
CANARIAS: EL REFUGIO ATLANTICO DE NAZISMO
El Colegio Alemán, las redes de espionaje y la protección de criminales de guerra muestran cómo las islas fueron refugio y plataforma de influencia nazi.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Canarias no solo fue un enclave estratégico en el Atlántico. Bajo la apariencia de una activa colonia alemana, las islas albergaron redes de espionaje, propaganda y adoctrinamiento nazi, con el Colegio Alemán y los clubes germanos como puntos neurálgicos de influencia, siempre bajo la tolerancia del régimen franquista.
Por ADAY QUESADA PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
Espías, empresarios y diplomáticos alemanes operaron en las islas durante la Segunda Guerra Mundial con la complicidad del franquismo
Durante la Segunda Guerra Mundial, las Islas Canarias fueron mucho más que un punto estratégico en el Atlántico.
Bajo la fachada de la colonia alemana integrada en la vida social y comercial del archipiélago, se ocultaba una red de diplomáticos, agentes y simpatizantes nazis que, con la anuencia del régimen franquista, desplegaron actividades de espionaje, propaganda y control cultural.
"Cónsules, empresarios y agentes del Reich convirtieron a Canarias en enclave estratégico del espionaje".
El hallazgo reciente en Madrid de la tumba de Theodor Adrian von Renteln —dirigente nazi responsable del exterminio de cientos de miles de judíos en Lituania— ha vuelto a poner en el centro del debate cómo España y sus territorios insulares ofrecieron refugio y cobertura a figuras del Tercer Reich .
El “paraíso” atlántico del nazismo
Las Islas no eran un escenario cualquiera. En plena guerra, su posición resultaba clave para vigilar el paso de convoyes británicos rumbo a Gibraltar o al Mediterráneo. El propio Hitler lo sabía: si algún día Alemania necesitaba abrir un frente en el Atlántico, Canarias sería una pieza fundamental.
Ya desde los años 30, la colonia alemana había crecido de forma notable. Comerciantes, técnicos, profesores y diplomáticos se instalaron en Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria, creando círculos de influencia que iban mucho más allá del ámbito económico.
La "neutralidad" franquista permitió a la colonia nazi actuar con libertad durante la guerra.
El Club Alemán, el Colegio Alemán y las sociedades culturales servían de punto de encuentro donde se mezclaban familias, negocios y política.
La presencia del consulado alemán en Santa Cruz, encabezado en diferentes momentos por figuras afines al nazismo, fue decisiva para articular estas redes. No solo se trataba de mantener el contacto con Berlín, sino también de supervisar las actividades de la comunidad alemana y garantizar su alineación ideológica con el Régimen hitleriano.
Personajes clave de la colonia nazi
Entre los nombres más influyentes de aquellos años destacan Wilhelm von Knobloch, cónsul en Santa Cruz, que se convirtió en pieza central de la red de espionaje nazi en el Archipiélago; Friedrich Krumey, empresario que, además de sus negocios de importación, mantenía vínculos directos con la organización de logística alemana en el Atlántico; y Carl von Hartmann, encargado de coordinar las transmisiones de radio desde Tenerife.
No fueron casos aislados. Las investigaciones históricas también han señalado a Otto Engelhardt, empresario vinculado al transporte marítimo, y a varios capitanes de la marina mercante alemana que, bajo cobertura civil, informaban sobre movimientos de barcos británicos. Muchos de ellos frecuentaban el Colegio Alemán, que se convirtió en un auténtico vivero de germanidad y disciplina nacionalsocialista.
El Colegio Alemán: más que un centro educativo
Fundado en los años 20 y consolidado durante la etapa nazi, el Colegio Alemán de Santa Cruz de Tenerife fue mucho más que una institución educativa. Bajo la apariencia de una escuela para hijos de residentes extranjeros, funcionaba como un espacio de socialización y adoctrinamiento.
Allí se celebraban festividades del calendario nazi, ondeaban banderas con la esvástica y se cantaba el himno del Reich. Profesores enviados desde Alemania inculcaban la visión del mundo nacionalsocialista a los hijos de comerciantes y diplomáticos, asegurando así una continuidad ideológica.
Informes británicos alertaban del uso de Tenerife y Gran Canaria como bases de observación naval
El Colegio también era punto de encuentro para conferencias, actos culturales y reuniones privadas donde se discutía de política internacional, se seguían las noticias de la guerra y se coordinaban actividades con Berlín. En los archivos de inteligencia británica aparecen varias referencias al centro como “un núcleo activo de propaganda nazi en Canarias”.
Espionaje desde el Atlántico
El papel de las Islas como base de operaciones del espionaje nazi fue decisivo. Desde Tenerife y Gran Canaria se establecieron estaciones de radio clandestinas que enviaban información sobre movimientos navales británicos hacia la inteligencia alemana.
