
¿CUÁLES FUERON LAS "CLAVES SECRETAS" DEL "GIRO COPERNICANO" DE ESPAÑA Y LA UE EN RELACIÓN CON EL DERECHO A LA AUDETERMINACIÓN SAHARAUI?
¿Qué papel desempeña Israel, el yihadismo y la presión migratoria en el cambio europeo hacia Marruecos?
Los recientes giros diplomáticos de países europeos respecto al Sáhara Occidental han despertado indignación y desconcierto en amplios sectores de la población española. No obstante, detrás de las declaraciones oficiales, se esconden intereses estratégicos, militares y económicos muy definidos que revelan un abandono deliberado del derecho internacional. Este reportaje explora las verdaderas causas de esta transformación silenciosa.
Por JORDI RUIZ PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
Durante décadas, la postura de la mayoría de los países
europeos respecto al Sáhara Occidental fue, al menos de cara a la galería, coherente con el derecho internacional:
- apoyo al derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación
- y respaldo a las resoluciones de Naciones Unidas.
Sin embargo, a partir del 2020, comenzaron a producirse cambios bruscos y poco explicados en esta postura.
El caso más evidente fue el giro del gobierno español en 2022, cuando Pedro Sánchez reconoció el Plan de autonomía propuesto por Marruecos como la “base más seria y realista” para resolver el conflicto.
Pero no fue el único. Alemania, Países Bajos, Rumanía o Hungría, entre otros, también suavizaron o modificaron su discurso hacia una posición más cercana a Rabat.
¿QUÉ HABÍA DETRÁS DE ESTE VIRAJE DIPLOMÁTICO?
El relato oficial habló entonces de “realismo”, “nuevos equilibrios” y “necesidad de mantener buenas relaciones vecinales”. Pero tras estas justificaciones diplomáticas se escondían razones mucho más complejas y estratégicas, entrelazadas con intereses geopolíticos, militares y económicos.
Comprender estos tipos de cambios exige mirar más allá de los comunicados oficiales y analizar el contexto global en el que se produce.
EL PESO ESTRATÉGICO DE MARRUECOS PARA EEUU Y LA OTAN
Uno de los elementos clave es la creciente importancia estratégica que Marruecos ha adquirido para Estados Unidos y la OTAN.
Desde hace años, el país magrebí se ha convertido en un socio privilegiado para Washington en el norte de África. Marruecos alberga importantes instalaciones militares, participa en maniobras conjuntas y es considerado un socio “no miembro” de la OTAN.
Fue en este marco, en que se planteó incluso el traslado de las bases militares estadounidenses situadas en Rota y Morón (España) hacia suelo marroquí, una propuesta hecha pública por el general estadounidense Robert Greenway.
¿Fue el reconocimiento al "plan marroquí" sobre el Sáhara una concesión por intereses estratégicos?
Este tipo de propuestas refuerzan la posición negociadora de Marruecos frente a Europa. La monarquía feudal alauita puede ejercer presión mediante la amenaza —velada o explícita— de reemplazar a sus aliados europeos por socios más fiables desde el punto de vista estratégico y militar, como Estados Unidos o Israel.
MARRUECOS E ISRAEL: UNA NUEVA ALIANZA DESENMASCARADA
Otro cambio geopolítico determinante fue la normalización de relaciones entre Marruecos e Israel en diciembre de 2020. A cambio, Estados Unidos reconoció la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental.
Este acuerdo —conocido como parte de los “Acuerdos de Abraham”— alteró profundamente el equilibrio de fuerzas en la región. Para Rabat, fue una victoria diplomática sin precedentes; para el pueblo saharaui, una traición más a su causa.
Desde entonces, las relaciones entre Marruecos e Israel se han intensificado en los planos económico, tecnológico y, sobre todo, militar. Israel se ha convertido en uno de los principales proveedores de armamento para Marruecos, con un claro objetivo: reforzar su control sobre el territorio ocupado del Sáhara.
