
CUBA: CUANDO EL IMPERIO CASTIGA TAMBIÉN EN LAS CANCHAS DEPORTIVAS
La cancha como campo de batalla geopolítico
Durante décadas, el deporte ha sido una de las cartas más fuertes de Cuba para mostrarse al mundo con dignidad. Pero hoy, ese espacio también está siendo bloqueado. Bajo la excusa de la seguridad y el combate al terrorismo, Estados Unidos impide que atletas cubanos compitan en eventos internacionales. Lo que parece un problema administrativo es, en realidad, una forma más de guerra: una guerra sin balas, pero no por eso menos violenta.
REDACCIÓN CANARIAS SEMANAL.ORG
Durante décadas, el deporte ha sido una de las cartas más fuertes de Cuba para poder mostrarse al mundo con dignidad.
Pero hoy, ese espacio también está siendo duramente bloqueado. Bajo la excusa de la seguridad y el combate al terrorismo, Estados Unidos impide que atletas cubanos compitan en eventos internacionales.
Lo que parece un problema administrativo es, en realidad, una forma más de guerra: una guerra sin balas, pero no por eso menos violenta.
VENCER EN LA CANCHA, PERDER EN LA ADUANA
En febrero de 2024, la selección cubana de básquetbol masculino logró una hazaña impensada: vencer a Estados Unidos por 81 a 67 en La Habana, en un partido clasificatorio para la FIBA AmeriCup 2025.
La imagen de miles de personas coreando “¡Cuba, Cuba!” quedó como un momento de orgullo colectivo. Pero la historia no terminó ahí.
Un año después, el mismo equipo fue forzado a retirarse del torneo: a catorce de sus diecisiete integrantes se les negó la visa para competir en Puerto Rico.
Esta no fue una excepción: desde entonces, el gobierno estadounidense ha vetado la entrada a decenas de equipos cubanos de diversas disciplinas, desde el sóftbol femenino hasta el atletismo de veteranos.
“Negar visas es una forma de exclusión silenciosa que se convierte en arma política”
Detrás de esta cadena de negativas se encuentra una política sistemática. Bajo el gobierno de Trump y continuada por su segundo mandato, la Casa Blanca intensificó una vieja táctica: castigar al gobierno cubano a través de las vidas de sus ciudadanos.
NO ES UN PAPEL, ES UN BLOQUEO
Negar visados no es solo una decisión burocrática. Es parte de una política más amplia que utiliza herramientas no militares para imponer sufrimiento. Al impedir que atletas cubanos compitan, se los priva no solo de representar a su país, sino también de la posibilidad de mejorar sus ingresos mediante contratos profesionales. Algunos de ellos dependen de esos torneos para sostener a sus familias.
“El deporte cubano no es solo talento, es también dignidad nacional”
La estrategia tiene múltiples capas. Primero, se castiga directamente al deportista cubano. Segundo, se manda un mensaje a los países que se relacionan con Cuba: si colaboras con ellos, también tú puedes perder tus privilegios. Un ejemplo claro fue la presión que Estados Unidos ejerció sobre las Islas Caimán en 2024, obligándolas a cancelar un partido amistoso con Cuba por temor a sanciones.
Además, Washington sigue utilizando el rótulo de “estado patrocinador del terrorismo” para justificar estas medidas, aun cuando su propia comunidad de inteligencia ha admitido que Cuba no representa tal amenaza.
EL DEPORTE COMO RESISTENCIA
A pesar de todas las trabas, Cuba sigue brillando cuando puede competir. En los Juegos Olímpicos de París 2024, la isla obtuvo más medallas que cualquier otro país latinoamericano, excepto Brasil. Esto no es casualidad. Desde la Revolución, el deporte fue una prioridad estatal, concebido como un derecho del pueblo y no como un privilegio de élites.
Frente a eso, el castigo que Estados Unidos aplica al deporte cubano es también una forma de censura simbólica. Se busca impedir que Cuba demuestre, con hechos, que es posible tener logros deportivos sin depender del mercado, el individualismo o las grandes corporaciones.
UNA GUERRA SIN TANQUES, PERO CON DAÑOS REALES
Este asedio deportivo se suma a un cerco económico más amplio. Cuba no puede comprar equipamiento a fabricantes estadounidenses, lo que encarece todo al menos un 50%. Incluso ha tenido que renunciar a premios en metálico que ha ganado en torneos internacionales, como el Mundial de Relevos de Atletismo. En 2024, el costo estimado del impacto de las sanciones en el deporte cubano fue de más de 4 millones de dólares, una suma enorme para un país que está siendo asfixiado económicamente.
