
CUANDO NECESITES UN MÉDICO QUIZÁ NO HAYA NINGUNO: EL PRECIO DE LA DESMOVILIZACIÓN SOCIAL
¿Es posible revertir el colapso del sistema sanitario?
Años de recortes, privatizaciones y precarización laboral han puesto al sistema sanitario público al borde del colapso. Profesionales y pacientes alzan la voz en un contexto de desmovilización social, mientras la salud se convierte en un lujo reservado para unos pocos.
Por EUGENIO FERNÁNDEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
La sanidad pública, un derecho fundamental, atraviesa una crisis sin precedentes en España. Años de recortes presupuestarios, privatizaciones y precarización laboral han puesto en jaque a un sistema que, en otros tiempos, era ejemplo de calidad y accesibilidad. Este deterioro no ha sido inevitable; se ha acelerado como consecuencia de una preocupante desmovilización social, alentada por la falta de liderazgo de las organizaciones políticas y sindicales. En este proceso de desmantelamiento, que continúa produciéndose, lo que está en juego es el mismo acceso universal a la salud.
Recortes y privatización: la raíz del problema
Desde la crisis económica de 2008, las políticas de austeridad han golpeado duramente a la sanidad pública. Según datos oficiales, entre 2009 y 2019, el gasto sanitario público por habitante apenas aumentó un 1,67%, pasando de 1.629 euros a 1.656 euros. Esta inversión resulta insuficiente frente al envejecimiento poblacional, el aumento de enfermedades crónicas y las crecientes necesidades asistenciales.
En paralelo, la privatización ha ido ganando terreno, bajo el pretexto de mejorar la eficiencia y reducir costes. Sin embargo, estudios independientes han demostrado que la privatización no solo ha incrementado los gastos en salud, sino que ha deteriorado la calidad del servicio. Clínicas y hospitales privatizados priorizan el beneficio económico por encima del bienestar del paciente, dejando a muchos usuarios atrapados en listas de espera interminables o sin acceso a tratamientos básicos.
La precarización laboral: profesionales al límite
El impacto de estas políticas no se limita a los pacientes; también afecta gravemente a los profesionales sanitarios. La reducción de personal y la sobrecarga de trabajo han llevado a muchos médicos, enfermeros y fisioterapeutas a buscar mejores oportunidades fuera del sistema público o incluso en el extranjero.
Un claro ejemplo de esta precarización es el caso de los fisioterapeutas de Atención Primaria en Canarias, quienes han visto reducidos sus salarios en 200 euros mensuales pese a haber asumido un rol crucial en la mejora de los tiempos de espera y la atención a los pacientes tras la pandemia.
Según denuncias de Intersindical Canaria, esta bajada salarial responde a una errónea interpretación de la legislación, mientras los intentos de diálogo con la Consejería de Sanidad han sido ignorados.
La situación no es mejor para otros colectivos. Médicos de familia, pediatras y personal de enfermería han llevado a cabo huelgas indefinidas, reclamando mejoras salariales, una reducción de las listas de espera y condiciones laborales dignas.
Testimonios que alertan de un colapso inminente
El drama no se refleja solo en las estadísticas, sino también en las vivencias de quienes están en la primera línea. Una uróloga de la sanidad pública madrileña compartió en un testimonio viral las condiciones "infrahumanas" en las que trabaja debido a la falta de recursos y la mala gestión hospitalaria.
Por su parte, un fisioterapeuta de Canarias comentó en un medio local: "Nos pidieron que redujéramos listas de espera tras la pandemia y lo logramos, pero como respuesta, nos han recortado el salario. Este atropello desmotiva y hace que muchos piensen en dejar el sistema público".
Otro testimonio relevante es el de una médica de familia que, tras 20 años en el sistema público, asegura: "Estamos más solos que nunca. La falta de personal hace que veamos el doble de pacientes de lo recomendado, poniendo en riesgo nuestra salud mental y la calidad de la atención médica".
Un futuro comprometido: la desmovilización social como obstáculo
Lo más preocupante de esta crisis no es solo el desmantelamiento paulatino de la sanidad pública, sino la indiferencia de la sociedad. La ausencia de movilización social frente a estos atropellos permite que las administraciones continúen aplicando políticas regresivas sin encontrar resistencia significativa.
