
ESCASEZ Y ENFERMEDAD EN LA CANARIAS DE LA POSGUERRA
"Proliferaron las enfermedades infecto-infeciosas derivadas de las malas condiciones alimentarias e higiénicas"
En Canarias, como en el resto del Estado, la década de los cuarenta fue una de las más duras para la mayoría de la población. Tal y como recoge el investigador Ricardo A. Guerra Palmero en su obra "Sobrevivir en Canarias (1939-1959)", en la inmediata postguerra se produjo un drástico empeoramiento de las condiciones de vida de la población y especialmente de la clase trabajadora (...).
Por EUGENIO FERNÁNDEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
En Canarias, como en el resto del Estado español, la década de los cuarenta del pasado siglo XX fue una de las más duras para la inmensa mayoría de la población.
Tal y como recoge el investigador Ricardo A. Guerra Palmero en su obra "Sobrevivir en Canarias (1939-1959)", en la inmediata postguerra "la implantación por las armas de la dictadura, así como el desarrollo de su programa económico y la represión, contribuyeron decisivamente en el empeoramiento de las condiciones de vida de la población y especialmente de la clase trabajadora".
La investigación de Guerra Palmero destaca que, en el plano higiénico-sanitario, esta degradación se tradujo en "el avance de enfermedades infecto-infeciosas derivadas de las malas condiciones alimentarias e higiénicas".
Una de las características más notables de este periodo fue el predominio de enfermedades como la tuberculosis, el tifus y la difteria, que se cobraban miles de vidas, especialmente entre los más vulnerables.
La falta de vacunas y tratamientos eficaces, sumada a la escasez de alimentos y las deficientes condiciones de vida, exacerbaron la propagación de estas enfermedades.
El racionamiento de alimentos y la dificultad para acceder a bienes básicos, resultado de las políticas autárquicas del régimen franquista, contribuyeron a una situación de desnutrición generalizada, debilitando aún más la salud de la población.
Los servicios sanitarios de la época enfrentaron numerosos obstáculos para ofrecer una atención adecuada.
La escasez de personal médico y de enfermería, la falta de infraestructura hospitalaria adecuada y el insuficiente suministro de medicamentos fueron solo algunas de las limitaciones con las que tuvieron que lidiar. En este contexto, las iniciativas comunitarias y la solidaridad entre los habitantes jugaron un papel crucial en la mitigación de los efectos más devastadores de la crisis sanitaria.
Según expone Guerra Palmero, las autoridades franquistas, tanto centrales como locales, estaban más comprometidas con mantener y favorecer a ciertos sectores sociales allegados al Régimen, intensificando una orientación autárquica que agravaba las condiciones de vida de la mayoría de la población, al tiempo que toleraba y fomentaba una corrupción generalizada.
Estas políticas tuvieron efectos directos y significativos en la situación sanitaria de la mayoría de la población en Canarias.
El desarrollo del programa económico del Régimen, junto con la represión, contribuyó decisivamente al empeoramiento de las condiciones de vida, afectando de manera directa a la sanidad.
Las condiciones higiénico-sanitarias se degradaron debido a una combinación de factores: el hacinamiento, la pobreza, la subalimentación, y la insuficiencia de los servicios benéficos y sanitarios.
La propia Delegación Provincial de Sanidad de FET y de las JONS de Santa Cruz de Tenerife identificó una serie de defectos en los servicios sanitarios que dificultaban gravemente la atención sanitaria, como la separación entre servicios de higiene y asistencia hospitalaria, la ausencia de coordinación entre establecimientos sanitarios, y la insuficiencia de establecimientos especializados.
Las enfermedades infecto-contagiosas se mostraron con mayor virulencia, lo cual confirmó la degradación de las ya precarias condiciones sanitarias de la población.
El mayor número de defunciones provocadas por enfermedades infecciosas y parasitarias se produjo entre 1943 y 1947, lo que indicó un alto grado de incidencia de estas patologías y reflejó las malas condiciones higiénico-sanitarias y la deficiente alimentación de la población.
Por EUGENIO FERNÁNDEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
En Canarias, como en el resto del Estado español, la década de los cuarenta del pasado siglo XX fue una de las más duras para la inmensa mayoría de la población.
Tal y como recoge el investigador Ricardo A. Guerra Palmero en su obra "Sobrevivir en Canarias (1939-1959)", en la inmediata postguerra "la implantación por las armas de la dictadura, así como el desarrollo de su programa económico y la represión, contribuyeron decisivamente en el empeoramiento de las condiciones de vida de la población y especialmente de la clase trabajadora".
La investigación de Guerra Palmero destaca que, en el plano higiénico-sanitario, esta degradación se tradujo en "el avance de enfermedades infecto-infeciosas derivadas de las malas condiciones alimentarias e higiénicas".
Una de las características más notables de este periodo fue el predominio de enfermedades como la tuberculosis, el tifus y la difteria, que se cobraban miles de vidas, especialmente entre los más vulnerables.
La falta de vacunas y tratamientos eficaces, sumada a la escasez de alimentos y las deficientes condiciones de vida, exacerbaron la propagación de estas enfermedades.
El racionamiento de alimentos y la dificultad para acceder a bienes básicos, resultado de las políticas autárquicas del régimen franquista, contribuyeron a una situación de desnutrición generalizada, debilitando aún más la salud de la población.
Los servicios sanitarios de la época enfrentaron numerosos obstáculos para ofrecer una atención adecuada.
La escasez de personal médico y de enfermería, la falta de infraestructura hospitalaria adecuada y el insuficiente suministro de medicamentos fueron solo algunas de las limitaciones con las que tuvieron que lidiar. En este contexto, las iniciativas comunitarias y la solidaridad entre los habitantes jugaron un papel crucial en la mitigación de los efectos más devastadores de la crisis sanitaria.
Según expone Guerra Palmero, las autoridades franquistas, tanto centrales como locales, estaban más comprometidas con mantener y favorecer a ciertos sectores sociales allegados al Régimen, intensificando una orientación autárquica que agravaba las condiciones de vida de la mayoría de la población, al tiempo que toleraba y fomentaba una corrupción generalizada.
Estas políticas tuvieron efectos directos y significativos en la situación sanitaria de la mayoría de la población en Canarias.
El desarrollo del programa económico del Régimen, junto con la represión, contribuyó decisivamente al empeoramiento de las condiciones de vida, afectando de manera directa a la sanidad.
Las condiciones higiénico-sanitarias se degradaron debido a una combinación de factores: el hacinamiento, la pobreza, la subalimentación, y la insuficiencia de los servicios benéficos y sanitarios.
La propia Delegación Provincial de Sanidad de FET y de las JONS de Santa Cruz de Tenerife identificó una serie de defectos en los servicios sanitarios que dificultaban gravemente la atención sanitaria, como la separación entre servicios de higiene y asistencia hospitalaria, la ausencia de coordinación entre establecimientos sanitarios, y la insuficiencia de establecimientos especializados.
Las enfermedades infecto-contagiosas se mostraron con mayor virulencia, lo cual confirmó la degradación de las ya precarias condiciones sanitarias de la población.
El mayor número de defunciones provocadas por enfermedades infecciosas y parasitarias se produjo entre 1943 y 1947, lo que indicó un alto grado de incidencia de estas patologías y reflejó las malas condiciones higiénico-sanitarias y la deficiente alimentación de la población.
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