POR ADAY QUESADA PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
En enero de 2025, el embajador ruso en La Habana anunció, con pomposa y visible solemnidad, que Rusia entregaría a Cuba la friolera de dos millones de dólares en concepto de “ayuda humanitaria”.
El monto de esta ayuda, explicó el diplomático, estaría destinado a la compra de piezas de repuesto esenciales para reactivar las centrales eléctricas, paralizadas en buena parte del país por la falta de mantenimiento y suministros.
Apenas unos meses antes, el viceprimer ministro ruso Dmitri Chernichenko ya se había permitido adelantar otro generoso gesto de “cooperación”: un crédito de 60 millones de dólares para la compra de combustible y un “donativo” adicional para adquirir repuestos de termoeléctricas, muchos de los cuales fueron originalmente fabricados en la Unión Soviética hace más de cuarenta años.
No obstante, lo que las declaraciones oficiales parecen estar tratando de ocultar es la profunda ironía histórica que encierra esta supuesta inyección financiera. Más de tres décadas después de la desaparición de la URSS, es la propia Rusia —hoy convertida en poderosa potencia capitalista— la que ofrece miserables limosnas humanitarias a un país que, durante décadas, había dependido de la cooperación y la solidaridad soviética.
La historia oculta tras estos gestos destinados a la galería es que, tras el colapso de la Unión Soviética, la nueva Rusia oligárquica de Boris Yeltsin aplicó un brutal bloqueo económico a Cuba con efectos tan letales como los resultantes del aplicado a partir de los años 60 por los EE.UU., abandonándola a su suerte en el momento más crítico de toda su historia.
LA ECONOMÍA CUBANA ANTES DE 1991: UNA ESTRECHA RELACIÓN CON LA COMUNIDAD SOCIALISTA
Hasta la implosión de la URSS, Cuba vivía económicamente integrada en la economía del bloque de los países socialistas, el COMECON. Al verse forzada por el cerco al que fue somertida por los EEUU y sus países satélites en América Latina, Cuba tuvo que recurrir a relacionarse económicamente con un ámbito que no era geográficamente al que pertenecía.
Más del 85% de su comercio exterior dependía directamente de la URSS o de los países socialistas del Este europeo en condiciones favorables: la isla vendía azúcar a precios por encima de los que las potencias capitalistas imponían a los países subdesarrollados con los que se relacionaban, y compraba petróleo, fertilizantes y maquinaria a precios subsidiados.
La Unión Soviética, además, proporcionaba a Cuba entre 4.000 y 6.000 millones de dólares anuales en créditos y asistencia técnica. Este esquema no solo garantizaba la estabilidad de la economía cubana, sino que también le permitía sostener un modelo de desarrollo industrial y social que no tenía equivalente en ningún otro país latinoamericano .
EE.UU. Y EL BLOQUEO DESDE EL TRIUNFO REVOLUCIONARIO
La ruptura con la Rusia capitalista resultante de la desaparición de la URSS se produjo sobre un terreno ya previamente erosionado por el también brutal bloqueo económico que Estados Unidos había impuesto a Cuba desde que la Revolución osó autoproclamarse como socialista, en 1961.
A partir de aquel momento, Washington prohibió todas las exportaciones estadounidenses hacia Cuba, con excepción de algunos alimentos y medicinas, que luego también serían restringidas. En 1962, Kennedy amplió el embargo prohibiendo las importaciones de productos cubanos.
A lo largo de las décadas, el bloqueo estadounidense se convirtió en un cerco económico, financiero y comercial que perseguía asfixiar la economía cubana y forzar el colapso del gobierno revolucionario de La Habana. Con la desaparición de la URSS, la ocasión se la pintaban calva para el gobierno de Washington. Cuba perdió su único soporte económico externo, quedando expuesta al bloqueo en su forma más brutal. Sin divisas, sin socios comerciales y sin acceso al mercado financiero internacional, la Isla quedó al borde del abismo.
LA RUPTURA ECONÓMICA Y EL DESPLOME PRODUCTIVO
Apenas comenzado 1991, los barcos petroleros de la Rusia capitalista en ciernes, dejaron de llegar y los contenedores con repuestos, materias primas y tecnología soviética se esfumaron como por arte de ensalmo.
Entre 1990 y 1993, el PIB cubano se contrajo un 35%, la caída más brusca de su historia económica. El comercio exterior colapsó, y con él, casi toda la industria cubana, que dependía de piezas y materias primas soviéticas.
