Martes, 04 de Noviembre de 2025

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Martes, 04 de Noviembre de 2025 a las 20:00:39 horas

ÉRIC TOUSSAINT: "EL GRAN CAPITAL HA ELEGIDO A LA EXTREMA DERECHA COMO SU NUEVO INSTRUMENTO POLÍTICO"

Por otra política económica ante las respuestas de extrema derecha y la ofensiva de Trump

En esta entrevista en profundidad realizada por Antoine Larrache, el historiador y politólogo Éric Toussaint —portavoz del CADTM internacional y referente clave en el estudio crítico de la deuda y las políticas neoliberales— analiza con agudeza la actual crisis estructural de la Unión Europea en el marco del capitalismo global. Toussaint examina la pérdida de competitividad frente a China y Estados Unidos, el papel subordinado de Europa respecto al poder estadounidense y la reconfiguración reaccionaria que protagoniza la extrema derecha europea, con la complicidad creciente de las fracciones dominantes del gran capital.

 

Por ANTOINE LARRACHE / REVISTA INPRECOR (PARÍS)

 

   Antoine Larrache: ¿Puedes hacernos un balance de la situación económica de la Unión Europea con respecto al mercado mundial?

 

    Éric Toussaint: Los países de la Unión Europea, a los que podemos añadir Gran Bretaña, se encuentran en grandes dificultades, la primera de ellas: el crecimiento está cerca de cero y desde el punto de vista del capitalismo, tener un crecimiento cercano a cero constituye un problema para los capitalistas europeos.

 

     En segundo lugar, la UE se encuentra en una situación de inferioridad con respecto a los dos principales polos económicos, China y Estados Unidos. La primera tiene una ventaja tecnológica, es decir, que en sus intercambios comerciales con Europa resulta ganadora porque puede colocar sus productos a precios inferiores a los de productos equivalentes fabricados en la Unión Europea. Este es el caso de los vehículos eléctricos, los paneles solares, el material informático, etc. La UE también es tecnológicamente inferior a los Estados Unidos en el campo de la inteligencia artificial y otros servicios.

 

   Por otro lado, la UE y el Reino Unido se encuentran en una posición de inferioridad con respecto al poder económico de los Estados Unidos, que utiliza diferentes medios, en particular los aranceles, como arma para imponer su voluntad.

 

     Europa, por su parte, acepta el liderazgo político y militar de Estados Unidos y los desafíos o provocaciones de Trump en el plano comercial y económico. Así, la reunión de Úrsula von der Leyen con Donald Trump en un campo de golf escocés, que pertenece a este último, ya es en sí una demostración. Y desde el punto de vista del contenido, las concesiones que hizo la presidenta de la Comisión Europea en nombre de la Unión Europea, como las que hizo el gobierno británico durante las reuniones con Trump, indican lo mismo.

 

     Además, es importante subrayar que hay un punto en común entre la situación de Estados Unidos y Europa con relación a China: Estados Unidos y Europa -la Unión Europea más Gran Bretaña- que estaban a favor del libre comercio y la OMC, se han convertido en partidarios del proteccionismo frente a la competencia representada por China.

 

      Sin embargo, Europa negocia acuerdos de libre comercio con los países del Sur, con África o el Mercosur, utilizando las ventajas que logra conservar. Por lo tanto, la UE combina el proteccionismo frente a China y el libre comercio con los países con una desventaja de competitividad, especialmente tecnológica.

 

     Hay un vínculo evidente entre la aceptación del liderazgo estadounidense por parte de Europa y el compromiso para aumentar el gasto en armamento hasta el 5% del producto interior bruto. La industria armamentística es la más “floreciente” de Europa. En algunas regiones industriales las empresas de armamento están realizando nuevas inversiones, algo que no había ocurrido durante mucho tiempo en el sector metalúrgico. Por el contrario, en sectores como el de los vehículos eléctricos, se encuentra muy por detrás y China está ganando cuota de mercado.

 

    Antoine Larrache: ¿Esperan la Unión Europea y los países dominantes de la Unión Europea desempeñar un papel en la competencia internacional, tratar de elevarse al nivel de otros bloques, o más bien han renunciado?