Los informes recogían detalles sobre convoyes, repostajes y rutas hacia Gibraltar, datos que luego eran transmitidos a submarinos de la Kriegsmarine en el Atlántico. De hecho, varios U-Boote utilizaron puertos canarios para operaciones de abastecimiento encubierto.
Los servicios secretos británicos llegaron a interceptar comunicaciones y a seguir de cerca a varios agentes alemanes en Tenerife, sospechosos de transmitir información a Berlín. Sin embargo, la neutralidad oficial de España y la protección brindada por las autoridades franquistas hicieron casi imposible desmantelar estas redes.
Conexiones políticas y sociales
La colonia alemana no operaba en la sombra absoluta. Sus actividades tenían una dimensión social y política visible. Empresarios alemanes mantenían contacto estrecho con las élites franquistas locales, participaban en actos benéficos y cultivaban lazos con las autoridades militares de las islas.
Los clubes sociales alemanes organizaban recepciones a las que acudían tanto diplomáticos extranjeros como altos mandos de la guarnición franquista. Este entramado contribuyó a normalizar la presencia nazi en Canarias y a blindarla frente a sospechas externas.
La memoria de este pasado sigue siendo incómoda en el relato oficial de las islas.
El Colegio Alemán, a su vez, era visitado con frecuencia por cónsules y enviados especiales que reforzaban la sensación de comunidad cohesionada y vigilada. El régimen de Franco, que compartía la ideología anticomunista y antisemita del nazismo, nunca puso trabas a esta presencia.
Canarias bajo la lupa de Londres y Washington
Para los aliados, la situación en Canarias era motivo de preocupación constante. Informes británicos alertaban del riesgo de que las islas se convirtieran en base para operaciones alemanas en el Atlántico.
Washington también observaba con inquietud cómo Berlín utilizaba el archipiélago para vigilar el tráfico naval en el estrecho de Gibraltar y en las rutas hacia África.
A pesar de la presión diplomática, el franquismo mantuvo su política ambigua: oficialmente neutral, pero en la práctica colaborador con las redes nazis. Esto permitió que la colonia alemana continuara operando con relativa tranquilidad hasta el final de la guerra.
El ocaso del Tercer Reich y la herencia en Canarias
Con la derrota de Hitler en 1945, la red nazi en Canarias se desmanteló de forma gradual, aunque algunos de sus protagonistas lograron permanecer en las islas o en la Península bajo identidades falsas, como muestra el caso de Von Renteln, descubierto ahora en Madrid.
Por ADAY QUESADA PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
Espías, empresarios y diplomáticos alemanes operaron en las islas durante la Segunda Guerra Mundial con la complicidad del franquismo
Durante la Segunda Guerra Mundial, las Islas Canarias fueron mucho más que un punto estratégico en el Atlántico.
Bajo la fachada de la colonia alemana integrada en la vida social y comercial del archipiélago, se ocultaba una red de diplomáticos, agentes y simpatizantes nazis que, con la anuencia del régimen franquista, desplegaron actividades de espionaje, propaganda y control cultural.
"Cónsules, empresarios y agentes del Reich convirtieron a Canarias en enclave estratégico del espionaje".
El hallazgo reciente en Madrid de la tumba de Theodor Adrian von Renteln —dirigente nazi responsable del exterminio de cientos de miles de judíos en Lituania— ha vuelto a poner en el centro del debate cómo España y sus territorios insulares ofrecieron refugio y cobertura a figuras del Tercer Reich .
El “paraíso” atlántico del nazismo
Las Islas no eran un escenario cualquiera. En plena guerra, su posición resultaba clave para vigilar el paso de convoyes británicos rumbo a Gibraltar o al Mediterráneo. El propio Hitler lo sabía: si algún día Alemania necesitaba abrir un frente en el Atlántico, Canarias sería una pieza fundamental.
Ya desde los años 30, la colonia alemana había crecido de forma notable. Comerciantes, técnicos, profesores y diplomáticos se instalaron en Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria, creando círculos de influencia que iban mucho más allá del ámbito económico.
La "neutralidad" franquista permitió a la colonia nazi actuar con libertad durante la guerra.
El Club Alemán, el Colegio Alemán y las sociedades culturales servían de punto de encuentro donde se mezclaban familias, negocios y política.
La presencia del consulado alemán en Santa Cruz, encabezado en diferentes momentos por figuras afines al nazismo, fue decisiva para articular estas redes. No solo se trataba de mantener el contacto con Berlín, sino también de supervisar las actividades de la comunidad alemana y garantizar su alineación ideológica con el Régimen hitleriano.
