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Domingo, 01 de Diciembre de 2024 Tiempo de lectura:

EXTREMA DERECHA Y JUVENTUD: CÓMO LA AFD CONQUISTÓ EL ESTE DE ALEMANIA

¿Por qué la AfD está logrando cautivar a los jóvenes alemanes? Vacíos de la izquierda, triunfos de la derecha: lecciones desde el caso alemán

"El ascenso de Alternativa para Alemania (AfD) en el este alemán pone de manifiesto el vacío político dejado por los partidos tradicionales y la izquierda. Su éxito entre los jóvenes refleja tanto una crisis de representación como un fracaso en abordar las desigualdades estructurales

 

POR HANSI QUEDNAU, DESDE ALEMANIA PARA CANARIAS SEMANAL.ORG

 

 

      En el marco del resurgimiento de movimientos de extrema derecha en Europa, el caso de Alternativa para Alemania (AfD) pone en [Img #82354]evidencia un fenómeno preocupante: el éxito de estos grupos en captar a las juventudes, especialmente en zonas rurales y periféricas del este alemán. Este artículo analiza cómo la AfD ha logrado consolidar su influencia, qué factores han facilitado este avance y cuáles son las implicaciones sociales y políticas de este fenómeno .

 

 

  Una “cosecha” inquietante: los triunfos electorales de la AfD

 

     El 2024 marcó un hito en la historia de la AfD. En las elecciones europeas, el partido obtuvo el 15,9% de los votos, consolidándose como la segunda fuerza política de Alemania. Sin embargo, lo que realmente encendió las alarmas fueron los resultados en las elecciones regionales de Brandeburgo, Sajonia y Turingia, donde la AfD obtuvo entre el 29% y el 32,8% de los votos, alcanzando incluso la primera posición en este último estado. Estos resultados reflejan no solo el crecimiento electoral de la extrema derecha, sino también su capacidad para penetrar en las capas más jóvenes de la población.

 

     Un análisis atento del tema nos  permitirá entender este fenómeno en su contexto estructural. Las regiones del este alemán han sufrido históricamente los embates del neoliberalismo posterior a la reunificación. La desindustrialización masiva, el desempleo crónico y el desmantelamiento de las redes de solidaridad que sostenían a la clase trabajadora en la República Democrática Alemana (RDA) dejaron un vacío social y económico que aún no ha sido llenado. En este caldo de cultivo, la AfD ofrece un discurso que canaliza la frustración y el resentimiento hacia chivos expiatorios como los inmigrantes y la “élite globalista”.

 

 

  Una “cosecha” inquietante: los triunfos electorales de la AfD

    

    Uno de los aspectos más alarmantes del auge de la AfD es su estrategia específica para captar a los jóvenes, especialmente en pequeñas localidades. En estas zonas, el debilitamiento del tejido asociativo y militante ha dejado a la juventud desprotegida frente al avance de ideologías reaccionarias. Los partidos tradicionales, centrados en formas más institucionales de política, han descuidado estas áreas, permitiendo que la extrema derecha ocupe el vacío.

 

    La AfD y sus redes afines han creado una narrativa atractiva para adolescentes y jóvenes adultos, combinando orgullo nacional, rechazo al multiculturalismo y un racismo velado bajo la máscara del “patriotismo”. Esta narrativa se presenta como un supuesto discurso contestatario, dirigido contra un sistema percibido como claramente corrupto y desconectado de las necesidades de la población.

 

     Esta táctica de la AfD debe ser  interpretada como una forma de desviar la atención de las verdaderas causas de la desigualdad social: el capitalismo. En lugar de dirigir la ira hacia las estructuras económicas que perpetúan la precariedad, la extrema derecha la redirige hacia los sectores más vulnerables, como los inmigrantes, reforzando así divisiones internas dentro de la clase trabajadora. En la década de  los treinta del pasado siglo, los nazis trataron de reorientar la ira popular contra los judíos.  Y lo consiguieron.

 

 

   La “masculinidad” reaccionaria como herramienta de movilización

     Un elemento central de la estrategia de la AfD es su apelación a una forma de masculinidad reaccionaria, que se presenta como un antídoto frente a lo que describen como la “decadencia” de los valores tradicionales. Este discurso resuena particularmente entre los jóvenes varones que se sienten alienados en una sociedad donde los roles de género están en transformación.

 

     A través de sus plataformas digitales y redes locales, la AfD promueve una imagen de fuerza, autoridad y orgullo nacional que busca captar a jóvenes descontentos y ofrecerles un sentido de pertenencia. Esto se combina con una retórica antiintelectual que desacredita a las instituciones educativas, los medios de comunicación y los movimientos sociales progresistas, calificándolos como herramientas de adoctrinamiento.

 

    Este fenómeno tiene paralelismos históricos claros. Tal como lo señalaba Antonio Gramsci, los períodos de crisis social suelen ser aprovechados por fuerzas reaccionarias para movilizar a sectores alienados mediante símbolos culturales y narrativas emocionales. En este caso, la masculinidad tradicional funciona como una herramienta para crear una identidad colectiva que margina y estigmatiza a quienes no se ajustan a sus parámetros.

 

El vacío dejado por la izquierda

 

    Un análisis más profundo revela cómo la izquierda y los partidos tradicionales han contribuido, aunque sea indirectamente, al ascenso de la AfD. Durante décadas, la izquierda alemana abandonó gradualmente su papel como defensora de los intereses de la clase trabajadora, enfocándose en agendas que a menudo dejaron de lado las necesidades materiales más urgentes de las comunidades rurales y obreras del Este.

 

   Mientras tanto, los partidos tradicionales, como los socialdemócratas del SPD o la CDU, se centraron en fortalecer y mantener el statu quo neoliberal, profundizando la precarización laboral y el deterioro de los servicios públicos. En este contexto, la AfD no solo ha ocupado el vacío político, sino que lo ha hecho a través de un discurso que apela directamente a las emociones y frustraciones de las personas, especialmente de los jóvenes.

 

     La solución no pasa únicamente por combatir a la extrema derecha en el terreno discursivo, sino por reconstruir un movimiento político que priorice las necesidades de la clase trabajadora en su conjunto, combatiendo tanto el racismo como las estructuras económicas que lo alimentan.

 

¿Qué se puede hacer frente a esta amenaza?

 

      Frente al avance de la extrema derecha, es urgente reconstruir un tejido asociativo y político que ofrezca alternativas reales a la juventud. Esto implica, en primer lugar, invertir en educación y espacios culturales que fomenten la solidaridad, el pensamiento crítico y la participación colectiva. Asimismo, es esencial que los movimientos de izquierda y progresistas reconozcan sus errores pasados y se comprometan a trabajar en las comunidades más afectadas por la crisis económica y social.

 

     La lucha contra la extrema derecha no puede limitarse al ámbito electoral , tal y como ha hecho la izquierda en el curso de las últimas décadas. Debe incluir una batalla cultural que desmantele las narrativas reaccionarias y ofrezca un proyecto político basado en la justicia y el cambio social, la igualdad y la solidaridad. Solo así será posible contrarrestar la influencia de partidos como la AfD y garantizar un futuro más inclusivo para las generaciones venideras.

      

    El ascenso de la AfD en Alemania y su éxito en captar a la juventud es un fenómeno que debe analizarse en su contexto histórico, social y económico. Más allá de sus estrategias de marketing político, el verdadero problema radica en las estructuras de desigualdad que han permitido su auge. Solo mediante un esfuerzo colectivo que combine la reconstrucción del tejido social, la educación crítica y la lucha por la justicia económica será posible revertir esta tendencia.

 

 

 


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