 

     Éric Toussaint: Creo que son conscientes de su inferioridad y solo intentan limitar los daños. Además, esto aumenta su voluntad de aprovechar lo que les queda como ventajas sobre los países del sur retrasados tecnológicamente y ricos en materias primas. En el continente africano, por ejemplo, los países europeos están muy claramente en retroceso con respecto a China. Y también hay una nueva ofensiva de Estados Unidos, que está tomando ventaja sobre los capitalistas europeos en lo que respecta a los recursos naturales. Lo vemos con el acuerdo entre Ruanda y la RDC bajo los auspicios de Trump en agosto de 2025 que garantiza a Estados Unidos el acceso a los recursos naturales del Este del Congo o con el acuerdo entre Zelensky y Trump sobre los recursos naturales en abril de 2025. [1] Los europeos «ayudan» al gobierno de Zelensky a base de deudas con la esperanza de monetizar algunos aligeramientos de la deuda de Ucrania a cambio de un mayor acceso a las tierras de cultivo y a los recursos naturales de Ucrania, pero Trump les ha comido la tostada.

 

     Antoine Larrache: ¿Crees que esta fuerte inferioridad es uno de los cementos del ascenso de la extrema derecha? ¿Una parte de las clases dominantes renuncia a la Unión Europea para buscar más proteccionismo?

 

     Éric Toussaint: El ascenso de la extrema derecha está casi generalizado en el mundo, aunque en condiciones diferentes de las de Europa, por lo que la explicación fundamental del mismo no proviene de una especificidad de la situación de la Unión Europea. Está claro que el avance de las propuestas de extrema derecha y de la retirada de Trump y su lema “Make America Great Again” (MAGA) al otro lado del Atlántico se ha producido en el contexto del retroceso económico de Estados Unidos. En Europa el ascenso de la extrema derecha se basa en la precarización de las condiciones de trabajo y en el deterioro de las condiciones de vida, atribuido erróneamente a las personas migrantes. La decepción y la desorientación debidas a la política de la izquierda tradicional también constituyen un resorte de la extrema derecha que se presenta como una ruptura radical.

 

 

 

Antoine Larrache: La extrema derecha en Europa era tradicionalmente anti-Unión Europea. ¿Crees que esto está cambiando?

 

   Éric Toussaint: Eso ya ha cambiado. Está muy claro por parte de Marine Le Pen, que estaba en contra del euro y se convirtió en partidaria de la moneda única para tener el apoyo del gran capital francés. Este sector, que apoya directamente al Reagrupamiento Nacional, no lo habría hecho si Marine Le Pen hubiera mantenido su posición anti-euro. Y Giorgia Meloni tomó exactamente la misma opción.

 

     La mayoría de los partidos de la extrema derecha europea han abandonado su oposición a la Unión Europea. Mantienen críticas exigiendo un aumento de las políticas inhumanas en materia migratoria, pero se orientan hacia el apoyo a la Unión Europea. Es en este contexto en el que el grupo de Meloni ha pactado con Ursula von der Leyen a cambio de un puesto de Vicepresidente Ejecutivo de la Comisión Europea [2] y tres presidencias de comisiones. [3] Esto es extremadamente importante porque las tres comisiones obtenidas por el grupo parlamentario europeo de Meloni son la agricultura, el presupuesto y las peticiones. Por lo tanto, las peticiones que surgen de las poblaciones europeas, como los intentos de convocar un referéndum, serán gestionadas por una comisión presidida por la extrema derecha.

 

    En la Unión Europea, desde la Segunda Guerra Mundial, esto es algo inédito. La nueva legislatura iniciada en junio de 2024 representa un giro que acentúa fuertemente el giro a la derecha de la Comisión Europea. [4]

 

   Antoine Larrache: Así que, en tu opinión, hay un intento de fusión de los intereses de una parte importante de las burguesías de la Unión Europea con el programa de la extrema derecha.

 

    Éric Toussaint: Sí, depende de los países, pero en general esa es la tendencia.

 

   Antoine Larrache: Esto aclara las grandes dificultades de la corriente Renovación de Macron, más posicionadas en el liberalismo clásico.

