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Jueves, 04 de Septiembre de 2025 Tiempo de lectura:

CAMBIO CLIMÁTICO: CIENCIA FRENTE A POLÍTICA

"El ambientalismo mayoritario presupone el capitalismo, lo naturaliza, no se plantea su superación"

El debate sobre el cambio climático, en apariencia técnico, termina incorporado a la batalla cultural. La discusión es profunda -escribe P.A. González Ruiz - y exige poner bajo la lupa el modo de producción capitalista.

Por P.A. GONZÁLEZ RUIZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-

 

   El debate sobre el cambio climático, en apariencia técnico, termina incorporado a la batalla cultural. Y no solo me refiero, a las refriegas entre gobiernos, entre partidos o entre representantes políticos, digamos, por los incendios del verano, olas danas otoñales. La discusión es más profunda: poner bajo la lupa al modo de producción capitalista.

 

Capital y cambio climático

 

   Tras más de dos siglos de capitalismo plenamente establecido, el planeta se está calentando por la acción humana, principalmente por la emisión de gases de efecto invernadero derivados mayoritariamente de la combustión fósil.
 

   Entre las evidencias más robustas: aumento de la temperatura media global en 1,5 grados desde la era preindustrial, incremento de la concentración de CO2 en la atmósfera hasta 420 ppm desde los 280, acumulación de calor en los océanos y su acidificación, elevación del nivel del mar, deshielo de los glaciares, y mayor frecuencia de fenómenos extremos (olas de calor, lluvias torrenciales, incendios forestales).

 

Cambio climático y ambientalismo

 

Este panorama ha ido originando una conciencia climática que ha tomado cuerpo en el movimiento ambientalista.

 

  No sólo han sido las luchas sociales derivadas de los efectos más inmediatos de este daño ecológico, sino que la propia clase capitalista empezó a ver una barrera al crecimiento del capital. Una expresión de esto fue el Club de Roma (1968) que reúne a la economía, la política y la ciencia para elaborar su informe Los límites del crecimiento (1972).

 

   A partir de ahí, la ONU, lo más parecido a un gobierno mundial, tómó cartas en el asunto: primera conferencia sobre medio ambiente en Estocolmo (1972); la primera sobre el clima en Ginebra (1979); luego Toronto (1988) y la Cumbre de la Tierra en Rio de Janeiro (1992). A partir de ahí, todos los años, cientos de mandatarios políticos de los principales países se reúnen en las COPs (cumbres del clima). Ya van casi 30. Cierto que hay mucho “bla, bla, bla, ...tururú”. Pero, también nos indica que el problema es real, global y difícil de resolver bajo la red capitalista.

 

Ambientalismo y ciencia

 

Una parte del ambientalismo, está constituido por el sector científico (universidades, laboratorios, industrias, complejos, academias, personalidades independientes).

 

  A lo largo del capitalismo, la ciencia ha jugado un papel clave: descubrimiento del efecto invernadero a mediados del XIX, luego el papel de CO2, más tarde el de otros gases (metano, cloro…), hasta las mediciones (las de gases en atmósfera y océanos, pues las de temperatura venían de antes) que permitirán, tras el surgimiento de la computación, la elaboración de modelos predictivos sobre los efectos del calentamiento global.

 

Ciencia y negacionismo

 

De este modo, muy empírico, la comunidad científica se ha ido posicionando muy mayoritariamente, más del 90 por ciento de las encuestas, sobre la existencia del cambio climático, su prevalencia sobre el enfriamiento global (otra teoría científica), y la necesidad de acometer medidas (reducción global de emisiones).

 

   No obstante, existen minorías científicas que, aunque introduzcan elementos racionales de crítica, generalmente están impulsadas o apoyadas por intereses muy particulares (como la industria fósil y energética). Otro exponente de la subordinación de la producción científica a los intereses económicos.

 

   Este negacionismo científico, que adopta diversas formas (niega el fenómeno, niega su origen, niega sus efectos y niega la urgencia de afrontarlo), no solo protagoniza el debate científico sino que es la base científica de las luchas ideológicas en torno al clima.

 

Negacionismo ambiental y expresiones políticas

 

  Si el negacionismo climático es la expresión teórica de los intereses económicos de sectores particulares de la sociedad entre los que destacan la industria tradicional (fósil, acero, automoción, entre otros), el consenso científico climático vendría a ser la posición teórica dominante del capital.

 

  Veamos, grosso modo, las formas políticas que toman estos intereses sociales y que protagonizan la batalla cultural.

 

1. Negacionismo climático apoyado por corporaciones fósiles y la industria y el transporte tradicionales  (capitalistas y trabajadores).

    • Niegan o minimizan el problema.

    • Ve las políticas climáticas una “agenda ideológica” o imposición de las élites.

    • Propone reabrir térmicas y nucleares, potenciar hidrocarburos y eliminar impuestos verdes.

La expresión política de esta posición es la derecha reaccionaria, tradicionalista y la extrema derecha. Destaquemos la hipocresía que se gastan cuando con una mano niegan y con la otra se preparan contra sus efectos (búnkeres, tecnologías alternativas, seguridad privada en catástrofes, como Walmart en el huracán Katrina).

