Martes, 02 de Diciembre de 2025

Actualizada

Martes, 02 de Diciembre de 2025 a las 09:56:26 horas

| 1241
Lunes, 01 de Diciembre de 2025 Tiempo de lectura:

EE.UU. DESATA UNA NUEVA OFENSIVA EN EL CARIBE: VENEZUELA Y AMÉRICA LATINA EN EL OBJETIVO

¿Es el cierre del espacio aéreo venezolano el primer paso hacia una intervención más amplia? ¿Podrán China y Rusia frenar la ofensiva o volverán a desempeñar el papel de espectadores complacientes desde la retaguardia?

El Caribe vuelve a ser escenario de una crisis internacional de alta tensión. Estados Unidos, con Trump y Marco Rubio al mando, ha cerrado unilateralmente el espacio aéreo venezolano, generando una reacción inmediata de Caracas y una denuncia enérgica de Cuba. En medio del conflicto, el silencio del gobierno español y el gesto crítico de Petro revelan fisuras y alineamientos en disputa. ¿Se prepara una nueva intervención o se está librando una guerra sin necesidad de disparar?

 

 POR ADAY QUESADA PARA CANARIAS SEMANAL.ORG

 

      Una vez más, el Caribe se convierte en tablero de maniobras geopolíticas, marcado por un clima de tensión que huele a pasado.

 

    Portaviones desplegados, amenazas diplomáticas, sanciones unilaterales… todo esto se presenta bajo el viejo disfraz de la “lucha contra el narcotráfico”, aunque es evidente que hay mucho más detrás: el interés por recuperar el control político, militar y económico de una región históricamente tratada como zona de influencia por parte del poder estadounidense.

 

    El guion, aunque adaptado al siglo XXI, es conocido. Lo que antes se justificaba con la "Doctrina Monroe", hoy se disfraza de defensa contra “regímenes ilegítimos” y “terrorismo internacional”. Pero el objetivo sigue siendo el mismo: mantener bajo dominio directo o indirecto a los países del Caribe. En el centro del huracán, como ya ha ocurrido en tantas otras ocasiones, está Venezuela. Pero esta vez, la presión abarca también a Cuba y, de forma más sutil, a todo el entorno regional.

 

    El uso de pretextos como la lucha antidroga o la defensa de los derechos humanos  continúa siendo utilizada como cobertura para una nueva forma de guerra: una guerra sin invasiones formales, pero con bloqueos aéreos, despliegues navales y sanciones económicas. Es una ofensiva destinada no solo a desestabilizar gobiernos incómodos, sino también a advertir a otros países del Sur Global sobre los límites que impone el imperialismo a cualquier intento de autodeterminación.

 

EL BLOQUEO AÉREO CONTRA VENEZUELA: ENTRE LA COACCIÓN Y LA ILEGALIDAD

     Uno de los hechos más graves ocurrió  hace unos dias, cuando el presidente Donald Trump anunció el cierre unilateral del espacio aéreo sobre Venezuela. Esta medida, no solo carece de respaldo legal internacional, sino que constituye una abierta violación del principio de soberanía de los Estados.

 

    El impacto ha sido inmediato. Varias aerolíneas internacionales han suspendido sus vuelos a Caracas, generando un aislamiento forzado. En respuesta, el gobierno venezolano ha revocado licencias de vuelo a compañías que acataron la decisión de Washington, acusándolas de sumarse a una política de “terrorismo de Estado” de Washington.

 

    Pero detrás del argumento de “seguridad hemisférica” lo que hay en realidad es un extraordinario despliegue militar y una política sistemática de cerco. Estados Unidos ha movilizado flotas navales, aviones de combate y ha intensificado la presión diplomática y mediática, intentando reactivar, en una versión actualizada, las viejas prácticas de las “guerras bananeras”. Es decir, acciones militares y políticas dirigidas a castigar o tumbar gobiernos  que considera enemigos del orden económico y político dominante.

