
BLACKROCK Y LOS BANCOS ESPAÑOLES QUE COMPRAN BOMBAS: CÓMO SE FINANCIA EL GENOCIDIO EN GAZA
“Tus ahorros pueden estar financiando bombas, aunque no hayas firmado nada”
Mientras el mundo observa con horror la destrucción de Gaza, en despachos de bancos y fondos de inversión se mueven silenciosamente los engranajes que hacen posible esa guerra. No se trata solo de decisiones militares o políticas: detrás del genocidio hay contratos, inversiones y productos financieros que convierten la muerte en negocio. Este artículo revela cómo gigantes como BlackRock y bancos españoles como BBVA o Santander están directamente implicados en el financiamiento de la maquinaria militar israelí, y cómo nuestros propios ahorros pueden estar, , ayudando a sostener ese sistema.
POR JORDI RUIZ PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
Cuando pensamos en una guerra, lo primero que imaginamos
son aviones bombardeando ciudades, soldados cruzando fronteras o edificios derrumbados bajo el estruendo de las explosiones.
Pero hay otro escenario mucho menos visible, silencioso y frío, donde también se decide el destino de los pueblos: las oficinas de los bancos y los fondos de inversión. Ahí, entre números, gráficas y contratos, se financia buena parte de las guerras del mundo. Y en el caso del genocidio en Gaza, también.
Desde octubre de 2023, el Estado de Israel ha intensificado una campaña militar que ha dejado decenas de miles de muertos en la Franja de Gaza, la mayoría civiles. Y mientras las bombas caían, grandes bancos internacionales y fondos de inversión firmaban los cheques necesarios para que esa maquinaria de destrucción siguiera funcionando. ¿La razón? Rentabilidad.
“La guerra no se sostiene solo con armas: también se financia con bonos y bancos.”
En este artículo analizamos cómo bancos españoles, fondos de inversión globales como BlackRock, y estructuras enteras del sistema financiero mundial han sido parte del engranaje que permite a Israel financiar su ofensiva. Pero también va más allá: busca entender cómo es posible que la guerra sea hoy una oportunidad más de inversión. Y lo que es peor: cómo nuestros propios ahorros, sin que lo sepamos, pueden estar ayudando a sostener ese negocio.
BONOS DE GUERRA Y BANCA: LA GUERRA SE COMPRA COMO UNA ACCIÓN
A partir del estallido del conflicto en octubre de 2023, el Estado de Israel recurrió al lanzamiento masivo de “bonos de guerra”: instrumentos financieros mediante los cuales cualquier inversor puede prestar dinero al Estado israelí, a cambio de cobrarlo más adelante con intereses. Es decir: se presta dinero hoy para que se financie la guerra, y se gana dinero mañana si todo sale bien.
Este tipo de instrumentos no es nuevo, pero la escala en la que ha sido usado en esta ocasión y los actores implicados han llamado la atención de múltiples organizaciones por los derechos humanos. Según investigaciones del Centre Delàs, al menos 12 entidades financieras españolas han estado directa o indirectamente implicadas en el financiamiento del aparato militar israelí. Entre ellas se destacan BBVA, Santander, Caixabank, Sabadell, Bankinter, Mapfre y Mutua Madrileña.
Bonos de guerra, inversiones sucias y fondos de pensiones: así funciona el negocio invisible de la destrucción.
Estas entidades no solo compran bonos: también invierten en empresas del sector armamentístico que abastecen al ejército israelí. Empresas como Elbit Systems, Caterpillar o Thales han sido señaladas por su participación activa en la fabricación de drones, sistemas de vigilancia, bulldozers militares y otras herramientas utilizadas en el asedio a Gaza.
Pero lo más alarmante es que la gran mayoría de estas inversiones no provienen de “ricos sin escrúpulos”, sino de productos financieros comunes, como fondos de pensiones, seguros de vida o planes de inversión. Es decir: podríamos estar financiando una guerra sin saberlo, solo por tener la nómina domiciliada o contratar un plan de ahorro.
BLACKROCK: EL PULPO DEL CAPITALISMO GLOBAL
En este esquema, BlackRock juega un papel central. No es un banco tradicional, sino la mayor gestora de fondos de inversión del mundo, con más de 10 billones de dólares en activos bajo su control. Para ponerlo en perspectiva: es más de 4 veces el PIB de toda América Latina junta.
BlackRock no opera como una empresa visible. No fabrica armas ni aparece en las portadas de los diarios. Pero posee acciones en casi todas las grandes compañías del planeta, incluidas aquellas que construyen misiles, sistemas de reconocimiento, aviones de combate o tecnologías de control poblacional.
