
JOVENES JUDÍOS SE NIEGAN A SER CÓMPLICES DEL GENOCIDIO SIONISTA
¿Qué lleva a un joven isralita de 18 años a ir a prisión en lugar de alistarse?
Mientras el ejército israelí intensifica su ofensiva en Gaza, un grupo de jóvenes de 18 años ha tomado una decisión insólita y valiente: negarse a participar. A cambio, enfrentan prisión, aislamiento y amenazas. Pero también despiertan la admiración de quienes aún creen que la conciencia puede más que las armas.
POR CARLOS SERNA PARA CANARIAS SEMANAL.ORG.-
En medio del horror que desgarra a la Franja de Gaza desde octubre de 2023, una noticia apenas visible en los grandes
medios sacudió las redes de solidaridad internacional: jóvenes israelíes de apenas 18 años están siendo encarcelados por negarse a enlistarse en el ejército que participa activamente en el genocidio contra el pueblo palestino.
Estos jóvenes, conocidos como refusniks, han decidido asumir el altísimo costo personal de la desobediencia en un país donde el servicio militar es obligatorio y donde la crítica a las fuerzas armadas es considerada casi una traición. Algunos han sido sentenciados a 30 o 45 días de prisión, y muchos se enfrentan a procesos disciplinarios, estigmatización social e incluso el rechazo de sus propias familias.
Detrás de esta negativa hay una conciencia cada vez más despierta. Para muchos de estos adolescentes, la masacre que el gobierno israelí lleva a cabo en Gaza —con más de 30.000 muertos, entre ellos miles de niños, bombardeos a escuelas, hospitales y campos de refugiados— no puede justificarse como una “respuesta de seguridad” o una “defensa nacional”. Lo ven por lo que realmente es: una guerra de castigo, colonización y exterminio contra un pueblo entero.
La organización Mesarvot, que brinda apoyo a estos jóvenes objetores, afirma que la decisión de negarse a participar en el ejército no nace del pacifismo abstracto, sino de una posición ética y política profundamente crítica con el papel del Estado israelí en la ocupación y limpieza étnica de Palestina. En sus palabras:
“No estamos dispuestos a formar parte de un ejército que perpetra crímenes de guerra y mantiene un régimen de apartheid”.
Este acto de desobediencia es, ciertamente, muy minoritario pero valiente, y pone en evidencia que la hegemonía ideológica del sionismo militarista no es absoluta. Incluso dentro de Israel, la juventud empieza a cuestionar el discurso oficial, a denunciar las mentiras de los medios y a tomar posición frente a una realidad que consideran inaceptable.
Pero su valentía no es nueva. Desde los años 80, jóvenes israelíes han rechazado alistarse en protestas contra las guerras en el Líbano, en Gaza o contra la ocupación de Cisjordania. Lo que hoy es diferente es el contexto: el nivel de barbarie alcanzado por el gobierno de Netanyahu, con apoyo explícito de potencias como Estados Unidos o Alemania, hace que la represión también sea más dura, más visible y más internacionalmente repudiada.
En un mundo marcado por la impunidad de los poderosos, estos adolescentes representan una forma simple pero radical de resistencia. En vez de portar un fusil o un dron, eligen decir “no”, asumiendo la cárcel antes que la complicidad. Y eso —como bien saben los pueblos que luchan por su libertad— tiene un valor incalculable.
POR CARLOS SERNA PARA CANARIAS SEMANAL.ORG.-
En medio del horror que desgarra a la Franja de Gaza desde octubre de 2023, una noticia apenas visible en los grandes medios sacudió las redes de solidaridad internacional: jóvenes israelíes de apenas 18 años están siendo encarcelados por negarse a enlistarse en el ejército que participa activamente en el genocidio contra el pueblo palestino.
Estos jóvenes, conocidos como refusniks, han decidido asumir el altísimo costo personal de la desobediencia en un país donde el servicio militar es obligatorio y donde la crítica a las fuerzas armadas es considerada casi una traición. Algunos han sido sentenciados a 30 o 45 días de prisión, y muchos se enfrentan a procesos disciplinarios, estigmatización social e incluso el rechazo de sus propias familias.
Detrás de esta negativa hay una conciencia cada vez más despierta. Para muchos de estos adolescentes, la masacre que el gobierno israelí lleva a cabo en Gaza —con más de 30.000 muertos, entre ellos miles de niños, bombardeos a escuelas, hospitales y campos de refugiados— no puede justificarse como una “respuesta de seguridad” o una “defensa nacional”. Lo ven por lo que realmente es: una guerra de castigo, colonización y exterminio contra un pueblo entero.
La organización Mesarvot, que brinda apoyo a estos jóvenes objetores, afirma que la decisión de negarse a participar en el ejército no nace del pacifismo abstracto, sino de una posición ética y política profundamente crítica con el papel del Estado israelí en la ocupación y limpieza étnica de Palestina. En sus palabras:
“No estamos dispuestos a formar parte de un ejército que perpetra crímenes de guerra y mantiene un régimen de apartheid”.
Este acto de desobediencia es, ciertamente, muy minoritario pero valiente, y pone en evidencia que la hegemonía ideológica del sionismo militarista no es absoluta. Incluso dentro de Israel, la juventud empieza a cuestionar el discurso oficial, a denunciar las mentiras de los medios y a tomar posición frente a una realidad que consideran inaceptable.
Pero su valentía no es nueva. Desde los años 80, jóvenes israelíes han rechazado alistarse en protestas contra las guerras en el Líbano, en Gaza o contra la ocupación de Cisjordania. Lo que hoy es diferente es el contexto: el nivel de barbarie alcanzado por el gobierno de Netanyahu, con apoyo explícito de potencias como Estados Unidos o Alemania, hace que la represión también sea más dura, más visible y más internacionalmente repudiada.
En un mundo marcado por la impunidad de los poderosos, estos adolescentes representan una forma simple pero radical de resistencia. En vez de portar un fusil o un dron, eligen decir “no”, asumiendo la cárcel antes que la complicidad. Y eso —como bien saben los pueblos que luchan por su libertad— tiene un valor incalculable.
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