
SANDERS: EL PRIMER SENADOR DE LA Hª ESTADOUNIDENSE QUE LLAMA "GENOCIDIO" A LO QUE SUCEDE EN GAZA
¿Por qué un senador se atreve a llamar “genocidio” a lo que otros prefieren silenciar?
Por primera vez en la historia del Senado de Estados Unidos, uno de sus miembros ha llamado “genocidio” a la masacre que Israel ha perpetrado contra la población palestina en Gaza. El autor de esta denuncia es Bernie Sanders, senador por Vermont, una figura que ha incomodado muchas veces a los poderes establecidos, pero que esta vez ha cruzado una línea que pocos se atreven a pisar. ¿Qué significa este gesto? ¿Y por qué llega en este momento?
REDACCIÓN CANARIAS SEMANAL.ORG
Por primera vez en la historia del Senado de Estados Unidos, uno de sus miembros se ha atrevido a llamar “genocidio” a la masacre que Israel ha perpetrado contra la población palestina en Gaza.
El autor de esta denuncia es Bernie Sanders, senador por Vermont, una figura que ha incomodado al establishment, pero que en esta ocasión ha cruzado una línea que pocos se atreven a pisar.
¿Qué significa lo que realmente este gesto? ¿Y por qué llega justo en este momento?
“La política exterior de una potencia revela más sobre su moral que cualquier discurso”
UNA BREVE BIOGRAFÍA PARA ENTENDER LA VOZ QUE PRONUNCIA LA CONDENA
Bernie Sanders nació en Nueva York en 1941, hijo de inmigrantes judíos.
Desde joven se comprometió con las causas sociales y se forjó como uno de los políticos más independientes y coherentes del abracadabrante panorama estadounidense.
Aunque se define como así mismo como "socialista democrático", en Europa sería reconocido como un moderado reformista, con no pocas contradicciones sobre el papel de su país desempeña en el mundo. Ha sido alcalde, luego como congresista y, desde hace años, es senador.
Su voz, como si de un mirlo blanco en USA se tratase, ha denunciado las desigualdades sociales, los abusos del gran capital, la crisis climática... y ahora, aunque un poco tardíamente, el genocidio palestino.
CUANDO LA PALABRA “GENOCIDIO” YA NO SE PUEDE EVITAR
En esta ocasión, Sanders no se limitó a criticar los excesos de Israel o a lamentar las víctimas civiles. Ha hecho algo mucho mas directo: acusó al gobierno de Netanyahu de cometer un genocidio y exige que Estados Unidos deje de enviarle miles de millones de dólares y armas.
No se trata de una hipérbole o de una exageración. Sanders llama a lo que está ocurriendo en Gaza por su nombre:
un exterminio sistemático de la población civil, amparado por un discurso de seguridad nacional y por el silencio cómplice de muchas potencias.
¿Pero por qué tiene tanta importancia que lo diga un senador estadounidense? Porque en política internacional en los EEUU, lo que no se nombra no existe.
Y durante décadas, el apoyo incondicional de Washington a Tel Aviv ha estado blindado por un pacto de silencio que convierte en “terrorismo” cualquier resistencia palestina, pero justifica como “defensa legítima” cada bomba que cae sobre una escuela o un hospital.
EL CAPITALISMO IMPERIAL Y LA DOBLE VARA DE LOS DERECHOS HUMANOS
Desde una mirada crítica del mundo, no sorprende que esta masacre haya sido tan tolerada por las grandes potencias. La ocupación de Palestina ha servido, durante décadas, a los intereses geoestratégicos de Estados Unidos en Oriente Medio.
Israel funciona como un enclave militar, económico y tecnológico privilegiado para los centros del poder global. Y cuando un territorio se vuelve útil para el capital y el dominio político, los derechos humanos se convierten en papel mojado.
“Nombrar el genocidio es el primer paso para detenerlo”
Lo que ahora denuncia Sanders, sin decirlo de manera tan explícita, es esa estructura de impunidad que protege a quienes sirven al poder y aplasta a quienes se resisten. Es un gesto solitario, sí, pero no insignificante. Porque rompe la fachada de neutralidad. Y porque visibiliza la brutal asimetría entre las víctimas y sus verdugos.
UN EJEMPLO HISTÓRICO: SUDÁFRICA Y EL APARTHEID
Para entender mejor la dimensión de esta denuncia, pensemos en otro caso. Durante décadas, el régimen del apartheid en Sudáfrica fue sostenido también por potencias occidentales. Las voces que lo denunciaban eran acusadas de exagerar o de estar manipuladas por intereses extranjeros. Solo cuando la presión popular se volvió ineludible —con boicots, huelgas, manifestaciones en todo el mundo—, se empezó a usar el término “apartheid” sin tapujos. Y el resto es historia.
Hoy ocurre algo parecido con Gaza. El uso del término “genocidio” no es solo una acusación. Es una herramienta política. Un punto de inflexión.
¿ES POSIBLE UNA POLÍTICA DIFERENTE?
