
LAS ULTRADERECHAS ESPAÑOLISTA Y CATALANISTA, EN ASCENSO
Jóvenes, mujeres y clases medias impulsan a Vox y Aliança Catalana
¿Qué está motivando a mujeres y jóvenes a apoyar a partidos de la extrema derecha catalana y españolista? ¿Cómo se articula el rechazo a la inmigración entre votantes de Vox y Aliança? Del desencanto a la extrema derecha: los nuevos rostros del voto en España. ¿Por qué jóvenes, mujeres y clases medias-bajas estan impulsando estos movimientos?
POR JORDI RUIZ PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
En un panorama político cada vez más fragmentado, dos formaciones de extrema derecha se perfilan como actores decisivos, tanto en España y Cataluña: Vox y Aliança
Catalana.
Si bien sus proyectos políticos difieren en matices —el primero de corte nacionalista español, el segundo independentista catalán—, ambos comparten una base social en expansión, una retórica antiinmigración común y una sorprendente transversalidad en su crecimiento.
¿Qué hay detrás del auge de ambas formaciones? ¿Qué nos dicen sus votantes sobre el momento político que vive el país?
Vox, liderado por Santiago Abascal, apellido este último de documentada huella en la presencia árabe durante ochocientos años en la península ibérica, ha alcanzado en los últimos meses un 17% de intención de voto. . Nada menos que cinco puntos por encima de su resultado en las elecciones generales de 2023.
Paradógicamente, su crecimiento se ha intensificado, especialmente tras episodios como la dana en Valencia en 2024 y la crisis interna de corrupción en la cúpula del PSOE con la dimisión de Santos Cerdán.
Por su parte, Aliança Catalana, encabezada por una hasta ahora perfectamente desconocida Sílvia Orriols, ha sorprendido en el escenario catalán: tras lograr un 4% de los votos en 2024, ha escalado hasta un 12% según el último sondeo de Ipsos para La Vanguardia.
Ambos partidos destacan por atraer al electorado joven, especialmente en el caso de Vox. Según los datos de 40dB., un 30% de los menores de 35 años votarían a la formación verde, frente a un 16% de los ciudadanos de entre 50 y 64 años, y solo un 10% entre los mayores de 65. Aliança, por su parte, concentra su fuerza en Girona y Lleida, territorios con una fuerte tradición independentista, pero ha conseguido atraer a votantes desencantados de Junts y ERC, especialmente entre las capas de renta media-baja y edad intermedia.
Un rasgo llamativo es que ambos partidos, pese a su narrativa viril y beligerante, están ganando terreno entre las mujeres. En el caso de Vox, aunque sigue existiendo una brecha de género (21% de los hombres votarían por ellos frente al 13,4% de las mujeres), esta se ha reducido considerablemente desde 2023. Lo mismo ocurre con Aliança Catalana, donde el perfil femenino aparece con fuerza en los datos de crecimiento, especialmente entre las mujeres de entre 35 y 54 años.
La cuestión del origen de clase también resulta reveladora. El voto de Vox se concentra en las clases medias-bajas, particularmente aquellas que sienten que su bienestar ha retrocedido en la última década. No son personas en situación de pobreza estructural, sino de sectores que perciben una amenaza a su posición social por parte de la inmigración, el feminismo o las políticas de redistribución social.
En Cataluña, este mismo segmento es clave en el ascenso de Aliança, aunque en este caso con el añadido de un discurso identitario catalán que canaliza el malestar hacia el gobierno central y el fracaso de la vía procesista.
La inmigración es, sin duda, el eje que articula buena parte del discurso de ambas formaciones. En Vox, este rechazo se expresa en forma de nacionalismo excluyente y propuestas punitivas, - exclusión, expulsión, control - mientras que en Aliança se traduce en un racismo encubierto bajo el velo de la defensa de la "catalanidad". En ambos casos, se presenta al inmigrante como chivo expiatorio de los problemas económicos, laborales y de seguridad ciudadana.
Pero más allá de los perfiles sociológicos, lo que une a Vox y Aliança es la capacidad de capitalizar el desencanto con el sistema político tradicional. Ambos partidos canalizan una falsa narrativa de "ruptura", aunque aparentemente orientadas en supuestas direcciones opuestas: Vox desde un nacionalismo español autoritario; Aliança desde una "radicalización formal del independentismo". Esta estrategia les permite captar tanto a abstencionistas como a antiguos votantes de partidos tradicionales que sienten que "nada cambia".
