EL REGRESO DEL "ENEMIGO INTERNO": SER COMUNISTA EN LA RUSIA CAPITALISTA DE HOY
El gobierno ruso reprimió a los comunistas que conmemoraban el aniversario de la Revolucion de Octubre
Mientras el mundo recordaba la Revolución de Octubre, en Rusia diez comunistas fueron detenidos por colocar flores en un monumento. El hecho, aparentemente menor, revela una verdad incómoda: en la Rusia de hoy, la memoria revolucionaria peligrosa y la represión, sistemática.
ALBERTO FERNÁNDEZ PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
El pasado 7 de noviembre de 2025, mientras en diferentes países del mundo se conmemoraba un nuevo aniversario de la Revolución de Octubre, las autoridades policiales de la ciudad rusa de Novosibirsk procedieron a la detención de diez miembros del Partido Comunista de Rusia (Internacionalistas).
El motivo: haber intentado depositar flores en un monumento dedicado a los comunistas caídos. La fecha no era menor, ni el gesto inocente. Pero la respuesta del gobierno ruso encabezado por Vladimir Putin tampoco dejó dudas al respecto: quien cuestione los pilares del régimen, aunque sea con un ramo en la mano, será tratado como enemigo.
Este episodio, que podría parecer anecdótico en el marco de una Rusia marcada por una creciente censura interna, ha generado una fuerte reacción internacional. El Partido Comunista de Grecia (KKE) fue el primero en pronunciarse en relacion con las detenciones. En un comunicado emitido desde su Comité Central, denunció la represión, exigió el fin de la persecución y expresó su total solidaridad con los militantes detenidos. El título del mensaje era directo: “¡Fuera las manos de los comunistas de Rusia!”.
Pero el hecho en sí mismo es apenas la punta de un iceberg mucho más profundo.
UNA REPRESIÓN QUE VIENE DE LEJOS
Los comunistas detenidos en Novosibirsk forman parte de una organización que surgió de una escisión en el PCOR (Partido Comunista Obrero de Rusia). Su línea política se ha caracterizado por un enfoque internacionalista y una crítica frontal sin concesiones tanto al neoliberalismo occidental como al capitalismo oligárquico del actual Estado ruso. En su declaración por la Revolución de Octubre no solo pretendían rendir homenaje al pasado revolucionario de la Unión Soviética, sino que lanzaban una dura acusación al presente:
"Los actuales dirigentes de Rusia han arrastrado al país a un aventurismo sangriento que está enriqueciendo a la oligarquía mientras empobrece y sacrifica al pueblo trabajador", expresaron en un comunicado.
Para el actual poder de la oligarquía rusa, esa es una verdad que duele, aseguraron fuentes de esa organización comunista. Y quien la diga, aunque lo haga con flores en la mano, será reprimido.
UN VIEJO ENEMIGO: LA DISIDENCIA QUE NO SE DOBLEGA
La represión contra los comunistas no oficiosos rusos no es nueva. Pero su intensidad ha ido creciendo en la medida en que estas organizaciones han comenzado a cuestionar de forma directa no solo al gobierno, sino también a todo el entramado económico que lo sustenta. En ese sentido, los comunistas disidentes no son vistos como simples opositores. Son considerados un factor desestabilizador porque no participan del juego institucional ni comparten la ficción del “interés nacional”. Su discurso va a la raíz: denuncian la explotación, la guerra, la corrupción y el saqueo del país a manos de una minoría adinerada.
Al igual que ocurriera durante la República de Weimar, cuando los comunistas fueron etiquetados como traidores y perseguidos por todos los medios posibles, en la Rusia actual
"la crítica revolucionaria vuelve a ser tratada como una amenaza para el sistema. No importa cuán minoritaria sea: el poder la teme por lo que representa".
