LA ECONOMÍA CANARIA VUELA EN BUSINESS... LA MAYORÍA DE LOS CANARIOS VIAJA EN LA BODEGA
Con récord de crecimiento, una mayoría social sobrevive con sueldos precarios y sin acceso a una vida digna
La economía canaria vuela a gran altitud, con cifras récord en turismo y crecimiento del PIB. Pero mientras unos pocos disfrutan del viaje en business, la mayoría sobrevive en la bodega: salarios bajos, pobreza estructural y desigualdad marcan el trayecto de quienes sostienen el motor económico del Archipiélago. Un modelo que despega dejando atrás a su gente.
Por EUGENIO FERNÁNDEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
En las últimas décadas, Canarias ha vivido un crecimiento económico sostenido que parece reflejarse únicamente en cifras macroeconómicas espectaculares. El Producto Interior Bruto (PIB) ha recuperado e incluso superado niveles previos a la pandemia, la llegada de turistas marca cifras históricas y la economía regional se sitúa entre las más dinámicas del Estado español. Sin embargo, este crecimiento no ha logrado transformar la vida de la mayoría de sus habitantes. La riqueza que se genera en el archipiélago está concentrada en una élite reducida, mientras que la mayoría de la población enfrenta salarios bajos, precariedad laboral y tasas de pobreza y exclusión social que superan con creces las medias estatales.
UN MOTOR ECONÓMICO QUE NO EMPUJA A TODA LA SOCIEDAD
Canarias ha mostrado una sólida recuperación económica tras la crisis de la COVID‑19. Según proyecciones de instituciones económicas, el PIB de las islas podría crecer alrededor de un 3,6 % en 2026 y seguir liderando con tasas superiores a la media española, impulsado principalmente por el turismo.
El turismo, pieza clave de este crecimiento, representó en 2024 cerca del 35 % del PIB regional y casi el 40 % del empleo, consolidándose como el principal motor productivo del archipiélago. Además, la llegada de visitantes superó récords históricos, con millones de turistas más que antes de la pandemia, y facturaciones que no se habían alcanzado nunca.
A pesar de esas cifras macroeconómicas, la calidad de ese crecimiento es más que discutible. El PIB per cápita de Canarias —aproximadamente 24.345 € en 2023— continúa situándose por debajo de la media estatal, lo cual indica que el incremento del valor total no se traduce en mayor bienestar individual.
EL ESPEJISMO DE LA RIQUEZA TURÍSTICA
Las cifras impresionantes del turismo —cifras récord de visitantes y de ingresos— no repercuten en la economía doméstica de la mayoría de la población . Estudios y análisis han señalado que gran parte del valor económico generado por el turismo “se fuga” del archipiélago, ya sea por la importación de bienes, la propiedad extranjera de activos turísticos o la fuerte intermediación digital en canales de venta, lo que limita el impacto real de esos ingresos en la población local.
Esta dinámica genera una especie de economía dual: por un lado, el sector turístico genera beneficios cuantiosos; por otro, el empleo que crea suele estar caracterizado por bajas retribuciones, temporalidad, precariedad y condiciones contractuales débiles. Esto se traduce en salarios que, aunque representen crecimiento en términos absolutos, son insuficientes para cubrir el creciente coste de la vida. La Voz de Lanzarote
SALARIOS ENTRE LOS MÁS BAJOS DE LA UNIÓN EUROPEA
Canarias no solo lidera el ranking de salarios más bajos dentro del Estado español, sino que se sitúa entre las regiones con menor salario medio bruto de toda la Unión Europea. En 2024, el salario medio bruto en Canarias rondó los 2.051,7 €, notablemente inferior a la media estatal de 2 385,6 € y muy lejos de niveles que permitan una vida digna ante el alto coste de la vivienda y bienes básicos. Sin embargo, los salarios de en torno a los 1.000 euros, o incluso inferiores, son habituales en muchos de los sectores que aglutinan a los asalariados canarios. Estos bajos salarios persistentes, sumados a precios actuales elevados, hacen que gran parte de la población pierda poder adquisitivo real año tras año.
La brecha salarial no es solo una cifra estadística. Se traduce en dificultades concretas para pagar la vivienda, afrontar gastos básicos y construir un proyecto vital estable, sobre todo para jóvenes, trabajadores temporales, mujeres y familias con bajos ingresos.