Este auge plantea preguntas inquietantes para el futuro inmediato. ¿Se consolida una base electoral estable para la extrema derecha en España y Cataluña? Lo que es evidente es que el perfil de sus votantes ya no puede reducirse a estereotipos simplistas. Son jóvenes, hombres y mujeres, trabajadores, madres solteras, autónomos, jubilados frustrados... un espectro amplio que revela una transformación social en curso, con consecuencias aún difíciles de prever.
POR JORDI RUIZ PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
En un panorama político cada vez más fragmentado, dos formaciones de extrema derecha se perfilan como actores decisivos, tanto en España y Cataluña: Vox y Aliança Catalana.
Si bien sus proyectos políticos difieren en matices —el primero de corte nacionalista español, el segundo independentista catalán—, ambos comparten una base social en expansión, una retórica antiinmigración común y una sorprendente transversalidad en su crecimiento.
¿Qué hay detrás del auge de ambas formaciones? ¿Qué nos dicen sus votantes sobre el momento político que vive el país?
Vox, liderado por Santiago Abascal, apellido este último de documentada huella en la presencia árabe durante ochocientos años en la península ibérica, ha alcanzado en los últimos meses un 17% de intención de voto. . Nada menos que cinco puntos por encima de su resultado en las elecciones generales de 2023.
Paradógicamente, su crecimiento se ha intensificado, especialmente tras episodios como la dana en Valencia en 2024 y la crisis interna de corrupción en la cúpula del PSOE con la dimisión de Santos Cerdán.
Por su parte, Aliança Catalana, encabezada por una hasta ahora perfectamente desconocida Sílvia Orriols, ha sorprendido en el escenario catalán: tras lograr un 4% de los votos en 2024, ha escalado hasta un 12% según el último sondeo de Ipsos para La Vanguardia.
Ambos partidos destacan por atraer al electorado joven, especialmente en el caso de Vox. Según los datos de 40dB., un 30% de los menores de 35 años votarían a la formación verde, frente a un 16% de los ciudadanos de entre 50 y 64 años, y solo un 10% entre los mayores de 65. Aliança, por su parte, concentra su fuerza en Girona y Lleida, territorios con una fuerte tradición independentista, pero ha conseguido atraer a votantes desencantados de Junts y ERC, especialmente entre las capas de renta media-baja y edad intermedia.
Un rasgo llamativo es que ambos partidos, pese a su narrativa viril y beligerante, están ganando terreno entre las mujeres. En el caso de Vox, aunque sigue existiendo una brecha de género (21% de los hombres votarían por ellos frente al 13,4% de las mujeres), esta se ha reducido considerablemente desde 2023. Lo mismo ocurre con Aliança Catalana, donde el perfil femenino aparece con fuerza en los datos de crecimiento, especialmente entre las mujeres de entre 35 y 54 años.
La cuestión del origen de clase también resulta reveladora. El voto de Vox se concentra en las clases medias-bajas, particularmente aquellas que sienten que su bienestar ha retrocedido en la última década. No son personas en situación de pobreza estructural, sino de sectores que perciben una amenaza a su posición social por parte de la inmigración, el feminismo o las políticas de redistribución social.
En Cataluña, este mismo segmento es clave en el ascenso de Aliança, aunque en este caso con el añadido de un discurso identitario catalán que canaliza el malestar hacia el gobierno central y el fracaso de la vía procesista.
La inmigración es, sin duda, el eje que articula buena parte del discurso de ambas formaciones. En Vox, este rechazo se expresa en forma de nacionalismo excluyente y propuestas punitivas, - exclusión, expulsión, control - mientras que en Aliança se traduce en un racismo encubierto bajo el velo de la defensa de la "catalanidad". En ambos casos, se presenta al inmigrante como chivo expiatorio de los problemas económicos, laborales y de seguridad ciudadana.
Pero más allá de los perfiles sociológicos, lo que une a Vox y Aliança es la capacidad de capitalizar el desencanto con el sistema político tradicional. Ambos partidos canalizan una falsa narrativa de "ruptura", aunque aparentemente orientadas en supuestas direcciones opuestas: Vox desde un nacionalismo español autoritario; Aliança desde una "radicalización formal del independentismo". Esta estrategia les permite captar tanto a abstencionistas como a antiguos votantes de partidos tradicionales que sienten que "nada cambia".
Este auge plantea preguntas inquietantes para el futuro inmediato. ¿Se consolida una base electoral estable para la extrema derecha en España y Cataluña? Lo que es evidente es que el perfil de sus votantes ya no puede reducirse a estereotipos simplistas. Son jóvenes, hombres y mujeres, trabajadores, madres solteras, autónomos, jubilados frustrados... un espectro amplio que revela una transformación social en curso, con consecuencias aún difíciles de prever.
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