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EL ATROZ TRABAJO EN URUGUAY DEL AGENTE DEL FBI Y LA CIA DAN MITRIONE (1969-1970)

"Este siniesto personaje actuó como asesor de seguridad de los Estados Unidos en América Latina"

El 1 de septiembre de 1969, llegó a Uruguay el siniestro agente del FBI y de la CIA Dan Mitrione, que actuó - recuerda Federico Rubio Herrero - como asesor de seguridad de los Estados Unidos en América Latina (...).

Por FEDERICO RUBIO HERRERO PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-

 

   El 1 de septiembre de 1969, llegó a Uruguay el siniestro agente del FBI y de la CIA Dan Mitrione, que actuó como asesor de seguridad de los Estados Unidos en América Latina. En ese momento el Gobierno uruguayo estaba presidido por Jorge Pacheco Areco. El país vivía un clima de agitación social en el marco de un pronunciado deterioro económico. Desde Washington se temía una posible victoria de la izquierda en las elecciones de noviembre de 1971. La oficina de seguridad pública de los Estados Unidos ya estaba colaborando con la policía uruguaya desde 1965, suministrando armas y entrenamiento. Oficiales de policía uruguayos retirados y agentes de la CIA declararon que Mitrione enseñó a torturar a la policía uruguaya en el sótano de su propia casa en Montevideo, incluyendo el uso del choque eléctrico en los genitales de la víctima.

 

   Un testimonio de su siniestra actividad se tiene en el libro "Pasaporte 1133. Uruguay ocho años con la CIA" del agente doble cubano, Manuel Hevia Cosculluela: "El nuevo asesor -escribió- se reservaba como tarea principal el adiestramiento de ciertos oficiales y policías en la técnica de interrogatorios a detenidos políticos".

 

   Habíamos obtenido una casa en Malvín, la cual reunía los requisitos mínimos: Sótano adaptable a modo de pequeño anfiteatro provisto de aislantes a prueba de sonidos, garaje con puerta interior a la residencia y vecinos distantes. A partir de ese momento Mitrione comenzó a transformarse hasta convertirse en un perfeccionista que lo verificaría todo personalmente. El curso especial se realizó por grupos de no más de una docena de alumnos. El primero se constituyó con antiguos agentes de reconocido crédito, adscritos a la Dirección de Información e Inteligencia. Para el segundo seleccionaron oficiales graduados de la Academia de Policía de Washington y asimismo, se reservaron cuatro plazas para las jefaturas de Cerro Largo, Maldonado, Rivera y Salto. Las clases comenzaron insinuantes: Anatomía y descripción del funcionamiento del sistema nervioso humano, psicología del prófugo y psicología del detenido. Pronto las cosas tomaron un giro desagradable.

 

    Como sujetos de las primeras pruebas se dispuso de tres mendigos, conocidos en Uruguay como bichicomes, habitantes de los suburbios de Montevideo, así como de una mujer, aparentemente de la zona fronteriza con Brasil. No hubo interrogatorio sino una demostración de los efectos de diversos voltajes en las partes del cuerpo humano, así como el empleo de un vomitivo y otra sustancia química. Los cuatro murieron. Lo que ocurría en cada clase era de por sí repulsivo. Lo que le daba un aire de irrealidad de particular horror, era la fría y pausada eficiencia de Mitrione; su vocación docente, su atención a los detalles, lo exacto de sus movimientos, el aseo e higiene que exigía a todos, tal como si estuvieran en la sala de cirugía de un moderno hospital. Mitrione consideraba el interrogatorio un arte complejo. Primero debía ejecutarse el período de ablandamiento, con los golpes y vejaciones usuales. Nada de preguntas, solo golpes e insultos. Después golpes en silencio exclusivamente. Solo después de esto el interrogatorio. Aquí no debía producirse otro dolor que el causado por el instrumento que se utilizara. Durante la sesión debía evitarse que el sujeto perdiera toda esperanza de vida, pues ello podía llevarlo al empecinamiento. Luego me expresaba como al recibirse un sujeto lo primero que se hacía era determinar su estado físico y su grado de resistencia mediante un exhaustivo examen médico, porque una muerte prematura significaba el fracaso del técnico. "Siempre hay que dejarles una esperanza, una remota luz -decía-. Esta es una guerra a muerte. Esa gente es mi enemigo. Este es un trabajo duro. Alguien tiene que hacerlo, es necesario. Ya que me tocó a mí, voy a hacerlo a la perfección. Si fuera boxeador trataría de ser campeón del mundo, pero no lo soy. No obstante, en esta profesión, mi profesión, soy el mejor".

 

   El 31 de julio de 1970, el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros secuestraron a Mitrione y al Cónsul brasileño Aloysio Días Gomide.

 

  El 8 de agosto, el MLN-T envió un comunicado a varios medios de prensa: "Hoy a las 12 será ejecutado Dan Anthony Mitrione". Ni una palabra de Aloysio Días Gomide. Todo parecía indicar que las horas de Mitrione estaban contadas. La vida del Cónsul brasileño por quien se había pedido un rescate no corría peligro.

 

  A eso de las 21:30 horas del 9 de agosto, Mitrione fue sacado de la prisión del pueblo en la Avenida Centenario 4115 a bordo de un vehículo. En el trayecto le dispararon cuatro balazos. A las 4,30 horas de la madrugada fue hallado su cadáver en el cruce de las calles Lucas Moreno y Francisco Lasala, en el barrio La Unión de Montevideo.

 

  Mitrione estaba casado y tenía nueve hijos. Su funeral tuvo amplia publicidad en la prensa estadounidense. Al mismo asistieron entre otros, el Secretario de Estado de Richard Nixon, William P. Rogers. Frank Sinatra y Jerry Lewis realizaron un concierto a beneficio de su familia en Richmond (Indiana).

 

  La película rodada en 1973, "Estado de Sitio", del director griego Costa Gavras, se basa en esta historia con el actor francés Yves Montand, protagonizando el rol   de Mitrione.

 

 

Fuente: Eleuterio Fernández Huidobro (La Historia de los Tupamaros).

 
 
 
 
 
 
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