Ingenios azucareros, fábricas de fertilizantes, plantas eléctricas y empresas textiles quedaron paralizadas. La producción industrial cayó en un 90% en sectores clave de la economía cubana, como el acero, el cemento y la petroquímica. La falta de petróleo sumió al país en apagones continuos, mientras la red de transporte público se desmoronaba.
"DE LA SALA DE OPERACIONES A OSCURAS AL TRANSPORTE EN TRACTORES: CUBA TUVO QUE INVENTAR SU SUPERVIVENCIA".
LA AGONÍA DEL CAMPO Y EL REGRESO A MÉTODOS RUDIMENTARIOS
En el campo, el golpe fue igualmente devastador. Privada de fertilizantes, maquinaria y combustibles, la producción agrícola se derrumbó. El azúcar, columna vertebral de las exportaciones, cayó a la mitad. En su desesperación, el gobierno se vio obligado a promover la agricultura urbana y el uso de bueyes, resucitando, como si de un regreso la pasado se tratara, los métodos preindustriales.
El desabastecimiento de alimentos se convirtió en parte de la vida cotidiana de los cubanos. La libreta de racionamiento se redujo al mínimo, y la búsqueda de productos básicos se transformó en una lucha diaria para millones de ciudadanos de la Isla. Las carencias llegaron a la medicina, donde hospitales y policlínicos carecían de insumos esenciales, desde antibióticos hasta guantes quirúrgicos.
Las vivencias de quienes sufrieron esa etapa nos ayudarán a entender con mayor precisión la magnitud de aquella gigantesca crisis.
Mercedes Pérez, una enfermera cubana, recuerda con dramatismo lo que significó para el avanzado sistema sanitario de la Isla aquella suerte de bloqueo ruso:
"En los hospitales no había ni algodón. Usábamos hojas de guayaba hervidas para limpiar heridas".
Un ferroviario hoy retirado, Ricardo González, cuenta:
"Los trenes se quedaban varados porque ya no había piezas ni grasa. Desmantelábamos locomotoras viejas para seguir moviendo mercancía".
Rafael León, técnico industrial, rememora también aquellos días con esta instantánea casi fotográfica:
"Los ingenios cerraban uno tras otro. Sin piezas ni combustible, la industria azucarera quedó en ruinas".
En términos de alimentación, la dieta promedio del cubano se redujo a unas 1.000 calorías diarias, muy por debajo de los requerimientos mínimos. La carne desapareció, los productos lácteos se convirtieron en auténticos artículos de lujo y las proteínas animales fueron reemplazadas por soja texturizada y arroz mezclado con cáscaras.
Magdalena Pino, ama de casa de Santiago de Cuba, contaba al respecto:
"A mis hijos les inventaba historias de que la comida de los astronautas era igual a lo que comíamos nosotros, para que no se desanimaran".
"CADA PLATO DE COMIDA EN EL PERIODO ESPECIAL FUE UN ACTO DE INGENIO Y RESISTENCIA".
La desnutrición infantil se disparó, aumentando enfermedades asociadas como la neuropatía óptica, causada por deficiencias vitamínicas severas.
La crisis energética impactó también en el sistema de salud. Los hospitales sufrían apagones constantes y las salas de operaciones quedaban a oscuras en mitad de las intervenciones.
Diana Hernández, entonces médica residente, describía los milagros de la improvisación:
"Aprendimos a operar con linternas y lámparas de queroseno. El mayor miedo era perder pacientes por no ver bien lo que hacíamos".
Además, muchos medicamentos desaparecieron, sustituidos por remedios caseros o alternativas improvisadas con hierbas.
El "Periodo Especial" no solo transformó la economía cubana, sino que alteró los patrones de vida, las relaciones sociales y la cotidianidad de millones de personas, obligadas a reinventar la supervivencia en un entorno que cada día era una verdadera batalla.
Evelio Martínez, ex trabajador agrícola de Matanzas, recuerda cómo la falta de combustible paralizó el transporte de la cosecha de cítricos:
"Veíamos cómo las naranjas se pudrían en el suelo porque no había camiones. Al final, las familias venían con carretas y bicicletas a recoger lo que podían".
María Elena Suárez, maestra retirada, describe cómo las escuelas rurales suspendían las clases por falta de electricidad y transporte para los maestros:
"En los pueblos, los alumnos traían velas para poder leer al anochecer".
