
TRUMP SACA EL BATE DE LOS ARANCELES Y AMENAZA A LA UE SI NO INVIERTE 600 MIL MILLONES EN EE.UU.
El "libre comercio" se convierte en un campo de batalla por la dominación geopolítica
Donald Trump ha vuelto con su estilo más brutal: o Europa invierte 600.000 millones de dólares en Estados Unidos, o se enfrenta a un arancel del 35 %. Bajo la apariencia de una simple negociación comercial, se esconde un episodio más de un modelo de coerción imperial disfrazado de libre mercado. La UE se tambalea entre la sumisión o la ruptura. En este artículo nuestro colaborador Aday Quesada te explica por qué esta amenaza revela mucho más que un desencuentro aduanero.
POR ADAY QUESADA PARA CANARIAS SEMANAL
A veces creemos que el proteccionismo es cosa del pasado, una reliquia electoral destinada al folclore político. Pero no: vuelve bajo una nueva máscara, más agresiva y calculada.
Nos referimos a la última amenaza arancelaria del expresidente estadounidense Donald Trump. Un ultimátum tan brutal como revelador: si la Unión Europea no invierte 600.000 millones de dólares en EE. UU., Trump subirá los aranceles del 15 % actuales al 35 % en productos europeos
Es aconsejable no dejarse distraer por la retórica estridente: lo que se está escribiendo es un episodio clave del pulso entre capital global y clases trabajadoras —aquí disfrazado de negociación entre bloques contables. Trump condiciona la rebaja previa de aranceles, de un 30 % a un 15 %, a una exigencia:
600.000 millones en inversiones y compras en sectores como semiconductores, energía y defensa .
Lo llamativo no es tanto la cifra, como el modo: para Trump, ese dinero no es un préstamo, “es un regalo”, totalmente libre de condiciones europeas.
El escenario recuerda a un trueque desleal: el bolsillo europeo amortigua los aranceles mientras el capital norteamericano acumula provisiones. El acuerdo informal, sellado hace solo nueve días, pacta aranceles del 15 % pero exige inversiones además de compras de gas, petróleo o chips por 750.000 millones de dólares.
A cambio, EE.UU. ofrece aranceles más bajos, sin contraprestación recíproca desde la Comisión Europea. Algunas autoridades comunitarias han ironizado: esta inversión no era obligatoria, no estaba escrita, no suena a acuerdo firme. Trump sostiene lo contrario: que sí lo es, y no habrá perdón si se incumple.
Veamos lo que esto oculta: un reordenamiento global en favor del capital financiero y los monopolios. Primero, porque desvela una lógica donde los sacrificios recaen sobre trabajadores y pymes europeas, mientras grandes fondos industriales respiran. Segundo, porque legitima políticas nacionales de subsidios, proteccionismo y manipulación de mercados energéticos y tecnológicos. Si Bruselas no obedece, amenaza Trump, Estados Unidos volverá a tasas del 35 % de la noche a la mañana
Peor aún: no contento con el ejército de cifras que jadearán en los anaqueles del Senado norteamericano, Trump anuncia aranceles farmacéuticos del 250 % si no se produce dentro de EE. UU., lo que deja a países como Suiza e India en el punto de mira 1.
Aquí no hay margen comercial: es una batalla dirimida con pullas y ultimátums.
“Iniciaremos con tasas bajas, luego al 150 %, y finalmente al 250 %”, explicó, “porque queremos productos fabricados en nuestro país”
La solemne envoltura de "seguridad nacional" sirve de coartada: semiconductores, defensa, fármacos, energía. Todo pasa por una narrativa nacionalista que apela al patriotismo industrial, mientras los perfiles que menos cuentan —los trabajadores europeos, los usuarios de medicamentos, los consumidores de tecnología— sufren la extorsión económica disfrazada de negociación.
Desde la perspectiva marxista, este episodio es una muestra del conflicto estructural: el capital exige rendición política a cambio de beneficios técnicos menores. La inversión europea reclamada no viene acompañada de ningún control real. Trump presume que podrá usar esos fondos “en lo que quiera”. Aquí radica la voladura de la soberanía: no es un préstamo, no hay contrapartida, simplemente se espera sumisión financiera.
Mientras tanto, el efecto en los mercados es inmediato. A pesar del anuncio, el nuevo repunte del Ibex superó los 14.400 puntos, aunque con claros signos de incertidumbre vista la retórica proteccionista que conlleva volatilidad. Las empresas energéticas y tecnológicas se preparan para ajustes drásticos, pero la presión recae otra vez sobre la ciudadanía.
Este modelo no es nuevo, aunque enmascarado. En febrero Trump ya impuso aranceles del 25 % al 50 % a la UE, desatando una nueva fase de guerra comercial, con represalias europeas preparadas por 93.000 millones.
La versión actual es un agravamiento: se exige sumisión sin reciprocidad, y se construye una retórica de “ellos pagan o revientan” sobre la que Trump boquea en CNBC con aire de justiciero alfombrado .
No estamos, pues, ante un simple episodio de negociación diplomática, sino ante una coerción estratégica del capital sobre los gobiernos de su misma naturaleza.
Se redefine el poder negociador del bloque capitalista: el dinero condiciona las tarifas, y las tarifas condicionan la soberanía. Europa se enfrenta a una encrucijada: o cede sin condiciones o reinventa alianzas internacionales más allá del chantaje de Estados Unidos bajo el discurso del libre mercado.
