

    Según afirma el autor, este proceso de “privatización de lo colectivo” ha sido posible gracias al papel central que juega la FIFA como una estructura supranacional que, lejos de operar con criterios deportivos o culturales, actúa como una empresa transnacional depredadora.   

      En palabras del autor, la FIFA no es una organización sin fines de lucro, como se presenta formalmente, sino una “empresa imperial del entretenimiento”, cuyos ingresos en el ciclo mundialista 2018-2022 superaron los 6.400 millones de dólares. Esta acumulación se logra a través de derechos de transmisión, patrocinios, licencias y entradas, en una lógica que desplaza al aficionado tradicional y privilegia al consumidor adinerado, turista o corporativo.

    Uno de los aspectos más reveladores del artículo es el análisis del Mundial de Catar 2022, donde se denuncian condiciones de explotación extrema de los trabajadores migrantes, especialmente nepalíes, muchos de los cuales murieron en la construcción de estadios. Según Enríquez Pérez, este torneo representó la conjunción perversa de intereses económicos, blanqueo de imagen de regímenes autoritarios y complicidad mediática. Aunque se prometió la reutilización de los estadios, muchos de ellos hoy están abandonados, símbolo palpable de una lógica depredadora y efímera.

     En otro ejemplo significativo, el autor examina el papel de México como coanfitrión del Mundial 2026. De acuerdo con Enríquez Pérez, el gobierno mexicano ha eximido de impuestos a todas las empresas involucradas en el evento hasta 2028, lo cual representa una renuncia deliberada a la soberanía fiscal en beneficio de corporaciones privadas. Según el autor, esta sumisión refleja no solo una injusticia redistributiva, sino también una profunda inmoralidad de las élites políticas y empresariales mexicanas, más preocupadas por agradar a la FIFA y sus socios internacionales que por atender las urgencias sociales del país.

     La crítica más contundente del artículo, sin embargo, se dirige hacia la manera en que la FIFA se convierte en un instrumento geopolítico del poder hegemónico estadounidense. Enríquez Pérez denuncia que el Mundial 2026 será utilizado como plataforma propagandística por el movimiento Make America Great Again, encabezado por Donald Trump, quien incluso recibió el Premio FIFA para la Paz, lo cual para el autor evidencia la sumisión del presidente de la FIFA, Gianni Infantino, a los intereses norteamericanos.

     Según afirma el autor, este tipo de instrumentalización del fútbol ilustra el uso del deporte como una herramienta imperialista, al estilo de lo que sucede con otras disciplinas como el béisbol o el baloncesto. La Copa Mundial ya no representa una celebración universal del talento y el esfuerzo colectivo, sino un gran escaparate del capitalismo global y sus contradicciones: un espacio donde se naturalizan la desigualdad, la explotación y la exclusión.

    Finalmente, Enríquez Pérez llama a una reflexión profunda sobre las implicaciones sociales, culturales y políticas del fútbol en la actualidad. De acuerdo con su análisis, el aficionado tradicional –que alguna vez fue el corazón del juego– está en proceso de extinción, desplazado por el fanático digital y el espectador pasivo que consume fútbol a través de pantallas, sin vínculo real con el juego ni con su comunidad. El fútbol, así, se vacía de sentido popular y se convierte en mercancía.

    Desde la Redacción de  Canarias-semanal.org compartimos con el autor del artículo la necesidad de desarrollar una economía política del fútbol que permita desentrañar las relaciones de poder, el papel de las élites transnacionales y el modo en que el espectáculo deportivo sirve para reforzar las estructuras del capitalismo neoliberal. Solo a partir de un análisis crítico y profundo será posible recuperar el sentido colectivo, popular y transformador del deporte más universal.