RUSIA, ENTRE LA OLIGARQUÍA Y EL ESTADO POLICIAL
Desde la disolución de la Unión Soviética, Rusia ha sufrido una profunda transformación. Lo que hoy predomina no es ni remotamente un orden socialista. Es una estructura de poder construida por y para las grandes fortunas surgidas del proceso de privatización salvaje de los años 90. A ese entramado económico se le ha sumado una arquitectura política autoritaria que impone control mediático, censura, represión y propaganda.
La guerra emprendida por el gobierno ruso, que los comunistas han denunciado con claridad, no puede ser entendida al margen de ese contexto. No se trata de una lucha entre “el Este y el Oeste”, como a menudo es presentada en los grandes medios. Se trata de una guerra entre polos capitalistas que compiten por el control de mercados, recursos y zonas de influencia. Y, como en toda guerra entre imperialismos, quienes pagan el precio son los trabajadores.
CUANDO EL PASADO ES PELIGROSO PARA EL PRESENTE
La conmemoración de la Revolución de Octubre no es solo una evocación histórica. En países como Rusia, recordar aquel proceso es, en sí mismo, un acto de resistencia. Porque la Revolución de 1917 no fue solo la toma del Palacio de Invierno. Fue el intento más radical del siglo XX por construir una sociedad sin explotadores ni explotados. Esa memoria es peligrosa para un régimen que se enriquece a costa de los pobres y que manda a morir a miles en guerras que solo benefician a las élites económicas.
Por eso, cuando los comunistas actuales reivindican la Revolución, no están haciendo nostalgia. Están planteando una alternativa real al sistema. Y ese es, quizás, el verdadero motivo por el cual el régimen los reprime.
LA SOLIDARIDAD COMO RESPUESTA
El comunicado emitido por KKE ha marcado una línea clara: frente a la represión, la solidaridad internacional debe multiplicarse. Lo que está en juego no es únicamente el derecho de unos militantes a colocar flores en un monumento. Lo que se juega es la posibilidad misma de que una fuerza política critique el orden existente.
Y cuando eso ya no es posible dentro de un país, la única defensa está en la voz de otros pueblos.
ALBERTO FERNÁNDEZ PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
El pasado 7 de noviembre de 2025, mientras en diferentes países del mundo se conmemoraba un nuevo aniversario de la Revolución de Octubre, las autoridades policiales de la ciudad rusa de Novosibirsk procedieron a la detención de diez miembros del Partido Comunista de Rusia (Internacionalistas).
El motivo: haber intentado depositar flores en un monumento dedicado a los comunistas caídos. La fecha no era menor, ni el gesto inocente. Pero la respuesta del gobierno ruso encabezado por Vladimir Putin tampoco dejó dudas al respecto: quien cuestione los pilares del régimen, aunque sea con un ramo en la mano, será tratado como enemigo.
Este episodio, que podría parecer anecdótico en el marco de una Rusia marcada por una creciente censura interna, ha generado una fuerte reacción internacional. El Partido Comunista de Grecia (KKE) fue el primero en pronunciarse en relacion con las detenciones. En un comunicado emitido desde su Comité Central, denunció la represión, exigió el fin de la persecución y expresó su total solidaridad con los militantes detenidos. El título del mensaje era directo: “¡Fuera las manos de los comunistas de Rusia!”.
Pero el hecho en sí mismo es apenas la punta de un iceberg mucho más profundo.
UNA REPRESIÓN QUE VIENE DE LEJOS
Los comunistas detenidos en Novosibirsk forman parte de una organización que surgió de una escisión en el PCOR (Partido Comunista Obrero de Rusia). Su línea política se ha caracterizado por un enfoque internacionalista y una crítica frontal sin concesiones tanto al neoliberalismo occidental como al capitalismo oligárquico del actual Estado ruso. En su declaración por la Revolución de Octubre no solo pretendían rendir homenaje al pasado revolucionario de la Unión Soviética, sino que lanzaban una dura acusación al presente:
"Los actuales dirigentes de Rusia han arrastrado al país a un aventurismo sangriento que está enriqueciendo a la oligarquía mientras empobrece y sacrifica al pueblo trabajador", expresaron en un comunicado.