En el caso de Israel, BlackRock es uno de los mayores inversores institucionales en empresas vinculadas al complejo militar-industrial israelí, como Elbit Systems. Además, ha participado en la compra de bonos de guerra emitidos por el gobierno israelí, lo que implica un financiamiento directo de sus operaciones militares.
¿Y cómo entra el ciudadano común en esta historia? Muy simple: muchos fondos de pensiones, cuentas de ahorro o productos financieros contratados con bancos como BBVA o Santander están gestionados, parcial o totalmente, por BlackRock. Lo que significa que una parte del sueldo o los ahorros de millones de personas están financiando, sin saberlo, una guerra de ocupación y exterminio.
EL CAPITALISMO COMO SISTEMA DE GUERRA
Lo que estamos viendo no es una excepción. No es un error o una “desviación moral” del sistema. Es la lógica misma del capitalismo en su fase actual. El capitalismo se basa en la mercantilización de todas las esferas de la vida, y la guerra no es la excepción. Bajo este modelo, hasta la muerte puede transformarse en ganancia. Los drones se venden. Los conflictos aumentan el valor de las acciones de defensa. Las reconstrucciones son nuevos mercados para el cemento, el acero y la deuda.
Y BlackRock representa esta lógica en su forma más avanzada. Actúa como una plataforma que conecta capitales globales con oportunidades de negocio, sin importar si esas oportunidades son campos de refugiados, pandemias o guerras. No tiene bandera ni moral: solo rendimiento.
Este fenómeno se conecta con otro concepto central en la tradición marxista: la alienación. El individuo queda separado de las consecuencias sociales de sus actos económicos. Así, un trabajador que deposita su salario en un banco “de confianza” puede estar, sin saberlo, financiando la destrucción de escuelas, hospitales y hogares en Palestina.
LA GUERRA NO ES UN ACCIDENTE, ES UN MODELO DE NEGOCIO
El genocidio en Gaza no se sostiene solo con tanques, aviones o decisiones políticas. Se sostiene, sobre todo, con dinero. Y ese dinero no proviene únicamente del gobierno israelí o de aliados como Estados Unidos. Proviene también de bancos europeos, de fondos globales como BlackRock, y de millones de personas que, sin saberlo, podrían estar contribuyendo a financiar la maquinaria de muerte.
La guerra se ha convertido en una mercancía más del sistema capitalista. Y entender eso es el primer paso para resistirla.
FUENTES CONSULTADAS:
Centre Delàs d'Estudis per la Pau
El Salto Diario (2024-2025):
https://www.elsaltodiario.com/industria-armamentistica
POR JORDI RUIZ PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
Cuando pensamos en una guerra, lo primero que imaginamos son aviones bombardeando ciudades, soldados cruzando fronteras o edificios derrumbados bajo el estruendo de las explosiones.
Pero hay otro escenario mucho menos visible, silencioso y frío, donde también se decide el destino de los pueblos: las oficinas de los bancos y los fondos de inversión. Ahí, entre números, gráficas y contratos, se financia buena parte de las guerras del mundo. Y en el caso del genocidio en Gaza, también.
Desde octubre de 2023, el Estado de Israel ha intensificado una campaña militar que ha dejado decenas de miles de muertos en la Franja de Gaza, la mayoría civiles. Y mientras las bombas caían, grandes bancos internacionales y fondos de inversión firmaban los cheques necesarios para que esa maquinaria de destrucción siguiera funcionando. ¿La razón? Rentabilidad.
“La guerra no se sostiene solo con armas: también se financia con bonos y bancos.”
En este artículo analizamos cómo bancos españoles, fondos de inversión globales como BlackRock, y estructuras enteras del sistema financiero mundial han sido parte del engranaje que permite a Israel financiar su ofensiva. Pero también va más allá: busca entender cómo es posible que la guerra sea hoy una oportunidad más de inversión. Y lo que es peor: cómo nuestros propios ahorros, sin que lo sepamos, pueden estar ayudando a sostener ese negocio.
BONOS DE GUERRA Y BANCA: LA GUERRA SE COMPRA COMO UNA ACCIÓN
A partir del estallido del conflicto en octubre de 2023, el Estado de Israel recurrió al lanzamiento masivo de “bonos de guerra”: instrumentos financieros mediante los cuales cualquier inversor puede prestar dinero al Estado israelí, a cambio de cobrarlo más adelante con intereses. Es decir: se presta dinero hoy para que se financie la guerra, y se gana dinero mañana si todo sale bien.
