
DR. J.R. LAPORTE: "CADA AÑO MUEREN MILES DE PERSONAS POR CULPA DE MEDICAMENTOS INNECESARIOS"
"Más del 80% de los médicos de atención primaria acepta regalos de los laboratorios"
Cada año mueren miles de personas por culpa de medicamentos innecesarios. El Dr. Joan-Ramón Laporte, catedrático y experto en farmacología, denuncia una realidad demoledora: vivimos en una sociedad profundamente intoxicada por fármacos que, lejos de curar, enferman. ¿Cómo se ha permitido que la industria farmacéutica capture al Estado, condicione a los médicos y silencie al periodismo? (...).
Por EUGENIO FERNÁNDEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Aunque su voz no ocupa titulares, el Dr. Joan-Ramón Laporte, médico farmacólogo y catedrático emérito de la Universidad de Barcelona, ofrece una de las críticas más lúcidas, documentadas y valientes sobre el sistema sanitario contemporáneo. Su libro Crónica de una sociedad intoxicada no es una denuncia sensacionalista, sino un análisis riguroso que pone el foco en una epidemia silenciosa: la medicalización excesiva de la población, con consecuencias nefastas sobre la salud y la vida de miles de personas. Un diagnóstico detallado de cómo la salud pública ha sido capturada por los intereses económicos de la industria farmacéutica, con la complicidad del Estado y la pasividad del cuerpo médico.
Partiendo de un conocimiento eshaustiva y de la experiencia acumulada durante toda una vida dedica a su profesión, Laporte examina cómo la salud pública ha sido subordinada a los intereses económicos de la industria farmacéutica. Médicos condicionados por la financiación privada, fármacos recetados sin necesidad, agencias reguladoras cooptadas por los intereses privados y un Estado ausente o cómplice configuran el retrato de un sistema profundamente enfermo.
EL MERCADO DE LA ENFERMEDAD: CUANDO LA SALUD SE VENDE COMO MERCANCÍA
Laporte no se anda con rodeos. La industria farmacéutica actúa como cualquier otra empresa capitalista, orientada exclusivamente a la obtención de beneficios. Esto -apunta el doctor -es lo único esperable. El mayor problema es que el Estado que ha permitido que estos intereses comerciales prevalezcan sobre la salud de la población. Así, se ha construido un sistema donde los laboratorios influyen no solo en lo que se receta, sino también en lo que se considera una enfermedad, en cómo se informa al público y en las propias leyes que rigen la sanidad.
Durante décadas, la industria ha financiado la formación médica, ha patrocinado congresos, ha regalado viajes, y ha utilizado sofisticadas estrategias de marketing para convertir a los profesionales de la salud en agentes promotores de sus productos. Y lo ha hecho legalmente. Desde 2016, los ingresos en "especie" que los médicos reciben de los laboratorios no se consideran renta gravable, es decir, no pagan impuestos por ellos. Este marco legal no solo legitima un conflicto de interés, sino que institucionaliza la subordinación del saber médico a la lógica del lucro.
DE LA MEDICINA AL AUTOMATISMO: LA PRESCRIPCIÓN POR REFLEJO ESPINAL
Uno de los conceptos más inquietantes mencionados por Laporte es el de la “prescripción por reflejo espinal”. Con ello se refiere a la automatización del acto de recetar: el médico ya no evalúa integralmente la situación del paciente, ni analiza si un medicamento es verdaderamente necesario, si la dosis es adecuada o si existe riesgo de interacción con otros fármacos. Simplemente receta como acto reflejo, empujado por guías clínicas promovidas por la industria y por una formación deformada.
Y es que - según denuncia Joan-Ramón Laporte- más del 80% de los médicos de atención primaria aceptan, de forma directa o indirecta, regalos o incentivos de la industria farmacéutica. Esta dependencia, lejos de ser anecdótica, moldea la práctica clínica cotidiana. El resultado es una medicina que se basa más en etiquetas diagnósticas (colesterol alto, insomnio, prehipertensión) que en personas reales con contextos complejos. Se ha desdibujado el principio hipocrático de “primero no hacer daño”, y se ha sustituido por un imperativo de prescripción.
POLIMEDICACIÓN Y CÍRCULOS VICIOSOS: EL ENFERMO ETERNO
La sobremedicación no solo no cura, sino que enferma. En España, casi la mitad de las personas mayores de 65 años toma cinco o más medicamentos al día. Y lo más alarmante: no existe ninguna evidencia de que esto mejore su estado de salud general. Al contrario, la combinación de fármacos —muchos de ellos innecesarios— genera interacciones peligrosas, efectos adversos graves y nuevos síntomas que llevan a prescribir aún más medicamentos. Es un círculo vicioso, un bucle de intoxicación progresiva.