 

2. Capitalismo verde. La base social está en el resto de la industria, el sector primario, y los servicios tradicionales. Se busca compatibilizar crecimiento económico y reducción de emisiones.

    • Oscila entre la aceptación tibia y el cuestionamiento parcial.

    • Se preocupa por los costes económicos y la competitividad.

    • Prefiere instrumentos de mercado (comercio de emisiones, impuestos al carbono), innovación tecnológica (hidrógeno, nuclear, CCS o captura de carbono) y un papel limitado del Estado. Aboga por una transición gradual y “pragmática”.

En este planteamiento convergen la derecha moderada y parte de la izquierda institucional. Su expresión mayoritaria es la Agenda 2030 diseñada por la ONU en 2015.

 

3. Green New Deal (o Nuevo Pacto Verde): contempla inversión pública masiva, creación de empleo verde y protección social, aunque sin superar necesariamente la lógica capitalista.

    • Reconoce el origen humano y desigual del fenómeno (ricos y países más desarollados más culpables).

    • Pone énfasis en la justicia climática: desigualdades sociales, territoriales y otras.

    • Propone transición justa: regulación estricta, impuestos a sectores contaminantes, fin de subsidios fósiles, impulso a energías limpias y protección a trabajadores y regiones afectadas.

Aquí se ubicarían la izquierda socialdemócrata, progresista y verde e incluso elementos del ecosocialismo, siendo una de sus expresiones el Pacto Verde Europeo (2019).

 

Superar críticamente el ambientalismo

 

   Como se ve el ecosocialismo más radical o el ecologismo revolucionario son muy minoritarios. Este es el grado actual de la conciencia ecológica.

 

   Sin embargo, el ambientalismo mainstrean, soporta serias críticas: a pesar de las reuniones y acuerdos las emisiones aumentan; las leyes y planes tienen muy en cuenta las necesidades de capitales nacionales y sectoriales; las empresas que más emiten se apropian el negocio verde, los fondos (Next Generation) o las subvenciones; se pone el acento en medidas individuales y de consumidores socavando la conciencia ciudadana; el mix energético con predominio de renovables requiere mejorarse (apagón); mercantilización de la naturaleza; y tantas y tantas otras.

 

   Pero, más allá de estas críticas, el ambientalismo mayoritario presupone el capitalismo, lo naturaliza, no se plantea su superación, por tanto, solo aspira a la gestión capitalista de la naturaleza: se trata de explotarla hasta que su situación dificulte o encarezca la reproducción capitalista.

 

    Por ello, las luchas ecologistas son necesarias; más aún si se vinculan al cuestionamiento del capital como relación social que subordina todo a la rentabilidad; luchas que han de ser regidas por una conciencia dialéctica que subsuma a la conciencia ambiental. Aunque el predominio de la conciencia dialéctica está determinado por el propio desarrollo capitalista, siempre será más fácil y más indemne si empezamos a tenerla presente desde ya.

 

(*) P. A. González Ruiz, autor del blog Criticonomia.

 

 

 
 
 
 
 
 
 
 
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  • Chorche

    Chorche | Viernes, 05 de Septiembre de 2025 a las 10:05:43 horas

    QUITAD VUESTRAS MANOS DE LA NATURALEZA, ciberacción. Pide a la Comisión Europea que no la desproteja.
    No permitas que la UE destruya la protección de la naturaleza.
    La Comisión Europea quiere debilitar protecciones ambientales que son vitales, y desde Ecologistas en Acción te animamos a transmitirles tu oposición.
    Tenemos sólo 10 días para alzar la voz antes de que sea demasiado tarde. Diles que no toquen la naturaleza.
    En toda Europa la naturaleza ya está en apuros. Los bosques se están reduciendo, los ríos se están secando, la vida silvestre está desapareciendo. Estamos perdiendo aire limpio, agua potable y los espacios verdes de los que dependemos. Y ahora, la Comisión Europea quiere debilitar las mismas leyes diseñadas para proteger la naturaleza y a las personas.
    Algunos responsables políticos lo llaman “simplificación” o “reducción de trámites burocráticos”, cuando en realidad está desmantelando nuestras protecciones ambientales clave, una a una. Lo que en realidad se está simplificando es el camino para quienes quieren lucrarse con la destrucción de la naturaleza a costa de todos. Y lo están haciendo en silencio, cuando la mayoría de la gente está ausente. A mediados del verano, la Comisión Europea lanzó una iniciativa preguntando a empresas, organizaciones y ciudadanos si se debería debilitar la legislación medioambiental de la UE. Esta es tu oportunidad de alzar la voz. Escribe tu mensaje a través del formulario para comunicar a los responsables políticos que te opones a debilitar y eliminar la legislación medioambiental.

    Se necesitaron décadas de voces colectivas para construir las leyes que protegen a las personas y a la naturaleza. No permitas que se destruyan en silencio.

    Tenemos hasta el 10 de septiembre para hacer oír tu voz. ¡Mándales un mensaje con tu opinión! Ten en cuenta que tu propuesta se publicará en el sitio web de la Comisión.
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