
LA "BANCA ARMADA": O CÓMO LAS ENTIDADES FINANCIERAS ALIMENTAN LOS CONFLICTOS ARMADOS
De qué manera los bancos desempeñan un papel clave en la financiación de la industria armamentista
En los márgenes del poder económico global, donde las cifras marean y las decisiones se toman en oficinas insonorizadas, existe una alianza silenciosa pero devastadora: la que une a los grandes bancos con la industria del armamento. A través de complejas operaciones financieras, según nuestro colaborador Carlos Serna, entidades bancarias internacionales y españolas canalizan miles de millones de dólares hacia empresas que fabrican armas utilizadas en conflictos de todo el mundo. Un informe reciente del Centre Delàs d’Estudis per la Pau ha desvelado las dimensiones reales de este negocio
POR CARLOS SERNA PARA CANARIAS SEMANAL.ORG.-
En un contexto internacional marcado por fuertes y
crecientes tensiones geopolíticas y un retorno al rearme como política de Estado, la industria de Defensa ha encontrado en el sistema financiero un aliado indispensable.
Europa se prepara en estos momentos para invertir, bajo la dirección de la Comisión Europea y con el apoyo de la OTAN, la friolera de hasta 800.000 millones de euros en gasto militar. Una cifra que supone no solo un salto sin precedentes en el presupuesto bélico del continente, sino también una oportunidad de oro para una industria que depende estructuralmente del crédito, la inversión y los servicios financieros para operar.
Lejos de quedarse al margen, los bancos más poderosos del mundo se disponen a participar activamente en este ciclo de militarización, ofreciendo financiación directa a empresas armamentistas, adquiriendo participaciones y gestionando sus activos.
“LOS BANCOS JUEGAN UN PAPEL CLAVE EN LA FINANCIACIÓN DE LA INDUSTRIA ARMAMENTISTA.”
El informe 71 del Centre Delàs d’Estudis per la Pau pone cifras concretas a esta relación: entre 2022 y 2024 se han registrado 11.738 operaciones de financiación por un valor de 279.331 millones de dólares dirigidos a empresas que fabrican armas y sistemas de defensa.
![[Img #84100]](https://canarias-semanal.org/upload/images/04_2025/2437_arm.jpg)
EL COMPLEJO MILITAR-INDUSTRIAL-FINANCIERO
La investigación del Centre Delàs confirma la existencia de un “complejo militar-industrial-financiero” que trasciende lo puramente económico para convertirse en una estructura de poder que orienta las políticas públicas y redefine las prioridades sociales. La relación entre bancos y empresas armamentistas es tan estrecha como estable. Sin el apoyo financiero —préstamos, compra de bonos, líneas de crédito— estas empresas no podrían sostener la enorme inversión que requiere la producción bélica moderna.
Grandes nombres del sector como Airbus, Leonardo, Rheinmetall, Saab o Indra aparecen como los principales beneficiarios de esta alianza financiera. En paralelo, bancos como JP Morgan, BlackRock, Bank of America, Morgan Stanley, Société Générale, y otros tantos gigantes financieros se revelan como actores centrales en el sostenimiento del negocio de la guerra. No solo financian, también poseen acciones e influyen en la estrategia empresarial.
La dependencia entre ambas partes es absoluta: los bancos encuentran en el armamento un negocio rentable y seguro, respaldado por contratos estatales; las empresas armamentistas dependen de estos recursos financieros para poder diseñar, producir y exportar.
LA BANCA ARMADA ESPAÑOLA
España no es ajena a esta lógica. En el ranking de banca armada que establece el informe, el Banco Santander encabeza la lista de entidades españolas más implicadas, con 2.868 millones de dólares invertidos en el sector armamentista. Le sigue BBVA con 1.639 millones, y Caixabank también se encuentra entre los principales actores nacionales en este campo.
Estas entidades han financiado a empresas que producen desde aviones de combate hasta misiles, muchas de las cuales han suministrado equipamiento utilizado en conflictos en Oriente Medio, África y Europa del Este. Por ejemplo, Indra, empresa tecnológica española que recibe financiación directa de estos bancos, participa en la producción de sistemas de vigilancia y comunicación utilizados en operaciones militares de la OTAN o en la vigilancia de fronteras.
Los bancos españoles forman parte de este entramado internacional que convierte los beneficios financieros en armas tangibles. No es exagerado decir que una parte del armamento desplegado en las guerras actuales ha pasado antes por las oficinas de inversiones de entidades financieras ibéricas.
