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DICK CHENEY: EL VICEPRESIDENTE QUE CONVIRTIÓ LA GUERRA EN UN NEGOCIO MULTIMILLONARIO

¿Qué nos enseña la sangrienta biografía de Cheney sobre el poder en el capitalismo global?

Dick Cheney fue algo más que un vicepresidente de los EEUU: fue el verdadero arquitecto de una política basada en la guerra, el negocio y la mentira. Desde los despachos de la empresa Halliburton que ditigia, hasta la invasión de Irak, su vida es un retrato fiel de cómo el Estado puede servir a la acumulación privada realizada a sangre y fuego.

 

POR CARLOS SERNA PARA CANARIAS SEMANAL.ORG

   Hace tan solo unas horas falleció el tristemente recordado Dick Cheney, ex vicepresidente de los EEUU [Img #87636]con George  Bush .

 

     Nacido en  1941 en Lincoln (Nebraska), en el seno de una familia  demócrata por tradición, se adhirió tempranamente,  sin embargo, al Partido Republicano. Su nombre y memoria quedan históricamente vinculados a una acumulación de poder ejecutivo sin precedentes, a sangrientas invasiones militares y al vínculo íntimo entre Estado y gran capital.

 

 

ASCENSO POLÍTICO Y VÍNCULO CON EL CAPITAL
     Cheney inició su carrera política como asistente en la Casa Blanca durante la presidencia de Richard Nixon, para después ser jefe de gabinete del presidente Gerald Ford, y luego congresista por Wyoming en los años ochenta. Más tarde fue secretario de Defensa bajo George H. W. Bush, donde participó en la guerra del Golfo contra Irak. Luego abandonó la política formal para convertirse en director ejecutivo del grupo empresarial Halliburton, una de las mayores compañías petroleras y de servicios de EE.UU. Durante esos años se gestaron los vínculos que luego serían escandalosos. 

 

“Cheney transformó la vicepresidencia en un palacio del poder ejecutivo sin control.”

     

    Cheney representó el perfecto operador del complejo militar-industrial-capitalista: un hombre que moviliza el poder estatal –militar, ejecutivo– para favorecer la acumulación privada mediante la guerra. Por ejemplo, se documenta cómo en la empresa Halliburton que personalmente dirigió, obtuvo contratos multimillonarios de reconstrucción en Irak vinculados directamente a su etapa en la vicepresidencia. 
 

 

VICEPRESIDENCIA Y LA AMPLIACIÓN DEL PODER EJECUTIVO

       En el año 2000, Cheney fue elegido vicepresidente junto a George W. Bush. Desde esa posición transformó la figura de vicepresidente en centro del poder, apoyándose en la llamada “teoría ejecutiva unitaria”, que defiende que el presidente (y por extensión su ejecutiva) posee autoridad casi ilimitada para dirigir el aparato estatal. 
 

      Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, Cheney fue uno de los artífices del giro militarista de EE.UU. Se encargó personalmente de poner en marcha invasiones –primero Afganistán, luego Irak– y promoviendo técnicas de “interrogatorio reforzado” (por ejemplo, el waterboarding) que muchos califican como tortura.

    En sus propias palabras, preguntado sobre si una práctica como “sumergir al agua” un prisionero era justificable para salvar vidas, respondió: “para mi ese tipo de prisioneros carece de cerebro”. 
 

    Desde una perspectiva ética,  tal concepción no solo debe entenderse simplemente como aberración, sino tambien como una  expresión de la lógica capitalista-imperial: la máquina estatal armada que defiende el dominio de los mercados, los recursos y los intereses de las grandes empresas. En ese sentido, la invasión de Irak  fue una ofensiva imperial para asegurar el control y la acumulación de capital. 

 

“La invasión de irak fue un salto de fe ideológico que liberó ganancias para las grandes corporaciones, no para los pueblos.”