POBREZA Y EXCLUSIÓN SOCIAL: POR ENCIMA DE LA MEDIA ESTATAL
Las consecuencias de estos desequilibrios son claras en los indicadores sociales. La tasa AROPE —que mide el riesgo de pobreza o exclusión social— sitúa a Canarias entre las regiones más afectadas de España, con cifras que superan la media estatal. Aproximadamente más de 30 % de la población vive en riesgo de pobreza o exclusión, y la pobreza severa —aquellos con ingresos extremadamente bajos— afecta a un porcentaje considerable de la población, incluidos niños y adolescentes.
Estos datos son más que números: implican realidades duras, como familias que no pueden cubrir necesidades básicas, hogares que luchan por permanecer fuera de la exclusión social y generaciones jóvenes que enfrentan barreras crecientes para acceder a la vivienda o proyectos de vida estables.
La pobreza infantil, en particular, alcanza niveles alarmantes: más del 40 % de los menores de Canarias se encuentran en riesgo de pobreza o exclusión, una de las tasas más altas del país. Esta situación crea una herencia de desigualdad que puede persistir a lo largo del tiempo si no se ataca de raíz.
UNA RIQUEZA CONCENTRADA EN POCAS MANOS
El contraste entre una economía regional en crecimiento y una sociedad con disparidades profundas se expresa con crueldad en la concentración de riqueza. Un grupo reducido de personas concentra una parte desproporcionada del total de activos y patrimonio en Canarias. Por ejemplo, una minoría de poco más de 7.000 individuos acumula casi la mitad del PIB regional en riqueza, mientras que la mitad más pobre de la población posee apenas un pequeño porcentaje del total.
Este patrón refleja una desigualdad que no solo se ve en salarios o empleo, sino que se extiende al patrimonio y la acumulación de activos. A nivel regional, las diferencias entre quienes poseen bienes e inversiones importantes —incluidas propiedades inmobiliarias con alta valorización— y quienes no tienen acceso a esos recursos genera una brecha que amplía las distancias sociales.
Todos los indicadores convergen hacia una misma conclusión. El crecimiento económico de Canarias no está distribuido de manera equitativa. La dependencia excesiva del turismo y los servicios, la precariedad salarial, la inversión exterior en activos clave, y la falta de dinamismo en sectores productivos con valor añadido elevan la desigualdad y limitan las oportunidades de progreso para la mayoría de la población.
La "paradoja canaria" —crecimiento con salarios bajos y desigualdad alta— es un síntoma de un problema estructural mayor que demanda respuestas más allá de simples ajustes económicos. Sin un cambio profundo, Canarias seguirá siendo un lugar donde las cifras macroeconómicas sonríen en los informes técnicos, pero las vidas cotidianas de la mayoría de la población siguen marcadas por la precariedad, la falta de oportunidades y la inseguridad económica.
Por EUGENIO FERNÁNDEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
En las últimas décadas, Canarias ha vivido un crecimiento económico sostenido que parece reflejarse únicamente en cifras macroeconómicas espectaculares. El Producto Interior Bruto (PIB) ha recuperado e incluso superado niveles previos a la pandemia, la llegada de turistas marca cifras históricas y la economía regional se sitúa entre las más dinámicas del Estado español. Sin embargo, este crecimiento no ha logrado transformar la vida de la mayoría de sus habitantes. La riqueza que se genera en el archipiélago está concentrada en una élite reducida, mientras que la mayoría de la población enfrenta salarios bajos, precariedad laboral y tasas de pobreza y exclusión social que superan con creces las medias estatales.
UN MOTOR ECONÓMICO QUE NO EMPUJA A TODA LA SOCIEDAD
Canarias ha mostrado una sólida recuperación económica tras la crisis de la COVID‑19. Según proyecciones de instituciones económicas, el PIB de las islas podría crecer alrededor de un 3,6 % en 2026 y seguir liderando con tasas superiores a la media española, impulsado principalmente por el turismo.
El turismo, pieza clave de este crecimiento, representó en 2024 cerca del 35 % del PIB regional y casi el 40 % del empleo, consolidándose como el principal motor productivo del archipiélago. Además, la llegada de visitantes superó récords históricos, con millones de turistas más que antes de la pandemia, y facturaciones que no se habían alcanzado nunca.
A pesar de esas cifras macroeconómicas, la calidad de ese crecimiento es más que discutible. El PIB per cápita de Canarias —aproximadamente 24.345 € en 2023— continúa situándose por debajo de la media estatal, lo cual indica que el incremento del valor total no se traduce en mayor bienestar individual.
EL ESPEJISMO DE LA RIQUEZA TURÍSTICA
Las cifras impresionantes del turismo —cifras récord de visitantes y de ingresos— no repercuten en la economía doméstica de la mayoría de la población . Estudios y análisis han señalado que gran parte del valor económico generado por el turismo “se fuga” del archipiélago, ya sea por la importación de bienes, la propiedad extranjera de activos turísticos o la fuerte intermediación digital en canales de venta, lo que limita el impacto real de esos ingresos en la población local.