El Dr. Laporte advierte que muchos casos de enfermedades como Parkinson, diabetes o incluso Alzheimer pueden ser inducidos por medicamentos comunes. Las estatinas, por ejemplo, utilizadas para bajar el colesterol, causan diabetes en uno de cada diez casos. Las benzodiacepinas, prescritas para el insomnio, pueden generar síntomas de demencia si se consumen prolongadamente. El paciente no solo no mejora, sino que acumula etiquetas diagnósticas y tratamientos que se retroalimentan en una espiral de deterioro.
MUERTES EVITABLES, COSTES OCULTOS
Una de las afirmaciones más contundentes del Dr. Laporte es que los medicamentos son ya una de las principales causas de muerte en España. Se estima que al menos 18.000 personas mueren cada año en hospitales como consecuencia directa de fármacos. Esta cifra supera ampliamente las muertes por enfermedades como el Alzheimer o la EPOC, y es muy superior a las provocadas por accidentes de tráfico. Sin embargo, esta información no ocupa portadas ni provoca alarmas mediáticas.
Y no es solo un problema médico, sino político. Laporte denuncia el "desinterés activo" del sistema sanitario por contabilizar y visibilizar estas muertes. La iatrogenia (daños causados por la medicina) es el gran tabú del sistema, porque cuestiona la legitimidad del modelo actual. Si el 50% de los medicamentos que se recetan no son necesarios, entonces la mitad de los efectos adversos, y probablemente de las muertes, podrían haberse evitado.
Los estados - denuncia el doctor Laporte -actúan como facilitadores de los intereses del capital farmacéutico. Las agencias reguladoras, como la Agencia Española o la Agencia Europea del Medicamento, están atravesadas por conflictos de intereses, puertas giratorias y opacidad. Legisladores y partidos políticos también están en la órbita de la industria, que financia campañas y agendas legislativas.
Durante la pandemia de COVID-19, esta connivencia alcanzó su máxima expresión. Los medios de comunicación actuaron como altavoces de las farmacéuticas, se silenciaron voces críticas y se impuso una narrativa única sobre la eficacia y seguridad de las vacunas, sin admitir la discusión científica ni la pluralidad de enfoques. Las campañas de miedo y la patologización de la vida cotidiana ampliaron aún más el mercado del medicamento.
Para el Dr. Laporte, la única salida posible es una reapropiación social de la salud. Esto implica establecer una red pública de información independiente sobre medicamentos, desmercantilizar la formación médica, y reconstruir una relación médico-paciente basada en el diálogo y la confianza pero también, en último término, que la campo de acumulación de capital. Necesitamos un sistema que ponga la vida y el cuidado en el centro, y no los balances de las grandes corporaciones.
Por EUGENIO FERNÁNDEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Aunque su voz no ocupa titulares, el Dr. Joan-Ramón Laporte, médico farmacólogo y catedrático emérito de la Universidad de Barcelona, ofrece una de las críticas más lúcidas, documentadas y valientes sobre el sistema sanitario contemporáneo. Su libro Crónica de una sociedad intoxicada no es una denuncia sensacionalista, sino un análisis riguroso que pone el foco en una epidemia silenciosa: la medicalización excesiva de la población, con consecuencias nefastas sobre la salud y la vida de miles de personas. Un diagnóstico detallado de cómo la salud pública ha sido capturada por los intereses económicos de la industria farmacéutica, con la complicidad del Estado y la pasividad del cuerpo médico.
Partiendo de un conocimiento eshaustiva y de la experiencia acumulada durante toda una vida dedica a su profesión, Laporte examina cómo la salud pública ha sido subordinada a los intereses económicos de la industria farmacéutica. Médicos condicionados por la financiación privada, fármacos recetados sin necesidad, agencias reguladoras cooptadas por los intereses privados y un Estado ausente o cómplice configuran el retrato de un sistema profundamente enfermo.
EL MERCADO DE LA ENFERMEDAD: CUANDO LA SALUD SE VENDE COMO MERCANCÍA
Laporte no se anda con rodeos. La industria farmacéutica actúa como cualquier otra empresa capitalista, orientada exclusivamente a la obtención de beneficios. Esto -apunta el doctor -es lo único esperable. El mayor problema es que el Estado que ha permitido que estos intereses comerciales prevalezcan sobre la salud de la población. Así, se ha construido un sistema donde los laboratorios influyen no solo en lo que se receta, sino también en lo que se considera una enfermedad, en cómo se informa al público y en las propias leyes que rigen la sanidad.
