Domingo, 07 de Septiembre de 2025

Actualizada

Domingo, 07 de Septiembre de 2025 a las 12:29:09 horas

1
Lunes, 01 de Septiembre de 2025

ACUMULACIÓN POR SAQUEO: LA VIOLENCIA CAPITALISTA DE AYER Y DE HOY (AUDIO)

De los cercamientos de tierras y el oro americano al expolio inmobiliario de Blackstone y la explotación digital de la intimidad

La narrativa liberal insiste en que el capitalismo triunfó gracias al esfuerzo, el ahorro y la iniciativa de personas emprendedoras. Marx demostró, sin embargo, que su verdadero origen fue la violencia, el robo y el despojo masivo: un proceso histórico que llamó “acumulación originaria”. Pero lo más revelador no es solo cómo empezó todo, sino que esta lógica depredadora no ha cesado. La desposesión no es una anomalía del pasado, sino un rasgo estructural del capitalismo que continúa hoy bajo nuevas formas: desde la privatización de lo público, hasta la mercantilización de la vivienda y las pensiones o el control de nuestros datos personales, e incluso nuestros deseos y sentimientos, por parte de los grandes monopolios digitales (...).

“El capital viene al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros, desde los pies a la cabeza.”
Karl Marx, El Capital, Tomo I. La llamada acumulación originaria

 

Por CRISTÓBAL GARCÍA VERA PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-

 

   Cuando hablamos de capitalismo solemos pensar en fábricas, en mercados financieros, en multinacionales y en ese constante ir y venir de dinero que parece no detenerse nunca. Pero, ¿cómo surgieron las bases materiales y sociales que permitieron la aparición de este sistema? ¿De dónde salió el capital inicial que permitió que unos pocos se convirtieran en dueños de fábricas y bancos mientras la inmensa mayoría quedaba reducida a vender su fuerza de trabajo para sobrevivir? 

 

   Carlos Marx dedicó una parte fundamental del tomo I de El Capital a responder esta pregunta esencial. Allí desarrolla el concepto de “acumulación originaria”, que no es otra cosa más que el proceso histórico de despojo, violencia y robo, mediante el cual se formaron las condiciones necesarias para que el capitalismo pudiera existir.
 

   En la narrativa burguesa clásica, el origen del capitalismo se presenta como una suerte de bucólica fábula moral: hubo personas trabajadoras, ahorrativas y disciplinadas que supieron acumular capital, mientras que otras fueron perezosas, despilfarradoras y acabaron empobrecidas. De ese contraste habrían nacido, según este relato, los primeros capitalistas y los primeros proletarios. O, para expresarlo con una terminología más popular: los ricos y los pobres.
 

   Marx desmonta esta visión, presentándola como lo que es: un mito creado para justificar las desigualdades y la explotación. Basándose en un análisis del proceso histórico real, muestra cómo los que se enriquecieron no lo hicieron por trabajar más duro, sino arrebatando lo que otros habían producido o poseído. La historia de la acumulación originaria no es la de la virtud y el ahorro. Y el capitalismo no nació “naturalmente” de la evolución del intercambio mercantil, sino mediante un proceso violento de expropiación de los productores directos. Campesinos, artesanos y pueblos enteros. 

 

El despojo de la tierra: los cercamientos en Inglaterra
 

  Uno de los ejemplos paradigmáticos que estudia Marx es el de los cercamientos de tierras en Inglaterra. Durante siglos, los campesinos habían cultivado tierras comunales: bosques, praderas, campos abiertos donde pastaban los animales y se sembraban alimentos. Pero, a partir del siglo XV y con más fuerza en los siglos XVI y XVII, los terratenientes comenzaron a apropiarse de esas tierras comunales mediante leyes, decretos y, cuando era necesario, la fuerza bruta.
 

   De esta manera, una multitud de campesinos fue expulsada y privada de sus medios de vida. Muchos acabaron mendigando o cayeron en la delincuencia, lo que dio lugar a las primeras leyes “contra los vagabundos”, con las que el Estado, —evidenciando que se trata de un instrumento de dominación de clase—, castigaba duramente a quienes antes habían sido campesinos y ahora eran considerados “parásitos”.
 

   Este proceso no fue un “mal necesario”, sino el primer acto fundacional del capitalismo: la creación forzada de una masa de trabajadores “libres”, pero desposeídos, que no tenían otra opción más que vender su fuerza de trabajo a cambio de un salario.

 

   Los impulsores y grandes beneficiarios de esta transformación histórica fueron, en primer lugar, la burguesía comercial ascendente, que acabaría convirtiéndose en la clase dominante del nuevo modo de producción capitalista, y también las clases privilegiadas del Antiguo Régimen —en particular la aristocracia terrateniente—. Mientras los burgueses multiplicaban su riqueza mediante el comercio, la usura, el tráfico de esclavos y el saqueo colonial, muchos nobles convirtieron sus privilegios feudales en propiedad capitalista. En numerosos casos, ambas clases se fusionaron o compitieron por el control del nuevo orden económico.

