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Lunes, 27 de Octubre de 2025 Tiempo de lectura:

A 36 AÑOS DE LA UNIFICACIÓN: TESTIMONIOS DIRECTOS DE UNA ALEMANIA AMPUTADA

Los olvidados de la República Democrática alemana hablan, por fin, de lo que perdieron

Los olvidados de la República Democrática Alemana hablan, por fin, sobre todo lo que perdieron. En sus palabras resuena la nostalgia de un país que ya no existe: el eco de fábricas vacías, los patios donde ya no juegan niños, las aulas sin maestros. No buscan revancha, solo memoria. Porque sin memoria, la unidad es una palabra vacía.

 

POR HANSI QUEDNAU. DESDE ALEMANIA PARA CANARIAS SEMANAL.ORG

 

     Octubre de 1990. En Berlín, las banderas ondean, los políticos se abrazan, y el mundo celebra la reunificación [Img #87882]alemana. En los noticiarios se repite la palabra “unidad” como si de un himno se tratara. Pero hoy en las calles del Este, entre fábricas cerradas y rostros expectantes, muchos sienten otra cosa: desconcierto, miedo, una extraña sensación de derrota total.

 

[Img #87874]   Lo que se  presentó como el amanecer de una nueva era, para millones de alemanes orientales fue el principio de un desmantelamiento silencioso. Detrás de los fuegos artificiales, comenzaba la lenta desaparición de un país entero: la República Democrática Alemana.

 

    Treinta y seis años después de la caída del Muro, los alemanes del Este continúan preguntándose cuál fue el significado real que tuvo todo aquello.

    ¿Fue un reencuentro entre hermanos o la absorción de un país entero por otro? ¿Qué quedó de aquel mundo que se desmoronó entre eslóganes de libertad y democracia? En medio de trenes que no llegan, hospitales vacíos y pueblos envejecidos, hemos recogido las voces del Este hablan, todavía, desde la profunda herida que se les infligió.

 

 

    El obrero: “Nos dijeron que éramos libres, pero lo primero que hicieron fue cerrarnos la fábrica”

    Hans Richter tenía 30 años cuando la Treuhandanstalt privatizó la planta metalúrgica de Bitterfeld en 1991.

   “Trabajábamos mil personas. En seis meses no quedaba nadie”, cuenta.

   “Vinieron hombres con corbata desde Hannover, nos dieron la mano, tomaron fotos y al día siguiente pusieron un candado en la puerta”.


    Richter se fue a Hamburgo, duró dos años en empleos temporales y volvió al Este con la convicción de que la libertad sin trabajo no vale mucho”.

 

    A su alrededor, barrios enteros se vaciaron. Las fachadas se renovaron, sí, pero las voces se apagaron.

   “La reunificación se sintió como una colonización amable”, dice, “como si nuestra historia no contara”.

 

 La maestra: “Nos hicieron sentir que educábamos mal, que no sabíamos nada”

     Karin Vogel, maestra jubilada en Leipzig, recuerda el[Img #87859] primer año tras la reunificación como una humillación colectiva.

   “Nos mandaron inspectores del Oeste a ‘evaluar’ nuestras clases. Muchos colegas fueron despedidos por haber sido miembros del Partido Socialista Unificado. De un día para otro, pasamos de ser educadores a sospechosos.”
 

    Su voz tiembla al recordar cómo los libros de texto, los himnos escolares y hasta las celebraciones del Primero de Mayo fueron eliminados.

   “Nos decían que era por democracia, pero lo que sentíamos era que nos estaban borrando”.

 

   Hoy, a sus 72 años, Karin mira con tristeza el estado de la educación pública en su región: falta de profesores, aulas saturadas, abandono institucional.

    “Nos dijeron que vendría el progreso, pero lo que vino fue la indiferencia. En la RDA no nos sobraban las cosas , pero lo compartíamos todo”.

 

 

   El médico: “Privatizaron la salud y enfermaron a la gente”

     El doctor Dieter Neumann trabajaba en un hospital comarcal de Haldensleben.

    “En la RDA, el sistema de salud era simple: todos recibían atención, sin facturas ni seguros privados. Hoy los hospitales son empresas y los pacientes, clientes”.
 

    Relata con amargura cómo el hospital local pasó a manos de [Img #87858]un grupo privado, Ameos, y cómo se cerraron las unidades de pediatría y maternidad por ‘baja rentabilidad’. “¿Desde cuándo tener hijos es un negocio?”, se pregunta.

    “Cerraron maternidad, pediatría y laboratorio. Las embarazadas deben recorrer treinta kilómetros para dar a luz. Si un niño enferma, el hospital más cercano está a una hora.”