Durante décadas, la industria ha financiado la formación médica, ha patrocinado congresos, ha regalado viajes, y ha utilizado sofisticadas estrategias de marketing para convertir a los profesionales de la salud en agentes promotores de sus productos. Y lo ha hecho legalmente. Desde 2016, los ingresos en "especie" que los médicos reciben de los laboratorios no se consideran renta gravable, es decir, no pagan impuestos por ellos. Este marco legal no solo legitima un conflicto de interés, sino que institucionaliza la subordinación del saber médico a la lógica del lucro.
DE LA MEDICINA AL AUTOMATISMO: LA PRESCRIPCIÓN POR REFLEJO ESPINAL
Uno de los conceptos más inquietantes mencionados por Laporte es el de la “prescripción por reflejo espinal”. Con ello se refiere a la automatización del acto de recetar: el médico ya no evalúa integralmente la situación del paciente, ni analiza si un medicamento es verdaderamente necesario, si la dosis es adecuada o si existe riesgo de interacción con otros fármacos. Simplemente receta como acto reflejo, empujado por guías clínicas promovidas por la industria y por una formación deformada.
Y es que - según denuncia Joan-Ramón Laporte- más del 80% de los médicos de atención primaria aceptan, de forma directa o indirecta, regalos o incentivos de la industria farmacéutica. Esta dependencia, lejos de ser anecdótica, moldea la práctica clínica cotidiana. El resultado es una medicina que se basa más en etiquetas diagnósticas (colesterol alto, insomnio, prehipertensión) que en personas reales con contextos complejos. Se ha desdibujado el principio hipocrático de “primero no hacer daño”, y se ha sustituido por un imperativo de prescripción.
POLIMEDICACIÓN Y CÍRCULOS VICIOSOS: EL ENFERMO ETERNO
La sobremedicación no solo no cura, sino que enferma. En España, casi la mitad de las personas mayores de 65 años toma cinco o más medicamentos al día. Y lo más alarmante: no existe ninguna evidencia de que esto mejore su estado de salud general. Al contrario, la combinación de fármacos —muchos de ellos innecesarios— genera interacciones peligrosas, efectos adversos graves y nuevos síntomas que llevan a prescribir aún más medicamentos. Es un círculo vicioso, un bucle de intoxicación progresiva.
El Dr. Laporte advierte que muchos casos de enfermedades como Parkinson, diabetes o incluso Alzheimer pueden ser inducidos por medicamentos comunes. Las estatinas, por ejemplo, utilizadas para bajar el colesterol, causan diabetes en uno de cada diez casos. Las benzodiacepinas, prescritas para el insomnio, pueden generar síntomas de demencia si se consumen prolongadamente. El paciente no solo no mejora, sino que acumula etiquetas diagnósticas y tratamientos que se retroalimentan en una espiral de deterioro.
MUERTES EVITABLES, COSTES OCULTOS
Una de las afirmaciones más contundentes del Dr. Laporte es que los medicamentos son ya una de las principales causas de muerte en España. Se estima que al menos 18.000 personas mueren cada año en hospitales como consecuencia directa de fármacos. Esta cifra supera ampliamente las muertes por enfermedades como el Alzheimer o la EPOC, y es muy superior a las provocadas por accidentes de tráfico. Sin embargo, esta información no ocupa portadas ni provoca alarmas mediáticas.
Y no es solo un problema médico, sino político. Laporte denuncia el "desinterés activo" del sistema sanitario por contabilizar y visibilizar estas muertes. La iatrogenia (daños causados por la medicina) es el gran tabú del sistema, porque cuestiona la legitimidad del modelo actual. Si el 50% de los medicamentos que se recetan no son necesarios, entonces la mitad de los efectos adversos, y probablemente de las muertes, podrían haberse evitado.
Los estados - denuncia el doctor Laporte -actúan como facilitadores de los intereses del capital farmacéutico. Las agencias reguladoras, como la Agencia Española o la Agencia Europea del Medicamento, están atravesadas por conflictos de intereses, puertas giratorias y opacidad. Legisladores y partidos políticos también están en la órbita de la industria, que financia campañas y agendas legislativas.
Durante la pandemia de COVID-19, esta connivencia alcanzó su máxima expresión. Los medios de comunicación actuaron como altavoces de las farmacéuticas, se silenciaron voces críticas y se impuso una narrativa única sobre la eficacia y seguridad de las vacunas, sin admitir la discusión científica ni la pluralidad de enfoques. Las campañas de miedo y la patologización de la vida cotidiana ampliaron aún más el mercado del medicamento.
Para el Dr. Laporte, la única salida posible es una reapropiación social de la salud. Esto implica establecer una red pública de información independiente sobre medicamentos, desmercantilizar la formación médica, y reconstruir una relación médico-paciente basada en el diálogo y la confianza pero también, en último término, que la campo de acumulación de capital. Necesitamos un sistema que ponga la vida y el cuidado en el centro, y no los balances de las grandes corporaciones.
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