 

LA GUERRA DE IRAK, LA MENTIRA Y EL BENEFICIO CORPORATIVO
      Uno de los momentos más oscuros de su carrera fue la invasión de Irak en 2003. Bajo la batuta de Cheney y sus aliados, el gobierno estadounidense justificó la guerra con la existencia de armas de destrucción masiva, una hipótesis forzada que, además de ser compartida por el entonces presidente del gobierno José Maria Aznar, jamás pudo ser probada. Esa mentira le permitió construir la justificacion pública para proceder a la invasión devastadora de Irak  y derribar al gobierno de Saddam Hussein,  abriendo así paso a años de ocupación, a miles de muertos, a la destrucción  social de un país, provocando gigantescos movimientos migratorios y el  caos en toda el área. 
 

    Simultáneamente, las empresas vinculadas a Cheney prosperaron: Halliburton, durante la guerra, ganó contrato tras contrato,  sin licitación abierta, especialmente para la reconstrucción de la industria petrolera iraquí. Un correo interno del Pentágono vinculó directamente la “oficina del vicepresidente” con la adjudicación de un contrato multimillonario a Halliburton. 
 

    El vínculo entre Cheney, el Estado-terror, y la gran empresa se consolidó de forma tal que se habla de “especulación bélica” (el war-profiteering) como parte integrante del sistema.  

 

“Cuando el Estado actúa como garante del capital y la guerra, los obreros y los oprimidos quedan en la cuneta.”

 

   DESDE LA PERSPECTIVA DE LA CLASE TRABAJADORA Y LOS PUEBLOS OPRIMIDOS

    Desde el punto de vista de los trabajadores y los pueblos que sufrieron la intervención, Cheney representa el rostro del poder que actúa contra los intereses de la mayoría: recortes de derechos, empobrecimiento, gastos militares desorbitados, impunidad para las élites. Su política favoreció la concentración del poder y de la riqueza, debilitando seriamente los derechos democráticos en su país. Su oficina,  sin ir más lejos, fue la que se encargó de impulsar una vigilancia masiva y un estado de excepción permanente en los EEUU. 
 

      En Irak y Afganistán, el coste humano fue inmenso: miles de muertos civiles, infraestructuras destruidas, recursos expropiados. Los beneficios volvieron a recaer en unas pocas compañías, mientras que los costos  fueron pagados por los trabajadores iraquíes, los soldados rasos y las poblaciones ocupadas.  

 

LEGADO Y RESPONSABILIDADES
    Al concluir su mandato, Cheney había dejado un legado de expansión del poder presidencial, de intervención militar, de privatización del aparato estatal y de colaboración íntima entre el Estado y las grandes empresas. A pesar de las evidencias, nunca hubo un juicio político serio en su contra por sus decisiones que llevaron a la guerra, la tortura y la impunidad. Aunque se documentaron artículos de impeachment,  no obtuvo las más mínimas sin consecuencias. 
 

     En términos simbólicos, Cheney se convirtió en el “vicepresidente de facto” que operó como jefe de la ejecución militar y corporativa de la política exterior estadounidense, mientras internamente lograba debilitar la rendición de cuentas, fortalecía la vigilancia y potenciaba la lógica de acumulación de capital sobre la economía de los pueblos.

 

   UN ELOCUENTE EXPONENTE DE LA ESTRECHA VINCULACIÓN ENTRE EL ESTADO, MILITARISMO  Y ACUMULACIÓN CAPITALISTA

    Dick Cheney fue una figura que permite ver con claridad la relación íntima y estrecha entre Estado, militarismo, intervención imperial y acumulación capitalista. Su ascenso, su vínculo con la empresa Halliburton, su papel en la invasión de Irak y su utilización del poder ejecutivo muestran cómo la maquinaria del Estado puede ponerse al servicio de la acumulación de riqueza y de dominación global.

 

    Su biografía sirve de severa advertencia: cuando el aparato estatal se alía sin freno con los intereses de las élites económicas, los costes terminan recayendo sobre las clases populares, la democracia se debilita y una parte de la humanidad sufre duramente los efectos de esa siniestra fusión.

 
 

Fuentes consultadas:

  • “Cheney, Rumsfeld and the Dark Art of Propaganda”, Truthdig.  

  • “Review: Vice – humanising imperialist monsters”, Communist.red. 

  • “The grand strategy of the American empire”, Marxists.org.  

  • “Alleged Halliburton ties haunt Cheney”, Al Jazeera.  

  • “Halliburton Makes a Killing on Iraq War”, CorpWatch.

 
 
 
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