Esta dinámica genera una especie de economía dual: por un lado, el sector turístico genera beneficios cuantiosos; por otro, el empleo que crea suele estar caracterizado por bajas retribuciones, temporalidad, precariedad y condiciones contractuales débiles. Esto se traduce en salarios que, aunque representen crecimiento en términos absolutos, son insuficientes para cubrir el creciente coste de la vida. La Voz de Lanzarote
SALARIOS ENTRE LOS MÁS BAJOS DE LA UNIÓN EUROPEA
Canarias no solo lidera el ranking de salarios más bajos dentro del Estado español, sino que se sitúa entre las regiones con menor salario medio bruto de toda la Unión Europea. En 2024, el salario medio bruto en Canarias rondó los 2.051,7 €, notablemente inferior a la media estatal de 2 385,6 € y muy lejos de niveles que permitan una vida digna ante el alto coste de la vivienda y bienes básicos. Sin embargo, los salarios de en torno a los 1.000 euros, o incluso inferiores, son habituales en muchos de los sectores que aglutinan a los asalariados canarios. Estos bajos salarios persistentes, sumados a precios actuales elevados, hacen que gran parte de la población pierda poder adquisitivo real año tras año.
La brecha salarial no es solo una cifra estadística. Se traduce en dificultades concretas para pagar la vivienda, afrontar gastos básicos y construir un proyecto vital estable, sobre todo para jóvenes, trabajadores temporales, mujeres y familias con bajos ingresos.
POBREZA Y EXCLUSIÓN SOCIAL: POR ENCIMA DE LA MEDIA ESTATAL
Las consecuencias de estos desequilibrios son claras en los indicadores sociales. La tasa AROPE —que mide el riesgo de pobreza o exclusión social— sitúa a Canarias entre las regiones más afectadas de España, con cifras que superan la media estatal. Aproximadamente más de 30 % de la población vive en riesgo de pobreza o exclusión, y la pobreza severa —aquellos con ingresos extremadamente bajos— afecta a un porcentaje considerable de la población, incluidos niños y adolescentes.
Estos datos son más que números: implican realidades duras, como familias que no pueden cubrir necesidades básicas, hogares que luchan por permanecer fuera de la exclusión social y generaciones jóvenes que enfrentan barreras crecientes para acceder a la vivienda o proyectos de vida estables.
La pobreza infantil, en particular, alcanza niveles alarmantes: más del 40 % de los menores de Canarias se encuentran en riesgo de pobreza o exclusión, una de las tasas más altas del país. Esta situación crea una herencia de desigualdad que puede persistir a lo largo del tiempo si no se ataca de raíz.
UNA RIQUEZA CONCENTRADA EN POCAS MANOS
El contraste entre una economía regional en crecimiento y una sociedad con disparidades profundas se expresa con crueldad en la concentración de riqueza. Un grupo reducido de personas concentra una parte desproporcionada del total de activos y patrimonio en Canarias. Por ejemplo, una minoría de poco más de 7.000 individuos acumula casi la mitad del PIB regional en riqueza, mientras que la mitad más pobre de la población posee apenas un pequeño porcentaje del total.
Este patrón refleja una desigualdad que no solo se ve en salarios o empleo, sino que se extiende al patrimonio y la acumulación de activos. A nivel regional, las diferencias entre quienes poseen bienes e inversiones importantes —incluidas propiedades inmobiliarias con alta valorización— y quienes no tienen acceso a esos recursos genera una brecha que amplía las distancias sociales.
Todos los indicadores convergen hacia una misma conclusión. El crecimiento económico de Canarias no está distribuido de manera equitativa. La dependencia excesiva del turismo y los servicios, la precariedad salarial, la inversión exterior en activos clave, y la falta de dinamismo en sectores productivos con valor añadido elevan la desigualdad y limitan las oportunidades de progreso para la mayoría de la población.
La "paradoja canaria" —crecimiento con salarios bajos y desigualdad alta— es un síntoma de un problema estructural mayor que demanda respuestas más allá de simples ajustes económicos. Sin un cambio profundo, Canarias seguirá siendo un lugar donde las cifras macroeconómicas sonríen en los informes técnicos, pero las vidas cotidianas de la mayoría de la población siguen marcadas por la precariedad, la falta de oportunidades y la inseguridad económica.
































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