POR ADAY QUESADA PARA CANARIAS SEMANAL
A veces creemos que el proteccionismo es cosa del pasado, una reliquia electoral destinada al folclore político. Pero no: vuelve bajo una nueva máscara, más agresiva y calculada.
Nos referimos a la última amenaza arancelaria del expresidente estadounidense Donald Trump. Un ultimátum tan brutal como revelador: si la Unión Europea no invierte 600.000 millones de dólares en EE. UU., Trump subirá los aranceles del 15 % actuales al 35 % en productos europeos
Es aconsejable no dejarse distraer por la retórica estridente: lo que se está escribiendo es un episodio clave del pulso entre capital global y clases trabajadoras —aquí disfrazado de negociación entre bloques contables. Trump condiciona la rebaja previa de aranceles, de un 30 % a un 15 %, a una exigencia:
600.000 millones en inversiones y compras en sectores como semiconductores, energía y defensa .
Lo llamativo no es tanto la cifra, como el modo: para Trump, ese dinero no es un préstamo, “es un regalo”, totalmente libre de condiciones europeas.
El escenario recuerda a un trueque desleal: el bolsillo europeo amortigua los aranceles mientras el capital norteamericano acumula provisiones. El acuerdo informal, sellado hace solo nueve días, pacta aranceles del 15 % pero exige inversiones además de compras de gas, petróleo o chips por 750.000 millones de dólares.
A cambio, EE.UU. ofrece aranceles más bajos, sin contraprestación recíproca desde la Comisión Europea. Algunas autoridades comunitarias han ironizado: esta inversión no era obligatoria, no estaba escrita, no suena a acuerdo firme. Trump sostiene lo contrario: que sí lo es, y no habrá perdón si se incumple.
Veamos lo que esto oculta: un reordenamiento global en favor del capital financiero y los monopolios. Primero, porque desvela una lógica donde los sacrificios recaen sobre trabajadores y pymes europeas, mientras grandes fondos industriales respiran. Segundo, porque legitima políticas nacionales de subsidios, proteccionismo y manipulación de mercados energéticos y tecnológicos. Si Bruselas no obedece, amenaza Trump, Estados Unidos volverá a tasas del 35 % de la noche a la mañana
Peor aún: no contento con el ejército de cifras que jadearán en los anaqueles del Senado norteamericano, Trump anuncia aranceles farmacéuticos del 250 % si no se produce dentro de EE. UU., lo que deja a países como Suiza e India en el punto de mira 1.
Aquí no hay margen comercial: es una batalla dirimida con pullas y ultimátums.
“Iniciaremos con tasas bajas, luego al 150 %, y finalmente al 250 %”, explicó, “porque queremos productos fabricados en nuestro país”
La solemne envoltura de "seguridad nacional" sirve de coartada: semiconductores, defensa, fármacos, energía. Todo pasa por una narrativa nacionalista que apela al patriotismo industrial, mientras los perfiles que menos cuentan —los trabajadores europeos, los usuarios de medicamentos, los consumidores de tecnología— sufren la extorsión económica disfrazada de negociación.
Desde la perspectiva marxista, este episodio es una muestra del conflicto estructural: el capital exige rendición política a cambio de beneficios técnicos menores. La inversión europea reclamada no viene acompañada de ningún control real. Trump presume que podrá usar esos fondos “en lo que quiera”. Aquí radica la voladura de la soberanía: no es un préstamo, no hay contrapartida, simplemente se espera sumisión financiera.
Mientras tanto, el efecto en los mercados es inmediato. A pesar del anuncio, el nuevo repunte del Ibex superó los 14.400 puntos, aunque con claros signos de incertidumbre vista la retórica proteccionista que conlleva volatilidad. Las empresas energéticas y tecnológicas se preparan para ajustes drásticos, pero la presión recae otra vez sobre la ciudadanía.
Este modelo no es nuevo, aunque enmascarado. En febrero Trump ya impuso aranceles del 25 % al 50 % a la UE, desatando una nueva fase de guerra comercial, con represalias europeas preparadas por 93.000 millones.
La versión actual es un agravamiento: se exige sumisión sin reciprocidad, y se construye una retórica de “ellos pagan o revientan” sobre la que Trump boquea en CNBC con aire de justiciero alfombrado .
No estamos, pues, ante un simple episodio de negociación diplomática, sino ante una coerción estratégica del capital sobre los gobiernos de su misma naturaleza.
Se redefine el poder negociador del bloque capitalista: el dinero condiciona las tarifas, y las tarifas condicionan la soberanía. Europa se enfrenta a una encrucijada: o cede sin condiciones o reinventa alianzas internacionales más allá del chantaje de Estados Unidos bajo el discurso del libre mercado.
Chorche | Viernes, 08 de Agosto de 2025 a las 11:26:52 horas
Pepe Escobar: ¡Ni en mis peores pesadillas imaginé esto! El plan secreto de Putin y los BRICS…
A todos les pillará… ¡desprevenidos!.
Youtube, 28 minutos.
**** s: **** insurgente **** /pepe-escobar-ni-en-mis-peores-pesadillas-imagine-esto-el-plan-secreto-de-putin-y-los-brics/
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