GENTUZA. SOMOS MUCHA GENTUZA...
Cuando un cargo público llama «gentuza» a una gran parte de la población
Calificar de «gentuza» a toda una gran parte de la población que defiende a Palestina es - denuncia Ángel Rivero García - algo inadmisible por parte de un cargo público, cuyo sueldo pagamos todos (...).
Chusma, morralla, populacho. Sinónimos de Gentuza, según el diccionario de la RAE (Real Academia Española de la Lengua). En definitiva, según su definición: "Grupo o tipo de gente que es considerada despreciable".
Al parecer, ahora puede que haya que añadir una nueva definición: «Grupo o tipo de gente que defiende a Palestina y se manifiesta pacíficamente en competiciones deportivas con equipos de Israel presentes«. O al menos, eso es lo que le gustaría a Alfonso Serrano, número dos de Isabel Ayuso (de tal palo, tal astilla) en Madrid.
Lo cierto es que calificar de «gentuza» a toda una gran parte de la población es algo inadmisible por parte de un cargo público. Cargo, cuyo sueldo pagamos todos (incluida esa gentuza o vulgo). El problema viene cuando se «normalizan» ese tipo de declaraciones. Cuando todo queda en un «aquí no ha pasado nada». Porque sí, ha pasado.
Y ha pasado que alguien cuyo cargo representa a la ciudadanía (en este caso, a la ciudadanía de la Comunidad de Madrid), ha mostrado un desprecio absoluto hacia una parte de esa ciudadanía. Simplemente porque piensan distinto a como «piensa» él. Pero, como desgraciadamente comprobamos demasiado a menudo, a la Derecha rancia española sólo le interesa la parte de la población que vota por ellos. Esos mismos que tragan con todo (de manera cada vez más incomprensible para cualquiera con un mínimo de cordura mental).
Porque no hablamos de diferencias de criterio. No hablamos de ideologías diferentes, ni de proyectos de sociedad dispares. Simplemente hablamos de falta de respeto hacia quienes opinan de manera diferente a ellos. Y eso, según Alfonso Serrano (y, seguramente, para muchos de sus correligionarios de partido), nos convierte al resto en gentuza, en plebe, en patulea.
Esa falta de respeto hacia los demás es aún más inaceptable cuando es dirigida hacia quien se posiciona ante un genocidio que ellos niegan con toda la «sinrazón» del mundo. Su pronunciamiento está permanentemente del lado del sionismo y refrendado por sus líderes, desde Isabel Díaz Ayuso a José Luis Martínez Almeida, Miguel Tellado o Feijóo. Cuando se desvía la mirada ante una masacre, ante un genocidio, mientras se criminaliza a quienes lo denuncian, no se comete un acto de hipocresía o cinismo (algo a lo que nos tienen acostumbrados). Se comete un acto de vileza absoluta. De pura maldad.
Y esto ocurre el mismo día que Alberto Núñez Feijóo hablaba de «violencia política» por el simple hecho de haberse manifestado 100.000 personas, lo que demuestra lo poco o nada que le importamos a la Derecha rancia española. pero el gran problema, repito, es la «normalización» del hecho.
Cuando un cargo público llama «gentuza» a una gran parte de la población, o se refiere al Presidente del Gobierno como «hijo de puta», están dando un mensaje a los descerebrados que les votan sin el más mínimo razonamiento. Porque les da a entender que ellos, como ciudadanos de a pie, pueden hacer lo mismo. Y eso se convierte en apología de la violencia. Una violencia promovida por cargos públicos, por líderes políticos, dirigida contra todo el que no comparta sus «ideas». Y sí, pongo «ideas» entre comillas porque no me parece muy razonable, ni muy ético, ni en absoluto cabal, hacer del insulto y el desprecio una forma de actuar.
Si como afirma Alfonso Serrano los que nos oponemos (el 87% de la población española) al genocidio somos gentuza, turba, basura, escoria, pues sí. Somos mucha gentuza. Y orgullosos de serlo.
Chusma, morralla, populacho. Sinónimos de Gentuza, según el diccionario de la RAE (Real Academia Española de la Lengua). En definitiva, según su definición: "Grupo o tipo de gente que es considerada despreciable".
Al parecer, ahora puede que haya que añadir una nueva definición: «Grupo o tipo de gente que defiende a Palestina y se manifiesta pacíficamente en competiciones deportivas con equipos de Israel presentes«. O al menos, eso es lo que le gustaría a Alfonso Serrano, número dos de Isabel Ayuso (de tal palo, tal astilla) en Madrid.
Lo cierto es que calificar de «gentuza» a toda una gran parte de la población es algo inadmisible por parte de un cargo público. Cargo, cuyo sueldo pagamos todos (incluida esa gentuza o vulgo). El problema viene cuando se «normalizan» ese tipo de declaraciones. Cuando todo queda en un «aquí no ha pasado nada». Porque sí, ha pasado.
Y ha pasado que alguien cuyo cargo representa a la ciudadanía (en este caso, a la ciudadanía de la Comunidad de Madrid), ha mostrado un desprecio absoluto hacia una parte de esa ciudadanía. Simplemente porque piensan distinto a como «piensa» él. Pero, como desgraciadamente comprobamos demasiado a menudo, a la Derecha rancia española sólo le interesa la parte de la población que vota por ellos. Esos mismos que tragan con todo (de manera cada vez más incomprensible para cualquiera con un mínimo de cordura mental).
Porque no hablamos de diferencias de criterio. No hablamos de ideologías diferentes, ni de proyectos de sociedad dispares. Simplemente hablamos de falta de respeto hacia quienes opinan de manera diferente a ellos. Y eso, según Alfonso Serrano (y, seguramente, para muchos de sus correligionarios de partido), nos convierte al resto en gentuza, en plebe, en patulea.
Esa falta de respeto hacia los demás es aún más inaceptable cuando es dirigida hacia quien se posiciona ante un genocidio que ellos niegan con toda la «sinrazón» del mundo. Su pronunciamiento está permanentemente del lado del sionismo y refrendado por sus líderes, desde Isabel Díaz Ayuso a José Luis Martínez Almeida, Miguel Tellado o Feijóo. Cuando se desvía la mirada ante una masacre, ante un genocidio, mientras se criminaliza a quienes lo denuncian, no se comete un acto de hipocresía o cinismo (algo a lo que nos tienen acostumbrados). Se comete un acto de vileza absoluta. De pura maldad.
Y esto ocurre el mismo día que Alberto Núñez Feijóo hablaba de «violencia política» por el simple hecho de haberse manifestado 100.000 personas, lo que demuestra lo poco o nada que le importamos a la Derecha rancia española. pero el gran problema, repito, es la «normalización» del hecho.
Cuando un cargo público llama «gentuza» a una gran parte de la población, o se refiere al Presidente del Gobierno como «hijo de puta», están dando un mensaje a los descerebrados que les votan sin el más mínimo razonamiento. Porque les da a entender que ellos, como ciudadanos de a pie, pueden hacer lo mismo. Y eso se convierte en apología de la violencia. Una violencia promovida por cargos públicos, por líderes políticos, dirigida contra todo el que no comparta sus «ideas». Y sí, pongo «ideas» entre comillas porque no me parece muy razonable, ni muy ético, ni en absoluto cabal, hacer del insulto y el desprecio una forma de actuar.
Si como afirma Alfonso Serrano los que nos oponemos (el 87% de la población española) al genocidio somos gentuza, turba, basura, escoria, pues sí. Somos mucha gentuza. Y orgullosos de serlo.
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