      Neumann, hoy jubilado, siente rabia y resignación:

    “En la RDA la medicina era preventiva, comunitaria. Después nos convirtieron en clientes. La salud dejó de ser un derecho. Dicen que el sistema es eficiente, pero cada vez hay menos médicos y más facturas.”

 

    “A veces siento que hemos retrocedido lo indecible. Nos prometieron eficiencia y nos dejaron sin médicos de guardia.”

 

 

    La joven emigrada: “Crecí en el Este, pero me hicieron sentir extranjera en mi propio país”

        Lena Schulze nació en 1995, cuando la RDA ya era historia. Sus padres fueron parte de los despedidos de la industria estatal.

   “En casa siempre había una mezcla rara de orgullo y tristeza”, dice. “Mi madre hablaba de solidaridad, mi padre de traición”.
 

 Estudió ingeniería en Berlín, pero vive en Hamburgo.

   “Allí todavía te preguntan de qué lado vienes, como si el Muro siguiera en pie”.
 

    Según datos oficiales, más de dos millones de jóvenes del Este emigraron desde 1990 hacia los Länder occidentales.

    “Mi generación heredó un país fragmentado. No hay futuro si naces en Mecklemburgo o Sajonia-Anhalt. El progreso está en el Oeste; el silencio, en el Este”.

 

 

    El jubilado: “Nos prometieron justicia, nos dieron olvido”

    Ernst Müller, exconductor de tranvía en Dresde, lleva una[Img #87860] libreta con recortes de prensa sobre la reunificación. En ella anota frases que le indignan.

    “Cada año los políticos dicen que debemos celebrar. Pero, ¿celebrar qué? ¿Que mi pensión es un 20% más baja que la de un occidental con la misma antigüedad?


    Ernst cobra 1.050 euros al mes y gasta casi la mitad en calefacción y medicamentos.

   “En la RDA nadie era rico, es cierto. Pero, sobre todo,  nadie pasaba hambre. Ahora hay "libertad", pero también mucha pobreza. ¿Eso es progreso?”

 

 

    La historiadora: “El relato oficial se escribió desde Bonn, no desde Berlín Este”

   Sabine Krüger, historiadora de Erfurt, lo tiene claro:

     “La reunificación no fue negociada, fue impuesta. El tratado del 3 de octubre de 1990 ya estaba escrito por juristas del Oeste antes de ser discutido por los del Este.”


   Krüger investiga cómo la memoria de la RDA se transformó en un estigma.

      “A los del Este nos enseñaron a desconfiar de nuestro propio pasado. Se eliminaron símbolos, monumentos, incluso canciones. La historia oficial convirtió nuestro país en una caricatura.”


   Hoy, enseña en la universidad y advierte:

    “Mientras Alemania no reconozca que el Este fue absorbido, no unificado, la división seguirá viva.”

    “No fue una unión entre iguales, sino una absorción administrativa. La RFA impuso su sistema político, jurídico y económico sin negociación real”.


     Krüger recuerda que en 1990 el Tratado de Unificación apenas fue debatido por los representantes del Este: “

   "Nos presentaron el texto terminado, como si solo tuviéramos que firmar”.


    Hoy, investiga cómo el relato del “milagro alemán” ocultó la destrucción cultural de la RDA.

   “Se nos pide olvidar, pero sin memoria no hay reconciliación”.

 

     La voz final: “Nos unificaron los billetes, no los corazones”

     Treinta y seis años después, los datos son elocuentes: los salarios en el Este siguen siendo un 19 % inferiores, las inversiones públicas un 30 % menores, y la representación política del Este en cargos federales ronda el 15 %.
Pero más allá de las cifras, queda una sensación profunda de desposesión.

 Hans, el obrero, lo dice con un gesto cansado:

“Nos unificaron los billetes, no los corazones”.
 

   Karin, la maestra, añade:

     “Nos dijeron que éramos uno solo, pero nunca dejaron de tratarnos como "los otros"”.


Y  Lena, la joven, lo resume con un suspiro:

    “No hay muro, pero seguimos viviendo a un lado del país”.

 

FUENTES:

- Archivo Bundesstiftung Aufarbeitung der SED-Diktatur, sección Zeitzeugenberichte Ostdeutschland (Fundación Federal para la Revisión del Pasado de la RDA).

- Der Spiegel (especial 30 años de la reunificación, 2020): entrevistas a trabajadores despedidos tras la Treuhandanstalt.

- Documental “Goldrausch Ost – Die Treuhand und die Einheit” (ZDF, 2020), con testimonios de obreros de Bitterfeld, Halle y Leipzig afectados por el cierre de industrias estatales.

- Deutschlandfunk Kultur, serie “Ostdeutschland nach der Wende” (2019), entrevistas a maestras despedidas por su afiliación al SED.

- Tagesspiegel y Süddeutsche Zeitung (2010–2020), sobre el proceso de depuración de docentes tras 1990.

 


 
 
 
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