 

La conquista y el colonialismo
 

  A este respecto, Marx subraya, particularmente, el papel de la conquista colonial en la acumulación originaria. La expansión europea hacia América, África y Asia no fue tan solo un “descubrimiento”, como nos lo enseñan en la escuela, sino un gigantesco saqueo de riquezas. El oro y la plata extraídos de América, la deportación y venta de africanos esclavizados, la explotación brutal de las colonias, sirvieron para alimentar los cofres de las metrópolis europeas y crear así los capitales iniciales con los que se financiaron bancos, industrias y ejércitos modernos.
 

  La acumulación originaria, por supuesto, no partió de una tabla rasa. Quienes lograron apropiarse de la tierra, los recursos minerales, los metales preciosos de América o del trabajo forzado de millones de personas esclavizadas, ya contaban con una posición privilegiada en la estructura social. Poseían propiedades, influencia política y acceso directo al aparato de los Estados. La acumulación originaria actuó como un mecanismo de transformación: convirtió antiguos privilegios y formas de riqueza pre-capitalistas en capital moderno, es decir, en riqueza que se invierte para multiplicarse a través de la explotación del trabajo ajeno.

 

  Lo que hay que entender es que el capitalismo no nació del comercio pacífico -como pretende la propaganda liberal -, sino del saqueo, la piratería y la esclavitud. Marx lo resumió con mordaz ironía, al referirse a la "rosada aurora de la era capitalista" que, en realidad, estuvo teñida de sangre y fuego. 

 

El papel del Estado: violencia legalizada
 

   Otro aspecto clave en el análisis de Marx es el que se dedica a clarificar cómo este proceso no fue espontáneo, ni natural. El Estado jugó un papel central en organizar, respaldar y garantizar la acumulación originaria. Las leyes contra los pobres, los cercamientos legalizados, la represión contra campesinos y artesanos rebeldes, las guerras coloniales: todo formaba parte de una política consciente para transformar a la población en una masa de trabajadores asalariados disponibles y a los poderosos en propietarios de una riqueza cada vez más concentrada.

 

De la desposesión originaria a la desposesión permanente
 

   Pero el análisis de Carlos Marx no tiene un alcance meramente descriptivo de los orígenes del capitalismo. Su mayor valor reside, más bien, en que continúa proporcionando un enfoque metodológico útil para entender cómo funciona el capitalismo en cualquier época.
 

   Marx explicó que el despojo que caracterizó a la acumulación originaria no fue un mero accidente histórico, sino una condición necesaria para que surgiera el sistema capitalista. Ahora bien, ¿qué pasa con nosotros en pleno siglo XXI? ¿Fue aquella brutalidad algo propio exclusivamente de la Edad Moderna, de los inicios del capitalismo? Un análisis crítico sobre la contemporaneidad permite sostener, con suficiente evidencia empírica, que la lógica de la acumulación originaria sigue viva, aunque sea bajo nuevas formas.


   El geógrafo marxista David Harvey acuñó el concepto de “acumulación por desposesión” para describir cómo, también en la actualidad, el capitalismo necesita seguir apropiándose de recursos y bienes que antes estaban fuera del mercado. Lo explica como una suerte de “acumulación originaria permanente”: una repetición constante del mismo mecanismo de expropiación, pero con ropajes modernos.

 

   Harvey explica que esto se observa en fenómenos como la privatización de empresas y servicios públicos, el extractivismo de recursos naturales, la mercantilización de saberes y bienes comunes (como el agua, los genes o incluso el conocimiento), y más recientemente, la financiarización de la vida cotidiana.

 

[Img #86381]

 

 

   En todos estos casos se cumple la misma lógica que describía Marx: se despoja a las mayorías de lo que tenían como común o propio para convertirlo en mercancía y enriquecer al capital.

 

  En el siglo XIX, la colonización de África y Asia replicó los mismos mecanismos: saqueo de recursos, destrucción de economías locales e imposición de mercados forzados.

 

  En el siglo XX, podríamos citar otros muchos ejemplos, como las privatizaciones de empresas públicas en Europa occidental tras la imposición del modelo neoliberal. Pero también tras la caída del bloque socialista, en los años 90 y 2000, se produjo uno de los mayores procesos de privatización de la historia. En la Unión Soviética inmensas empresas públicas —minas, energía, transporte, telecomunicaciones— fueron expropiadas al pueblo por una casta de burócratas reconvertidos en oligarcas.