 

  Éric Toussaint: Estoy totalmente de acuerdo contigo y además, si nos fijamos en los resultados electorales, el grupo Renovación de Macron (RENEW), a nivel europeo, sufrió un importante fracaso en junio de 2024 al perder 21 europarlamentarios, pasando de 98 escaños a 77. [5] Sin embargo, Macron y otros partidos miembros de su grupo en el PE ya se orientaban claramente hacia las concesiones a la extrema derecha.

 

   Los grupos parlamentarios que más progresaron fueron los de la extrema derecha. Así, el grupo en torno a Marine Le Pen ganó 35 europarlamentarios gracias a la contribución del partido de Viktor Orban. El grupo parlamentario en torno a Meloni ganó 9 parlamentarios.

 

    El primer grupo parlamentario europeo sigue siendo el Partido Popular Europeo (el PP español, la CDU-CSU en Alemania, de Ursula von der Leyen...) con 188 parlamentarios, luego viene el grupo socialista con 136 parlamentarios. Pero si sumamos los tres grupos de extrema derecha en el Parlamento Europeo (ECR, el grupo en torno a Meloni) [6] que cuenta con 78 parlamentarios, el grupo de Patriotas por Europa de Marine Le Pen y Victor Orban con 84 [7] y el grupo de Europa de las Naciones Soberanas formando en torno a la AFD de Alemania con 25 [8]) la extrema derecha ocupa el segundo lugar en el Parlamento Europeo con 187 parlamentarios, uno menos que el grupo del partido popular. [9] Y muy atrás, están el grupo Renovación de Macron con 77 escaños y el grupo de los Verdes, que perdió 17 parlamentarios al pasar de 70 a 53 escaños en el PE. Recordemos que los Verdes apoyan a Von der Leyen

 

   La Comisión Europea, que gira cada vez más hacia la derecha, cuenta con los apoyos del grupo socialista Renovación y de los Verdes que, hay que decirlo, ambos se están debilitando. Como acabo de comentar, los Verdes perdieron 17 escaños en las últimas elecciones europeas. Tras las elecciones de junio de 2024 el movimiento italiano Cinco Estrellas pidió unirse al grupo de los Verdes, que les negó la entrada tras el rechazo a su demanda de pronunciarse en favor de la OTAN. 


 

   El movimiento Cinco Estrellas se sumó y reforzó el grupo de la llamada izquierda radical (La Izquierda)  que cuenta con 46 parlamentarios del LFI en Francia, Podemos, EH Bildu y Sumar del Estado español, el Bloque de Izquierda y el PC de Portugal, el PTB de Bélgica, el Sinn Fein de Irlanda, Syriza de Grecia, etc.

 

    En Bélgica el gran capital ha encontrado un aliado en la persona del primer ministro Bart de Wever, que dirige el partido Nieuw-Vlaamse Alliantie (Nueva Alianza Flamenca, N-VA) y es miembro del grupo de Meloni, es decir, de la extrema derecha, por lo que llevará más lejos los ataques del Capital contra el Trabajo. Agreguemos que, en Flandes, durante las elecciones europeas, fue el Vlaams-Belang el que se adelantó al N-VA... el Vlaams-Belang (VB), un partido neofascista que está en el grupo de Marine Le Pen y Victor Orban. Así que dos partidos de extrema derecha dominan el lado flamenco y uno de los dos dirige el gobierno federal. Por lo tanto, vemos claramente en qué dirección se inclina la orientación del gran capital. En el lado belga francófono el principal partido de la derecha tradicional, el movimiento reformista (MR), miembro de Renovación a nivel europeo, ha adoptado posiciones muy cercanas a la extrema derecha, lo que le permite ocupar el terreno de esta última.

 

   Así que, efectivamente, si tomamos los ejemplos de diferentes países vemos que la estrategia del gran capital consiste en reducir el espacio para los sectores que representan una opción de derecha tradicional en beneficio de la derechización extrema de estas formaciones políticas, o el fortalecimiento de las formaciones independientes como el RN, Vox, Chega o el VB, aún más a la derecha que estos grupos tradicionales.

