
EL ULTRADERECHISTA FARAGE INICIA EN REINO UNIDO UNA CRUZADA CONTRA INMIGRANTES
Farage, cuya expetativa de voto supera ahora mismo a conservadores y laboristas, propone acabar con la "residencia permanente" para extranjeros
¿Hasta dónde está dispuesto a llegar Nigel Farage para alcanzar el poder? ¿Son los migrantes el chivo expiatorio perfecto para una crisis que no causaron? ¿Podrá la xenofobia convertirse en mayoría electoral en Reino Unido? ¿Hasta dónde está dispuesto a llegar Nigel Farage para alcanzar el poder? ¿Son los migrantes el chivo expiatorio perfecto para una crisis que no causaron?
REDACCIÓN CANARIAS SEMANAL.ORG
En un artículo publicado por el digital catalán Ara.cat el pasado 22 de septiembre de 2025, el periodista Quim Aranda analiza las últimas declaraciones del ultraderechista Nigel Farage, líder del partido Reform UK, quien ha propuesto suprimir el derecho de residencia permanente a los extranjeros en el Reino Unido.
Según afirma el autor, esta medida no es un hecho aislado, sino una pieza más en la estrategia sistemática de Farage para criminalizar la inmigración, incluso la legal, y convertirla en el eje vertebrador de su agenda política.
De acuerdo con lo expresado por Aranda, Farage ha convertido el odio al extranjero en el combustible de su ambición política. En esta ocasión, el dirigente británico ha ido más allá de su habitual retórica xenófoba al proponer eliminar el “indefinite leave to remain” —es decir, el estatus legal que otorga residencia permanente— y sustituirlo por un visado de trabajo de cinco años, sujeto a restricciones draconianas: mayor umbral salarial, veto al reagrupamiento familiar, antecedentes penales limpios y un test reforzado de inglés.
El autor señala que la intención de Farage es eliminar de raíz lo que él denomina la “Boriswave”, refiriéndose a los 3,8 millones de personas que llegaron al Reino Unido tras el Brexit bajo normas más flexibles.
Lo que resulta paradójico, tal como expone Aranda, es que ese flujo migratorio fue posible, en buena parte, por el mismo proceso de divorcio con la Unión Europea que el propio Farage impulsó. Sin embargo, el líder de Reform UK ahora presenta a esos migrantes como amenaza y carga económica, calificándolos de “jóvenes de baja cualificación” que terminarán dependiendo del Estado.
Según relata el artículo, Farage no solo busca bloquear el acceso al ILR para los recién llegados, sino que insinúa su intención de renegociar los derechos ya adquiridos por más de 3,3 millones de ciudadanos de la Unión Europea. Aunque dice que “no son la prioridad”, sí plantea recortes en beneficios sociales y pensiones para este colectivo.
Su jefe de política, Zia Yusuf, justifica la medida afirmando que la exclusión de migrantes legales del sistema de bienestar podría suponer un ahorro de 234.000 millones de libras, cifra que incluso el think tank del que proviene ha desmentido por desfasada.
De acuerdo al análisis de Aranda, la narrativa de Farage está diseñada para generar miedo y resentimiento. Aprovechando que la inmigración figura como la principal preocupación de los británicos, ha desplegado una ofensiva de propaganda que busca responsabilizar a los migrantes de todos los problemas económicos del país. “No somos el banco de alimentos del mundo”, declaró en su intervención, sintetizando su enfoque de exclusión nacionalista.
El artículo también menciona que Reform UK lidera actualmente las encuestas con un 31% de intención de voto, superando tanto al Partido Laborista como al Conservador. Farage capitaliza hábilmente el descontento popular, presentándose como el único capaz de “salvar” el Reino Unido de una supuesta quiebra financiera que, según él, se debe al coste de acoger a migrantes.
Aranda concluye que la estrategia de Reform UK es clara: señalar a los migrantes, con o sin papeles, como los culpables de los males nacionales. Este discurso, peligrosamente simplista y racista, está surtiendo efecto. Como prueba, menciona la reciente manifestación ultra celebrada en Londres, donde decenas de miles de personas corearon lemas xenófobos, alimentados por el veneno discursivo de Farage.
REDACCIÓN CANARIAS SEMANAL.ORG
En un artículo publicado por el digital catalán Ara.cat el pasado 22 de septiembre de 2025, el periodista Quim Aranda analiza las últimas declaraciones del ultraderechista Nigel Farage, líder del partido Reform UK, quien ha propuesto suprimir el derecho de residencia permanente a los extranjeros en el Reino Unido.
Según afirma el autor, esta medida no es un hecho aislado, sino una pieza más en la estrategia sistemática de Farage para criminalizar la inmigración, incluso la legal, y convertirla en el eje vertebrador de su agenda política.
De acuerdo con lo expresado por Aranda, Farage ha convertido el odio al extranjero en el combustible de su ambición política. En esta ocasión, el dirigente británico ha ido más allá de su habitual retórica xenófoba al proponer eliminar el “indefinite leave to remain” —es decir, el estatus legal que otorga residencia permanente— y sustituirlo por un visado de trabajo de cinco años, sujeto a restricciones draconianas: mayor umbral salarial, veto al reagrupamiento familiar, antecedentes penales limpios y un test reforzado de inglés.
El autor señala que la intención de Farage es eliminar de raíz lo que él denomina la “Boriswave”, refiriéndose a los 3,8 millones de personas que llegaron al Reino Unido tras el Brexit bajo normas más flexibles.
Lo que resulta paradójico, tal como expone Aranda, es que ese flujo migratorio fue posible, en buena parte, por el mismo proceso de divorcio con la Unión Europea que el propio Farage impulsó. Sin embargo, el líder de Reform UK ahora presenta a esos migrantes como amenaza y carga económica, calificándolos de “jóvenes de baja cualificación” que terminarán dependiendo del Estado.
Según relata el artículo, Farage no solo busca bloquear el acceso al ILR para los recién llegados, sino que insinúa su intención de renegociar los derechos ya adquiridos por más de 3,3 millones de ciudadanos de la Unión Europea. Aunque dice que “no son la prioridad”, sí plantea recortes en beneficios sociales y pensiones para este colectivo.
Su jefe de política, Zia Yusuf, justifica la medida afirmando que la exclusión de migrantes legales del sistema de bienestar podría suponer un ahorro de 234.000 millones de libras, cifra que incluso el think tank del que proviene ha desmentido por desfasada.
De acuerdo al análisis de Aranda, la narrativa de Farage está diseñada para generar miedo y resentimiento. Aprovechando que la inmigración figura como la principal preocupación de los británicos, ha desplegado una ofensiva de propaganda que busca responsabilizar a los migrantes de todos los problemas económicos del país. “No somos el banco de alimentos del mundo”, declaró en su intervención, sintetizando su enfoque de exclusión nacionalista.
El artículo también menciona que Reform UK lidera actualmente las encuestas con un 31% de intención de voto, superando tanto al Partido Laborista como al Conservador. Farage capitaliza hábilmente el descontento popular, presentándose como el único capaz de “salvar” el Reino Unido de una supuesta quiebra financiera que, según él, se debe al coste de acoger a migrantes.
Aranda concluye que la estrategia de Reform UK es clara: señalar a los migrantes, con o sin papeles, como los culpables de los males nacionales. Este discurso, peligrosamente simplista y racista, está surtiendo efecto. Como prueba, menciona la reciente manifestación ultra celebrada en Londres, donde decenas de miles de personas corearon lemas xenófobos, alimentados por el veneno discursivo de Farage.
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