La inacción tiene consecuencias dramáticas. Cada día, el deterioro del sistema sanitario público se traduce en muertes evitables, cronificación de enfermedades y el sufrimiento de miles de personas que dependen de la atención pública. Si no se produce un cambio de rumbo, la sanidad acabará siendo un privilegio reservado para quienes puedan permitírselo.
Por EUGENIO FERNÁNDEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
La sanidad pública, un derecho fundamental, atraviesa una crisis sin precedentes en España. Años de recortes presupuestarios, privatizaciones y precarización laboral han puesto en jaque a un sistema que, en otros tiempos, era ejemplo de calidad y accesibilidad. Este deterioro no ha sido inevitable; se ha acelerado como consecuencia de una preocupante desmovilización social, alentada por la falta de liderazgo de las organizaciones políticas y sindicales. En este proceso de desmantelamiento, que continúa produciéndose, lo que está en juego es el mismo acceso universal a la salud.
Recortes y privatización: la raíz del problema
Desde la crisis económica de 2008, las políticas de austeridad han golpeado duramente a la sanidad pública. Según datos oficiales, entre 2009 y 2019, el gasto sanitario público por habitante apenas aumentó un 1,67%, pasando de 1.629 euros a 1.656 euros. Esta inversión resulta insuficiente frente al envejecimiento poblacional, el aumento de enfermedades crónicas y las crecientes necesidades asistenciales.
En paralelo, la privatización ha ido ganando terreno, bajo el pretexto de mejorar la eficiencia y reducir costes. Sin embargo, estudios independientes han demostrado que la privatización no solo ha incrementado los gastos en salud, sino que ha deteriorado la calidad del servicio. Clínicas y hospitales privatizados priorizan el beneficio económico por encima del bienestar del paciente, dejando a muchos usuarios atrapados en listas de espera interminables o sin acceso a tratamientos básicos.
La precarización laboral: profesionales al límite
El impacto de estas políticas no se limita a los pacientes; también afecta gravemente a los profesionales sanitarios. La reducción de personal y la sobrecarga de trabajo han llevado a muchos médicos, enfermeros y fisioterapeutas a buscar mejores oportunidades fuera del sistema público o incluso en el extranjero.
Un claro ejemplo de esta precarización es el caso de los fisioterapeutas de Atención Primaria en Canarias, quienes han visto reducidos sus salarios en 200 euros mensuales pese a haber asumido un rol crucial en la mejora de los tiempos de espera y la atención a los pacientes tras la pandemia.
Según denuncias de Intersindical Canaria, esta bajada salarial responde a una errónea interpretación de la legislación, mientras los intentos de diálogo con la Consejería de Sanidad han sido ignorados.
La situación no es mejor para otros colectivos. Médicos de familia, pediatras y personal de enfermería han llevado a cabo huelgas indefinidas, reclamando mejoras salariales, una reducción de las listas de espera y condiciones laborales dignas.
Testimonios que alertan de un colapso inminente
El drama no se refleja solo en las estadísticas, sino también en las vivencias de quienes están en la primera línea. Una uróloga de la sanidad pública madrileña compartió en un testimonio viral las condiciones "infrahumanas" en las que trabaja debido a la falta de recursos y la mala gestión hospitalaria.
Por su parte, un fisioterapeuta de Canarias comentó en un medio local: "Nos pidieron que redujéramos listas de espera tras la pandemia y lo logramos, pero como respuesta, nos han recortado el salario. Este atropello desmotiva y hace que muchos piensen en dejar el sistema público".
Otro testimonio relevante es el de una médica de familia que, tras 20 años en el sistema público, asegura: "Estamos más solos que nunca. La falta de personal hace que veamos el doble de pacientes de lo recomendado, poniendo en riesgo nuestra salud mental y la calidad de la atención médica".
Un futuro comprometido: la desmovilización social como obstáculo
Lo más preocupante de esta crisis no es solo el desmantelamiento paulatino de la sanidad pública, sino la indiferencia de la sociedad. La ausencia de movilización social frente a estos atropellos permite que las administraciones continúen aplicando políticas regresivas sin encontrar resistencia significativa.
La inacción tiene consecuencias dramáticas. Cada día, el deterioro del sistema sanitario público se traduce en muertes evitables, cronificación de enfermedades y el sufrimiento de miles de personas que dependen de la atención pública. Si no se produce un cambio de rumbo, la sanidad acabará siendo un privilegio reservado para quienes puedan permitírselo.
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.98