 

   Antoine Larrache: ¿Y si tuvieras que resumir en algunos puntos el programa de la extrema derecha a escala europea?

 

    Éric Toussaint: Creo que aún no han podido ponerse realmente de acuerdo sobre un programa común, pero están en gran medida en la onda de Trump. En lo que concierne a Rusia, están a favor de negociar con Putin haciéndole importantes concesiones y, por lo tanto, no tienen exactamente la misma lógica que la posición dominante en la Comisión Europea en el conflicto Ucrania-Rusia. También existe la voluntad de aplicar medidas proteccionistas más importantes. Los partidos de extrema derecha intentan reproducir lo que Trump hace con MAGA: exigir que las empresas europeas repatríen parte de su producción a territorio europeo. Ahí, sin duda, habrá tensiones entre los partidos de los diferentes países, porque la dinámica nacional llevará a querer repatriar a su propio territorio, privilegiando el interés nacional por encima de una visión europea común.

 

     El programa económico y político de la extrema derecha europea se encuentra, por lo tanto, en el espectro del aplicado por Trump en los Estados Unidos y a nivel internacional. Este es también el caso de la cuestión de la inmigración: la extrema derecha se congratula de la brutalidad de las políticas aplicadas por Trump y exige que la Comisión Europea y los gobiernos nacionales, que ya llevan a cabo políticas inhumanas, las endurezcan. Un gran punto de acuerdo entre los diferentes partidos de extrema derecha, la orientación de la Comisión y la de la mayoría de los gobiernos europeos, es la política de regalos fiscales a las grandes fortunas y a las grandes empresas, así como el fuerte aumento del gasto en armamento.

 

   Antoine Larrache: Estamos asistiendo a un desmantelamiento de los servicios públicos y de la protección social, y hay un aumento de la deuda. ¿Cómo ves la evolución con respecto a estas cuestiones?

 

   Éric Toussaint: Está claro que hay un aumento muy fuerte de la deuda, tanto pública como de las grandes empresas privadas. El endeudamiento de las clases populares también ha aumentado, dada la presión a la baja de los ingresos reales, ya sea en los salarios o en los subsidios o prestaciones sociales. La pérdida de poder adquisitivo se compensa con un mayor uso del endeudamiento por parte de los hogares de las clases populares.

 

   En cuanto a la deuda pública de los Estados, en los últimos 40 años las autoridades han respondido a diferentes períodos de crisis del capitalismo aumentando la deuda pública. En los años 80 del siglo pasado la deuda pública aumentó considerablemente en respuesta a la gran crisis económica de finales de los años 70. La deuda aumentó gracias a una política de altos tipos de interés a favor del gran capital en un contexto en el que los gobiernos vendían su deuda pública en los mercados financieros.

 

   La respuesta a la crisis bancaria de 2008 consistió en multiplicar importantes rescates bancarios que aumentaron considerablemente la deuda pública, apareciendo lo que se denominó «quantitative easing» (flexibilización cuantitativa), iniciada al otro lado del Atlántico por la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED) y seguida por el Banco Central Europeo durante la presidencia del francés Jean-Claude Trichet. Su sucesor, Mario Draghi, se encargó de amplificarla a partir de finales de 2011. La quantitative easing significó la inyección masiva, incluso más que antes, de liquidez en el sector financiero, con tipos de interés muy bajos y un aumento de la deuda pública. Los grandes bancos privados se beneficiaron de esto porque pedían prestado al 0% al Banco Central y prestaban este dinero a los Estados, ya que estos no tienen derecho a pedir prestado directamente al Banco Central. Los bancos privados prestaban al 2 ó 3% a las economías dominantes, pero a los estados de la Periferia lo hacían al 4, 5 ó 6%, obteniendo considerables ganancias.

 

   Y así, llegamos a 2020, con la pandemia del coronavirus. La deuda pública aumentó porque los Estados no quisieron cobrar intereses al gran sector farmacéutico y a los GAFAM (Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft) que se estaban beneficiando del confinamiento y la pandemia. En lugar de gravar los superbeneficios, los gobiernos prefirieron recurrir a la deuda siguiendo el lema de “cueste lo que cueste”. Por lo tanto, la deuda pública siguió su progresión.

