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Jueves, 31 de Julio de 2025 Tiempo de lectura:

MENTIRAS CON BIRRETE: EL ARTE POLÍTICO ESPAÑOL DE INVENTARSE UN CURRÍCULUM Y SEGUIR COBRANDO

Biografías inéditas de los falsificadores patrios de titulos y distinciones. De los másteres mágicos a las licenciaturas invisibles, La casta política y funcionarial española convierte losl currículum en un género literario de ficción.

En España, tener una carrera universitaria no es imprescindible para gobernar. Lo que importa es aparentarlo. Títulos inventados, másteres que se materializan por arte de magia y diplomas que solo existen en papel fotocopiado forman parte de una tradición política que mezcla desvergüenza, enchufe y prestidigitación académica. Aquí repasamos —con ironía y bisturí— el museo de los horrores curriculares que avergüenzan a nuestra vida pública. Spoiler: no faltan nombres.

POR ARPÍA VIPERINA PARA CANARIAS SEMANAL.ORG.-

 

     En España no es preciso disponer de ningún tipo de titulación para formar parte del gobierno del país. Y nos parece muy bien. Lo contrario sería excluir arbitrariamente a una buena parte de la población española de esa posibilidad.

 

    Paradógicamente, sin embargo, lo que sí parece necesario es hacer como que se ha estudiado o  se dispone de flamantes títulos universitarios.  Esa es la verdadera titulitis patria: no el ansia de formarse, sino la obsesión por figurar.

 

   De acuerdo con lo que hemos ido conociendo en los últimos tiempos, en este país los másteres pueden conseguirse por correo electrónicoLos grados se inventan con una cuenta de Gmail y los títulos universitarios, en general, vienen a ser algo así como las medallas en las guerras modernas: se reparten antes de entrar en combate.

 

     Vivimos en un país donde el carné de partido pesa bastante más que el carné universitario y donde el mérito académico de muchos dirigentes políticos no va más allá de saber abrir un archivo en Word y cambiar la plantilla de un curriculum vitae.

 

   Y es que lo que sí ha quedado demostrado en la última oleada de escándalos en la política española es que mentir sobre los estudios sale casi gratis. A veces, incluso, sale muy rentable.

 

   NOELIA NÚÑEZ: LA DIPUTADA QUE LO ESTUDIÓ TODO… EN SU CABEZA

   El último ejemplo viene con nombre propio: Noelia Núñez, joven promesa del Partido Popular y diputada en el [Img #85822]Congreso. La derecha mediática la vendía como “la Ayuso del sur”. Carismática, agresiva en redes, firme defensora de la libertad de expresión (menos, claro, cuando se trata de decir la verdad).


     Durante meses —años, de hecho— la Núñez se paseó por la escena pública presumiendo de una biografía académica que haría palidecer a cualquier opositor del MIR: Derecho, Filología Inglesa, Ciencias Jurídicas de la Administración Pública… Solo le faltaba un posgrado en Harvard, pero aún tenía tiempo.

    Hasta que A alguien, con muy mala intención y acceso a Google, se le ocurrió comprobar si todo eso era cierto. Grave error... el de Noelia. Porque no lo era. Resultó que la Sr. Nçuez no tenía título universitario alguno. Ni uno. Cero patatero. Nada de nada.
 

    Ella, rápida como un político pillado con una tarjeta black, salió a disculparse: “Fue una equivocación”. Se atrevió a musitar. La culpa la tenía, por lo visto, el corrector automático. Y dimitió, sí, pero con la amplia sonrisa de quien sabe que en su Partido, como sucedía en "Juego de Tronos", caer hoy no significa que no puedas reinar mañana.

 

EL MÁSTER DE SCHRÖDINGER

    Pero sería injusto achacar a doña Noelia la invención del máster cuántico —ese que existe y no existe al mismo tiempo—. [Img #85823]Para entender el origen de esta innoble tradición debemos remontarnos, al menos, a 2018, cuando otra superestrella conservadora se desintegró al calor de sus propios títulos: Cristina Cifuentes.

 


    Presidenta de la Comunidad de Madrid, heroína de la regeneración, abanderada de la limpieza institucional... hasta que una mañana eldiario.es decidió abrir la terrible caja de los diplomas.

