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DESMONTAMOS, PIEZA POR PIEZA, EL "TRUCO DEL ALMENDRUCO" DE SÁNCHEZ QUE LE PERMITE ESTAR A FAVOR Y EN CONTRA DE LOS PRESUPUESTOS DE GUERRA DE TRUMP

Las dos caras del presidente: cómo Pedro Sánchez engaña a la Otan y a la ciudadanía española con el gasto militar

Pedro Sánchez ha firmado en la cumbre de la OTAN un compromiso para destinar el 5 % del PIB al gasto militar antes de 2035. Esa es la realidad que ha quedado plasmada en la documentacion rubricada. Pero mientras se presenta ante la Alianza Atlántica como un "aliado ejemplar", en España asegura que el presupuesto solo alcanzará el 2 %. Según el autor de este articulo, nuestro colaborador Maximo Relti, esta "doble contabilidad", que esconde miles de millones en partidas opacas, supone un engaño calculado que amenaza con desmantelar la Sanidad, la Educación, las Pensiones y todos los servicios públicos.

 

POR MÁXIMO RELTI PARA CANARIAS SEMANAL.ORG.-

 

     El arte de gobernar, en tiempos de crisis y descontento social, no se limita solo a tomar decisiones. Implica también saber contarlas, moldearlas, reinterpretarlas y, si es necesario, camuflarlas bajo formas amables. En ese juego, Pedro Sánchez se ha vuelto un auténtico maestro.

 

     Su manejo del gasto militar y su doble lenguaje frente a la ciudadanía española y ante los compromisos con la OTAN son un ejemplo claro de hasta qué punto un gobierno puede usar la ambigüedad, el eufemismo y la fragmentación de datos para construir una verdad a la carta.

 

     A lo largo de este artículo, vamos a desmontar las trampas discursivas y el maniobrerismo político que han permitido al presidente español presentarse como moderado ante la población, mientras paralelamente consolidaba un compromiso económico brutal con el complejo militar-industrial norteamericano.

 

 

PRIMER ENGAÑO: LO QUE SE FIRMA EN LA OTAN Y LO QUE SE DICE EN CASA

 

     Durante la cumbre de la OTAN celebrada recientemente, los 32 países miembros firmaron un acuerdo claro y sin ambigüedades: todos los firmantes, incluida España, se comprometieron a alcanzar un 5% del PIB en gasto militar para 2035. El documento no deja lugar a dudas: no hay cláusulas especiales, ni excepciones. Todos, sin matices.

 

 

       Pero apenas unas horas después, Pedro Sánchez y sus medios afines comenzaron una operación de negación cuidadosamente orquestada. Según su versión, España no estaría comprometida con el porcentaje del PIB, sino únicamente con ciertos objetivos “de capacidades”, es decir, con una mejora de los recursos militares sin importar el gasto total. Este relato, aparentemente técnico, tiene una función muy clara: diluir el contenido real del acuerdo firmado y mantener la ilusión de que el gasto militar seguirá siendo "razonable".

 

 

  SEGUNDO ENGAÑO: LA CIFRA DEL 2% COMO CORTINA DE HUMO

 

      Pedro Sánchez insiste en que el gasto militar español no superará el 2% del PIB. Esta cifra se repite como un mantra en ruedas de prensa, medios afines y declaraciones oficiales.

 

     Pero lo que no se explica —y es ahí donde radica este truco del almendruco— es que ese 2% solo se refiere al presupuesto directo del Ministerio de Defensa. Quedan fuera otras partidas ocultas: los créditos extraordinarios para programas armamentísticos, las aportaciones a organismos internacionales, las operaciones militares en el exterior y, sobre todo, las compras directas de armamento a Estados Unidos a través de mecanismos opacos.

 

    Sumando todo, la cifra real se acerca peligrosamente al compromiso del 5%, pero fragmentada, disimulada y escondida en distintos ministerios y partidas extrapresupuestarias.