 

   Luego se produjo la conmoción causada por la invasión de Ucrania por parte de Rusia en febrero de 2022. El aumento de los precios de la energía y los efectos de las sanciones occidentales contra Rusia provocaron la subida de la factura energética y el precio de los alimentos en los hogares. Por lo tanto, hubo otro aumento de la deuda pública porque, una vez más, los gobiernos se negaron a imponer impuestos adicionales a las empresas privadas que obtenían superbeneficios en los sectores de la energía, la gran distribución o el armamento. El aumento del gasto público favorable a las grandes empresas y a la gente más rica se financió mediante el recurso a la deuda pública, que constituye una fuente permanente de ingresos para las mismas grandes empresas, ya que compran títulos de la deuda.

 

   Y, por último, la FED de los Estados Unidos, el BCE y el Banco de Inglaterra, a partir de febrero - marzo de 2022 deciden abandonar la quantitative easing y pasar al quantitative tightening (ajuste cuantitativo), es decir, un aumento de los tipos de interés, una reducción de la inyección de medios financieros en los mercados y un decrecimiento del volumen del balance de estas entidades.


    Por lo tanto, se produjo un aumento de los tipos de interés: en Europa se pasó del 0 al 4,5 % en 2023, luego hubo una bajada y en noviembre de 2025 el tipo de interés oficial del BCE se situó en el 2 %. En Estados Unidos, la Reserva Federal ha aumentado sus intereses, que a principios de 2022 aún eran del 0 %, hasta el 4,75 % en 2024. Recientemente han bajado un poco, hasta situarse ligeramente por debajo del 4 %.


 

   El aumento de los tipos de interés a partir de 2022 ha tenido un efecto muy importante en el coste de la refinanciación de la deuda pública. La carga de los reembolsos de la deuda pública ha aumentado considerablemente, lo que ha incrementado el déficit público ya que los gobiernos siguen haciendo regalos a los capitalistas.

 

   El discurso de que la deuda pública ha llegado a un pico y resulta insostenible para el presupuesto vuelve a ser utilizado sistemáticamente por gobiernos que, en realidad, son los responsables del aumento de la deuda. Aumentaron la deuda pública porque se negaron a hacer pagar los costos de las crisis causadas por el capitalismo, por las grandes empresas que se beneficiaban de ellas y por los accionistas que continuaron enriqueciéndose. Ya he nombrado a la Big Pharma y las GAFAM, pero también hay que hablar de las empresas de producción y distribución de energía, empresas del sector alimentario y de distribución, bancos y empresas de producción de armas, que han obtenido superbeneficios. Por lo tanto, en ausencia de un aumento de los impuestos sobre las grandes empresas y manteniendo los regalos a las clases más adineradas, las autoridades han acrecentado la deuda pública.

 

   En 2025 Francia ha alcanzado una deuda pública equivalente al 114% del producto interior bruto, Italia está en el 138%, Grecia en el 152%, Bélgica en el 107%, España en el 103% y los demás países están generalmente por debajo del 100%. La gran mayoría de los estados de la Unión Europea se sitúan muy por encima del 60% del PIB previsto por el Tratado de Maastricht. Ponemos en cuestión la validez de la comparación entre el stock de deuda y el PIB, pero como este ratio es el que utilizan los gobiernos y los tratados que rigen la UE, es una herramienta de medición, por defectuosa que sea.

 

    Lo cierto es que, contrariamente a lo que afirma la derecha, el aumento de la deuda pública no está causado por un exceso de gastos sociales y salariales en el funcionariado o por inversiones públicas en la lucha contra el cambio climático.

 

     El aumento de la deuda pública es el resultado de dos factores: 1. la política de aumento de gastos ilegítimos, como las ayudas públicas a las grandes empresas y el aumento de los pedidos a la industria armamentística o a la Big Pharma durante la pandemia y 2. una política de ingresos públicos insuficientes debido a la negativa a gravar a las grandes fortunas y sus (super) beneficios.

