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A CIEN AÑOS DE "NUESTRO GENOCIDIO" EN MARRUECOS. GAZA NOS DEVUELVE EL ESPEJO

Hace casi cien años España utilizó bombas prohibidas de gas venenoso en su guerra contra los rebeldes independentistas marroquíes. Hoy, Israel destruye Gaza para borrar la identidad del pueblo palestino

Cuando el ejército español rociaba con gas a los rebeldes marroquíes, no buscaba solo una victoria militar: buscaba quebrar la voluntad de un pueblo que desafiaba el orden colonial de entonces. Hoy, en Gaza, constatamos la misma lógica: destruir viviendas, matar niños, hacer imposible la vida. Ayer fue en Marruecos, donde España acabó con la vida de 30 mil rifeños, envenenándolos con bombas de gases tóxicos . Hoy son los israelíes en Palestina. Pero la lógica colonial del castigo a los pueblos rebeldes, continúa intacta cien años después.

POR MANUEL MEDINA (*) PARA CANARIAS SEMANAL.ORG

 

    Entre 1921 y 1927, España llevó a cabo una de las campañas militares más oscuras de su historia: el uso sistemático de armas químicas contra la población rifeña en Marruecos.

[Img #87411]    Bombas venenosas de gas mostaza llovieron sobre aldeas, cultivos, ganado y guerrilleros. El objetivo era aniquilar toda resistencia y borrar de la tierra cualquier apoyo a la rebelión marroquí contra el dominio colonial español.

 

   Pero detrás de esas bombas no solo hubo decisiones militares, sino una red de complicidades políticas, intereses coloniales y un silencio que perdura hasta hoy.

 

EL CONTEXTO: UNA GUERRA INCIERTA Y UN DESASTRE HUMILLANTE

    A comienzos del siglo XX, Marruecos estaba dividido entre las potencias coloniales europeas. Francia y España se repartieron el control del territorio, y a España le tocó una zona particularmente difícil: el Rif. Pobre, montañoso, y poblado por tribus resistentes a la dominación extranjera.

 

    En 1921, todo estalló con el Desastre de Annual: una ofensiva liderada por el líder rifeño Abd el-Krim terminó con la muerte de más de 10.000 soldados españoles. Fue un golpe brutal que dejó al Ejército y al Gobierno español humillados y sumidos en una profunda crisis política.

 

    Aquel desastre provocó una sed de revancha feroz. Se buscaba recuperar el control “a cualquier precio”. Y ese precio, como veremos, incluyó el uso de gases tóxicos expresamente prohibidos por la legislación internacional.

 

¿DE DÓNDE SALIERON LOS GASES?

    España no era, ni de lejos,  una potencia química. Ni siquiera tenía industria militar para producir gases de guerra en cantidad. Sin embargo, tras la Primera Guerra Mundial, muchas potencias europeas quedaron con arsenales químicos sobrantes, y algunos de esos stocks terminaron en manos españolas.

 

    Las bombas químicas llegaron con ayuda alemana. Empresas alemanas como Friedrich Bayer & Co. —la misma que luego sería parte del conglomerado IG Farben— colaboraron estrechamente con técnicos del Ejército español. Los primeros lotes de gas mostaza, fosgeno y cloropicrina fueron enviados a Melilla a finales de 1923. Más adelante, se construyeron laboratorios y talleres en el norte de África para adaptar bombas convencionales y cargarlas con ese tipo de productos químicos.

 

MILITARES CÓMPLICES Y DECISIONES SINIESTRAS

      Nombres como los de Francisco Franco, Miguel Primo de Rivera y Luis Aizpuru aparecen entre los altos mandos que, de manera directa o indirecta, autorizaron y supervisaron los bombardeos con armas químicas. Aunque no todos participaron con igual entusiasmo, sí hubo un consenso general entre la cúpula militar: había que “pacificar” el Rif como fuera.

 

     Se sabe que el entonces comandante Franco, destinado en el norte de África, observó y aprendió del uso de estos métodos. Más adelante, ya en la Guerra Civil española, trasladaría parte de esa experiencia represiva a su propia campaña militar contra los republicanos.

 

     Uno de los principales artífices fue el general José Sanjurjo, quien dirigió buena parte de las operaciones aéreas. Los informes militares, redactados con frialdad burocrática, detallaban cómo se usaban “bombas especiales” en zonas boscosas y aldeas. El objetivo no era solo matar combatientes, sino destruir también la base de apoyo popular: campesinos, animales, huertas, pozos de agua. El gas lo quemaba todo.

 

EL USO DEL GAS: BOMBARDEOS QUÍMICOS DESDE EL AIRE

     España fue pionera en algo terrible: el uso sistemático del gas mostaza desde aviones. Las bombas eran lanzadas desde biplanos pilotados por miembros de la aviación española y, en menor medida, por mercenarios europeos. El gas mostaza, al contacto con la piel o los pulmones, provocaba quemaduras profundas, ceguera, asfixia y muerte lenta.

 

     Las primeras incursiones químicas se realizaron en 1923, pero entre 1924 y 1926 se convirtieron en algo habitual. Se calcula que entre 1.000 y 2.000 bombas químicas fueron arrojadas sobre el Rif durante ese periodo.

 

    Los blancos no eran solamente frentes militares. Muchas de las bombas se lanzaban sobre poblaciones civiles: mercados, aldeas, zonas agrícolas. El objetivo era “vaciar” el territorio y cortar el sustento logístico a las guerrillas rifeñas. Los testimonios recogidos décadas después hablan de niños con llagas, madres ciegas y campos convertidos en páramos infértiles.

