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Miércoles, 01 de Octubre de 2025 Tiempo de lectura:

LA GRAN ESTAFA DEL TURISMO: CUANDO LLEGAN MILLONES ... Y SE VAN SIN DEJAR NADA

¿Quién se queda el dinero que gastan los turistas en Canarias?

Las cifras hablan de récords, pero la población sufre saturación, desarraigo y precariedad. Canarias vive atrapada en una paradoja: cuanto más turistas recibe, menos riqueza queda para su gente. Un viaje por el modelo turístico que convierte la abundancia en espejismo.

Por ERNESTO GUTIÉRREZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-

 

  Las Islas Canarias continúan batiendo nuevos récords turísticos en 2025. Las previsiones oficiales apuntan a que, a final de año, el archipiélago habrá recibido alrededor de 18 millones de turistas, superando los registros históricos alcanzados en 2024. Esta cifra no solo duplica sobradamente la población residente —que apenas supera los 2,2 millones de personas— sino que sitúa a las islas como uno de los destinos más demandados. Sin embargo, tras los titulares que celebran estas cifras se esconde una realidad mucho más compleja que obliga a repensar con urgencia el modelo turístico vigente.

 

EL GASTO TURÍSTICO: ¿UNA RIQUEZA REAL O UNA ILUSIÓN CONTABLE?

 

   El gasto turístico en Canarias durante el primer trimestre de 2025 alcanzó los 6.640 millones de euros, lo que representa un incremento del 1,75 % respecto al mismo periodo del año anterior. A simple vista, esta cifra podría parecer una bendición económica para el Archipiélago. Sin embargo, una mirada más detallada revela que esa supuesta riqueza no se traduce en mejoras para la sociedad canaria.

 

   El concepto de “gasto turístico” engloba todo el dinero que un visitante desembolsa en relación con su viaje. Esto incluye tanto los pagos que realiza antes de llegar al destino —como billetes de avión, paquetes turísticos y seguros— como los gastos efectuados durante su estancia, tales como alojamiento, comidas, transporte, ocio, compras y servicios diversos. Según los datos del Instituto Canario de Estadística, en ese primer trimestre de 2025 el gasto medio diario por turista fue de 180,97 euros.

 

   Pero, ¿cuánto de ese dinero permanece realmente en Canarias? La respuesta a esta pregunta pone en entredicho el relato triunfalista. Una parte muy significativa de esos ingresos turísticos se canaliza hacia empresas, operadores y plataformas cuya sede se encuentra fuera del Archipiélago. Las reservas de vuelos, paquetes turísticos y seguros suelen gestionarse en los países de origen de los visitantes, por lo que los beneficios de estas transacciones ni tributan en Canarias ni se reinvierten en su economía. Las grandes cadenas hoteleras internacionales, que gestionan muchos de los establecimientos del destino, repatrian sus beneficios a sus países matrices y recurren con frecuencia a proveedores externos. Además, las plataformas de reservas globales como Booking, Expedia o Airbnb, retienen comisiones elevadas que tampoco generan actividad económica o fiscal en el territorio canario.

 

   Uno de los ejemplos más claros de esta dinámica es el turismo de “todo incluido”. En este modelo, la mayor parte del gasto se abona y gestiona desde el país de origen, a través de centrales extranjeras. Esto reduce drásticamente el impacto económico local, ya que el turista apenas consume fuera de su alojamiento. Restaurantes, comercios, transportes y actividades locales ven reducida su participación en el reparto de la riqueza turística. Lo poco que queda en las islas se limita a los salarios del personal de los hoteles, que en muchos casos está subcontratado y percibe sueldos bajos, y a una parte del abastecimiento, que en ocasiones también se importa.

  

  Según estimaciones de estudios independientes y fuentes académicas, entre el 30 % y el 35 % del gasto turístico permanece en Canarias. En el caso concreto del turismo de “todo incluido”, esta proporción desciende por debajo del 20 %. En otras palabras, de cada 100 euros que gasta un turista, menos de 20 se traducen en beneficios directos para la economía local. El IGIC, Impuesto General Indirecto Canario, que podría ser una vía de recuperación fiscal, se ve también limitado. Primero, porque buena parte del gasto se realiza fuera del Archipiélago; segundo, porque muchas operaciones están sujetas a tipos reducidos o directamente exentas de tributación.

