
COMUNISTAS GRIEGOS: LA MULTIPOLARIDAD, ¿UN NUEVO ORDEN MUNDIAL O EL MISMO CAPITALISMO CON OTROS ROSTROS?
El falso dilema entre EE.UU. y China: una crítica desde el marxismo revolucionario
¿Puede existir un capitalismo que no sea imperialista? ¿Acaso hay potencias que, por enfrentarse a Estados Unidos, se vuelven automáticamente "aliadas de los pueblos"? ¿Qué papel juegan las organizaciones como los BRICS en el mantenimiento del sistema capitalista global? ¿Es posible un imperialismo "amable" ¿Puede China o Rusia ser alternativa al orden capitalista mundial?
REDACCIÓN CANARIAS SEMANAL.ORG
¿Puede existir un capitalismo que no sea imperialista? ¿Acaso hay potencias que, por enfrentarse a Estados Unidos, se vuelven automáticamente "aliadas de los pueblos"? ¿Qué papel juegan las organizaciones como los BRICS en el mantenimiento del sistema capitalista global?
En un artículo publicado por la Sección de Relaciones Internacionales del Comité Central del Partido Comunista de Grecia (KKE), titulado “Exoneran el capitalismo a través del mundo multipolar”, la organización comunista helena desmonta con firmeza una de las falacias más difundidas entre sectores de la izquierda contemporánea:
la ilusión de que el surgimiento de un “mundo multipolar” representa una oportunidad para la democratización de las relaciones internacionales y la construcción de un mundo más justo.
Según afirma el KKE, detrás de esta narrativa se esconde una trampa ideológica que busca encubrir la naturaleza real del capitalismo en su fase actual: el imperialismo.
"NO EXISTE UN IMPERIALISMO BUENO: SOLO EXISTEN DIFERENTES FORMAS DE LA MISMA DOMINACIÓN CAPITALISTA."
Diversas fuerzas políticas —incluyendo partidos que se autodenominan de izquierda — expresa la comunicación de la Sección de Relaciones Internacionales del KKE, han contribuido a construir una imagen idealizada de bloques como los BRICS, la Organización de Cooperación de Shanghái o la alianza militar OTSC.
A través de estos foros multilaterales, argumentan,
se estaría construyendo un nuevo equilibrio mundial que limitaría la hegemonía de EE.UU. y abriría paso a un sistema más equilibrado.
Sin embargo, de acuerdo con lo expresado por el KKE, se trata de una peligrosa mistificación. La formación de polos alternativos no modifica la esencia del sistema capitalista mundial, sino que refleja las mismas leyes de competencia, explotación y expansión que ya caracterizaban a las potencias de antaño. Es decir, lo que cambia no es el sistema, sino la distribución de fuerzas dentro del mismo.
"EL ‘MUNDO MULTIPOLAR’ NO ES UNA ALTERNATIVA AL IMPERIALISMO, SINO UNA DE SUS MÁSCARAS MÁS PELIGROSAS."
Este análisis no es nada nuevo en el pensamiento comunista griego. Desde hace años, el KKE ha venido insistiendo en que el imperialismo no se reduce a la política exterior agresiva de una nación concreta, como suele sostenerse en los discursos que identifican el imperialismo exclusivamente con Estados Unidos o la OTAN.
Por el contrario, en línea con la definición científica formulada por Lenin, el imperialismo es la fase superior del capitalismo, en la que los monopolios, la exportación de capital y el reparto del mundo entre grandes potencias son su rasgo distintivo.
En este sentido, países como China o Rusia, aunque hoy aparezcan como antagonistas de Washington en la escena internacional, no escapan a esta lógica. El hecho de que el capital monopolista se haya desarrollado de manera acelerada en estos países los convierte en actores imperialistas, cuya intervención en escenarios como África, Asia Central o América Latina responde a sus propios intereses económicos y geoestratégicos, no a una vocación anticapitalista o antiimperialista.
"SIN INDEPENDENCIA DE CLASE, CUALQUIER ILUSIÓN GEOPOLÍTICA ES UNA TRAMPA PARA EL MOVIMIENTO OBRERO."