 

   La derecha, que buscaba un argumento para franquear un nuevo rumbo en las políticas de austeridad y los ataques contra los logros que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, se aprovecha de esta situación para anunciar que es necesario aumentar los recortes en el gasto social y en las inversiones públicas, especialmente las relacionadas con la lucha contra el cambio climático y la crisis ecológica.

 

   También aprovechan para reducir los gastos de ayuda al desarrollo. No nos hacíamos ilusiones sobre cómo se lleva a cabo la ayuda al desarrollo, pero nos damos cuenta de que, si se reduce, no es en interés de los pueblos del Sur: cuando Trump cierra por completo la USAID los efectos son desastrosos para las condiciones de salud de millones de personas que en África recibían, por ejemplo, tratamientos para combatir el SIDA.

 

 

Antoine Larrache: ¿Crees que existe el peligro de ruptura económica, es decir, un colapso de los Estados que no pueden pagar la deuda?

 

 

     Éric Toussaint: Hay una dramatización de la cuestión de la deuda que debemos denunciar. No nos enfrentamos a la perspectiva de un colapso o de una incapacidad de reembolso, lo que se necesita desde el punto de vista de la izquierda es un gobierno que declare, sobre la base de una auditoría de la deuda con participación ciudadana, que una parte de la deuda pública está marcada por la ilegitimidad o incluso el carácter odioso y que es necesario proceder a cancelaciones muy importantes de la misma. Nos gustaría que un gobierno de izquierda que aplicara una política favorable a la población y realizara una enorme inversión pública en la lucha contra la crisis ecológica, tomara tal decisión.

 

     Por ejemplo, el Banco Central Europeo todavía tiene casi 3,6 billones de euros de deuda pública de los países de la zona euro, [10] es decir, un poco menos del 20% de la deuda pública de cada país. Si el BCE cancelara estos créditos habría una disminución de casi el 20% y el argumento para llevar a cabo políticas de austeridad se vendría abajo. En efecto, mientras el BCE sea acreedor de una parte importante de la deuda, es capaz de presionar a los gobiernos progresistas que intenten llevar a cabo una política anti-austeridad.

 

    Recordemos que en 2021 un llamamiento internacional a favor de la cancelación de las deudas públicas en poder del BCE tuvo una gran repercusión: «Cancelar las deudas públicas en poder del BCE para retomar las riendas de nuestro destino», 5 de febrero de 2021, l. Este artículo de opinión fue publicado por los principales medios de comunicación el 5 de febrero de 2021 simultáneamente en ocho países europeos.

 

    En diciembre de 2021 otro llamamiento internacional volvió a abordar el mismo tema: « ¿Por qué anular las deudas que el Banco Central Europeo posee de los países de la zona euro? », CADTM, 7 de diciembre de 2021, por Eric Toussaint, Sonia Mitralias , CADTM Europa , Paul Murphy , Miguel Urbán Crespo, Andrej Hunko, Cristina Quintavalla, Manon Aubry, Leïla Chaibi.

 

   Este es un asunto extremadamente importante cuando se trata de hablar de alternativas. Pero, por supuesto, también están las deudas reclamadas por el gran capital que compra títulos de deuda pública y aquí los gobiernos progresistas elegidos deberían tomar medidas de anulación/repudio.

 

    Ahora, si la derecha continúa en el poder utilizará el argumento del importe de la deuda pública para llevar a cabo un aumento de las políticas de austeridad. Esto no resolverá los problemas económicos de la Unión Europea, pero aumentará la capacidad ofensiva del gran capital contra el trabajo. Tampoco resolverá los problemas económicos estructurales de la Unión Europea, pero en la batalla del capital contra el trabajo, el capital se anotará puntos gracias a los ataques llevados a cabo en nombre de la necesidad de hacer recortes para pagar la deuda pública.

 

    La cuestión de la deuda pública es, por tanto, un elemento central. Y sobre eso, en relación con una parte de la izquierda que dice que no hay problema de deuda pública, creo que la izquierda radical debe decir que esta respuesta es demasiado corta, que realmente hay un problema de deuda pública porque toda una parte de ella es ilegítima.

