
LAS SEMILLAS QUE HABLAN SOBRE LOS PRIMEROS POBLADORES DE CANARIAS
"En una semilla puede caber toda una civilización"
Jacob Morales, especialista en carpología, analiza las semillas que dejaron los aborígenes para reconstruir su dieta, su agricultura y su forma de vida. Este método científico, casi desconocido, está transformando la arqueología en Canarias y devolviéndonos una historia sembrada en los campos de hace más de mil años.
Por ARTURO INGLOTT PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
En el imaginario colectivo, la arqueología suele estar asociada a huesos, cerámicas, estructuras de piedra y momias. Pocas personas saben que los restos vegetales, especialmente las semillas, pueden ser tan reveladores como cualquier otro hallazgo.
En este terreno poco explorado se mueve el arqueólogo Jacob Morales, especialista en carpología, una disciplina que está transformando lo que sabemos sobre las antiguas poblaciones de las Islas Canarias.
La carpología es una rama de la arqueobotánica que estudia los restos de semillas y frutos encontrados en contextos arqueológicos. En palabras simples, analiza las pequeñas piezas vegetales que el tiempo ha conservado, y que nos hablan de lo que comían, cultivaban, recolectaban o incluso curaban las personas en el pasado. Se trata, en definitiva, de una valiosa herramienta para entender la economía, la cultura y la organización social de antiguas comunidades humanas.
Este tipo de estudio resulta especialmente útil en lugares donde el clima árido favorece la conservación de estos restos, como es el caso del archipiélago canario. Gracias a esta disciplina, sabemos que lo que se sembraba y lo que se comía en las Islas hace más de mil años fue muy distinto de lo que imaginábamos.
EL INVESTIGADOR DETRÁS DE LAS SEMILLAS
Jacob Morales es profesor de Prehistoria en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y ha trabajado en numerosos proyectos de investigación tanto en Canarias como en el Norte de África. Su enfoque se centra en comprender cómo las sociedades del pasado usaban las plantas, no solo para alimentarse, sino también para la medicina, el vestido o la ganadería. Su participación en el documental Canarias Amazigh, tras las huellas de los antiguos canarios, ha servido como plataforma para acercar estos conocimientos a un público más amplio.
Con una metodología rigurosa y una sensibilidad especial por el patrimonio insular, Morales pone en evidencia que la historia de Canarias puede leerse también a través de sus semillas.
LO QUE LAS SEMILLAS NOS CUENTAN
Las investigaciones de Morales han permitido reconstruir buena parte de la dieta vegetal de las poblaciones aborígenes del Archipiélago. Estos primeros pobladores no llegaron a las islas por azar, ni como náufragos. Trajeron consigo una clara intención de asentarse, como demuestra el transporte de semillas y esquejes (ramas para plantar), algo impensable si solo se buscaba sobrevivir de lo que se encontrara.
Los cultivos más importantes eran cereales como la cebada y el trigo, además de leguminosas como lentejas, habas y guisantes. Llama la atención que introdujeran la higuera como único frutal, una planta que no se reproduce por semilla sino por esquejes, lo que apoyaría la idea de una colonización planificada.
Junto a estos cultivos, los primeros pobladores de Canarias también aprovechaban los recursos vegetales locales. Entre las plantas silvestres más utilizadas destacan la palmera canaria, de la que consumían sus dátiles, y el mocán, cuyos frutos eran recolectados habitualmente.
DIFERENCIAS ENTRE ISLAS
Otra de las revelaciones más interesantes del trabajo de Morales es la diferencia alimentaria entre las islas. En Gran Canaria, por ejemplo, se observa un claro predominio de la agricultura cerealista. En cambio, en islas como La Palma o El Hierro, la dieta combinaba el cultivo con una mayor recolección de plantas silvestres, además de la pesca y la ganadería.
Estas diferencias interinsulares cuestionan cualquier intento de ver a los aborígenes canarios como un grupo homogéneo. Por el contrario, cada isla desarrolló estrategias adaptadas a sus condiciones ecológicas y sociales.
UN ENFOQUE MATERIALISTA: PLANTAS, TRABAJO Y ORGANIZACIÓN SOCIAL
Desde un enfoque materialista, los hallazgos de Morales permiten entender cómo las fuerzas productivas (la tecnología agrícola y el conocimiento sobre plantas) y las relaciones de producción (quién cultivaba, cómo se distribuían los alimentos, etc.) organizaban la vida en las comunidades prehispánicas. La introducción de cereales y legumbres, por ejemplo, implicaba no solo un cambio en la dieta, sino también en la estructura del trabajo y la propiedad de la tierra.
Las semillas hablan, en este sentido, del trabajo humano aplicado sobre la naturaleza, y de cómo ese trabajo fue la base material sobre la que se construyeron las formas de vida de los antiguos canarios.
