
TRABAJO Y POBREZA EN CANARIAS: TENER UN EMPLEO YA NO GARANTIZA CUBRIR LOS GASTOS BÁSICOS
¿Qué sentido tiene hablar de recuperación económica si millones siguen empobreciéndose?
Canarias vive una paradoja inquietante: los indicadores económicos hablan de recuperación, pero más de un millón de personas no pueden afrontar sus gastos básicos. El empleo crece, pero también la pobreza. ¿Cómo se explica esta contradicción?
Por EUGENIO FERNÁNDEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
La pobreza se extiende en silencio, mientras los discursos oficiales celebran cifras que poco tienen que ver con la realidad que viven miles de familias en las islas. En Canarias, más de un millón de personas no pueden cubrir sus gastos más básicos. Alimentación, energía, transporte o el acceso a la educación son, para muchas familias, lujos cada vez más inalcanzables. Y todo esto sucede mientras desde el Gobierno central, y el Ejecutivo regional, se proclaman como logros económicos datos como el control de la inflación o el crecimiento del empleo. El relato oficial habla de recuperación. La vida cotidiana de gran parte de la población, sin embargo, está marcada por la precariedad, la frustración y el empobrecimiento progresivo.
LOS NÚMEROS NO MIENTEN
Según la Encuesta de Presupuestos Familiares, en Canarias más de 1.311.000 personas —entre una población de algo más de 2,2 millones— aseguran que no les alcanza para cubrir gastos esenciales. Un dato demoledor que refleja el abismo entre los ingresos y el coste real de la vida.
Las familias necesitarían al menos 250 euros extra cada mes para llegar con algo de desahogo al final. Y esta brecha no deja de crecer. El año pasado, el coste de la cesta de la compra se disparó en 683 euros debido a un incremento del 15,3% en alimentos y bebidas. También subieron los gastos en transporte, vivienda y otros servicios básicos.
Pero quizás lo más alarmante es que esta situación no afecta solo a personas desempleadas. La pobreza está golpeando de lleno a quienes tienen empleo. El 65% de los trabajadores en las islas asegura que no puede llegar a fin de mes. Y un 14% ni siquiera puede asumir gastos como el agua o la electricidad.
El salario medio apenas ha variado: en 2021 era de 21.631 euros. Hoy ronda tan solo los 22.235 euros. Una cifra muy por debajo del gasto anual medio, que supera ya los 25.300 euros. El resultado es una pérdida constante de poder adquisitivo, que vacía los bolsillos y desgasta las expectativas de futuro.
Caya Suárez, secretaria general de Cáritas en Canarias, lo resume sin rodeos: “Se amplía la brecha social porque solo se mejora en un sector minoritario. Hay casi un 50% de personas que no pueden hacer frente a gastos imprevistos”. El drama habitacional, la inestabilidad laboral y los salarios estancados hacen que miles de personas vivan al límite, sin margen para nada.
Y no es una situación aislada. En sectores estratégicos como la hostelería, los trabajadores han tenido que alzar la voz. La reciente huelga en Tenerife, en plena Semana Santa, fue una respuesta directa a la negativa de la patronal de ofrecer una mejora salarial real.
“Nos dicen que no hay dinero mientras los hoteles están llenos y los beneficios empresariales crecen”, denunciaba uno de los portavoces sindicales.
Las cifras de empleo pueden ser buenas en el papel, pero esconden una verdad incómoda: lo que más abunda es el empleo precario. Contratos temporales, jornadas parciales, sueldos bajos y condiciones laborales que impiden construir una vida mínimamente estable. En este contexto, tener trabajo ya no es sinónimo de seguridad ni de bienestar. Tener trabajo significa, para muchos, estar ocupados y seguir siendo pobres.
UN MODELO QUE NO FUNCIONA
Detrás de esta realidad hay un modelo económico que no garantiza el bienestar colectivo. Un modelo que concentra la riqueza en pocas manos, mientras amplía la desigualdad. Un sistema que premia la acumulación y deja atrás a quienes no logran sostenerse en una carrera cada vez más desigual.
Cuando los sectores que más contribuyen a la economía regional —como la hostelería y el turismo— no garantizan a sus trabajadores una vida digna, algo está estructuralmente mal. No se trata solo de subir los salarios, sino de repensar para quién y para qué se organiza la economía. Lo que está en juego es la misma posibilidad de vivir con dignidad.