 

La cuestión de la deuda pública es, por tanto, un elemento central

 

     Sí, el importe de la deuda pública no es dramático, pero es muy importante e injustificado. Esta deuda pública debe reducirse radicalmente. No acelerando los reembolsos, al contrario, rechazándolos ampliamente y haciendo que el gran capital -que se ha beneficiado sistemáticamente- pague el costo de estas cancelaciones de deuda para liberar los medios de otro tipo de política y otro modelo de desarrollo humano respetuoso con los equilibrios ecológicos.

 

Antoine Larrache: ¿Qué grandes medidas económicas?

 

  Éric Toussaint: Considero que un programa de izquierda debe partir de las experiencias vividas por el pueblo. Por lo tanto, es necesario crear empleos de calidad, socialmente útiles, mucho mejor pagados que los actuales y con mejores condiciones laborales. Se necesita una reducción radical del tiempo de trabajo, con contrataciones compensatorias y un aumento de los ingresos reales. Se requiere de una política fiscal completamente diferente, con reducción radical, e incluso supresión, del IVA en una serie de servicios básicos —empezando por el agua y la electricidad— y con un fuerte aumento de los impuestos sobre la renta y el patrimonio de las grandes fortunas. Esto supone también una respuesta adecuada, a través de los ingresos fiscales, a parte de la cuestión planteada por la deuda pública.

 

   Pero aquí hay una gran diferencia con respecto a un programa socialdemócrata: un programa de justicia fiscal no debería servir para pagar deudas ilegítimas. Si aumentamos los ingresos es para aumentar el gasto legítimo, las inversiones públicas para mejorar las condiciones de vida en relación con la lucha contra la crisis ecológica. Por lo tanto, se precisan enormes inversiones en el transporte público, la salida de la energía nuclear y toda una serie de proyectos que también permitan crear puestos de trabajo cualificados. Así mismo, un aumento del gasto en servicios públicos, con creación masiva de empleo, especialmente en el sector de la salud. No debemos olvidar lo que sucedió durante la pandemia del coronavirus, que provocó una toma de conciencia de la importancia de la sanidad pública y el hecho de que la gran industria farmacéutica privada, la Big Pharma, no responde en absoluto a las necesidades de la población.

 

   Es ineludible, mediante la expropiación y la socialización, transferir al dominio público los grandes sectores de la economía. El sector energético debe ser expropiado y pasar a ser público, igual que el sector bancario y de seguros. Ni qué decir de la sanidad: es un derecho fundamental y un servicio público esencial, lejos de las manos privadas.

 

    Es imperativo derogar una serie de tratados leoninos que la Unión Europea ha impuesto a los países del Sur -los tratados realizados en nombre del libre comercio desfavorecen a los países del Sur- y, por lo tanto, introducir otro tipo de relaciones comerciales.

 

    Los vínculos del Norte con los pueblos del Sur deben cambiar absolutamente, en particular las políticas migratorias. La ayuda al desarrollo ha de ser reemplazada por reparaciones a pagar a los pueblos del Sur y una restitución de los bienes mal adquiridos por el Norte a costa de las poblaciones del Sur.

 

  También está la cuestión de la industria armamentística: la izquierda debe luchar contra el aumento del gasto en armamento y decir que el sector armamentístico también ha de pasar al dominio público y ser extremadamente regulado para encaminarlo hacia el desarme, lo que requiere negociaciones internacionales.
Estos son los elementos fundamentales de un programa de izquierda.

Traducción:Alberto Nadal Fernández.

Notas

[1] El acaparamiento de los recursos naturales de Ucrania y de la República Democrática del Congo. Los imperialismos a la ofensiva. 21 de mayo de 2025 por Éric Toussaint. https://www.cadtm.org/El-acaparamiento-de-los-recursos-naturales-de-Ucrania-y-de-la-Republica

[2] El grupo ECR ha conseguido que uno de sus miembros, Raffaele Fitto, del partido de Meloni (Fratelli di Italia), sea nombrado vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea (mandato de la Comisión “von der Leyen II”, que asumió el cargo el 1 de diciembre de 2024) para la cartera “Cohesión y Reformas”

[3] Johan Van Overtveldt (miembro del grupo ECR de Meloni en el Parlamento Europeo y del partido N-VA en Bélgica) fue elegido presidente de la Comisión de Presupuesto (BUDG). Veronika Vrecionová (ECR, República Checa) fue elegida presidenta de la Comisión de “Agricultura y Desarrollo Rural” (AGRI). Bogdan Rzońca (ECR, Polonia) fue elegido presidente de la Comisión de Peticiones (PETI) del Parlamento.