Para el actual poder de la oligarquía rusa, esa es una verdad que duele, aseguraron fuentes de esa organización comunista. Y quien la diga, aunque lo haga con flores en la mano, será reprimido.
UN VIEJO ENEMIGO: LA DISIDENCIA QUE NO SE DOBLEGA
La represión contra los comunistas no oficiosos rusos no es nueva. Pero su intensidad ha ido creciendo en la medida en que estas organizaciones han comenzado a cuestionar de forma directa no solo al gobierno, sino también a todo el entramado económico que lo sustenta. En ese sentido, los comunistas disidentes no son vistos como simples opositores. Son considerados un factor desestabilizador porque no participan del juego institucional ni comparten la ficción del “interés nacional”. Su discurso va a la raíz: denuncian la explotación, la guerra, la corrupción y el saqueo del país a manos de una minoría adinerada.
Al igual que ocurriera durante la República de Weimar, cuando los comunistas fueron etiquetados como traidores y perseguidos por todos los medios posibles, en la Rusia actual
"la crítica revolucionaria vuelve a ser tratada como una amenaza para el sistema. No importa cuán minoritaria sea: el poder la teme por lo que representa".
RUSIA, ENTRE LA OLIGARQUÍA Y EL ESTADO POLICIAL
Desde la disolución de la Unión Soviética, Rusia ha sufrido una profunda transformación. Lo que hoy predomina no es ni remotamente un orden socialista. Es una estructura de poder construida por y para las grandes fortunas surgidas del proceso de privatización salvaje de los años 90. A ese entramado económico se le ha sumado una arquitectura política autoritaria que impone control mediático, censura, represión y propaganda.
La guerra emprendida por el gobierno ruso, que los comunistas han denunciado con claridad, no puede ser entendida al margen de ese contexto. No se trata de una lucha entre “el Este y el Oeste”, como a menudo es presentada en los grandes medios. Se trata de una guerra entre polos capitalistas que compiten por el control de mercados, recursos y zonas de influencia. Y, como en toda guerra entre imperialismos, quienes pagan el precio son los trabajadores.
CUANDO EL PASADO ES PELIGROSO PARA EL PRESENTE
La conmemoración de la Revolución de Octubre no es solo una evocación histórica. En países como Rusia, recordar aquel proceso es, en sí mismo, un acto de resistencia. Porque la Revolución de 1917 no fue solo la toma del Palacio de Invierno. Fue el intento más radical del siglo XX por construir una sociedad sin explotadores ni explotados. Esa memoria es peligrosa para un régimen que se enriquece a costa de los pobres y que manda a morir a miles en guerras que solo benefician a las élites económicas.
Por eso, cuando los comunistas actuales reivindican la Revolución, no están haciendo nostalgia. Están planteando una alternativa real al sistema. Y ese es, quizás, el verdadero motivo por el cual el régimen los reprime.
LA SOLIDARIDAD COMO RESPUESTA
El comunicado emitido por KKE ha marcado una línea clara: frente a la represión, la solidaridad internacional debe multiplicarse. Lo que está en juego no es únicamente el derecho de unos militantes a colocar flores en un monumento. Lo que se juega es la posibilidad misma de que una fuerza política critique el orden existente.
Y cuando eso ya no es posible dentro de un país, la única defensa está en la voz de otros pueblos.


































Maribel Santana | Lunes, 17 de Noviembre de 2025 a las 09:43:43 horas
Asi es como quieren hacer amigos internos para que le apoyen con la guerra de Ucrania?? Los capitalistas quieren todo. Si hubieran sido hoy por hoy la URSS, otro gallo les hubiera cantado, pero siempre desechando los socialismo y el control que debería tener los trabajadores y las masas populares sobre el trabajo y la sociedad. Viva Lenin y Stalin.
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