
CANARIAS: ¿NUEVO EPICENTRO DE LA DISPUTA POR ÁFRICA ENTRE CHINA Y EE.UU.?
De enclave turístico a nodo estratégico: así entra Canarias en la disputa entre grandes potencias
África vuelve a estar en el centro de la disputa entre las principales potencias capitalistas. Mientras Estados Unidos pretende seguir recurriendo a la guerra y las intervenciones militares para mantener o recuperar posiciones en el Continente, China utiliza su creciente capacidad financiera y sus recursos industrales para convertirse en el principal acreedor de los países africanos y extraer una mayor proporción de sus recursos naturales. Es en esta disputa por el control y la explotación del continente africano donde el valor geoestratégico de un pequeño territorio como el Archipiélago canario podría estar cobrando cada vez una mayor importancia (...).
Por CRISTÓBAL GARCÍA VERA PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
En la encarnizada disputa entre China y Estados Unidos por el control de los mercados y los recursos estratégicos del mundo, África se ha convertido en uno de los tableros principales.
Mientras la lucha por Eurasia continúa -con la sangrienta guerra de Ucrania-, Medio Oriente sigue siendo el escenario del genocidio del pueblo palestino y las tensiones geopolíticas en el Mar de China Meridional se mantienen, la lucha por África se desarrolla de una forma más silenciosa.
Y es en esta disputa por el control y la explotación de las riquezas del continente africano donde el valor geoestratégico de un pequeño territorio como el Archipiélago Canario podría estar cobrando cada vez una mayor importancia.
La presencia creciente de China en África explica el interés del gigante asiático por Canarias como plataforma operativa para proyectar su expansión económica en África Occidental. Canarias ha pasado a ser algo más que un destino turístico o un enclave fiscal atractivo, convirtiéndose también en un potencial punto de conexión clave con el codiciado continente africano.
"En el sistema capitalista no hay posible "win-win", ("ganar-ganar"), todo intercambio beneficia al más fuerte y perjudia a los débiles"
CHINA EN ÁFRICA: CONTROL A TRAVÉS DE LA DEUDA Y EXTRACCIÓN DE RECURSOS NATURALES
Desde principios de este siglo, China ha multiplicado su presencia en África, especialmente a través del colosal proyecto de la “Nueva Ruta de la Seda”.
Esta iniciativa ha facilitado enormes inversiones en infraestructuras: carreteras, puentes, puertos, ferrocarriles, redes eléctricas y de telecomunicaciones.
Según el Ministerio de Comercio chino, se calcula que más de 400 barcos pesqueros chinos operan actualmente en las costas de África Occidental. Además, empresas estatales chinas participan desde 2022 en más de medio centenar de proyectos de infraestructura marítima en la región.
Como contrapartida de estas y otras muchas inversiones, Pekín se ha convertido en el mayor acreedor bilateral de África y, con ello, en uno de los actores externos con más capacidad de influencia en la política y la sociedad de los países receptores de estas inversiones. En 2005, la Deuda externa pública del África subsahariana con China era inferior al 2%. Hoy, supera el 20%. Una parte considerable de esa deuda es literalmente impagable, lo que ha generado nuevas formas de dependencia.
Además de en las infraestructuras, China ha focalizado sus inversiones en sectores estratégicos como la minería y la energía. Aproximadamente un tercio de la inversión china en África se destina al sector minero. Especialmente a sectores como la minería del oro, litio, cobre o uranio, todos esenciales para la transición energética global.
"Es más que comprensible que los gobernantes africanos, y sus pueblos, rechacen las propuestas de inversión y "amistad" de las potencias occidentales"
En la República Democrática del Congo, empresas chinas han invertido significativamente en la extracción de cobalto y coltán, minerales esenciales para la fabricación de dispositivos electrónicos y vehículos eléctricos.
En Zimbabue, la explotación del litio por parte de la empresa china Chengxin Lithium ha generado controversia y descontento entre los habitantes locales. La mina de Sabi Star, que comenzó a operar en 2023, ha desplazado a familias enteras de sus aldeas, alterando su forma de vida y afectando negativamente al medio ambiente. A pesar de las promesas de empleo y desarrollo, la mayoría de los trabajos lucrativos han sido ocupados por trabajadores traídos de China, mientras los residentes locales han recibido pocas oportunidades. Del mismo modo, la exportación de litio en bruto a China ha provocado quejas sobre la falta de beneficios directos para Zimbabue.
La creciente presencia china en África ha generado otras tensiones con las comunidades locales.
En Ghana, la fiebre del oro ha dado lugar a una explotación minera intensiva, en la que participan empresas chinas y actores locales. Esta actividad ha provocado un grave deterioro ambiental y social, afectando a las comunidades locales y al medioambiente.
No pocos analistas argumentan que las inversiones chinas solo contribuyen al desarrollo del continente, y no podrían compararse con las inversiones tradicionales realizadas por otros países europeos o los propios Estados Unidos. Esta interpretación idílica, sin embargo, no resiste un análisis crítico que atienda a las implicaciones de estas inversiones en términos de soberanía económica, impacto ambiental y bienestar de las poblaciones locales.