El objetivo no declarado es desmoralizar. Pero lo que consigue es lo contrario: que las jugadoras, los entrenadores, los niños y niñas deportistas vean en cada obstáculo una razón más para resistir.
Como en 1966, cuando un grupo de atletas cubanos viajó en un buque de carga para poder competir, Cuba sigue diciendo presente, aunque se le cierren todas las puertas.
REDACCIÓN CANARIAS SEMANAL.ORG
Durante décadas, el deporte ha sido una de las cartas más fuertes de Cuba para poder mostrarse al mundo con dignidad.
Pero hoy, ese espacio también está siendo duramente bloqueado. Bajo la excusa de la seguridad y el combate al terrorismo, Estados Unidos impide que atletas cubanos compitan en eventos internacionales.
Lo que parece un problema administrativo es, en realidad, una forma más de guerra: una guerra sin balas, pero no por eso menos violenta.
VENCER EN LA CANCHA, PERDER EN LA ADUANA
En febrero de 2024, la selección cubana de básquetbol masculino logró una hazaña impensada: vencer a Estados Unidos por 81 a 67 en La Habana, en un partido clasificatorio para la FIBA AmeriCup 2025.
La imagen de miles de personas coreando “¡Cuba, Cuba!” quedó como un momento de orgullo colectivo. Pero la historia no terminó ahí.
Un año después, el mismo equipo fue forzado a retirarse del torneo: a catorce de sus diecisiete integrantes se les negó la visa para competir en Puerto Rico.
Esta no fue una excepción: desde entonces, el gobierno estadounidense ha vetado la entrada a decenas de equipos cubanos de diversas disciplinas, desde el sóftbol femenino hasta el atletismo de veteranos.
“Negar visas es una forma de exclusión silenciosa que se convierte en arma política”
Detrás de esta cadena de negativas se encuentra una política sistemática. Bajo el gobierno de Trump y continuada por su segundo mandato, la Casa Blanca intensificó una vieja táctica: castigar al gobierno cubano a través de las vidas de sus ciudadanos.
NO ES UN PAPEL, ES UN BLOQUEO
Negar visados no es solo una decisión burocrática. Es parte de una política más amplia que utiliza herramientas no militares para imponer sufrimiento. Al impedir que atletas cubanos compitan, se los priva no solo de representar a su país, sino también de la posibilidad de mejorar sus ingresos mediante contratos profesionales. Algunos de ellos dependen de esos torneos para sostener a sus familias.
“El deporte cubano no es solo talento, es también dignidad nacional”
La estrategia tiene múltiples capas. Primero, se castiga directamente al deportista cubano. Segundo, se manda un mensaje a los países que se relacionan con Cuba: si colaboras con ellos, también tú puedes perder tus privilegios. Un ejemplo claro fue la presión que Estados Unidos ejerció sobre las Islas Caimán en 2024, obligándolas a cancelar un partido amistoso con Cuba por temor a sanciones.
Además, Washington sigue utilizando el rótulo de “estado patrocinador del terrorismo” para justificar estas medidas, aun cuando su propia comunidad de inteligencia ha admitido que Cuba no representa tal amenaza.
EL DEPORTE COMO RESISTENCIA
A pesar de todas las trabas, Cuba sigue brillando cuando puede competir. En los Juegos Olímpicos de París 2024, la isla obtuvo más medallas que cualquier otro país latinoamericano, excepto Brasil. Esto no es casualidad. Desde la Revolución, el deporte fue una prioridad estatal, concebido como un derecho del pueblo y no como un privilegio de élites.
Frente a eso, el castigo que Estados Unidos aplica al deporte cubano es también una forma de censura simbólica. Se busca impedir que Cuba demuestre, con hechos, que es posible tener logros deportivos sin depender del mercado, el individualismo o las grandes corporaciones.
UNA GUERRA SIN TANQUES, PERO CON DAÑOS REALES
Este asedio deportivo se suma a un cerco económico más amplio. Cuba no puede comprar equipamiento a fabricantes estadounidenses, lo que encarece todo al menos un 50%. Incluso ha tenido que renunciar a premios en metálico que ha ganado en torneos internacionales, como el Mundial de Relevos de Atletismo. En 2024, el costo estimado del impacto de las sanciones en el deporte cubano fue de más de 4 millones de dólares, una suma enorme para un país que está siendo asfixiado económicamente.
El objetivo no declarado es desmoralizar. Pero lo que consigue es lo contrario: que las jugadoras, los entrenadores, los niños y niñas deportistas vean en cada obstáculo una razón más para resistir.
Como en 1966, cuando un grupo de atletas cubanos viajó en un buque de carga para poder competir, Cuba sigue diciendo presente, aunque se le cierren todas las puertas.
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