LA RESPONSABILIDAD ÉTICA Y SOCIAL
Ante esta realidad, diversas organizaciones sociales y movimientos pacifistas han alzado la voz. La campaña Banca Armada, activa desde hace años, denuncia sistemáticamente la complicidad de estas entidades en la promoción de la violencia global. No se trata simplemente de una crítica moral: se subraya una responsabilidad estructural, que convierte a los bancos en eslabones activos en la cadena que va desde la producción hasta el uso final de las armas.
Durante la junta de accionistas del Banco Santander en 2023, Gonzalo Tejera, del Movimiento de Solidaridad con Palestina, intervino para denunciar que la entidad había financiado a empresas que han vendido armas utilizadas en Gaza. Su declaración fue directa:
"Con estos 2.442 millones de dólares, el Santander y sus dirigentes se convierten en corresponsables del genocidio del pueblo palestino."
Estos testimonios, respaldados por datos verificados, buscan cuestionar una narrativa que presenta al sistema financiero como una infraestructura “neutra”, desligada de las consecuencias de su actividad. La campaña exige "transparencia, desinversión en armamento y el impulso de una banca ética comprometida con la paz y los derechos humanos".
¿SEGURIDAD O NEGOCIO?
El rearme europeo no se presenta solo como una política de defensa, sino como una oportunidad económica. Las cifras son elocuentes: las 15 principales empresas armamentistas analizadas por el informe han acumulado más de 80.000 millones de euros en beneficios desde 2015. Las cotizaciones bursátiles de estas compañías, como Rheinmetall o Leonardo, han experimentado subidas espectaculares, aupadas por los planes de inversión militar.
Mientras se recortan partidas sociales, se amplían los márgenes fiscales para gastos en defensa. El discurso oficial justifica este proceso en nombre de la “seguridad”, pero la lógica económica que lo sustenta apunta en otra dirección: la guerra es rentable.
La industria bélica, sostenida por la banca, es una inversión con retorno garantizado por los Estados. El ciclo se cierra: los gobiernos pagan, las empresas producen, los bancos financian y todos ganan… menos los pueblos que sufren las consecuencias.
UNA ALTERNATIVA POSIBLE
Desde una lectura crítica del capitalismo, lo que este informe evidencia es una forma estructural de acumulación que necesita de la guerra para reproducirse. El capital financiero no se limita a invertir en industrias inofensivas: maximiza su rentabilidad mediante la participación en sectores como el armamento, la vigilancia y la seguridad privada. Todo aquello que fortalece el control, la represión o la destrucción se convierte en activo financiero.
Algunas fuentes consultadas
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POR CARLOS SERNA PARA CANARIAS SEMANAL.ORG.-
En un contexto internacional marcado por fuertes y crecientes tensiones geopolíticas y un retorno al rearme como política de Estado, la industria de Defensa ha encontrado en el sistema financiero un aliado indispensable.
Europa se prepara en estos momentos para invertir, bajo la dirección de la Comisión Europea y con el apoyo de la OTAN, la friolera de hasta 800.000 millones de euros en gasto militar. Una cifra que supone no solo un salto sin precedentes en el presupuesto bélico del continente, sino también una oportunidad de oro para una industria que depende estructuralmente del crédito, la inversión y los servicios financieros para operar.
Lejos de quedarse al margen, los bancos más poderosos del mundo se disponen a participar activamente en este ciclo de militarización, ofreciendo financiación directa a empresas armamentistas, adquiriendo participaciones y gestionando sus activos.
“LOS BANCOS JUEGAN UN PAPEL CLAVE EN LA FINANCIACIÓN DE LA INDUSTRIA ARMAMENTISTA.”
El informe 71 del Centre Delàs d’Estudis per la Pau pone cifras concretas a esta relación: entre 2022 y 2024 se han registrado 11.738 operaciones de financiación por un valor de 279.331 millones de dólares dirigidos a empresas que fabrican armas y sistemas de defensa.
EL COMPLEJO MILITAR-INDUSTRIAL-FINANCIERO
La investigación del Centre Delàs confirma la existencia de un “complejo militar-industrial-financiero” que trasciende lo puramente económico para convertirse en una estructura de poder que orienta las políticas públicas y redefine las prioridades sociales. La relación entre bancos y empresas armamentistas es tan estrecha como estable. Sin el apoyo financiero —préstamos, compra de bonos, líneas de crédito— estas empresas no podrían sostener la enorme inversión que requiere la producción bélica moderna.