 

  Estos datos desmontan la idea de que los miles de millones generados por el turismo implican mejoras en el bienestar de la población. La estructura actual del sector muestra una economía dependiente y extractiva, con bajo retorno real, donde la mayoría de los beneficios se fugan hacia centros de decisión externos.

 

SATURACIÓN, CARESTÍA Y DESIGUALDAD: EL PRECIO DE SER DESTINO GLOBAL

 

   Pero el éxito turístico no solo no mejora la vida de todos los canarios, sino que agrava algunos de los problemas estructurales que arrastra el Archipiélago. La saturación de infraestructuras es uno de los más evidentes. Las carreteras se colapsan, especialmente en zonas turísticas. El transporte público no da abasto para atender tanto a visitantes como a residentes. La presión sobre la gestión de residuos y el consumo de agua se dispara, sobre todo en islas donde los recursos hídricos son ya escasos y dependen de la desalinización.

 

   El acceso a la vivienda se ha convertido en otro de los grandes dramas sociales. El auge de los alquileres vacacionales ha reducido drásticamente la oferta de vivienda residencial, encareciendo los precios y desplazando a los residentes a zonas cada vez más periféricas. Este fenómeno afecta especialmente a los jóvenes y a los sectores de rentas más bajas, que ya no pueden permitirse vivir cerca de sus lugares de trabajo o en los entornos donde han nacido y crecido.

 

  La calidad del empleo generado por el turismo es otro punto crítico. Aunque el sector es el principal motor económico del Archipiélago, aportando más del 36 % del PIB regional, gran parte del empleo que ofrece es temporal, con salarios bajos y escasa protección. El crecimiento del sector no ha ido acompañado de mejoras estructurales en las condiciones laborales, lo que perpetúa la precariedad de amplios sectores de la población trabajadora.

 

UNA AMENAZA ECOLÓGICA PARA EL FUTURO

 

   El impacto ambiental del turismo masivo en Canarias también es profundo y cada vez más difícil de ignorar. Zonas protegidas y espacios naturales de altísimo valor ecológico como los parques nacionales del Teide y de Timanfaya sufren una presión humana constante. La erosión del suelo, la alteración de la flora y la fauna, la contaminación de acuíferos y la generación de residuos se han convertido en consecuencias cotidianas de un modelo que no pone límites al crecimiento.

 

  El aumento exponencial del tráfico aéreo y marítimo, el incremento del consumo energético y la sobreexplotación de recursos hídricos convierten el turismo de masas en una amenaza directa al equilibrio ecológico del Archipiélago. Incluso en ámbitos más invisibles, como el saneamiento urbano, la presión del turismo está dejando su huella. En algunos municipios costeros, como se ha denunciado recientemente en el caso de Tenerife, se han producido vertidos de aguas fecales al mar, provocados por una infraestructura de saneamiento incapaz de soportar la demanda real.

 

UNA IDENTIDAD DESPLAZADA POR EL NEGOCIO

 

   A todo ello se suma un proceso de transformación cultural profundo. Las ciudades, los barrios, las costumbres y los espacios cotidianos se están adaptando progresivamente a los gustos y demandas de los turistas, perdiendo su carácter local y su autenticidad. El comercio tradicional cede ante las franquicias. La gastronomía se estandariza. Las fiestas populares se convierten en espectáculos para visitantes. El resultado es una sensación creciente de desarraigo entre la población local, que siente cómo su entorno se convierte en un escenario decorado para otros.

  

  La protesta social ha comenzado a canalizar este malestar. En abril de 2024, miles de personas salieron a las calles bajo el lema “Canarias tiene un límite”. La manifestación fue una expresión de hartazgo ante un modelo que sobreexplota los recursos, precariza la vida y arrincona a los residentes. Lejos de rechazar el turismo, lo que esta protesta reclama es una redistribución justa de sus beneficios y una regulación que priorice el interés general sobre el lucro empresarial.

 

  Las cifras récord del turismo en Canarias en 2025 no pueden ocultar los desequilibrios que está generando. La riqueza que se anuncia en titulares no se refleja en la vida cotidiana de la mayoría de los canarios. La sobrecarga de recursos, la desigualdad en el acceso a la vivienda, la precariedad laboral y la pérdida del entorno natural y cultural configuran un escenario insostenible.

 

 
 
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