LA CARPOLOGÍA COMO RELOJ DEL PASADO
Una de las contribuciones más decisivas de la carpología a la arqueología ha sido en el ámbito de la datación. A diferencia de la madera o el carbón, que pueden provenir de árboles centenarios, las semillas tienen un ciclo de vida corto. Dejan de absorber carbono cuando maduran, lo que permite fechar con gran precisión el momento en que fueron utilizadas. Gracias a técnicas como la espectrometría de masas con acelerador (AMS), se ha podido establecer que el poblamiento prehispánico de Canarias ocurrió entre el siglo III y el siglo XV después de Cristo.
Este dato es fundamental, ya que pone en duda teorías anteriores que hablaban de un poblamiento mucho más antiguo. Además, la ausencia en Canarias de cultivos introducidos en el norte de África tras la expansión árabe (como el arroz o los cítricos) sugiere que los primeros colonos llegaron antes del siglo VII.
PATRIMONIO VEGETAL Y CONOCIMIENTO POPULAR
Un elemento de enorme valor simbólico en Canarias es el gofio. La harina de cereales tostados que aún hoy forma parte de la dieta canaria.
Para Jacob Morales, el gofio es una de las pervivencias más valiosas de la cultura aborigen. Es una técnica culinaria única en el mundo, adaptada a las condiciones del entorno: no requiere horno, se conserva bien, y es altamente nutritivo. En el Norte de África existe prácticas similares, pero ninguna con la sofisticación y continuidad que muestra el caso canario.
DESAFÍOS Y DEUDAS PENDIENTES
Aunque la arqueología canaria ha avanzado mucho gracias a enfoques interdisciplinarios como el de la carpología, aún queda camino por recorrer.
En este sentido, Morales señala la necesidad de ampliar los estudios de ADN en semillas para precisar mejor el origen de los cultivos. El investigador de la ULPGC reclama, asimismo, más atención para la arqueología del mundo bereber en el Norte de África. Una región clave para entender las migraciones hacia Canarias que ha sido históricamente ignorada.
Otro reto es de la divulgación. Pese al interés creciente de la ciudadanía, la ciencia avanza en muchas ocasiones de espaldas al público. Morales insiste, por ello, en que la investigación financiada con dinero público debe revertir en conocimiento accesible y comprensible para todos.
Lo que carpología nos enseña es que en una semilla puede caber toda una civilización. En esos pequeños restos vegetales se encierra una historia de migraciones, de trabajo colectivo, de adaptación al medio y de invención cultural. Pero también, y quizás sobre todo, una lección de humildad: para entender el pasado no siempre hay que excavar grandes pirámides, a veces basta con saber mirar lo que se guarda bajo el polvo del tiempo.
Por ARTURO INGLOTT PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
En el imaginario colectivo, la arqueología suele estar asociada a huesos, cerámicas, estructuras de piedra y momias. Pocas personas saben que los restos vegetales, especialmente las semillas, pueden ser tan reveladores como cualquier otro hallazgo.
En este terreno poco explorado se mueve el arqueólogo Jacob Morales, especialista en carpología, una disciplina que está transformando lo que sabemos sobre las antiguas poblaciones de las Islas Canarias.
La carpología es una rama de la arqueobotánica que estudia los restos de semillas y frutos encontrados en contextos arqueológicos. En palabras simples, analiza las pequeñas piezas vegetales que el tiempo ha conservado, y que nos hablan de lo que comían, cultivaban, recolectaban o incluso curaban las personas en el pasado. Se trata, en definitiva, de una valiosa herramienta para entender la economía, la cultura y la organización social de antiguas comunidades humanas.
Este tipo de estudio resulta especialmente útil en lugares donde el clima árido favorece la conservación de estos restos, como es el caso del archipiélago canario. Gracias a esta disciplina, sabemos que lo que se sembraba y lo que se comía en las Islas hace más de mil años fue muy distinto de lo que imaginábamos.
EL INVESTIGADOR DETRÁS DE LAS SEMILLAS
Jacob Morales es profesor de Prehistoria en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y ha trabajado en numerosos proyectos de investigación tanto en Canarias como en el Norte de África. Su enfoque se centra en comprender cómo las sociedades del pasado usaban las plantas, no solo para alimentarse, sino también para la medicina, el vestido o la ganadería. Su participación en el documental Canarias Amazigh, tras las huellas de los antiguos canarios, ha servido como plataforma para acercar estos conocimientos a un público más amplio.
Con una metodología rigurosa y una sensibilidad especial por el patrimonio insular, Morales pone en evidencia que la historia de Canarias puede leerse también a través de sus semillas.
LO QUE LAS SEMILLAS NOS CUENTAN
Las investigaciones de Morales han permitido reconstruir buena parte de la dieta vegetal de las poblaciones aborígenes del Archipiélago. Estos primeros pobladores no llegaron a las islas por azar, ni como náufragos. Trajeron consigo una clara intención de asentarse, como demuestra el transporte de semillas y esquejes (ramas para plantar), algo impensable si solo se buscaba sobrevivir de lo que se encontrara.