Europa no es ajena a estos movimientos. Varios gobiernos europeos, temerosos de perder influencia en el Magreb, han optado por acercarse a la postura marroquí para no quedar fuera del nuevo tablero geoestratégico que se está configurando.
EL FANTASMA DEL YIHADISMO Y LA “ESTABILIDAD” EN EL SAHEL
Otro argumento silencioso que empujó a Europa a reconfigurar su política hacia el Sáhara fue el temor a la expansión del yihadismo en el Sahel.
Marruecos se ha vendido ante las potencias occidentales como un “baluarte de estabilidad” frente a la amenaza terrorista que se extiende por países como Malí, Níger y Burkina Faso. Desde esta lógica, reforzar a Marruecos en su control sobre el Sáhara se presenta como una forma de evitar que esta región se convierta en un “vacío de seguridad” que pueda ser presumiblemente aprovechado por grupos armados islamistas.
"El pacto con Israel reconfiguró la política del Magreb y marginó al pueblo saharaui."
Curiosamente, la estrategia marroquí ha consistido en deslegitimar al Frente Polisario insinuando supuestas conexiones con el terrorismo islamista, sin pruebas, pero con eficacia propagandística.
De este modo, Marruecos ha conseguido sembrar dudas en ciertos círculos de inteligencia y diplomacia europea, debilitando aún más el apoyo al pueblo saharaui.
ESPAÑA: ENTRE EL CHANTAJE ENERGÉTICO Y LA PRESIÓN MIGRATORIA
España, la antigua potencia colonial en el Sáhara Occidental, se ha visto particularmente presionada por Marruecos. A diferencia de otros países europeos, España tiene una frontera terrestre directa con Marruecos a través de Ceuta y Melilla, y depende en gran parte del país vecino para controlar los flujos migratorios hacia Europa.
Esta situación ha sido explotada repetidamente por Rabat como instrumento de presión política. El ejemplo más claro ocurrió en mayo de 2021, cuando más de 10.000 personas cruzaron sin control a Ceuta tras el ingreso en un hospital español del líder saharaui Brahim Ghali.
La lectura era muy clara: Marruecos demostró que puede abrir y cerrar el grifo migratorio a voluntad, y que lo hará cuando se sienta “traicionado” diplomáticamente.
Esta capacidad de desestabilización no solo afecta a España, sino también al conjunto de la UE, que teme una nueva “crisis de refugiados” similar a la de 2015.
En ese contexto, Rabat se posiciona como un “socio indispensable”, incluso si para ello impone condiciones que contradicen el derecho internacional.
Además, la reciente explotación de recursos energéticos en aguas saharauis, especialmente las prospecciones de gas y petróleo frente a las costas del Sáhara, añade otra capa de chantaje: Marruecos ha ofrecido a empresas europeas acceso preferente a estos recursos, siempre que reconozcan su soberanía sobre el territorio.
EL FACTOR ECONÓMICO Y LOS INTERESES EMPRESARIALES
No se puede ignorar el peso de los intereses económicos en estos cambios de postura. En los últimos años, Marruecos ha multiplicado sus acuerdos comerciales con países europeos, especialmente en los sectores agrícola, pesquero y de energías renovables. La firma de acuerdos que incluyen productos procedentes del Sáhara Occidental —como frutas, tomates o pescado— ha provocado tensiones legales, pero también una inercia política: los gobiernos prefieren mirar hacia otro lado para no entorpecer relaciones lucrativas.
Las empresas europeas, y en particular las españolas y francesas, han incrementado sus inversiones en infraestructuras, telecomunicaciones y logística en Marruecos. A esto se suma el interés en los proyectos de energías verdes que Rabat ha impulsado como parte de su estrategia para convertirse en potencia exportadora de hidrógeno verde. El Sáhara, con su vasto territorio desértico, es una pieza clave en esta apuesta.