 

    Lejos de ser una simple maniobra puntual, el bloqueo aéreo se integra en una estrategia más amplia: control del tráfico aéreo y marítimo en el Caribe, señalamiento público de gobiernos “rebeldes” y uso del poder financiero y diplomático para generar aislamiento. Todo esto con una finalidad clara: reafirmar la hegemonía en una región que durante décadas se pensó bajo control permanente y que ahora empieza a mostrar grietas.

 

MARCO RUBIO: UNA PIEZA CLAVE DEL MECANISMO DE DOMINACIÓN

     Detrás de estas maniobras no solo está la Casa Blanca o el Pentágono. También operan actores con un perfil más discreto pero muy influyente, como el actual  secretario de Estado Marco Rubio, ex representante de Florida, el estado en el que se ha refugiado lo más granado del anticomunismo latinoamericano. Desde hace años, Rubio es uno de los principales promotores de las políticas agresivas de Estados Unidos contra América Latina, especialmente contra Cuba, Venezuela y Nicaragua.

 

    Su papel va más allá de las declaraciones públicas. Como exmiembro del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, ha impulsado sanciones, defendido intervenciones encubiertas y promovido la narrativa de que ciertos gobiernos representan una amenaza para la seguridad regional. En realidad, esa narrativa busca justificar acciones que favorecen los intereses de grandes corporaciones, lobbies financieros y grupos ultraconservadores del exilio venezonalo y cubano en Miami.

 

   Rubio opera como bisagra entre sectores del aparato de seguridad estadounidense, redes empresariales y fuerzas de oposición latinoamericana. Su influencia radica en su capacidad para articular un frente político e ideológico que impulse la intervención como una solución “normal” frente a gobiernos no alineados con el modelo neoliberal.

 

    Su respaldo al cierre del espacio aéreo sobre Venezuela no ha sido casual: responde a una estrategia de largo aliento para debilitar cualquier proyecto de soberanía que escape del control imperial. Lejos de ser un agitador aislado, Rubio forma parte de un engranaje que busca reconfigurar el mapa político de la región a imagen y semejanza de los intereses de Washington.

 

LA RESPUESTA VENEZOLANA: SOBERANÍA, MEMORIA Y DEFENSA

     Ante esta escalada, el gobierno de Venezuela ha reaccionado con una estrategia que combina lo militar, lo diplomático y lo simbólico.

 Desde Caracas se activaron mecanismos legales en organismos regionales como la CELAC y el ALBA, denunciando la agresión como una amenaza contra la soberanía y el derecho internacional. Al mismo tiempo, se desplegaron ejercicios militares en zonas clave del oriente del país, reforzando el sistema de defensa aérea y activando a la Milicia Bolivariana.

 

     Pero la respuesta no fue solo técnica. También fue profundamente simbólica: se apeló a figuras como Bolívar y Chávez, se invocó el legado antiimperialista y se movilizó a las bases sociales que  sostienen al chavismo. En medio de una crisis económica persistente, el discurso de la defensa de la soberanía funciona como un aglutinante que sigue teniendo fuerza en sectores de la población.

 

     El gobierno venezolano insiste en que el verdadero objetivo de las maniobras no es combatir el narcotráfico ni el crimen organizado, como mantiene EEUU, sino recuperar el control económico y político del país. Para sostener esta lectura, se recuerda el intento de magnicidio con drones en 2018, el respaldo a Juan Guaidó como “presidente interino” o los reiterados intentos de insurrección militar.

 

CUBA Y LA DENUNCIA DE UNA "GUERRA ELECTROMAGNÉTICA": NUEVAS FORMAS DE DOMINACIÓN

 

     Mientras la tensión crece, desde La Habana llega una acusación poco habitual pero no por ello irrelevante: la de una supuesta guerra electromagnética impulsada por Estados Unidos. Según las autoridades cubanas, se están desarrollando interferencias que afectan radares, sistemas de comunicación y navegación aérea, con epicentro en Venezuela, pero con efectos regionales.

 

    Esta denuncia se enmarca en lo que se conoce como guerra híbrida: una combinación de técnicas militares, informáticas, comunicacionales y tecnológicas que permiten debilitar a un adversario sin declarar abiertamente la guerra. Cuba ha sido históricamente víctima de este tipo de estrategias, desde los sabotajes económicos hasta campañas de desinformación masiva.