De hecho, el propio KKE ha denunciado en múltiples ocasiones cómo estas potencias, a pesar de su retórica soberanista o de sus enfrentamientos con Occidente, participan activamente en la explotación de otros pueblos y en la intensificación de contradicciones interimperialistas que han derivado en guerras devastadoras, como las de Siria o Ucrania.
En su reciente intervención en el Parlamento Europeo, los representantes del KKE cuestionaron a quienes celebran la ampliación de los BRICS como una oportunidad para “redistribuir el poder global”, sin tener en cuenta que todos sus miembros —incluidos Brasil, India o Arabia Saudita— son países capitalistas que reproducen la misma lógica de acumulación, explotación y dominación - en ocasiones incluso con mucha más dureza- sobre sus propias clases trabajadoras y sobre otros países.
Según afirman desde el KKE, este tipo de ilusiones reformistas no solo son políticamente erróneas, sino que cumplen una función reactiva: desmovilizan a los trabajadores, alimentan la pasividad y hacen que las masas terminen subordinándose a los intereses de uno u otro bloque imperialista, como si la única opción fuera escoger entre dos amos.
Por eso, el artículo advierte contra el uso confuso del término “antiimperialismo”. Ejemplos como el de Turquía —que, pese a ser miembro de la OTAN y ocupar militarmente parte de Chipre, es presentada por algunos como “antiimperialista” por sus roces con Israel— ilustran hasta qué punto el término ha sido vaciado de contenido.
De acuerdo a lo expresado por el KKE, aceptar la existencia de un “imperialismo bueno” o de “potencias progresistas” dentro del capitalismo es una regresión teórica que desarma ideológicamente al movimiento obrero. Esta posición no solo reblandece el análisis del sistema capitalista, sino que contribuye a embellecer a sus actores más agresivos, simplemente porque se enfrentan a otros imperialistas.
Para el KKE, el único camino coherente es el de la independencia de clase. La clase trabajadora no tiene nada que ganar eligiendo entre Washington, Moscú o Pekín. Lo que necesita es construir su propia estrategia revolucionaria, fortalecer a sus partidos comunistas y avanzar en la organización del poder obrero, sin ilusiones en reformas globales que, en el fondo, no cuestionan el sistema de explotación.
El “mundo multipolar”, en resumen, no es una alternativa al imperialismo. Es una forma de recomposición del mismo. Y quienes desde la izquierda difunden esa ilusión están, consciente o inconscientemente, colaborando con el mantenimiento de un sistema mundial basado en la guerra, la opresión y la competencia capitalista.
REDACCIÓN CANARIAS SEMANAL.ORG
¿Puede existir un capitalismo que no sea imperialista? ¿Acaso hay potencias que, por enfrentarse a Estados Unidos, se vuelven automáticamente "aliadas de los pueblos"? ¿Qué papel juegan las organizaciones como los BRICS en el mantenimiento del sistema capitalista global?
En un artículo publicado por la Sección de Relaciones Internacionales del Comité Central del Partido Comunista de Grecia (KKE), titulado “Exoneran el capitalismo a través del mundo multipolar”, la organización comunista helena desmonta con firmeza una de las falacias más difundidas entre sectores de la izquierda contemporánea:
la ilusión de que el surgimiento de un “mundo multipolar” representa una oportunidad para la democratización de las relaciones internacionales y la construcción de un mundo más justo.
Según afirma el KKE, detrás de esta narrativa se esconde una trampa ideológica que busca encubrir la naturaleza real del capitalismo en su fase actual: el imperialismo.
"NO EXISTE UN IMPERIALISMO BUENO: SOLO EXISTEN DIFERENTES FORMAS DE LA MISMA DOMINACIÓN CAPITALISTA."
Diversas fuerzas políticas —incluyendo partidos que se autodenominan de izquierda — expresa la comunicación de la Sección de Relaciones Internacionales del KKE, han contribuido a construir una imagen idealizada de bloques como los BRICS, la Organización de Cooperación de Shanghái o la alianza militar OTSC.
A través de estos foros multilaterales, argumentan,
se estaría construyendo un nuevo equilibrio mundial que limitaría la hegemonía de EE.UU. y abriría paso a un sistema más equilibrado.
