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EE.UU. SACA LAS GARRAS: UNA "NUEVA ESTRATEGIA" PARA DOMINAR EL MUNDO

¿Hasta dónde está dispuesto a llegar Estados Unidos para poder competir con el ascenso de China?

¿Cuál es el significado del documento de la Nueva Estrategia de Seguridad Nacional, dado a conocer por Washington? ¿Está el mundo ante una nueva era de guerras económicas y militares? ¿Qué consecuencias tendrá la Nueva Estrategia para los derechos sociales y las democracias? ¿Se puede frenar el avance del autoritarismo global? Este artículo analiza el panorama actual con una mirada crítica y comprometida.

 

POR MARTÍN ÁLVAREZ PARA CANARIAS SEMANAL.ORG

    

[Img #88840]       En los últimos años, Estados Unidos ha intensificado una política exterior cada vez más agresiva y sin ningún disimulo.

 

   Eso ha quedado expresado de forma explícita en un documento presentado públicamente a principios del presente mes de diciembre, llamado Nueva Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (ESN). En él pueden constatarse con claridad cuáles serán, a partir de ahora, los objetivos prioritarios de ese país en su desesperada carrera por garantizar su hegemonía mundial.

 

    Lejos de los viejos discursos que hablaban de “democracia” y “derechos humanos”, la nueva estrategia global de EE.UU. se presenta sin tapujos: asegurar su dominio económico, militar y financiero, cueste lo que cueste.

 

    Esta transformación se refleja claramente en este extenso y detallado documento sobre la Estrategia de Seguridad Nacional. En él se afirma, sin rodeos, que el objetivo central del gobierno de ese país será:

 

proteger los intereses económicos de EE. UU., asegurar cadenas de suministro, garantizar el acceso a recursos clave y mantener su supremacía frente a cualquier posible competidor.

 

    El mensaje es directo: si no se logra por medios económicos, se usará el poder militar. Esta doctrina busca frenar, sobre todo, el ascenso de China como potencia global, así como contener a sus aliados y socios comerciales en distintas regiones del mundo. (Completar estos datos con la visión rusa  acerca de  propuesta estrategica estadounidense, pinchando en este ENLACE).

 

PARADOJAS DE UN IMPERIO QUE YA NO PUEDE COMPETIR LIMPIAMENTE

    Durante décadas, Estados Unidos construyó su poder apoyado en el control financiero, la especulación y la supremacía tecnológica. Sin embargo, esta base ha comenzado a tambalearse. La industrialización y el avance tecnológico de China han puesto en evidencia las debilidades estructurales de la economía estadounidense.

 

    En lugar de adaptarse a este nuevo escenario con cooperación y renovación, como era de esperarse, la estrategia elegida por Washington ha sido la del bloqueo y la presión.

 

    Pide a sus aliados (Europa, Japón, Corea, Canadá, México) que adopten políticas que perjudiquen a China, incluso si eso llegara a afectar negativamente sus propios intereses económicos.

 

    Pero este enfoque choca frontalmente con una realidad incómoda para Washington: China no es la antigua Unión Soviética. Ese país no propone un modelo alternativo de sociedad, ni busca exportar el socialismo, sino que es una potencia capitalista exitosamente emergente, cuyos objetivos son esencialmente nacionalistas y están guiados por los intereses de una clase social que comienza a ser poderosamente hegemónica.

 

   Desde esta perspectiva, ¿por qué razón los capitalistas europeos o los de los países del Sur global deberían mantenerse leales a Estados Unidos? Antes de 1990, muchos de ellos temían que acercarse demasiado a una URSS que podría sembrar las semillas que promovieran una transformación social en sus respectivos países. Hoy en día ese temor ha desaparecido completamente:  China no cuestiona el orden capitalista; más bien lo que está buscando es un lugar más destacado dentro de él. Siendo así, ¿qué sentido tiene seguir obedeciendo a un imperio en decadencia que ya no ofrece ventajas claras y que solo exige sacrificios?

 

    Este tipo de chantaje, lejos de fortalecer a EE.UU., genera tensiones entre los países aliados y debilita aún más el ya frágil equilibrio internacional. Además, la ofensiva comercial estadounidense ha fracasado en muchos frentes: las sanciones y los bloqueos no han detenido el crecimiento de China, pero sí han afectado gravemente al pueblo estadounidense, con fenómenos como la inflación, la pérdida de empleo y la desindustrialización.

 

GUERRA FINANCIERA Y DOMINIO DEL SUR GLOBAL

 

     Esta nueva estrategia también incluye una guerra silenciosa, pero extremadamente peligrosa: la guerra financiera. Ante el creciente uso del yuan en el comercio mundial y el surgimiento de propuestas como una moneda común de los BRICSEE.UU. pretende preservar a toda costa el dominio del dólar.

 

    Para ello, planea usar a su favor organismos internacionales y a países aliados con grandes fondos para frenar las inversiones chinas, especialmente en África, Asia y América Latina. Estos territorios vuelven a ser vistos como “zonas de influencia”, donde se intenta imponer un modelo económico favorable a Washington.

 

    Este nuevo colonialismo financiero apuesta por el endeudamiento, el control de infraestructuras estratégicas y la presión política sobre gobiernos que busquen alternativas fuera del control norteamericano.

 

  MÁS MILITARISMO, MENOS DERECHOS

    La debilidad de la economía estadounidense no ha traído humildad, sino más autoritarismo. El gasto militar crece, se promueve el rearme en Asia y Europa, y se alienta abiertamente el surgimiento de gobiernos autoritarios de extrema derecha que sirvan de peones para sus intereses.

 

    Además, el enemigo externo se combina con un enemigo interno: los inmigrantes. Bajo un discurso peligroso, se les presenta como amenaza nacional, buscando dividir a la clase trabajadora y desviar la atención de las verdaderas causas de la crisis social: la desigualdad, la precarización y el saqueo de los servicios públicos.

 

UN RETO GLOBAL URGENTE

    El nuevo rumbo del imperialismo estadounidense no es solo una amenaza militar o económica. Es también una amenaza al equilibrio civilizacional. El intento de mantener el dominio a través del miedo, el chantaje y la represión está conduciendo a un mundo más inestable, más desigual y más violento.

 

    Esta situación exige una respuesta a la altura del desafío: organización, conciencia crítica y solidaridad internacional. No se trata solo de rechazar una política exterior agresiva, sino de construir alternativas sociales que pongan en el centro a las personas y no al capital.

 

 

 

 
 
 
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