 

    Lo que está en juego no es solo el control de las comunicaciones, sino la posibilidad de generar caos, desmoralización y parálisis en los sistemas defensivos de países como Venezuela. Para Cuba, esta escalada demuestra que no se trata de una acción aislada, sino de una campaña planificada para someter a los gobiernos que no se subordinan a la lógica del poder imperial.

 

    El uso de estos recursos es una muestra de cómo el poder ha aprendido a adaptarse a los nuevos tiempos. Ya no se necesitan ejércitos de ocupación para controlar un país. Basta con alterar sus flujos financieros, aislarlo diplomáticamente, hackear sus sistemas o intoxicar su opinión pública para producir el mismo efecto: el debilitamiento interno, la pérdida de legitimidad y la imposición de agendas externas.

 


 
LA POSTURA DE PETRO: UNA GRIETA EN EL FRENTE PROIMPERIAL

     En medio del estruendo geopolítico generado por las amenazas de Estados Unidos, hubo una voz inesperada que irrumpió en el escenario con claridad crítica: la del presidente de Colombia, Gustavo Petro. Su intervención fue contundente: cuestionó públicamente la legalidad del cierre del espacio aéreo venezolano, preguntando “¿bajo qué norma del derecho internacional puede un presidente decidir eso unilateralmente?”.

 

    No era solo una frase retórica. Colombia ha sido durante décadas uno de los principales aliados estratégicos de Estados Unidos en América Latina. Desde la firma del Plan Colombia, pasando por la instalación de bases militares hasta la alineación en foros multilaterales, el país ha actuado como un apéndice de la política exterior de Washington.

 

    Por eso, el gesto de Petro tuvo un valor político fuerte: introdujo una grieta en el frente tradicional de apoyo automático al imperialismo. Y aunque aún es incierto si ese gesto será el inicio de un giro más profundo o un episodio aislado, dejó claro que ya no todos los gobiernos latinoamericanos están dispuestos a callar ante las violaciones al derecho internacional.

 

   La declaración también contrasta con el silencio de otros actores globales —como la Unión Europea— que, pese a mantener relaciones diplomáticas con Venezuela, han optado por la equidistancia o la omisión, lo que en términos reales equivale a un aval implícito de las maniobras de Estados Unidos.

 

EL SILENCIO DE ESPAÑA: ENTRE LA CÓMPLICE NEUTRALIDAD Y LA HERENCIA COLONIAL

    Entre los silencios más estruendosos destaca el del gobierno español. Ni una palabra de condena ante el bloqueo aéreo, ni una crítica a las acusaciones infundadas de terrorismo, ni siquiera una defensa mínima de la legalidad internacional.

 

    Ese silencio no es casual. España ha mantenido históricamente una política exterior subordinada a los intereses de Estados Unidos, sobre todo en relación con América Latina. Desde su incorporación a la OTAN hasta el apoyo a sanciones contra Venezuela o Cuba, la diplomacia española ha jugado el papel de socio menor en el eje atlántico.

 

    Más allá de gestos formales de simpatía con ciertos procesos democráticos o sociales en la región, lo cierto es que Madrid ha evitado cualquier confrontación con Washington, incluso cuando los principios del derecho internacional han sido abiertamente violados.

 

    El resultado de esta postura es doblemente problemático. Por un lado, revela una falta de autonomía estratégica en política exterior. Por otro, refuerza la imagen de una vieja potencia colonial que, lejos de actuar con responsabilidad histórica, opta por plegarse al nuevo imperio que busca someter a los mismos pueblos que antes estuvieron bajo su dominio.

 

HISTORIA DE UNA INJERENCIA: EL IMPERIALISMO EN CLAVE CARIBEÑA

    Lo que ocurre hoy en el Caribe no puede entenderse como un fenómeno aislado o reciente. Se trata de un capítulo más de una larga historia de injerencias, bloqueos e invasiones que han marcado el destino político de América Latina desde el siglo XIX.