 

  Algo parecido ocurrió en América Latina bajo las recetas del FMI y el Banco Mundial. En Argentina, Perú o Bolivia, se privatizaron servicios básicos como la electricidad, el agua o el gas, lo que generó enormes ganancias para los capitales extranjeros y precarizó la vida de millones de trabajadores.
 

   Todos estos procesos siguieron una lógica similar a la de los cercamientos ingleses descritos por Marx. Lo que antes era común, pasó a ser propiedad privada y la riqueza colectiva se convirtió en capital dispuesto para entrar en la dinámica global de acumulación.

 

   En el siglo XXI, el extractivismo, la financiarización y la destrucción medioambiental muestran que esta lógica persiste. El gran capital —estadounidense, chino o europeo— continúa expandiéndose gracias al saqueo de recursos naturales en el Sur Global. El litio de Bolivia, el cobre de Chile, el coltán del Congo, la soja y la ganadería extensiva en Brasil, o la minería a cielo abierto en Centroamérica son ejemplos de cómo territorios enteros son convertidos en zonas de sacrificio para abastecer a las economías de las grandes potencias capitalistas.
 

  Las comunidades campesinas e indígenas son desplazadas, los ecosistemas destruidos, y lo que queda es una dependencia total respecto a mercados globales controlados por corporaciones y bancos de inversión.  La tierra y sus frutos dejan de ser un recurso común y pasan a alimentar el circuito global del capital.

 

El saqueo inmobiliario y la financiarización de la vivienda
 

   Pero tampoco las poblaciones de los países del llamado “Primer Mundo” pueden escapar a esta “acumulación por desposesión".

 

   Durante décadas, la vivienda fue, para millones de familias trabajadoras, el único patrimonio al que podían aspirar. Comprar una casa significaba tener algo propio, una mínima seguridad frente a la precariedad del trabajo. En las últimas décadas, sin embargo, la vivienda se ha transformado también en un objeto privilegiado para la especulación.
 

  En España, tras la crisis de 2008, cientos de miles de familias perdieron sus casas por ejecuciones hipotecarias, mientras bancos y fondos buitres —como Blackstone— se quedaron con ese parque inmobiliario a precio de saldo.
 

  En EE.UU., sucedió algo similar tras la crisis de las hipotecas subprime: millones de personas desahuciadas y, en paralelo, fondos de inversión comprando barrios enteros para especular con los alquileres.
 

  Hoy, en la mayoría de las ciudades del mundo, desde Berlín hasta México DF, Madrid o Barcelona, la vivienda ha dejado de considerarse un derecho para convertirse en una mercancía controlada por grandes capitales financieros.
 

  Lo que estamos viendo, en este sentido, es un nuevo "cercamiento urbano". Las casas dejan de estar al servicio de quienes las habitan y se convierten en activos financieros, instrumentos de especulación que concentran riqueza en manos de unos pocos y empobrecen a las mayorías que deben pagar alquileres imposibles.

 

La ofensiva contra las pensiones

 

  Otra de las expresiones contemporáneas de esta “acumulación por desposesión” se observa en la creciente ofensiva contra las pensiones públicas. Las pensiones no son un regalo del Estado, sino un salario diferido. Es decir, una parte del salario que los trabajadores generan y que, mediante las cotizaciones a la Seguridad Social, se reserva para su sustento futuro, cuando la edad o las condiciones de salud les impidan continuar vendiendo su fuerza de trabajo.

 

   La ofensiva neoliberal que busca recortar, privatizar o deteriorar estos sistemas cumple una función clara: liberar ese fondo acumulado del control social y ponerlo a disposición del capital financiero. Por un lado, promoviendo los fondos privados de pensiones,  gestionados por aseguradoras y bancos ansiosos por apropiarse de miles de millones que antes permanecían en manos del Estado. Por otro, permitiendo que las pensiones públicas pierdan poder adquisitivo frente a la inflación. El resultado es el mismo: se despoja a los trabajadores de una porción de su riqueza legítimamente generada, para que sea capturada por los mercados financieros. Los fondos que deberían garantizar un retiro digno, se convierten así en una nueva fuente de acumulación para el capital.

 

La privatización de "lo común" y de la intimidad en la era digital
 

  Otra forma de desposesión contemporánea es la apropiación de los datos, del conocimiento y hasta de la "vida digital". Las grandes tecnológicas (Google, Meta, Amazon, Microsoft) acumulan no solo capital financiero, sino información sobre nuestras vidas, que luego monetizan a través de publicidad, algoritmos y control del comportamiento social. Si en el siglo XVI la violencia se ejercía cercando tierras, hoy se cercan hasta los espacios digitales y se convierten en propiedad privada de los monopolios tecnológicos.