Personajes clave de la colonia nazi
Entre los nombres más influyentes de aquellos años destacan Wilhelm von Knobloch, cónsul en Santa Cruz, que se convirtió en pieza central de la red de espionaje nazi en el Archipiélago; Friedrich Krumey, empresario que, además de sus negocios de importación, mantenía vínculos directos con la organización de logística alemana en el Atlántico; y Carl von Hartmann, encargado de coordinar las transmisiones de radio desde Tenerife.
No fueron casos aislados. Las investigaciones históricas también han señalado a Otto Engelhardt, empresario vinculado al transporte marítimo, y a varios capitanes de la marina mercante alemana que, bajo cobertura civil, informaban sobre movimientos de barcos británicos. Muchos de ellos frecuentaban el Colegio Alemán, que se convirtió en un auténtico vivero de germanidad y disciplina nacionalsocialista.
El Colegio Alemán: más que un centro educativo
Fundado en los años 20 y consolidado durante la etapa nazi, el Colegio Alemán de Santa Cruz de Tenerife fue mucho más que una institución educativa. Bajo la apariencia de una escuela para hijos de residentes extranjeros, funcionaba como un espacio de socialización y adoctrinamiento.
Allí se celebraban festividades del calendario nazi, ondeaban banderas con la esvástica y se cantaba el himno del Reich. Profesores enviados desde Alemania inculcaban la visión del mundo nacionalsocialista a los hijos de comerciantes y diplomáticos, asegurando así una continuidad ideológica.
Informes británicos alertaban del uso de Tenerife y Gran Canaria como bases de observación naval
El Colegio también era punto de encuentro para conferencias, actos culturales y reuniones privadas donde se discutía de política internacional, se seguían las noticias de la guerra y se coordinaban actividades con Berlín. En los archivos de inteligencia británica aparecen varias referencias al centro como “un núcleo activo de propaganda nazi en Canarias”.
Espionaje desde el Atlántico
El papel de las Islas como base de operaciones del espionaje nazi fue decisivo. Desde Tenerife y Gran Canaria se establecieron estaciones de radio clandestinas que enviaban información sobre movimientos navales británicos hacia la inteligencia alemana.
Los informes recogían detalles sobre convoyes, repostajes y rutas hacia Gibraltar, datos que luego eran transmitidos a submarinos de la Kriegsmarine en el Atlántico. De hecho, varios U-Boote utilizaron puertos canarios para operaciones de abastecimiento encubierto.
Los servicios secretos británicos llegaron a interceptar comunicaciones y a seguir de cerca a varios agentes alemanes en Tenerife, sospechosos de transmitir información a Berlín. Sin embargo, la neutralidad oficial de España y la protección brindada por las autoridades franquistas hicieron casi imposible desmantelar estas redes.
Conexiones políticas y sociales
La colonia alemana no operaba en la sombra absoluta. Sus actividades tenían una dimensión social y política visible. Empresarios alemanes mantenían contacto estrecho con las élites franquistas locales, participaban en actos benéficos y cultivaban lazos con las autoridades militares de las islas.
Los clubes sociales alemanes organizaban recepciones a las que acudían tanto diplomáticos extranjeros como altos mandos de la guarnición franquista. Este entramado contribuyó a normalizar la presencia nazi en Canarias y a blindarla frente a sospechas externas.
La memoria de este pasado sigue siendo incómoda en el relato oficial de las islas.
El Colegio Alemán, a su vez, era visitado con frecuencia por cónsules y enviados especiales que reforzaban la sensación de comunidad cohesionada y vigilada. El régimen de Franco, que compartía la ideología anticomunista y antisemita del nazismo, nunca puso trabas a esta presencia.
Canarias bajo la lupa de Londres y Washington
Para los aliados, la situación en Canarias era motivo de preocupación constante. Informes británicos alertaban del riesgo de que las islas se convirtieran en base para operaciones alemanas en el Atlántico.
Washington también observaba con inquietud cómo Berlín utilizaba el archipiélago para vigilar el tráfico naval en el estrecho de Gibraltar y en las rutas hacia África.
A pesar de la presión diplomática, el franquismo mantuvo su política ambigua: oficialmente neutral, pero en la práctica colaborador con las redes nazis. Esto permitió que la colonia alemana continuara operando con relativa tranquilidad hasta el final de la guerra.
El ocaso del Tercer Reich y la herencia en Canarias
Con la derrota de Hitler en 1945, la red nazi en Canarias se desmanteló de forma gradual, aunque algunos de sus protagonistas lograron permanecer en las islas o en la Península bajo identidades falsas, como muestra el caso de Von Renteln, descubierto ahora en Madrid.
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