En este contexto, mantener buenas relaciones con Marruecos no solo es una cuestión diplomática, sino también económica. De ahí que muchos gobiernos prefieran adaptarse a los deseos de Rabat antes que enfrentarse a represalias comerciales o a la exclusión de futuros contratos millonarios.
LA RECONFIGURACIÓN DE LAS LEALTADES EN EL MEDITERRÁNEO
Todo esto ocurre mientras se reconfiguran las alianzas en el Mediterráneo. Marruecos, alineado ahora con Israel y Estados Unidos, se presenta como una alternativa más dinámica y prooccidental frente a la inestabilidad creciente en Argelia, país aliado tradicional del Frente Polisario. Europa observa con preocupación los estallidos sociales en Argelia, las tensiones con Francia y su política energética más agresiva.
Así, mientras Argelia se aleja de Europa y refuerza sus vínculos con Rusia y China, Marruecos se convierte en un “socio más cómodo”, aunque imponga un precio alto por esa cercanía.
El Sáhara Occidental, en este tablero, se transforma en una ficha de cambio más: se sacrifica un principio —el derecho a la autodeterminación— a cambio de mantener la estabilidad, la seguridad y los beneficios económicos.
UN PUEBLO OLVIDADO POR LA REALPOLITIK
El viraje de Europa hacia una postura más favorable a Marruecos respecto al Sáhara Occidental no obedece a una transformación ideológica, sino a un conjunto de factores muy concretos: presiones estratégicas, amenazas migratorias, intereses económicos y miedo a la inestabilidad regional.
Pero en medio de estos juegos de poder, el pueblo saharaui queda una vez más marginado. Su causa, respaldada por la legalidad internacional y las resoluciones de la ONU, es ignorada por una Europa que prefiere pactar con el ocupante antes que arriesgar sus intereses.
La geopolítica ha hablado. Y, como ocurre tantas veces en un mundo de feroces disputas interimperialistas, lo ha hecho en contra de los pueblos sin Estado.
Por JORDI RUIZ PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
Durante décadas, la postura de la mayoría de los países europeos respecto al Sáhara Occidental fue, al menos de cara a la galería, coherente con el derecho internacional:
- apoyo al derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación
- y respaldo a las resoluciones de Naciones Unidas.
Sin embargo, a partir del 2020, comenzaron a producirse cambios bruscos y poco explicados en esta postura.
El caso más evidente fue el giro del gobierno español en 2022, cuando Pedro Sánchez reconoció el Plan de autonomía propuesto por Marruecos como la “base más seria y realista” para resolver el conflicto.
Pero no fue el único. Alemania, Países Bajos, Rumanía o Hungría, entre otros, también suavizaron o modificaron su discurso hacia una posición más cercana a Rabat.
¿QUÉ HABÍA DETRÁS DE ESTE VIRAJE DIPLOMÁTICO?
El relato oficial habló entonces de “realismo”, “nuevos equilibrios” y “necesidad de mantener buenas relaciones vecinales”. Pero tras estas justificaciones diplomáticas se escondían razones mucho más complejas y estratégicas, entrelazadas con intereses geopolíticos, militares y económicos.
Comprender estos tipos de cambios exige mirar más allá de los comunicados oficiales y analizar el contexto global en el que se produce.
EL PESO ESTRATÉGICO DE MARRUECOS PARA EEUU Y LA OTAN
Uno de los elementos clave es la creciente importancia estratégica que Marruecos ha adquirido para Estados Unidos y la OTAN.
Desde hace años, el país magrebí se ha convertido en un socio privilegiado para Washington en el norte de África. Marruecos alberga importantes instalaciones militares, participa en maniobras conjuntas y es considerado un socio “no miembro” de la OTAN.
Fue en este marco, en que se planteó incluso el traslado de las bases militares estadounidenses situadas en Rota y Morón (España) hacia suelo marroquí, una propuesta hecha pública por el general estadounidense Robert Greenway.