 

    Pero la lógica de la desposesión va incluso más allá: también se privatizan el deseo, la intimidad y los vínculos humanos más sensibles. Plataformas como OnlyFans —presentadas como herramientas de “empoderamiento individual”— funcionan como verdaderas máquinas de extracción de afecto y sexualidad, donde "agencias de representación" operan como proxenetas digitales, explotando tanto a quienes producen "contenidos" como a quienes consumen, guiados por una ilusión de cercanía que es gestionada por algoritmos y trabajadores precarizados.

 

¿Por qué sigue vigente el análisis sobre la "acumulación originaria"?
 

  La lección fundamental que es posible extraer partiendo del análisis de Marx, ampliado y desarrollado por otros marxistas como el propio Harvey, es que el capitalismo no puede sostenerse solo sobre la reproducción interna del capital. Necesita siempre encontrar nuevos espacios para expandirse, y eso implica expropiar lo que aún pueda quedar fuera del mercado.
 

   Si algo nos enseña Marx con la "acumulación originaria", y Harvey con la "acumulación por desposesión", es que el capitalismo nunca fue ni será un sistema de intercambio libre entre iguales. Siempre se funda en la violencia y el despojo.
 

   Desde los cercamientos medievales hasta los desahucios contemporáneos, desde la esclavización de las poblaciones africanas hasta la mercantilización de nuestros datos, la historia es siempre la misma: unos pocos concentran cada vez más riqueza porque despojan a las mayorías de la propiedad común o la pequeña propiedad individual. Por eso entender la acumulación originaria es mucho más que un mero ejercicio intelectual. Se trata de recuperar las mejores herramientas para poder entender, de forma rigurosa y crítica, el presente que tenemos el enorme reto de intentar transformar.

 

Fuentes:


• Marx, Karl. El capital. Tomo I: El proceso de producción del capital. México: Siglo XXI Editores. Traducción de Wenceslao Roces.


• David Harvey, El "nuevo" imperialismo: Acumulación por desposesión. Buenos Aires. CLACSO. 2005.  


• Ramón Fernández Durán, Capitalismo financiero global y guerra permanente. Virus Editorial, 2003.

 
 
 
PODCAST BASADO EN ESTE ARTÍCULO:
 
 

 

 
 
 
Comentarios (1) Comentar esta noticia
Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.98

  • Juan

    Juan | Lunes, 01 de Septiembre de 2025 a las 17:46:23 horas

    Veo a esos negros subiendo a los barcos negreros“, mientras bailaban ritmos dulzones y unas caderas predispuestas para esos ritmos frenéticos de los esclavos , es la civilización, que se abre camino a base de espasmos , sangre , roña y miel " y latigazos , separando el mundo de los vivos y el de los muertos"

    La primera escena de la película: El joven Marx . Voz en off dice " Para recoger madera verde hay que separarla con violencia de su conjunto orgánico, por el contrario la leña cortada no se arranca de ninguna propiedad , solo aquello que ya ha sido separado de su propiedad puede ser sustraído y a pesar de a esa diferencia esencial llamáis a ambos robo y los penais como tal " . La siguiente escena es ( creo , sino recuerdo mal ) en un bosque comunal y cómo entran unos graciosos señores decapitando a los campesinos que recogían NO la leña verde sino la leña seca que estaban tiradas en el suelo.

    Bueno, no exageres, eso son otros tiempos.

    El capitalismo tiene una virtud su capacidad de ser flexible y ir acomodándose a los contextos múltiples en la sociedades; su capacidad de cambiar lo que precise ser cambiado para que la orgía de la acumulación originaria se perpetúe , más madera , más madera y el fuego purificador quemando niños en las minas de coltan en el Congo.

    Es que sois unos exagerados , los negros traídos a latigazos vivían en chozas a vosotros os quitan el derecho a tener un sitio donde dormir , los haitianos de la revuelta los viejos acababan muertos por los picotazos de los buitres , morían de cansancio y agotamiento , nuestros viejos se les plantea devolver al mercado de trabajo, comparemos los ojos rojos de recibir el impacto de un directo en el ojo , las pensiones?, los datos personales? , el agua , la luz , el gas ? Las ideas? , el sexo? , la masturbación en misa y replicando.


    Soy un exagerado en una democracia consolidada como la nuestra, no se hacen contratos en B ni se filosofea con el hambre , qué gran escena la de bailando sobre la lluvia taconeando y haciendo contorsionismo famélico como una bailarina de striptease sobre la farola a mediados del mes de noviembre.

    No es que la corrupción engrase el sistema , no, no . Es que el robo , expolio , saqueo son consustancial y están en el adn del sistema , no es que comparemos las condiciones históricas del robo , no es que la reproducción ampliada del capital , la metástasis orgánica, la composición orgánica del capital, es que el la lógica" , la lógica de la desposesión .

    Sabes lo que digo? Que lo siento mucho por nosotros y por vosotros, perdisteis la guerra fría , ajo y agua.

    Accede para responder

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.