 

     La historia ya es leyenda: un máster en Derecho Autonómico en la Universidad Rey Juan Carlos que, como los míticos unicornios, nadie había visto nunca. No había clases, no había Trabajo de Fin de Máster, no había registros. Lo que sí había eran actas con firmas falsificadas y una Universidad pública que parecía regida por el Departamento de Magia de Hogwarts.

 

    Cristina, la regeneradora de la podredumbre nacional, aguantó unas semanas. Se defendió como pudo, mordiéndole los tobillos a sus más cercanos enemigos.

 

    Mostró un Trabajo de Fin de Máster que nadie leyó y que parecía redactado en el reverso de una factura. Y cuando ya nadie hablaba del máster...  ¡plaaaaffffff!, se filtró el vídeo del Eroski: en la que la rubia dama aparecía robando cremas antiarrugas. Un final digno de una tragicomedia que ni el mismo William Shakespeare   se habría atrevido a escribir.


    La dimisión fue inmediata. La moraleja: mucho cuidadín con maquillar el currículumy con robar en supermercados si aspiras a ser presidenta. Sobre todo, si estás a malas con los mandamases de tu propio partido. 

 

PABLO CASADO Y EL FLAMANTE "HARVARD DE ALCORCÓN"

   Pero si hay un nombre que merece el Cum Laude en el arte de engordar su Curriculum Vitae, sin apenas sudar la camiseta, ese es Pablo Casado.
 

 [Img #85824]   El expresidente del PP, siempre sonriente, siempre arreglado, siempre convencido de que la política es un simple PowerPoint con corbata. Casado presumía de máster en Derecho Autonómico (sí, otra vez la URJC), aunque el 95 % del máster le fue convalidado sin que él hiciera absolutamente nada, y el resto lo aprobó entregando trabajos que podrían haber salido de un foro dedicado a venderlos a los más pésimos estudiantes de instituto. 

 

    Pero lo mejor estaba por llegar. Su famoso "posgrado en Harvard", con el que trataba de impresionar en entrevistas y actos oficiales, era un misérrimo curso de cuatro días en Madrid. Cuatro días. En un hotel. Con suerte, con desayuno incluido.

 

    ¿Consecuencias? Ninguna. El Tribunal Supremo, siempre compresivo y generoso, decidió no investigar. Al fin y al cabo, Pablo no había falsificado nada: solo había omitido que su posgrado en Harvard era más breve que una visita al dentista.

 

FUNCIONARIOS CON MÁSTER EN PRESTIDIGITACIÓN

    Pero pasemos ahora de los políticos a otra fauna aún más interesante: los funcionarios de alto rango. Esos que acceden a puestos clave de la Administración pública, cobran sueldos estratosféricos, gestionan recursos multimillonarios y, en algunos casos, no tienen ni el bachillerato terminado. Pero eso sí, en el Curriculum Vitae puede poner que "expertos en archivística", lo que siempre da un airecillo misterioso a la titulación.

 

[Img #85825]    El campeón más reciente de esta tropa es José María Ángel Batalla, comisionado del Gobierno más progre de la historia del mundo mundial para la DANA (ese cargo que nadie sabe qué es, pero que suena a que alguien cobra por él).


     Durante años, Batalla ocupó cargos de responsabilidad gracias a un título en Archivística y Biblioteconomía que —qué sorpresa— no aparece en ningún registro oficial. La Universidad no lo reconoce. El Ministerio de Educación tampoco. Lo único que presentó fue una fotocopia muy sospechosa, como sacada de una carpeta olvidada en la papelería del barrio.

 

   ¿Reacción? José María, firme, se negó a dimitir y aseguró que todo era una “campaña política”. El PSOE lo defendió con más convicción que a sus propias listas electorales. Y la Fiscalía Anticorrupción, con algo más de seriedad, abrió una investigación por falsedad documental.


     Pero, mientras tanto, el comisionado sigue comisionando. Y cobrando, claro. Porque aquí no se premia la formación, sino la negación convincente.

