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Viernes, 01 de Noviembre de 2024 Tiempo de lectura:

¿TURISMO O DESPOJO? LA GENTRIFICACIÓN CONVIERTE LOS HOGARES CANARIOS EN UN LUJO PARA POCOS

¿Puede la gentrificación destruir para siempre los barrios históricos de Canarias?

La gentrificación y el auge del alquiler vacacional han transformado los barrios populares de Canarias y otras regiones en escaparates elitistas, expulsando a las clases trabajadoras de sus hogares. Este proceso, reflejo de la dinámica capitalista global, exige respuestas urgentes para garantizar el derecho a la vivienda (...).

 

 

Por A. RAMÍREZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-

 

    Como en la mayor parte del Estado español, las clases populares enfrentan en Canarias una crisis sin precedentes en el acceso a la vivienda. En los últimos cinco años, los precios del alquiler han aumentado un 49%, convirtiendo el acceso a la vivienda en un privilegio al alcance de pocos. Este encarecimiento, provocado en gran parte por la gentrificación y el auge del alquiler vacacional, ha generado un desplazamiento forzado de los residentes tradicionales hacia zonas periféricas, alterando el tejido social y cultural de sus barrios.

 

    El fenómeno, definido como la "revalorización" de barrios populares para atraer a residentes con mayor poder adquisitivo -gentrificación- está acompañado por la especulación inmobiliaria y la turistificación. Según datos recientes, en 2020 se contabilizaban más de 38.900 viviendas destinadas al alquiler vacacional en Canarias. Estas propiedades, antes ocupadas por residentes locales, han pasado a formar parte de un mercado turístico lucrativo que limita la oferta de alquiler a largo plazo y dispara los precios.

 

   La dependencia económica del monocultivo turístico en Canarias agrava esta situación.    De esta forma, barrios que históricamente hansido el hogar de las clases populares, como el barrio de Guanarteme y La Isleta  en la isla de Gran Canaria, van perdiendo progresivamente su esencia, transformados en escaparates para turistas, mientras los antiguos residentes son desplazados por nuevos propietarios o inquilinos.  Un fenómeno que no solo empobrece culturalmente las islas, sino que contribuye a la exclusión social y la desarticulación de las comunidades. 

 

  Ante esta emergencia habitacional, colectivos sociales han exigido al Gobierno de Canarias la implementación de medidas urgentes, entre ellas, que la empresa pública Visocan adquiera viviendas vacías para destinarlas a alquileres sociales. Proponen, asimismo,  la aprobación de una Ley de Expropiación Temporal de Viviendas a grandes propietarios, como bancos y fondos de inversión, y una Ley de Tanteo y Retracto que otorgue prioridad a las administraciones públicas en la adquisición de viviendas vacías.

 

La gentrificación en el resto del Estado

 

   El proceso de gentrificación, obviamente, no es exclusivo de Canarias. En el conjunto del Estado español, ciudades como Madrid, Barcelona o Valencia, pero también otras muchas capitales de provincia, han sido testigos de este fenómeno. En Barcelona, por ejemplo, el barrio de la Dreta de l’Eixample ha sufrido una transformación drástica: su población ha disminuido de 71.600 habitantes en 1970 a 44.000 en la actualidad. Mientras tanto, las viviendas destinadas a apartamentos turísticos y de lujo han crecido exponencialmente, representando casi el 43% de las camas disponibles en la zona.

 

   Madrid también ofrece casos significativos, como el de Lavapiés, un barrio histórico que ha pasado de ser un enclave popular y multicultural a convertirse en un área de moda para jóvenes profesionales y turistas. Los precios del alquiler han aumentado un 40% en la última década, expulsando a sus residentes tradicionales.

 

  Estas dinámicas, aunque distintas en cada territorio, tienen un denominador común: afectan principalmente a las clases trabajadoras, que ven cómo el acceso a la vivienda, un derecho fundamental, se convierte en un lujo reservado a las élites.

 

Un fenómeno global: la acumulación por desposesión

 

   La gentrificación no es un proceso aislado, sino una manifestación del capitalismo global en su fase actual. Tal y como señala el geógrafo marxista David Harvey en su concepto de acumulación por desposesión, este fenómeno representa una forma de extracción de riqueza basada en la apropiación de bienes comunes.

 

  Según Harvey, el capitalismo contemporáneo no solo produce desigualdades a través del mercado, sino que también lo hace mediante procesos de desposesión de las clases populares. La vivienda, que históricamente había sido un refugio y, gracias a la lucha de generaciones de trabajadores, llegó a considerarse un derecho, se transforma así en un bien de inversión para el capital global. Un procesor que se manifiesta en el desplazamiento de residentes, la destrucción de comunidades y la pérdida de la identidad cultural de los barrios.

 

  A nivel internacional, ciudades como Nueva York, Londres o Berlín enfrentan problemas similares. En Berlín, la presión del mercado inmobiliario llevó a la organización de referéndums para expropiar viviendas en manos de grandes propietarios, buscando proteger el derecho a la vivienda frente a la especulación.

 

  La gentrificación no es, por tanto, solo un fenómeno urbano, sino un reflejo de estas dinámicas de acumulación capitalista. Al transformar la vivienda en una mercancía más, se profundizan las desigualdades de clase y se refuerzan los privilegios de quienes controlan el capital.

 

   Frente a esta realidad, el papel de la sociedad organizada resulta aún más importante de lo que ya había sido históricamente. En Canarias, los colectivos que defienden el derecho a la vivienda han llamado a la movilización para presionar al gobierno y evitar más desahucios, comenzando a dar una lucha que no solo busca garantizar una vivienda digna para todos, sino también preservar la esencia y las redes sociales de los barrios populares.

 

 

 
 
 
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