 

    Este engaño tiene un largo recorrido. Ya desde hace años se utiliza una ingeniería contable que permite esconder miles de millones de euros destinados a defensa bajo nombres como “modernización tecnológica”, “investigación dual” o “contribuciones a la seguridad internacional”. Esta atomización del gasto cumple una función política muy clara: evitar el escándalo social que generaría el reconocimiento público de que España dedica más dinero a armas que a políticas sociales básicas.

 

 

   UN COMPROMISO CON LA OTAN QUE ARRASARÁ CON LOS SERVICIOS PÚBLICOS

 

     Cumplir con el 5% del PIB en gasto militar equivale, según los cálculos actuales, a destinar unos 80.000 millones de euros anuales al ejército. Esto supondría que uno de cada cuatro euros de los Presupuestos Generales del Estado —descontadas las pensiones— iría al gasto bélico.

 

 

    ¿Y de dónde se saca ese dinero? La respuesta es obvia: de la sanidad, de la educación, de la dependencia, de la vivienda. En otras palabras, el nuevo pacto con la OTAN condena a los sectores populares a un recorte estructural de derechos básicos en nombre de una supuesta “seguridad” que en realidad solo beneficia al negocio armamentístico internacional.

 

 

   EL PAPEL DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y LA "FABRICACIÓN DEL CONSENSO"

 

     Ningún engaño político puede sostenerse sin la complicidad mediática. En este caso, los grandes medios han cumplido una función crucial: repetir hasta la saciedad la cifra del 2%, difundir el supuesto “maltrato” de la OTAN a España por no cumplir con sus compromisos, y presentar el aumento del gasto militar como un gesto de responsabilidad internacional. Al mismo tiempo, se invisibilizan las consecuencias sociales de este incremento: colapsos hospitalarios, listas de espera infinitas, escuelas sin recursos, jóvenes sin vivienda y una generación entera precarizada.

 

    Este tipo de manipulación mediática recuerda mucho a lo que ocurrió en otras épocas de rearme. Durante la Guerra Fría, los gobiernos justificaban el gasto en defensa como un "mal necesario" para preservar la paz. Hoy, se vuelve a repetir esa lógica, pero disfrazada de modernización tecnológica, disuasión estratégica y liderazgo europeo.

 

 

LA LÓGICA DE LA MERCANCÍA Y EL PAPEL DEL ESTADO

 

     Desde una mirada estructural, lo que está en juego aquí no es solo un engaño puntual, sino una lógica sistémica. El Estado, lejos de ser un árbitro neutral entre intereses sociales, actúa como instrumento privilegiado de reproducción de las relaciones de clase, tal como nos lo muestran los textos clásicos. Y en este caso, la decisión de aumentar brutalmente el gasto militar no responde a una necesidad social, sino a las exigencias de los grandes grupos financieros vinculados al negocio armamentístico global.

 

 

    Como se interpreta desde el marxismo, el Estado en las sociedades capitalistas no es otra cosa que una estructura diseñada para preservar los intereses de la clase dominante, incluso si eso implica disfrazar sus decisiones de sentido común, consenso o "inevitabilidad".

 

 

    Lo que está haciendo Pedro Sánchez no es más que cumplir con ese papel, pero usando el lenguaje de la ambigüedad progresista.

 

 

EJEMPLO HISTÓRICO: CUANDO LOS GOBIERNOS “SOCIALISTAS” REARMAN EL CAPITAL

 

     Este tipo de maniobras no son nuevas. Basta recordar lo que ocurrió en los años ochenta, cuando gobiernos que se presentaban como progresistas o socialdemócratas asumieron políticas de rearme bajo la presión de Estados Unidos y la OTAN.

 

    En muchos casos, esas decisiones se acompañaron de brutales recortes sociales, privatizaciones y desmantelamiento de un tipo de Estado que, aunque nunca fue del bienestar, conservaba aún las conquistas obtenidas por las luchas de los trabajadores.

 

     La paradoja era evidente: en nombre del progreso y la modernización, se adoptaban políticas profundamente regresivas que favorecían al capital transnacional y castigaban a las clases populares.