 

TOMÁS BURGOS: EL MÉDICO FANTASMA

   Otro prodigio del sistema es Tomás Burgos, ex secretario de Estado de la Seguridad Social con el PP. Durante años apareció en su biografía como licenciado en Medicina. Qué bien. Solo [Img #85826]había un pequeño problema: no era cierto. Nunca jamás terminó la carrera. Ni siquiera el MIR, ni las prácticas, ni nada de nada.  Y es que, la verdad es que el hombre ni siquiera tenía un fonendoscopio de plástico.

 

     Pero eso no impidió que gestionara pensiones, hospitales, estadísticas de longevidad y presupuestos sanitarios. Porque en España puedes no ser médico pero, sin embargo, te puedes pegar el pufo de llegar a ser Ministro de Sanidad sin que nadie se atreva a toserte por encima del hombro.

 

     Cuando se descubrió el pastel, Burgos procedió a eliminar sigilosamente la palabra “Medicina” de su currículum. Nada de dimisiones, ni de ruedas de prensa, ni de lágrimas públicas. Simplemente, como quien borrara una frase en el programa de textos Word. Eso sí: todos tan contentos. Actualmente, Burgos ostenta nada menos que el cargo de  Viceconsejero de la Presidencia, Administración Pública e Interior de la Junta de Andalucía. ¡Qué careto!

 

EL TÍTULO DE LA ABUELA Y LA SINCERIDAD COMO RAREZA

 

    Claro que también hay excepciones. Como la de José Miguel [Img #85827]González Robles, ex diputado también del PP, caramba. Él sí presentó un título falso de Derecho para ocupar su escaño. ¡Y lo pillaron! Y, en un acto casi revolucionario, lo reconoció todo y dimitió inmediatamente. ¡Alegó que lo habían estafado!, que pensaba que el título era legítimo y que no tenía nada que ocultar.

 

     ¿Milagro? No. Solo un ejemplo de lo que debería ser la norma: si mientes, te vas. Pero en la política española, decir la verdad es tan raro como presentar el TFM a tiempo. Y lo más triste: su caso pasó casi desapercibido. Porque la sinceridad, aquí, no da titulares.

 

EL PRECIO DE LA MENTIRA

 

    Detrás de todo este sainete no solo hay vanidad, sino también mucho dinero público. Porque cada vez que alguien accede a un cargo gracias a un título falso está cobrando lo que no le corresponde. Está ocupando el lugar de alguien que sí estudió, que sí opositó, que sí madrugó.


   Y, sin embargo, raramente se devuelve un euro. Ni se inhabilita a nadie. Ni se investiga quién firmó, quién miró para otro lado, quién fue cómplice necesario en la estafa. Aquí la mentira es como el máster de la Universidad Rey Juan Carlos: se borra con una nota de prensa y a otra cosa mariposa.

 

EL CURRÍCULUM COMO GÉNERO LITERARIO

     Lo más curioso de todo este asunto es que el currículum político ha evolucionado. Ya no es una hoja de vida, sino un relato de autoficción. Un género literario. Un arte narrativo. Como si cada candidato tuviera su propio “Netflix Original”: “Estudios en cuatro continentes”, “Máster en Harvard sin salir de casa”, “Licenciado por inspiración divina”.


Y así hemos llegado donde estamos: con una casta política donde saber mentir pesa más que saber gobernar.

 

EPÍLOGO: “NO TENGO CARRERA... PERO TENGO UNA  CARA”

     Si algo nos enseñan todos estos casos es que la política española no tiene un problema de formación. Tiene un problema de decencia. No es que haya demasiados sin título, es que hay demasiados con cara de tenerlo sin haberlo sudado.

 

    Porque aquí no se exige que los dirigentes hayan leído a Kant y mucho menos a Marx, o sepan calcular un interés compuesto. Solo pedimos que no nos tomen por imbéciles. Que no inflen sus biografías como quien infla una rueda vieja. Que, si quieren presumir de tener estudios, al menos hayan entrado en la Facultad en alguna ocasión sin usar el GPS

 

 
 
 
 
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  • Pepín

    Pepín | Jueves, 31 de Julio de 2025 a las 08:50:16 horas

    Son unos "artistas".

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