Los cultivos más importantes eran cereales como la cebada y el trigo, además de leguminosas como lentejas, habas y guisantes. Llama la atención que introdujeran la higuera como único frutal, una planta que no se reproduce por semilla sino por esquejes, lo que apoyaría la idea de una colonización planificada.
Junto a estos cultivos, los primeros pobladores de Canarias también aprovechaban los recursos vegetales locales. Entre las plantas silvestres más utilizadas destacan la palmera canaria, de la que consumían sus dátiles, y el mocán, cuyos frutos eran recolectados habitualmente.
DIFERENCIAS ENTRE ISLAS
Otra de las revelaciones más interesantes del trabajo de Morales es la diferencia alimentaria entre las islas. En Gran Canaria, por ejemplo, se observa un claro predominio de la agricultura cerealista. En cambio, en islas como La Palma o El Hierro, la dieta combinaba el cultivo con una mayor recolección de plantas silvestres, además de la pesca y la ganadería.
Estas diferencias interinsulares cuestionan cualquier intento de ver a los aborígenes canarios como un grupo homogéneo. Por el contrario, cada isla desarrolló estrategias adaptadas a sus condiciones ecológicas y sociales.
UN ENFOQUE MATERIALISTA: PLANTAS, TRABAJO Y ORGANIZACIÓN SOCIAL
Desde un enfoque materialista, los hallazgos de Morales permiten entender cómo las fuerzas productivas (la tecnología agrícola y el conocimiento sobre plantas) y las relaciones de producción (quién cultivaba, cómo se distribuían los alimentos, etc.) organizaban la vida en las comunidades prehispánicas. La introducción de cereales y legumbres, por ejemplo, implicaba no solo un cambio en la dieta, sino también en la estructura del trabajo y la propiedad de la tierra.
Las semillas hablan, en este sentido, del trabajo humano aplicado sobre la naturaleza, y de cómo ese trabajo fue la base material sobre la que se construyeron las formas de vida de los antiguos canarios.
LA CARPOLOGÍA COMO RELOJ DEL PASADO
Una de las contribuciones más decisivas de la carpología a la arqueología ha sido en el ámbito de la datación. A diferencia de la madera o el carbón, que pueden provenir de árboles centenarios, las semillas tienen un ciclo de vida corto. Dejan de absorber carbono cuando maduran, lo que permite fechar con gran precisión el momento en que fueron utilizadas. Gracias a técnicas como la espectrometría de masas con acelerador (AMS), se ha podido establecer que el poblamiento prehispánico de Canarias ocurrió entre el siglo III y el siglo XV después de Cristo.
Este dato es fundamental, ya que pone en duda teorías anteriores que hablaban de un poblamiento mucho más antiguo. Además, la ausencia en Canarias de cultivos introducidos en el norte de África tras la expansión árabe (como el arroz o los cítricos) sugiere que los primeros colonos llegaron antes del siglo VII.
PATRIMONIO VEGETAL Y CONOCIMIENTO POPULAR
Un elemento de enorme valor simbólico en Canarias es el gofio. La harina de cereales tostados que aún hoy forma parte de la dieta canaria.
Para Jacob Morales, el gofio es una de las pervivencias más valiosas de la cultura aborigen. Es una técnica culinaria única en el mundo, adaptada a las condiciones del entorno: no requiere horno, se conserva bien, y es altamente nutritivo. En el Norte de África existe prácticas similares, pero ninguna con la sofisticación y continuidad que muestra el caso canario.
DESAFÍOS Y DEUDAS PENDIENTES
Aunque la arqueología canaria ha avanzado mucho gracias a enfoques interdisciplinarios como el de la carpología, aún queda camino por recorrer.
En este sentido, Morales señala la necesidad de ampliar los estudios de ADN en semillas para precisar mejor el origen de los cultivos. El investigador de la ULPGC reclama, asimismo, más atención para la arqueología del mundo bereber en el Norte de África. Una región clave para entender las migraciones hacia Canarias que ha sido históricamente ignorada.
Otro reto es de la divulgación. Pese al interés creciente de la ciudadanía, la ciencia avanza en muchas ocasiones de espaldas al público. Morales insiste, por ello, en que la investigación financiada con dinero público debe revertir en conocimiento accesible y comprensible para todos.
Lo que carpología nos enseña es que en una semilla puede caber toda una civilización. En esos pequeños restos vegetales se encierra una historia de migraciones, de trabajo colectivo, de adaptación al medio y de invención cultural. Pero también, y quizás sobre todo, una lección de humildad: para entender el pasado no siempre hay que excavar grandes pirámides, a veces basta con saber mirar lo que se guarda bajo el polvo del tiempo.
amelia | Viernes, 06 de Junio de 2025 a las 02:40:37 horas
Muy interesante artículo, cuyo contenido no se enseña en colegios ni institutos, muchas gracias por desgranar estos importantes aspectos, y a este historiador por su gran trabajo de investigación.
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