[Img #87404]

 

 

 

¿CUÁNTOS MARROQUÍES MURIERON BAJO LAS NUBES TÓXICAS?

     No existe una cifra oficial sobre cuántos rifeños murieron por el uso de armas químicas durante la Guerra del Rif. Y eso no es casual: el Estado español nunca ha reconocido oficialmente este crimen, ni ha abierto aún hoy, cien años después,   sus archivos militares.

     Sin embargo, distintas investigaciones estiman que entre 10.000 y 30.000 personas fallecieron directa o indirectamente por la exposición a gases como el iprita, el fosgeno o la cloropicrinaEstos gases no solo mataban en el momento del bombardeo, sino también días o semanas después, provocando quemaduras, asfixia, ceguera, úlceras, y contaminación de pozos y cultivos, lo que agravaba las muertes por hambre, infecciones o enfermedades respiratorias.

 

     Las regiones más afectadas fueron Alhucemas, Axdir, Temsaman, Targuist y Beni Urriaguel, bastión principal de Abd el-Krim. Se calcula que hasta 200.000 personas fueron expuestas a estos agentes tóxicos.

 

    El historiador Ali El-Mansouri habla de 15.000 a 20.000 muertos. Otros, como Sebastián Balfour, señalan un impacto “demográfico y ecológico duradero”. Organizaciones memorialistas rifeñas, en cambio, creen que las víctimas podrían superar las 30.000. Aún hoy, el silencio oficial es tan espeso como el gas que cubrió aquellas montañas.

 

EL EFECTO MILITAR Y POLÍTICO

     A corto plazo, el uso del gas, naturalmente, funcionó con toda eficacia. Las fuerzas rifeñas, pese a su valentía, no [Img #87406]pudieron resistir indefinidamente. La guerra terminó en 1927 con la rendición de Abd el-Krim, quien fue exiliado. Pero la victoria española fue una victoria manchada de veneno.

 

      En realidad, más que una victoria militar tradicional, lo que hubo fue una aniquilación lenta y planificada. El uso de armas químicas quebró la resistencia psicológica, económica y física del Rif. Y al hacerlo, marcó un oscuro precedente  en la historia del colonialismo europeo.

 

UN SILENCIO OFICIAL QUE PERDURA

     A día de hoy, España nunca ha reconocido oficialmente el uso de armas químicas en Marruecos. No hubo juicios, no hubo disculpas, no hubo monumentos. Ni siquiera existe una cifra oficial de muertos por gas. Y lo más grave: nadie fue juzgado. Ni los mandos que ordenaron los bombardeos, ni los fabricantes, ni los responsables políticos. Todo fue sepultado bajo una gruesa capa de silencio institucional.

 

    Los archivos militares siguen estando bajo secreto. La historiografía oficial apenas menciona este episodio, y cuando lo hace, lo presenta como una “necesidad bélica”, sin entrar en más detalles. Es uno de los ejemplos más elocuentes de impunidad colonial.

 

UN EJEMPLO HISTÓRICO PARA NO OLVIDAR

     El caso del Rif muestra cómo las potencias coloniales estaban dispuestas a violar todas las normas éticas y legales para mantener su control sobre los territorios ocupados. El gas fue solo un instrumento más en una estrategia de dominación total. Lo que se hizo en Marruecos no fue una guerra: fue un experimento brutal con seres humanos como objetivo.

 

    Hoy, casi cien años después, las consecuencias siguen ahí. El norte de Marruecos presenta una incidencia anormalmente alta de enfermedades respiratorias y dermatológicas, especialmente en zonas rurales. Algunos estudios locales sugieren una posible relación con los bombardeos químicos, aunque la falta de documentos oficiales lo dificulta todo.

 

    La historia de los gases en el Rif es la historia de un crimen de Estado silenciado. Es también una advertencia: cuando un Estado se siente impune, cuando los intereses coloniales dominan sobre los derechos humanos, todo es posible. Incluso arrojar veneno desde el cielo sobre pueblos enteros. Y hacer que el mundo mire hacia otro lado.  El genocidio israelí en Gaza nos lo recuerda diariamente.

 

(*) MANUEL MEDINA es profesor de Historia y divulgador de temas relacionados con esa materia.

 

FUENTES BIBLIOGRÁFICAS CONSULTADAS

- Viñas, Ángel Franco, Hitler y el estallido de la guerra civil . Capítulos donde se detalla la colaboración hispano-alemana, las redes militares previas al 18 de julio, y menciones al uso de armas químicas en Marruecos como antecedente de la Guerra Civil.

- Garcés, Joan E. Soberanos e intervenidos. Estrategias globales, americanos y españoles. Reflexiones sobre crímenes de Estado, colonialismo e impunidad institucional.

- Sebastián Balfour: Investigador y autor de varios trabajos sobre el colonialismo español y el uso de armas químicas en Marruecos. Entre sus textos más citados: Deadly Embrace: Morocco and the Road to the Spanish Civil War. Entrevistas y artículos en The Guardian, El País, La Marea, entre otros.

- Ali El-Mansouri: Historiador marroquí especializado en el Rif. Sus estimaciones sobre las víctimas de los bombardeos químicos aparecen en medios como TelQuel, Al Aoula, y en congresos académicos en Rabat y Tetuán.

- Asociación para la Defensa de las Víctimas del Gas en Alhucemas (ADVGA). ONG y movimiento memorialista que lucha por el reconocimiento del uso de armas químicas en el Rif y sus consecuencias sanitarias.

- La Marea – “España usó armas químicas en el Rif

 

 
 
 
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