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LA "INTERNACIONAL REACCIONARIA" NO ES UN MITO: YA ESTÁ EN MARCHA

Una ola reaccionaria recorre el mundo... Pero, ¿a quién sirve y de dónde nace? ¿Por qué quienes dicen representar al “pueblo trabajador” terminan atacando sus derechos?

En los últimos años, hemos visto crecer una nueva derecha que se disfraza de "antisistema" pero protege al poder económico. Este artículo explora los verdaderos intereses detrás del auge reaccionario, desenmascarando su estrategia y explicando cómo responder desde las clases trabajadoras.

 POR CÁNDIDO GÁLVEZ PARA CANARIAS SEMANAL.ORG

 

     Hay algo que huele a viejo, aunque se presente como [Img #86912]nuevo. En el curso de los últimos años hemos visto cómo se multiplican los discursos que, con tono populista y vestimenta antisistema, prometen devolverle el poder a “la gente común”. Nos hablan de patriotismo, de orden, de volver a valores “sanos”. Sin embargo, cuando uno rasca un poco debajo de esa superficie ruidosa, lo que aparece no es una revolución desde abajo, sino una restauración desde arriba.

 

     En este breve artículo nos proponemos desentrañar los verdaderos hilos que mueven la llamada “internacional reaccionaria”, esa red cada vez más articulada de fuerzas de ultraderecha que ha sabido canalizar los miedos, frustraciones y rabias del presente para construir un proyecto político al servicio del capital.

 

EL NUEVO DISFRAZ DE LA REACCIÓN

    Trump, Bolsonaro, Abascal, Milei, Le Pen… No es casual que sus discursos se parezcan, aunque provengan de países distintos. Tampoco es casual que compartan una narrativa que pone el foco en el “enemigo interno”: inmigrantes, "comunistas", sindicalistas, minorías étnicas o sexuales. Dicen defender a las mayorías olvidadas, pero sus políticas terminan favoreciendo a los poderosos de siempre.

 

     Esta paradoja es posible porque el nuevo discurso reaccionario ha logrado capturar un sentimiento real de malestar social. En efecto, vivimos una época de crisis prolongada: trabajos precarizados, pérdida de derechos sociales, servicios públicos desmantelados, jóvenes sin futuro. Y, sin embargo, la respuesta que se promueve desde estas derechas no apunta a la raíz del problema (la lógica del capital y su necesidad de acumular a costa de lo común), sino a soluciones falsas, a chivos expiatorios.

 

    Por ejemplo, en el documento del CETyD (1) se analiza cómo esta nueva ultraderecha se presenta como voz de “los olvidados”, incluso de los trabajadores, pero para luego avanzar en políticas que reducen sus derechos laborales, limitan la acción sindical, y desarticulan los marcos de protección social. Bajo la excusa de la libertad individual, lo que proponen es desregular el mercado de trabajo para beneficiar a las grandes empresas.

 

LA COARTADA DE “LA GENTE DE BIEN”

     La narrativa reaccionaria juega con una idea poderosa: la del hombre común al que nadie escucha. Y en esa construcción, se arroga la representación de un sujeto ficticio: “la mayoría silenciosa”. Ese sujeto es, casi siempre, blanco, heterosexual, nacionalista, varón, trabajador y “de orden”. Y frente a ese sujeto idealizado, se construyen sus opuestos: “los otros” los que reciben ayudas, los que tienen derechos especiales, los que protestan, los que incomodan.

 

    Este dispositivo tiene una función clara: dividir a las clases populares, enfrentarlas entre sí, impedir la unidad de los oprimidos. La estrategia no es nueva. Ya en los análisis clásicos del Estado como superestructura ideológica, se advertía que una de sus funciones centrales es la de producir una apariencia de consenso. Un consenso fabricado, claro está, por quienes controlan los aparatos de propaganda y represión.

 

     Como señala Engels en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, el Estado no surge como un árbitro neutral, sino como una herramienta para organizar la dominación de una clase sobre otra. Lo que estamos viendo hoy es cómo ese aparato se reactiva bajo nuevas formas para responder a una crisis sistémica del capitalismo, en la que ya no alcanza con administrar el descontento. Ahora se necesita moldearlo, disciplinarlo, dirigirlo hacia objetivos funcionales al poder.

 

 

UNA INTERNACIONAL REACCIONARIA EN MARCHA

 

     El auge de estas derechas no es un fenómeno aislado. Lo que está ocurriendo es que, ante el agotamiento de los consensos neoliberales clásicos, las fracciones más agresivas del capital se reorganizan políticamente. La ultraderecha no es una excentricidad, sino una forma de recomposición del poder en tiempos de crisis estructural.

 

     No es casual, entonces, que existan vínculos, financiamientos y líneas de acción comunes entre las derechas de Estados Unidos, Europa y América Latina. Se trata de una red con estrategia propia: deslegitimar los organismos internacionales, atacar a los sindicatos, negar el cambio climático, criminalizar la protesta, fomentar el nacionalismo económico... pero siempre, siempre, sin cuestionar el sistema que produce la desigualdad.

 

    Por eso, el término “internacional reaccionaria” no es un mero recurso retórico. Nombra una realidad concreta: una ofensiva global, organizada y cada vez más articulada contra los derechos sociales, las conquistas democráticas y los intentos de transformación radical.

 

¿CÓMO RESPONDER?

 

     El primer paso para enfrentar esta ofensiva es no caer en sus trampas discursivas. Ni la “libertad de mercado” es sinónimo de libertad, ni “la gente de bien” representa a las mayorías. Necesitamos recuperar la voz, los espacios y las herramientas de las clases trabajadoras. Porque el problema no son los inmigrantes, ni las feministas, ni los sindicatos. El problema es un sistema que concentra la riqueza en pocas manos y que hoy busca blindarse con nuevas formas de autoritarismo.

 

     Como decía una consigna que resonó en las calles de Europa y América Latina: “No es crisis, es capitalismo”. Y frente a la barbarie que se avecina, hace falta una respuesta desde abajo, colectiva y organizada. Porque si no lo hacemos nosotros, lo harán ellos… y ya sabemos lo que eso significa.

 

(1) "La internacional reaccionaria contra los trabajadores. Las políticas laborales de los gobiernos de ultra-derecha"

Publicado por el Centro de Estudios del Trabajo y el Desarrollo (CETyD), del Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES) de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), Argentina.

 


 


 
 
 
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