Por otro lado, la dependencia económica por la Deuda externa generada en favor de China y el control de recursos estratégicos por parte de las empresas del gigante asiático adoptan la forma de relaciones propias del neocolonialismo, donde la potencia extranjera extrae riqueza de las naciones africanas, perpetuando relaciones de explotación y una economía fundamentalmente extractivista. Dinámicas económicas inherentes al capitalismo que nunca han dejado de reproducirse en el marco de este sistema.
CANARIAS COMO PLATAFORMA DE EXPANSIÓN
El presidente de China, Xi Jinping, en Gran Canaria, con el presidente del Cabildo insular Antonio Morales
En este contexto, el interés chino por Canarias cobra todo su sentido. A medio camino entre Europa y África, con estabilidad política, infraestructuras logísticas y un marco fiscal atractivo, el archipiélago se presenta como el trampolín ideal para concretar las ambiciones chinas en África Occidental.
La base pesquera de la Corporación Nacional de Pesca de China en Las Palmas, las inversiones hoteleras, las rutas aéreas abiertas desde 2018 o el apoyo logístico a proyectos chinos en Mauritania lo demuestran con hechos.
Pero también hay otras señales simbólicas del interés chino por Canarias.
El propio presidente Xi Jinping ha hecho escala tres veces en Gran Canaria durante sus viajes oficiales a América Latina. Algo que no parece casual. En una de esas visitas, Xi declaró:
"Son unas islas que aprecio mucho".
Pero si las declaraciones del mandatario chino se podrían considerar un mero reconocimiento diplomático, el embajador de China en España, Jao Jing, fue mucho más directo:
“Queremos que Canarias sea el puente de China en África Occidental en sectores como la energía”.
Esa visión, huelga decirlo, es compartida por representantes institucionales de las Islas, que ven en la propuesta china una suculenta posibilidad de negocio para las patronales del Archipiélago.
En septiembre de 2024, el Cabildo de Tenerife participaba en el IX Foro España-China celebrado en Pekín, donde el director insular de Acción Exterior y Relaciones Institucionales, Pedro González, destacaba los "atractivos económicos y fiscales" de la isla para atraer inversiones chinas.
Lope Afonso, vicepresidente y consejero de Turismo del Cabildo de Tenerife, recalcaba el papel que podía tener la isla "como un punto de conexión clave entre Europa, África y América Latina”.
Los sucesivos presidentes regionales, entre ellos Fernando Clavijo, no han desaprovechado tampoco las visitas de los mandatarios chinos para postular el Archipiélago como el mejor nexo de unión entre las empresas chinas y el Norte de África.
"Las potencias imperialistas no comparten el mundo: se lo disputan"
LA CONTRAPARTE NORTEAMERICANA: BASE MILITAR Y CONTROL GEOPOLÍTICO
La expansión china se da en el contexto de una competencia sin cuartel con la que, hasta la fecha, ha sido la principal potencia imperialista del planeta: Los Estados Unidos de Amércia.
Y así como China explora las posibilidades para utilizar Canarias como trampolín económico, EE.UU. y la OTAN han visto en el archipiélago una base militar privilegiada para sus operaciones en África.
La Base Aérea de Gando, en Gran Canaria, por ejemplo, ha sido utilizada por EE.UU. para evacuar tropas desde Níger y otros puntos conflictivos del continente.
Ya en los años 70, Henry Kissinger había impulsado la idea de usar Canarias como base de operaciones militares para Oriente Medio y África. Hoy, esa idea se ha convertido en una realidad logística, bajo la cobertura de ejercicios militares conjuntos con la OTAN.
Las potencias imperialistas no comparten el mundo: se lo disputan. La militarización estadounidense del continente africano, con 29 bases en 15 países, responde directamente al avance chino que – por el momento- en lugar de soldados, despliega préstamos, constructoras y puertos. Pero la lógica subyacente es la misma: control de rutas, recursos y gobiernos para garantizar los intereses del capital.
EL JUSTIFICADO RECHAZO AFRICANO A OCCIDENTE
Resulta más que comprensible que los gobernantes africanos, y sus pueblos, rechacen con profundo escepticismo las propuestas de inversión y "amistad" de las potencias occidentales.
Estados Unidos, junto con las principales potencias europeas, no son actores desconocidos en África: son los antiguos colonizadores, responsables directos de su subdesarrollo, y siguen actuando con la misma prepotencia colonial de antaño, utilizando instrumentos como las presiones diplomáticas, préstamos condicionados, acuerdos desiguales, operaciones militares disfrazadas de “cooperación” o promoción de golpes de Estado contra los gobiernos díscolos.
Los pueblos africanos conocen esa historia, la han sufrido. Saben que quienes saquearon sus recursos, dividieron artificialmente sus territorios y provocaron guerras civiles para asegurar el control de sus materias primas no han cambiado de intenciones.
Por ello no sorprende que muchos países africanos busquen otras alternativas, y entre ellas se encuentren las inversiones chinas o, incluso, la presencia militar de Rusia.