 

    La “Doctrina Monroe” de 1823 fue el punto de partida de una visión expansionista que asumía que América Latina debía quedar bajo la tutela de Estados Unidos, expulsando cualquier otra influencia extranjera. Lo que comenzó como una supuesta garantía contra el colonialismo europeo terminó convirtiéndose en una política sistemática de intervenciones, golpes de Estado y control económico.

 

   El Caribe ha sido, en ese sentido, una región clave para el despliegue imperial. Cuba, República Dominicana, Haití, Granada, Panamá… son solo algunos de los casos donde se aplicaron bloqueos, invasiones militares o intervenciones encubiertas. Todas bajo el argumento de proteger la democracia, los derechos humanos o la lucha contra las drogas, pero en realidad orientadas a mantener un orden regional funcional a los intereses del capital estadounidense.

 

   Venezuela no ha estado al margen de esta lógica. Desde el golpe fallido contra Chávez en el 2002 hasta la reciente ofensiva aérea y tecnológica, pasando por la imposición de sanciones y el apoyo a gobiernos paralelos como el de Juan Guaidó, el país ha sido blanco continuo de operaciones destinadas a frenar su autonomía política.

 

 

¿RUSIA Y CHINA: CONTRAPESOS O NUEVOS JUGADORES?

   Ante esta escalada, surge una pregunta inevitable: ¿pueden potencias como Rusia o China actuar como freno o contrapeso a la ofensiva estadounidense? ¿O serán simples espectadores complacientes de esta nueva reafirmación imperial en el Caribe?

 

     Rusia ha mostrado cierta disposición a actuar, con determinados gestos simbólicos como vuelos de bombarderos o envíos de armamento. China, en cambio, ha preferido mantener una estrategia más diplomática, centrada en la inversión, el comercio y el respaldo político en foros multilaterales.

 

     Sin embargo, ambas potencias tienen límites claros. Ni Moscú quiere abrir un nuevo frente de conflicto mientras continua comprometida con el  "Plan de Paz" de Trump para Ucrania, ni Pekín parece dispuesta a comprometer ni su influencia comercial ni su política exterior en una escalada militar en América Latina. Su apoyo, por ahora, se mantiene en el plano de la contención diplomática y el respaldo económico.

 

    Esto demuestra que la solución a los problemas del Sur global no vendrá  ni de BRICS,  ni de nuevos tutelajes, sino de la articulación soberana de los propios pueblos y gobiernos. La alternativa no está en cambiar de amo, sino en construir relaciones internacionales basadas en la igualdad, la cooperación y el respeto mutuo.

 

 

ENTRE LA RESISTENCIA Y LA PROVOCACIÓN

     La actual crisis en el Caribe no es una anécdota ni una tormenta pasajera. Es la expresión concreta de una disputa histórica entre dos proyectos: uno basado en la dominación imperial, y otro que —con todas sus limitaciones y contradicciones— intenta afirmar la soberanía de los pueblos.

 

    Estados Unidos no actúa por miedo, sino por cálculo.  Es conocedor de que su hegemonía está siendo cuestionada, que el mundo ya no gira en torno a su voluntad sin resistencia. Por eso lanza ofensivas preventivas: para marcar territorios, disciplinar disidencias y enviar mensajes.

 

    Frente a esto, los pueblos del Sur tienen un desafío histórico: no dejarse atrapar entre bloques de poder imperial, sino construir una vía propia, solidaria, integradora, basada en sus necesidades y no en los intereses de potencias extranjeras.

 

    Lo que se juega en esta nueva fase no es solo el destino de Venezuela, Cuba o Colombia. Lo que está en juego es el derecho de los pueblos a decidir su destino sin ser amenazados, invadidos o manipulados.

 

   Y como tantas veces en la historia del Caribe, la respuesta no se ha hecho esperar: dignidad, resistencia y voluntad de no rendirse.


FUENTES CONSULTADAS:

RT DE, Democracy Now, Al Mayadeen, El País, RT en Español, The New York Times

 
 
 
Comentarios Comentar esta noticia
Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.36

Todavía no hay comentarios

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.