Este tipo de instrumentos no es nuevo, pero la escala en la que ha sido usado en esta ocasión y los actores implicados han llamado la atención de múltiples organizaciones por los derechos humanos. Según investigaciones del Centre Delàs, al menos 12 entidades financieras españolas han estado directa o indirectamente implicadas en el financiamiento del aparato militar israelí. Entre ellas se destacan BBVA, Santander, Caixabank, Sabadell, Bankinter, Mapfre y Mutua Madrileña.
Bonos de guerra, inversiones sucias y fondos de pensiones: así funciona el negocio invisible de la destrucción.
Estas entidades no solo compran bonos: también invierten en empresas del sector armamentístico que abastecen al ejército israelí. Empresas como Elbit Systems, Caterpillar o Thales han sido señaladas por su participación activa en la fabricación de drones, sistemas de vigilancia, bulldozers militares y otras herramientas utilizadas en el asedio a Gaza.
Pero lo más alarmante es que la gran mayoría de estas inversiones no provienen de “ricos sin escrúpulos”, sino de productos financieros comunes, como fondos de pensiones, seguros de vida o planes de inversión. Es decir: podríamos estar financiando una guerra sin saberlo, solo por tener la nómina domiciliada o contratar un plan de ahorro.
BLACKROCK: EL PULPO DEL CAPITALISMO GLOBAL
En este esquema, BlackRock juega un papel central. No es un banco tradicional, sino la mayor gestora de fondos de inversión del mundo, con más de 10 billones de dólares en activos bajo su control. Para ponerlo en perspectiva: es más de 4 veces el PIB de toda América Latina junta.
BlackRock no opera como una empresa visible. No fabrica armas ni aparece en las portadas de los diarios. Pero posee acciones en casi todas las grandes compañías del planeta, incluidas aquellas que construyen misiles, sistemas de reconocimiento, aviones de combate o tecnologías de control poblacional.
En el caso de Israel, BlackRock es uno de los mayores inversores institucionales en empresas vinculadas al complejo militar-industrial israelí, como Elbit Systems. Además, ha participado en la compra de bonos de guerra emitidos por el gobierno israelí, lo que implica un financiamiento directo de sus operaciones militares.
¿Y cómo entra el ciudadano común en esta historia? Muy simple: muchos fondos de pensiones, cuentas de ahorro o productos financieros contratados con bancos como BBVA o Santander están gestionados, parcial o totalmente, por BlackRock. Lo que significa que una parte del sueldo o los ahorros de millones de personas están financiando, sin saberlo, una guerra de ocupación y exterminio.
EL CAPITALISMO COMO SISTEMA DE GUERRA
Lo que estamos viendo no es una excepción. No es un error o una “desviación moral” del sistema. Es la lógica misma del capitalismo en su fase actual. El capitalismo se basa en la mercantilización de todas las esferas de la vida, y la guerra no es la excepción. Bajo este modelo, hasta la muerte puede transformarse en ganancia. Los drones se venden. Los conflictos aumentan el valor de las acciones de defensa. Las reconstrucciones son nuevos mercados para el cemento, el acero y la deuda.
Y BlackRock representa esta lógica en su forma más avanzada. Actúa como una plataforma que conecta capitales globales con oportunidades de negocio, sin importar si esas oportunidades son campos de refugiados, pandemias o guerras. No tiene bandera ni moral: solo rendimiento.
Este fenómeno se conecta con otro concepto central en la tradición marxista: la alienación. El individuo queda separado de las consecuencias sociales de sus actos económicos. Así, un trabajador que deposita su salario en un banco “de confianza” puede estar, sin saberlo, financiando la destrucción de escuelas, hospitales y hogares en Palestina.
LA GUERRA NO ES UN ACCIDENTE, ES UN MODELO DE NEGOCIO
El genocidio en Gaza no se sostiene solo con tanques, aviones o decisiones políticas. Se sostiene, sobre todo, con dinero. Y ese dinero no proviene únicamente del gobierno israelí o de aliados como Estados Unidos. Proviene también de bancos europeos, de fondos globales como BlackRock, y de millones de personas que, sin saberlo, podrían estar contribuyendo a financiar la maquinaria de muerte.
La guerra se ha convertido en una mercancía más del sistema capitalista. Y entender eso es el primer paso para resistirla.
FUENTES CONSULTADAS:
Centre Delàs d'Estudis per la Pau
El Salto Diario (2024-2025):
https://www.elsaltodiario.com/industria-armamentistica
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