 

     Hoy, Pedro Sánchez parece seguir ese mismo guion, pero con una diferencia importante: ha perfeccionado la capacidad de presentar decisiones de subordinación como si fueran gestos de soberanía.

 

    Mientras realmente se arrodilla ante Washington y Bruselas, se presenta ante los españoles como un defensor del interés nacional. Y mientras entrega miles de millones al Pentágono, proclama que defiende el futuro de los jóvenes.

 


     Aceptar y aplicar de forma real el compromiso del 5% del PIB en gasto militar, como ya ha firmado el presidente Pedro Sánchez en la Cumbre de la OTAN, tendría un impacto devastador sobre la sociedad española y sobre los servicios públicos esenciales. A continuación te explicamos, de forma sencilla y concreta, qué implicaría esto para cada uno de los pilares de ese Estado que todavía se siguen empeñando en llamar "del bienestar":
 

 

1. EL DERRUMBE DE LA SANIDAD PÚBLICA

 

    El sistema sanitario español, ya profundamente debilitado por años de recortes y privatizaciones encubiertas, sufriría un colapso progresivo. Si se destinan más de 80.000 millones anuales al gasto militar, ese dinero no podrá ir a contratar personal médico, renovar infraestructuras hospitalarias, reducir listas de espera o garantizar el acceso gratuito a medicamentos.

 

     Ejemplo claro: si el gasto en Defensa crece exponencialmente, el presupuesto sanitario quedará congelado o, incluso, recortado, con el argumento de que “no hay recursos suficientes”.

 

     Esto afectará especialmente a las personas mayores, enfermos crónicos y a quienes dependen exclusivamente del sistema público porque no pueden pagar sanidad privada.

 


2. PENSIONES EN RIESGO

 

   El gasto militar no se financia con dinero mágico: sale del mismo saco del que se pagan las pensiones. Aunque formalmente las pensiones están supuestamente protegidas, en la práctica, para sostener el 5% de inversión en armamento, se aplicarán mecanismos de congelación, de retraso en la edad de jubilación o de ajustes encubiertos a las prestaciones.

 

     Esto ya ha pasado antes. Aumentar el gasto militar siempre viene acompañado de “reformas estructurales” que reducen la masa de gasto social: se empieza diciendo que las pensiones son “insostenibles” y se termina culpando al envejecimiento de la población, cuando el verdadero drenaje económico se da en favor del complejo armamentístico.

 


3. ATAQUE FRONTAL A LA EDUCACIÓN PÚBLICA

     Las consecuencias para la educación serían igual de graves: menos inversión en escuelas, institutos y universidades públicas. La falta de recursos se traducirá en aulas saturadas, recortes de profesorado, infraestructuras deterioradas y un avance constante de la educación concertada y privada.

 

     Además, cuando se impone una lógica militarista en el presupuesto, también se impone en el contenido ideológico: más énfasis en “valores patrióticos”, control social y menos espacio para el pensamiento crítico o las humanidades. La lógica de guerra termina penetrando también en las aulas.


4. DESMANTELAMIENTO SILENCIOSO DE OTROS SERVICIOS PÚBLICOS

 

      Programas de atención a la dependencia, ayudas al alquiler, protección a la infancia, transporte público subvencionado, investigación científica no militar, cultura o protección ambiental pasarían a un segundo plano. No por accidente, sino porque la lógica de la guerra impone una jerarquía clara: todo lo que no sirve a los intereses estratégicos y militares del bloque imperialista es prescindible.

 


5. AGRAVAMIENTO DE LA DESIGUALDAD SOCIAL

 

   Mientras se destinan miles de millones a comprar cazas, misiles o submarinos, millones de personas seguirán sin acceso a servicios públicos de calidad. La brecha entre ricos y pobres se agrandará, no solo porque los servicios básicos se deterioren, sino porque los negocios del armamento concentran poder y riqueza en muy pocas manos.

 

     Así, se produce un círculo perverso: se recortan derechos sociales para alimentar un aparato militar que, a su vez, refuerza el control de las élites sobre el conjunto de la sociedad.

 
 
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