El desplome del transporte público transformó la movilidad urbana. Las paradas de autobuses se convirtieron en espacios de resistencia donde decenas de personas esperaban durante horas el paso de un camión estatal o de un camión privado improvisado en almendrón colectivo.
Lázaro Quintana, chofer de La Habana, recuerda:
"Al final, convertimos cualquier camión o tractor en transporte de pasajeros. Nadie preguntaba si era seguro, lo importante era llegar".
INTERPRETACIÓN POLÍTICA DESDE EL GOBIERNO CUBANO
Para el Ejecutivo cubano de entonces, la traición rusa fue vista como parte de la deriva capitalista que había sufrido su antiguo aliado. Fidel Castro denunció que la élite burocrática soviética había claudicado ante el capitalismo y que Cuba estaba siendo víctima de la traición y el aislamiento provocado por el nuevo orden mundial, liderado por Estados Unidos.
Desde el discurso oficial, el Periodo Especial que estaba viviendo el país fue convertido en una guerra de resistencia heroica frente a la agresión imperialista y la deslealtad de los antiguos aliados en connivencia con los enemigos de la Revolución cubana. Sobrevivir al "Periodo Especial" fue justamente elevado a símbolo de resistencia revolucionaria.
YELTSIN Y EL “PRAGMATISMO ECONÓMICO”: LA JUSTIFICACIÓN DEL ABANDONO
En Moscú, el enfoque fue diametralmente distinto. Boris Yeltsin- — padrino político y promotor del actual presidente Vladimir Putin— abrazó la agenda del FMI y del Banco Mundial, considerando que mantener las subvenciones a Cuba era incompatible con la integración de Rusia en los circuitos del capitalismo global. Cuba pasó de ser una aliada estratégica a un estorbo ideológico. En nombre del pragmatismo económico, Yeltsin desmanteló todos los mecanismos de cooperación, empujando a la Isla hacia una vía autárquica en las peores condiciones .
Si los números muestran el colapso macroeconómico, las historias de vida revelan la verdadera dimensión humana de aquella catástrofe provocada no solo por el bloqueo de su vecino, los EEUU, sino también por la Rusia de los oligarcas, convencida de que sus nuevos amigos les iban a permitir ingresar en el "Club de los países privilegiados". Su gozo en un pozo, como se vio, y sigue viéndose.
LA NUEVA RELACIÓN CUBA-RUSIA: DEL HERMANAMIENTO Y LA SOLIDARIDAD IDEOLÓGICA A LA CARIDAD CAPITALISTA
Treinta años después, Rusia vuelve irónicamente a "tender la mano" a Cuba, pero ahora no ya con la solidaridad internacionalista de los años 60, 70 y 80 del pasado siglo, sino con dos millones simbólicos de dólares. Este gesto de la Rusia de los oligarcas no puede ser interpretado más que como una amarga metáfora de la degradación de las relaciones bilaterales desde la solidaridad ideológica e internacionalista a la caridad capitalista.
Treinta años después, la Cuba de 2025, que con las mayores dificultades continúa resistiendo, y la Rusia capitalista de Putin, han redefinido sus vínculos. Ya no hay hermandad socialista, ni solidaridad internacionalista, solo acuerdos comerciales pragmáticos y gestos simbólicos como el de los dos ridículos millones de dólares en ayuda humanitaria.
Lejos de ser digna de aplauso, pensamos que para Cuba esa limosna solo puede ser interpretada como un recordatorio de que, al final, la lógica del capital acabó pesando más que los antiguos ideales compartidos.
Chorche | Sábado, 08 de Marzo de 2025 a las 21:42:37 horas
Gorbachov en su libro "Perestroika" narra muchos desacuerdos con Yeltsin, ebrio de poder y de alcohol.
Contradecía, entorpecía y hacía fracasar todas las iniciativas de Gorbachov. Vil, mezquino y traidor, igual que ahora Zelenski, se sentía fuerte sabiéndose apoyado por el capitalismo Occidental.
Allí donde esté que en su conciencia lleve la penitencia del irreparable daño que causó al mundo dando el postrero empujón a la URSS.
El capitalismo teme al comunismo, lo aborrece y le teme. Por esta razón lo quiere borrar de la faz de la tierra. Le llama la dictadura comunista y a sí mismos la democracia. Pero de democrático no tiene absolutamente nada un sistema que pretende asfixiar a un país porque se rige por ideales de cooperación, solidaridad y hermandad.
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