¿Fue el reconocimiento al "plan marroquí" sobre el Sáhara una concesión por intereses estratégicos?
Este tipo de propuestas refuerzan la posición negociadora de Marruecos frente a Europa. La monarquía feudal alauita puede ejercer presión mediante la amenaza —velada o explícita— de reemplazar a sus aliados europeos por socios más fiables desde el punto de vista estratégico y militar, como Estados Unidos o Israel.
MARRUECOS E ISRAEL: UNA NUEVA ALIANZA DESENMASCARADA
Otro cambio geopolítico determinante fue la normalización de relaciones entre Marruecos e Israel en diciembre de 2020. A cambio, Estados Unidos reconoció la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental.
Este acuerdo —conocido como parte de los “Acuerdos de Abraham”— alteró profundamente el equilibrio de fuerzas en la región. Para Rabat, fue una victoria diplomática sin precedentes; para el pueblo saharaui, una traición más a su causa.
Desde entonces, las relaciones entre Marruecos e Israel se han intensificado en los planos económico, tecnológico y, sobre todo, militar. Israel se ha convertido en uno de los principales proveedores de armamento para Marruecos, con un claro objetivo: reforzar su control sobre el territorio ocupado del Sáhara.
Europa no es ajena a estos movimientos. Varios gobiernos europeos, temerosos de perder influencia en el Magreb, han optado por acercarse a la postura marroquí para no quedar fuera del nuevo tablero geoestratégico que se está configurando.
EL FANTASMA DEL YIHADISMO Y LA “ESTABILIDAD” EN EL SAHEL
Otro argumento silencioso que empujó a Europa a reconfigurar su política hacia el Sáhara fue el temor a la expansión del yihadismo en el Sahel.
Marruecos se ha vendido ante las potencias occidentales como un “baluarte de estabilidad” frente a la amenaza terrorista que se extiende por países como Malí, Níger y Burkina Faso. Desde esta lógica, reforzar a Marruecos en su control sobre el Sáhara se presenta como una forma de evitar que esta región se convierta en un “vacío de seguridad” que pueda ser presumiblemente aprovechado por grupos armados islamistas.
"El pacto con Israel reconfiguró la política del Magreb y marginó al pueblo saharaui."
Curiosamente, la estrategia marroquí ha consistido en deslegitimar al Frente Polisario insinuando supuestas conexiones con el terrorismo islamista, sin pruebas, pero con eficacia propagandística.
De este modo, Marruecos ha conseguido sembrar dudas en ciertos círculos de inteligencia y diplomacia europea, debilitando aún más el apoyo al pueblo saharaui.
ESPAÑA: ENTRE EL CHANTAJE ENERGÉTICO Y LA PRESIÓN MIGRATORIA
España, la antigua potencia colonial en el Sáhara Occidental, se ha visto particularmente presionada por Marruecos. A diferencia de otros países europeos, España tiene una frontera terrestre directa con Marruecos a través de Ceuta y Melilla, y depende en gran parte del país vecino para controlar los flujos migratorios hacia Europa.
Esta situación ha sido explotada repetidamente por Rabat como instrumento de presión política. El ejemplo más claro ocurrió en mayo de 2021, cuando más de 10.000 personas cruzaron sin control a Ceuta tras el ingreso en un hospital español del líder saharaui Brahim Ghali.
La lectura era muy clara: Marruecos demostró que puede abrir y cerrar el grifo migratorio a voluntad, y que lo hará cuando se sienta “traicionado” diplomáticamente.
Esta capacidad de desestabilización no solo afecta a España, sino también al conjunto de la UE, que teme una nueva “crisis de refugiados” similar a la de 2015.
En ese contexto, Rabat se posiciona como un “socio indispensable”, incluso si para ello impone condiciones que contradicen el derecho internacional.