Lo que plantea Sanders es, en el fondo, una pregunta que nos interpela a todos: ¿puede Estados Unidos dejar de ser el sostén de un régimen que ha asesinado a decenas de miles de personas, la mayoría civiles, y que ha destruido la infraestructura básica para la vida en Gaza?
La respuesta, de momento, es incierta. Pero su gesto podrá servir, tal vez, para abrir grietas en un relato hegemónico que legitima el castigo colectivo sobre una población que apenas sobrevive entre los escombros.
REDACCIÓN CANARIAS SEMANAL.ORG
Por primera vez en la historia del Senado de Estados Unidos, uno de sus miembros se ha atrevido a llamar “genocidio” a la masacre que Israel ha perpetrado contra la población palestina en Gaza.
El autor de esta denuncia es Bernie Sanders, senador por Vermont, una figura que ha incomodado al establishment, pero que en esta ocasión ha cruzado una línea que pocos se atreven a pisar.
¿Qué significa lo que realmente este gesto? ¿Y por qué llega justo en este momento?
“La política exterior de una potencia revela más sobre su moral que cualquier discurso”
UNA BREVE BIOGRAFÍA PARA ENTENDER LA VOZ QUE PRONUNCIA LA CONDENA
Bernie Sanders nació en Nueva York en 1941, hijo de inmigrantes judíos.
Desde joven se comprometió con las causas sociales y se forjó como uno de los políticos más independientes y coherentes del abracadabrante panorama estadounidense.
Aunque se define como así mismo como "socialista democrático", en Europa sería reconocido como un moderado reformista, con no pocas contradicciones sobre el papel de su país desempeña en el mundo. Ha sido alcalde, luego como congresista y, desde hace años, es senador.
Su voz, como si de un mirlo blanco en USA se tratase, ha denunciado las desigualdades sociales, los abusos del gran capital, la crisis climática... y ahora, aunque un poco tardíamente, el genocidio palestino.
CUANDO LA PALABRA “GENOCIDIO” YA NO SE PUEDE EVITAR
En esta ocasión, Sanders no se limitó a criticar los excesos de Israel o a lamentar las víctimas civiles. Ha hecho algo mucho mas directo: acusó al gobierno de Netanyahu de cometer un genocidio y exige que Estados Unidos deje de enviarle miles de millones de dólares y armas.
No se trata de una hipérbole o de una exageración. Sanders llama a lo que está ocurriendo en Gaza por su nombre:
un exterminio sistemático de la población civil, amparado por un discurso de seguridad nacional y por el silencio cómplice de muchas potencias.
¿Pero por qué tiene tanta importancia que lo diga un senador estadounidense? Porque en política internacional en los EEUU, lo que no se nombra no existe.
Y durante décadas, el apoyo incondicional de Washington a Tel Aviv ha estado blindado por un pacto de silencio que convierte en “terrorismo” cualquier resistencia palestina, pero justifica como “defensa legítima” cada bomba que cae sobre una escuela o un hospital.
EL CAPITALISMO IMPERIAL Y LA DOBLE VARA DE LOS DERECHOS HUMANOS
Desde una mirada crítica del mundo, no sorprende que esta masacre haya sido tan tolerada por las grandes potencias. La ocupación de Palestina ha servido, durante décadas, a los intereses geoestratégicos de Estados Unidos en Oriente Medio.
Israel funciona como un enclave militar, económico y tecnológico privilegiado para los centros del poder global. Y cuando un territorio se vuelve útil para el capital y el dominio político, los derechos humanos se convierten en papel mojado.
“Nombrar el genocidio es el primer paso para detenerlo”
Lo que ahora denuncia Sanders, sin decirlo de manera tan explícita, es esa estructura de impunidad que protege a quienes sirven al poder y aplasta a quienes se resisten. Es un gesto solitario, sí, pero no insignificante. Porque rompe la fachada de neutralidad. Y porque visibiliza la brutal asimetría entre las víctimas y sus verdugos.
UN EJEMPLO HISTÓRICO: SUDÁFRICA Y EL APARTHEID
Para entender mejor la dimensión de esta denuncia, pensemos en otro caso. Durante décadas, el régimen del apartheid en Sudáfrica fue sostenido también por potencias occidentales. Las voces que lo denunciaban eran acusadas de exagerar o de estar manipuladas por intereses extranjeros. Solo cuando la presión popular se volvió ineludible —con boicots, huelgas, manifestaciones en todo el mundo—, se empezó a usar el término “apartheid” sin tapujos. Y el resto es historia.
Hoy ocurre algo parecido con Gaza. El uso del término “genocidio” no es solo una acusación. Es una herramienta política. Un punto de inflexión.
¿ES POSIBLE UNA POLÍTICA DIFERENTE?
Lo que plantea Sanders es, en el fondo, una pregunta que nos interpela a todos: ¿puede Estados Unidos dejar de ser el sostén de un régimen que ha asesinado a decenas de miles de personas, la mayoría civiles, y que ha destruido la infraestructura básica para la vida en Gaza?
La respuesta, de momento, es incierta. Pero su gesto podrá servir, tal vez, para abrir grietas en un relato hegemónico que legitima el castigo colectivo sobre una población que apenas sobrevive entre los escombros.
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