Sin embargo, de acuerdo con lo expresado por el KKE, se trata de una peligrosa mistificación. La formación de polos alternativos no modifica la esencia del sistema capitalista mundial, sino que refleja las mismas leyes de competencia, explotación y expansión que ya caracterizaban a las potencias de antaño. Es decir, lo que cambia no es el sistema, sino la distribución de fuerzas dentro del mismo.
"EL ‘MUNDO MULTIPOLAR’ NO ES UNA ALTERNATIVA AL IMPERIALISMO, SINO UNA DE SUS MÁSCARAS MÁS PELIGROSAS."
Este análisis no es nada nuevo en el pensamiento comunista griego. Desde hace años, el KKE ha venido insistiendo en que el imperialismo no se reduce a la política exterior agresiva de una nación concreta, como suele sostenerse en los discursos que identifican el imperialismo exclusivamente con Estados Unidos o la OTAN.
Por el contrario, en línea con la definición científica formulada por Lenin, el imperialismo es la fase superior del capitalismo, en la que los monopolios, la exportación de capital y el reparto del mundo entre grandes potencias son su rasgo distintivo.
En este sentido, países como China o Rusia, aunque hoy aparezcan como antagonistas de Washington en la escena internacional, no escapan a esta lógica. El hecho de que el capital monopolista se haya desarrollado de manera acelerada en estos países los convierte en actores imperialistas, cuya intervención en escenarios como África, Asia Central o América Latina responde a sus propios intereses económicos y geoestratégicos, no a una vocación anticapitalista o antiimperialista.
"SIN INDEPENDENCIA DE CLASE, CUALQUIER ILUSIÓN GEOPOLÍTICA ES UNA TRAMPA PARA EL MOVIMIENTO OBRERO."
De hecho, el propio KKE ha denunciado en múltiples ocasiones cómo estas potencias, a pesar de su retórica soberanista o de sus enfrentamientos con Occidente, participan activamente en la explotación de otros pueblos y en la intensificación de contradicciones interimperialistas que han derivado en guerras devastadoras, como las de Siria o Ucrania.
En su reciente intervención en el Parlamento Europeo, los representantes del KKE cuestionaron a quienes celebran la ampliación de los BRICS como una oportunidad para “redistribuir el poder global”, sin tener en cuenta que todos sus miembros —incluidos Brasil, India o Arabia Saudita— son países capitalistas que reproducen la misma lógica de acumulación, explotación y dominación - en ocasiones incluso con mucha más dureza- sobre sus propias clases trabajadoras y sobre otros países.
Según afirman desde el KKE, este tipo de ilusiones reformistas no solo son políticamente erróneas, sino que cumplen una función reactiva: desmovilizan a los trabajadores, alimentan la pasividad y hacen que las masas terminen subordinándose a los intereses de uno u otro bloque imperialista, como si la única opción fuera escoger entre dos amos.
Por eso, el artículo advierte contra el uso confuso del término “antiimperialismo”. Ejemplos como el de Turquía —que, pese a ser miembro de la OTAN y ocupar militarmente parte de Chipre, es presentada por algunos como “antiimperialista” por sus roces con Israel— ilustran hasta qué punto el término ha sido vaciado de contenido.
De acuerdo a lo expresado por el KKE, aceptar la existencia de un “imperialismo bueno” o de “potencias progresistas” dentro del capitalismo es una regresión teórica que desarma ideológicamente al movimiento obrero. Esta posición no solo reblandece el análisis del sistema capitalista, sino que contribuye a embellecer a sus actores más agresivos, simplemente porque se enfrentan a otros imperialistas.
Para el KKE, el único camino coherente es el de la independencia de clase. La clase trabajadora no tiene nada que ganar eligiendo entre Washington, Moscú o Pekín. Lo que necesita es construir su propia estrategia revolucionaria, fortalecer a sus partidos comunistas y avanzar en la organización del poder obrero, sin ilusiones en reformas globales que, en el fondo, no cuestionan el sistema de explotación.
El “mundo multipolar”, en resumen, no es una alternativa al imperialismo. Es una forma de recomposición del mismo. Y quienes desde la izquierda difunden esa ilusión están, consciente o inconscientemente, colaborando con el mantenimiento de un sistema mundial basado en la guerra, la opresión y la competencia capitalista.
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