Por EUGENIO FERNÁNDEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
La pobreza se extiende en silencio, mientras los discursos oficiales celebran cifras que poco tienen que ver con la realidad que viven miles de familias en las islas. En Canarias, más de un millón de personas no pueden cubrir sus gastos más básicos. Alimentación, energía, transporte o el acceso a la educación son, para muchas familias, lujos cada vez más inalcanzables. Y todo esto sucede mientras desde el Gobierno central, y el Ejecutivo regional, se proclaman como logros económicos datos como el control de la inflación o el crecimiento del empleo. El relato oficial habla de recuperación. La vida cotidiana de gran parte de la población, sin embargo, está marcada por la precariedad, la frustración y el empobrecimiento progresivo.
LOS NÚMEROS NO MIENTEN
Según la Encuesta de Presupuestos Familiares, en Canarias más de 1.311.000 personas —entre una población de algo más de 2,2 millones— aseguran que no les alcanza para cubrir gastos esenciales. Un dato demoledor que refleja el abismo entre los ingresos y el coste real de la vida.
Las familias necesitarían al menos 250 euros extra cada mes para llegar con algo de desahogo al final. Y esta brecha no deja de crecer. El año pasado, el coste de la cesta de la compra se disparó en 683 euros debido a un incremento del 15,3% en alimentos y bebidas. También subieron los gastos en transporte, vivienda y otros servicios básicos.
Pero quizás lo más alarmante es que esta situación no afecta solo a personas desempleadas. La pobreza está golpeando de lleno a quienes tienen empleo. El 65% de los trabajadores en las islas asegura que no puede llegar a fin de mes. Y un 14% ni siquiera puede asumir gastos como el agua o la electricidad.
El salario medio apenas ha variado: en 2021 era de 21.631 euros. Hoy ronda tan solo los 22.235 euros. Una cifra muy por debajo del gasto anual medio, que supera ya los 25.300 euros. El resultado es una pérdida constante de poder adquisitivo, que vacía los bolsillos y desgasta las expectativas de futuro.
Caya Suárez, secretaria general de Cáritas en Canarias, lo resume sin rodeos: “Se amplía la brecha social porque solo se mejora en un sector minoritario. Hay casi un 50% de personas que no pueden hacer frente a gastos imprevistos”. El drama habitacional, la inestabilidad laboral y los salarios estancados hacen que miles de personas vivan al límite, sin margen para nada.
Y no es una situación aislada. En sectores estratégicos como la hostelería, los trabajadores han tenido que alzar la voz. La reciente huelga en Tenerife, en plena Semana Santa, fue una respuesta directa a la negativa de la patronal de ofrecer una mejora salarial real.
“Nos dicen que no hay dinero mientras los hoteles están llenos y los beneficios empresariales crecen”, denunciaba uno de los portavoces sindicales.
Las cifras de empleo pueden ser buenas en el papel, pero esconden una verdad incómoda: lo que más abunda es el empleo precario. Contratos temporales, jornadas parciales, sueldos bajos y condiciones laborales que impiden construir una vida mínimamente estable. En este contexto, tener trabajo ya no es sinónimo de seguridad ni de bienestar. Tener trabajo significa, para muchos, estar ocupados y seguir siendo pobres.
UN MODELO QUE NO FUNCIONA
Detrás de esta realidad hay un modelo económico que no garantiza el bienestar colectivo. Un modelo que concentra la riqueza en pocas manos, mientras amplía la desigualdad. Un sistema que premia la acumulación y deja atrás a quienes no logran sostenerse en una carrera cada vez más desigual.
Cuando los sectores que más contribuyen a la economía regional —como la hostelería y el turismo— no garantizan a sus trabajadores una vida digna, algo está estructuralmente mal. No se trata solo de subir los salarios, sino de repensar para quién y para qué se organiza la economía. Lo que está en juego es la misma posibilidad de vivir con dignidad.
Chorche | Sábado, 26 de Abril de 2025 a las 12:21:02 horas
Mucho tiene que ver el "monocultivo" canario mimado por el sistema capitalista: el turismo.
Tiene que haber diversidad.
Pero la dictadura del capital, como no tiene fundamentos sólidos, ni valores, ni sabiduría, como está fundada en el pillaje, en el saqueo y en la destrucción y ésto a la fuerza tiene que acabar mal, cada día anda más desbocada en busca de los últimos recursos que le quedan por devorar, lo quieren todo para ellos.
Así que a lxs canarios y a las personas que somos conscientes de ello, de cualquier Pueblo del mundo, no nos queda otra que luchar por nuestros derechos.
Podemos perder frente al monstruo, pero si no luchamos estamos perdidos.
Hay otras formas de vivir respetuosas con el Planeta y con sus criaturas. Empecemos a cooperar con ellas.
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