[4] Versión 2.0: Una Europa que deriva hacia la derecha y la extrema derecha. 1 de agosto de 2024 por Éric Toussaint. https://www.cadtm.org/Version-2-0-Una-Europa-que-deriva-hacia-la-derecha-y-la-extrema-derecha. Para una visión más amplia de la evolución de la composición del Parlamento Europeo después de las elecciones de 2019 y 2024, ver https://results.elections.europa.eu/es/herramientas/herramienta-comparativa/

[5] Aparentemente, Renovación solo tendría 75 elegidos en octubre de 2025, dos electos lo habrían abandonado, ver la composición del grupo Renew en el PE https://www.europarl.europa.eu/meps/es/search/advanced name=&euPoliticalGroupBodyRefNum=7035&countryCode=&bodyType=ALL

[6] ECR habría ganado un miembro desde junio de 2024 y tendría 79 MEP en octubre de 2025 https://www.europarl.europa.eu/meps/es/search/advanced?name=&euPoliticalGroupBodyRefNum=7037&countryCode=&bodyType=ALL

[7] El grupo Patriotas por Europa de Marine Le Pen y Victor Orban también habría ganado un escaño adicional entre las elecciones de junio de 2024 y el momento en que se publique esta entrevista, en octubre de 2025 tendría 85 miembros en su grupo en el PE, ver https://www.europarl.europa.eu/meps/es/search/advanced?name=&euPoliticalGroupBodyRefNum=7150&countryCode=&bodyType=ALL

[8] El grupo de la Europa de las Naciones Soberanas formado en torno a la AFD de Alemania habría pasado de 25 a 27 MEP entre junio de 2024 y el momento en que se publique esta entrevista https://www.europarl.europa.eu/meps/es/search/advanced?name=&euPoliticalGroupBodyRefNum=7151&countryCode=&bodyType=ALL

[9] Según la investigación realizada en la web del PE el 26 de octubre de 2025, la suma de los escaños de los tres grupos de extrema derecha alcanzaría 191, tres más que el grupo del Partido Popular Europeo, que cuenta con 188.

[10] Ver https://www.ecb.europa.eu/mopo/implement/app/html/index.en.html#pspp y https://www.ecb.europa.eu/mopo/implement/pepp/html/index.en.html

 

 

Eric Toussaint 

    Doctor en Ciencias políticas de la Universidad de Lieja y de la Universidad de París VIII, es el portavoz del CADTM internacional y es miembro del Consejo Científico de ATTAC Francia.


    Es autor de diversos libros, entre ellos: Banco Mundial. Una historia crítica, El Viejo Topo, 2022 Capitulación entre adultos. Grecia 2015: Una alternativa era posible, El Viejo Topo, Barcelona, 2020; Sistema Deuda. Historia de las deudas soberanas y su repudio, Icaria Editorial, Barcelona 2018; Bancocracia Icaria Editorial, Barcelona 2015; Una mirada al retrovisor: el neoliberalismo desde sus orígenes hasta la actualidad, Icaria, 2010; La Deuda o la Vida (escrito junto con Damien Millet) Icaria, Barcelona, 2011; La crisis global, El Viejo Topo, Barcelona, 2010; La bolsa o la vida: las finanzas contra los pueblos, Gakoa, 2002. Ha sido miembro de la Comisión de Auditoria Integral del Crédito (CAIC) del Ecuador en 2007-2011.


    Coordinó los trabajos de la Comisión de la Verdad Sobre la Deuda, creada por la presidente del Parlamento griego. Esta comisión funcionó, con el auspicio del Parlamento, entre abril y octubre de 2015. El nuevo presidente del Parlamento griego anunció su disolución el 12 de noviembre de 2015.

 
 
 
 
 
 
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