Además, la reciente explotación de recursos energéticos en aguas saharauis, especialmente las prospecciones de gas y petróleo frente a las costas del Sáhara, añade otra capa de chantaje: Marruecos ha ofrecido a empresas europeas acceso preferente a estos recursos, siempre que reconozcan su soberanía sobre el territorio.
EL FACTOR ECONÓMICO Y LOS INTERESES EMPRESARIALES
No se puede ignorar el peso de los intereses económicos en estos cambios de postura. En los últimos años, Marruecos ha multiplicado sus acuerdos comerciales con países europeos, especialmente en los sectores agrícola, pesquero y de energías renovables. La firma de acuerdos que incluyen productos procedentes del Sáhara Occidental —como frutas, tomates o pescado— ha provocado tensiones legales, pero también una inercia política: los gobiernos prefieren mirar hacia otro lado para no entorpecer relaciones lucrativas.
Las empresas europeas, y en particular las españolas y francesas, han incrementado sus inversiones en infraestructuras, telecomunicaciones y logística en Marruecos. A esto se suma el interés en los proyectos de energías verdes que Rabat ha impulsado como parte de su estrategia para convertirse en potencia exportadora de hidrógeno verde. El Sáhara, con su vasto territorio desértico, es una pieza clave en esta apuesta.
En este contexto, mantener buenas relaciones con Marruecos no solo es una cuestión diplomática, sino también económica. De ahí que muchos gobiernos prefieran adaptarse a los deseos de Rabat antes que enfrentarse a represalias comerciales o a la exclusión de futuros contratos millonarios.
LA RECONFIGURACIÓN DE LAS LEALTADES EN EL MEDITERRÁNEO
Todo esto ocurre mientras se reconfiguran las alianzas en el Mediterráneo. Marruecos, alineado ahora con Israel y Estados Unidos, se presenta como una alternativa más dinámica y prooccidental frente a la inestabilidad creciente en Argelia, país aliado tradicional del Frente Polisario. Europa observa con preocupación los estallidos sociales en Argelia, las tensiones con Francia y su política energética más agresiva.
Así, mientras Argelia se aleja de Europa y refuerza sus vínculos con Rusia y China, Marruecos se convierte en un “socio más cómodo”, aunque imponga un precio alto por esa cercanía.
El Sáhara Occidental, en este tablero, se transforma en una ficha de cambio más: se sacrifica un principio —el derecho a la autodeterminación— a cambio de mantener la estabilidad, la seguridad y los beneficios económicos.
UN PUEBLO OLVIDADO POR LA REALPOLITIK
El viraje de Europa hacia una postura más favorable a Marruecos respecto al Sáhara Occidental no obedece a una transformación ideológica, sino a un conjunto de factores muy concretos: presiones estratégicas, amenazas migratorias, intereses económicos y miedo a la inestabilidad regional.
Pero en medio de estos juegos de poder, el pueblo saharaui queda una vez más marginado. Su causa, respaldada por la legalidad internacional y las resoluciones de la ONU, es ignorada por una Europa que prefiere pactar con el ocupante antes que arriesgar sus intereses.
La geopolítica ha hablado. Y, como ocurre tantas veces en un mundo de feroces disputas interimperialistas, lo ha hecho en contra de los pueblos sin Estado.
Chorche | Sábado, 05 de Julio de 2025 a las 21:11:22 horas
Las bases norteamericanas que se las lleven a donde las quieran. Menudo favor que nos harían.
A los sátrapas, Israel y Marruecos, que este país no se destaca precisamente en el respeto a los derechos humanos, dios los cría y ellos se juntan.
Yo no les llamaría disputas interimperialistas, aquí hay un imperio, el anglosionista, mafioso, degenerado, genocida, saqueador, destructor, que se ha erigido en el amo del mundo y no permite "el derecho a la vida" a los Pueblos que no se dejan someter por el imperio.
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