Grandes nombres del sector como Airbus, Leonardo, Rheinmetall, Saab o Indra aparecen como los principales beneficiarios de esta alianza financiera. En paralelo, bancos como JP Morgan, BlackRock, Bank of America, Morgan Stanley, Société Générale, y otros tantos gigantes financieros se revelan como actores centrales en el sostenimiento del negocio de la guerra. No solo financian, también poseen acciones e influyen en la estrategia empresarial.
La dependencia entre ambas partes es absoluta: los bancos encuentran en el armamento un negocio rentable y seguro, respaldado por contratos estatales; las empresas armamentistas dependen de estos recursos financieros para poder diseñar, producir y exportar.
LA BANCA ARMADA ESPAÑOLA
España no es ajena a esta lógica. En el ranking de banca armada que establece el informe, el Banco Santander encabeza la lista de entidades españolas más implicadas, con 2.868 millones de dólares invertidos en el sector armamentista. Le sigue BBVA con 1.639 millones, y Caixabank también se encuentra entre los principales actores nacionales en este campo.
Estas entidades han financiado a empresas que producen desde aviones de combate hasta misiles, muchas de las cuales han suministrado equipamiento utilizado en conflictos en Oriente Medio, África y Europa del Este. Por ejemplo, Indra, empresa tecnológica española que recibe financiación directa de estos bancos, participa en la producción de sistemas de vigilancia y comunicación utilizados en operaciones militares de la OTAN o en la vigilancia de fronteras.
Los bancos españoles forman parte de este entramado internacional que convierte los beneficios financieros en armas tangibles. No es exagerado decir que una parte del armamento desplegado en las guerras actuales ha pasado antes por las oficinas de inversiones de entidades financieras ibéricas.
LA RESPONSABILIDAD ÉTICA Y SOCIAL
Ante esta realidad, diversas organizaciones sociales y movimientos pacifistas han alzado la voz. La campaña Banca Armada, activa desde hace años, denuncia sistemáticamente la complicidad de estas entidades en la promoción de la violencia global. No se trata simplemente de una crítica moral: se subraya una responsabilidad estructural, que convierte a los bancos en eslabones activos en la cadena que va desde la producción hasta el uso final de las armas.
Durante la junta de accionistas del Banco Santander en 2023, Gonzalo Tejera, del Movimiento de Solidaridad con Palestina, intervino para denunciar que la entidad había financiado a empresas que han vendido armas utilizadas en Gaza. Su declaración fue directa:
"Con estos 2.442 millones de dólares, el Santander y sus dirigentes se convierten en corresponsables del genocidio del pueblo palestino."
Estos testimonios, respaldados por datos verificados, buscan cuestionar una narrativa que presenta al sistema financiero como una infraestructura “neutra”, desligada de las consecuencias de su actividad. La campaña exige "transparencia, desinversión en armamento y el impulso de una banca ética comprometida con la paz y los derechos humanos".
¿SEGURIDAD O NEGOCIO?
El rearme europeo no se presenta solo como una política de defensa, sino como una oportunidad económica. Las cifras son elocuentes: las 15 principales empresas armamentistas analizadas por el informe han acumulado más de 80.000 millones de euros en beneficios desde 2015. Las cotizaciones bursátiles de estas compañías, como Rheinmetall o Leonardo, han experimentado subidas espectaculares, aupadas por los planes de inversión militar.
Mientras se recortan partidas sociales, se amplían los márgenes fiscales para gastos en defensa. El discurso oficial justifica este proceso en nombre de la “seguridad”, pero la lógica económica que lo sustenta apunta en otra dirección: la guerra es rentable.
La industria bélica, sostenida por la banca, es una inversión con retorno garantizado por los Estados. El ciclo se cierra: los gobiernos pagan, las empresas producen, los bancos financian y todos ganan… menos los pueblos que sufren las consecuencias.
UNA ALTERNATIVA POSIBLE
Desde una lectura crítica del capitalismo, lo que este informe evidencia es una forma estructural de acumulación que necesita de la guerra para reproducirse. El capital financiero no se limita a invertir en industrias inofensivas: maximiza su rentabilidad mediante la participación en sectores como el armamento, la vigilancia y la seguridad privada. Todo aquello que fortalece el control, la represión o la destrucción se convierte en activo financiero.
Algunas fuentes consultadas
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