PETRO A BORIC: "YO NO SALUDARÍA JAMÁS A UN NAZI"
¿Puede haber unidad nacional entre Boric y Kast? El ultraderechista dice que sí.
La elección de José Antonio Kast como presidente de Chile no solo marca un giro político en el país andino, sino que ha generado reacciones encontradas en la región. Desde un inesperado encuentro con Boric hasta las duras palabras de Petro y la felicitación diplomática de Pedro Sánchez, el nuevo mapa del poder latinoamericano comienza a redefinirse.
POR ADAY QUESADA PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
El giro de timón experimentado en la política chilena no solo ha remecido las aguas internas del país andino. También ha desencadenado una ola de declaraciones y posicionamientos en el escenario internacional.
Y es que el ascenso al poder del ultraderechista José Antonio Kast, con un 58,6% de los votos, no ha pasado desapercibido para nadie. Lo que sí sorprendió fue la cordialidad –y hasta una extraña suerte de "gesto patriótico" compartido– entre el flamante presidente electo y su principal antagonista político: el actual mandatario saliente, Gabriel Boric.
Ambos se reunieron en el Palacio de La Moneda este lunes, en una escena que para muchos habría sido impensable apenas unos años atrás. Kast, tras una hora de reunión privada, habló con la prensa con un tono inusualmente conciliador:
“Este Gobierno de emergencia tiene que verse reflejado en un Gobierno de unidad nacional”, declaró, subrayando que los grandes temas –seguridad, salud, educación, vivienda– deben ser abordados sin sectarismos.
Boric, por su parte, expresó que
“Hemos estado en las antípodas durante gran parte de nuestra carrera política; sin embargo, nos une Chile y somos parte del mismo destino de la nación”,
Sin embargo, mientras en Chile se gestaba esta imagen de una idílica transición a la española, desde el exterior, en cambio, llegaban palabras mucho más afiladas. Y fue desde Bogotá, casi en simultáneo, que el presidente colombiano Gustavo Petro rompió cualquier expectativa de diplomacia tradicional.
“Jamás le daré la mano a un nazi”, escribió Petro, sin rodeos, en su cuenta de X.
La frase, contundente y polémica, acompañaba una reflexión más amplia donde advertía que “el fascismo avanza” en América Latina. Para Petro, la elección de Kast no es simplemente un fenómeno local, sino un síntoma de un clima continental cargado de regresiones autoritarias. Incluso insinuó –sin pruebas concretas– que la tumba de Pablo Neruda podría estar en riesgo bajo la nueva administración chilena.
Pero si el rechazo de Petro era esperable, mucho menos lo fue la reacción del presidente español Pedro Sánchez. Desde Madrid, el jefe del Gobierno socialista no dudó en felicitar a José Antonio Kast:
“Felicito a José Antonio Kast por su victoria en las elecciones y al pueblo chileno por una jornada electoral ejemplar”, escribió en la misma red social X.
El mensaje aunque breve, provocó desconcierto y hasta enojo en algunos sectores de la izquierda española y latinoamericana. Sánchez no solo felicitó a un líder que ha defendido ideas contrarias a los valores progresistas que su partido suele enarbolar, sino que además recalcó que “Chile es un socio estratégico para Europa”, dejando claro que los intereses geopolíticos, una vez más, priman sobre las afinidades ideológicas.
El Ministerio de Exteriores español, en la misma línea, expresó su deseo de seguir fortaleciendo la “amistad entre los pueblos de España y Chile” y trabajar de forma estrecha con el nuevo Gobierno.
Así, mientras en Santiago se representaba una escena de civilidad democrática, en el resto del continente y en Europa se desataba un pequeño terremoto político. Unos lo llaman pragmatismo; otros, claudicación. ¿Cómo lo llamaría el lector?
POR ADAY QUESADA PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
El giro de timón experimentado en la política chilena no solo ha remecido las aguas internas del país andino. También ha desencadenado una ola de declaraciones y posicionamientos en el escenario internacional.
Y es que el ascenso al poder del ultraderechista José Antonio Kast, con un 58,6% de los votos, no ha pasado desapercibido para nadie. Lo que sí sorprendió fue la cordialidad –y hasta una extraña suerte de "gesto patriótico" compartido– entre el flamante presidente electo y su principal antagonista político: el actual mandatario saliente, Gabriel Boric.
Ambos se reunieron en el Palacio de La Moneda este lunes, en una escena que para muchos habría sido impensable apenas unos años atrás. Kast, tras una hora de reunión privada, habló con la prensa con un tono inusualmente conciliador:
“Este Gobierno de emergencia tiene que verse reflejado en un Gobierno de unidad nacional”, declaró, subrayando que los grandes temas –seguridad, salud, educación, vivienda– deben ser abordados sin sectarismos.
Boric, por su parte, expresó que
“Hemos estado en las antípodas durante gran parte de nuestra carrera política; sin embargo, nos une Chile y somos parte del mismo destino de la nación”,
Sin embargo, mientras en Chile se gestaba esta imagen de una idílica transición a la española, desde el exterior, en cambio, llegaban palabras mucho más afiladas. Y fue desde Bogotá, casi en simultáneo, que el presidente colombiano Gustavo Petro rompió cualquier expectativa de diplomacia tradicional.
“Jamás le daré la mano a un nazi”, escribió Petro, sin rodeos, en su cuenta de X.
La frase, contundente y polémica, acompañaba una reflexión más amplia donde advertía que “el fascismo avanza” en América Latina. Para Petro, la elección de Kast no es simplemente un fenómeno local, sino un síntoma de un clima continental cargado de regresiones autoritarias. Incluso insinuó –sin pruebas concretas– que la tumba de Pablo Neruda podría estar en riesgo bajo la nueva administración chilena.
Pero si el rechazo de Petro era esperable, mucho menos lo fue la reacción del presidente español Pedro Sánchez. Desde Madrid, el jefe del Gobierno socialista no dudó en felicitar a José Antonio Kast:
“Felicito a José Antonio Kast por su victoria en las elecciones y al pueblo chileno por una jornada electoral ejemplar”, escribió en la misma red social X.
El mensaje aunque breve, provocó desconcierto y hasta enojo en algunos sectores de la izquierda española y latinoamericana. Sánchez no solo felicitó a un líder que ha defendido ideas contrarias a los valores progresistas que su partido suele enarbolar, sino que además recalcó que “Chile es un socio estratégico para Europa”, dejando claro que los intereses geopolíticos, una vez más, priman sobre las afinidades ideológicas.
El Ministerio de Exteriores español, en la misma línea, expresó su deseo de seguir fortaleciendo la “amistad entre los pueblos de España y Chile” y trabajar de forma estrecha con el nuevo Gobierno.
Así, mientras en Santiago se representaba una escena de civilidad democrática, en el resto del continente y en Europa se desataba un pequeño terremoto político. Unos lo llaman pragmatismo; otros, claudicación. ¿Cómo lo llamaría el lector?
































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