Para quienes están el frente de un gobierno africano que requiere urgentemente construir hospitales, carreteras o garantizar seguridad ante la amenaza yihadista parece más que lógico aceptar las inversiones chinas si éstas se conceden con mejores condiciones que las ofrecidas por las potencias occidentales.
Sin embargo, un análisis objetivo de las dinámicas económicas y políticas que rigen el sistema capitalista exige ir más allá de lo coyuntural y de las apariencias. La clave no está solo en quién invierte en África, sino, fundamentalmente, en saber bajo qué lógica lo hace. Y mientras las potencias que invierten e intervienen —ya sean Estados Unidos, Francia, China o Rusia— se rijan por los intereses del capital, sus acciones no podrán romper el patrón histórico de dependencia, desigualdad y expolio.
Por muy amable que se presente la propuesta China, por muy atractivo que pueda resultar su lenguaje diplomático o por muy bien que vendan su presunto modelo de “ganar-ganar", la lógica capitalista sobre la que se estructuran sus inversiones impide que haya una verdadera reciprocidad o relaciones de verdadera solidaridad como en las que en su día pudo establecer la Unión Soviética con los países africanos que luchaban por su independencia.
En el sistema capitalista, todo intercambio es desigual y tiende a beneficiar al más fuerte. Las grandes inversiones no se guían por la necesidad de desarrollo de los países africanos, sino por la necesidad de reproducir el capital y aumentar la tasa de ganancia de las empresas que invierten.
Así, lo que en apariencia puede parecer cooperación o ayuda al desarrollo termina consolidando un modelo de crecimiento profundamente desigual. Se produce riqueza en África pero ésta es dirigida mayormente hacia los centros capitalistas, ya estén estos ubicados en New York, Londres, París o Pekín.
Se extraen recursos, pero sin industrialización ni transferencia de tecnología. Y se deja a cambio un legado de deuda, de dependencia, y de estructuras productivas subordinadas a las necesidades externas y no a las de los pueblos africanos.
Esta podría ser la nueva tragedia de nuestro tiempo: los países africanos, buscando alternativas frente a un imperialismo que conocen demasiado bien, pueden terminar dependiendo de nuevas potencias que reproducen, aunque con otra estética y una retórica "antiimperialista", las mismas lógicas de explotación que aquellos que los colonizaron.
CANARIAS EN LA ENCRUCIJADA: ¿EL TRAMPOLÍN DE LAS GRANDES POTENCIAS?
Canarias, como punto intermedio entre continentes, se encuentra también atrapada entre los intereses de las grandes potencias.
Por un lado, las inversiones chinas; por el otro, la presencia militar estadounidense a través de la OTAN. Ambas pretenden utilizar el territorio del Archipiélago para proyectar su influencia hacia África. Y aunque, sin ninguna duda, existen sectores empresariales -elites canarias y del continente africano- que pueden beneficiarse de los proyectos económicos de China, los verdaderos intereses de los pueblos quedan siempre al margen de estos planes.
Ya sea para el despliegue militar estadounidense o para la expansión comercial china, el futuro del archipiélago parece depender, una vez más, de una pugna entre poderosos agentes extranjeros.
Por CRISTÓBAL GARCÍA VERA PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
En la encarnizada disputa entre China y Estados Unidos por el control de los mercados y los recursos estratégicos del mundo, África se ha convertido en uno de los tableros principales.
Mientras la lucha por Eurasia continúa -con la sangrienta guerra de Ucrania-, Medio Oriente sigue siendo el escenario del genocidio del pueblo palestino y las tensiones geopolíticas en el Mar de China Meridional se mantienen, la lucha por África se desarrolla de una forma más silenciosa.
Y es en esta disputa por el control y la explotación de las riquezas del continente africano donde el valor geoestratégico de un pequeño territorio como el Archipiélago Canario podría estar cobrando cada vez una mayor importancia.
La presencia creciente de China en África explica el interés del gigante asiático por Canarias como plataforma operativa para proyectar su expansión económica en África Occidental. Canarias ha pasado a ser algo más que un destino turístico o un enclave fiscal atractivo, convirtiéndose también en un potencial punto de conexión clave con el codiciado continente africano.
"En el sistema capitalista no hay posible "win-win", ("ganar-ganar"), todo intercambio beneficia al más fuerte y perjudia a los débiles"
CHINA EN ÁFRICA: CONTROL A TRAVÉS DE LA DEUDA Y EXTRACCIÓN DE RECURSOS NATURALES
Desde principios de este siglo, China ha multiplicado su presencia en África, especialmente a través del colosal proyecto de la “Nueva Ruta de la Seda”.
Esta iniciativa ha facilitado enormes inversiones en infraestructuras: carreteras, puentes, puertos, ferrocarriles, redes eléctricas y de telecomunicaciones.
Según el Ministerio de Comercio chino, se calcula que más de 400 barcos pesqueros chinos operan actualmente en las costas de África Occidental. Además, empresas estatales chinas participan desde 2022 en más de medio centenar de proyectos de infraestructura marítima en la región.
Como contrapartida de estas y otras muchas inversiones, Pekín se ha convertido en el mayor acreedor bilateral de África y, con ello, en uno de los actores externos con más capacidad de influencia en la política y la sociedad de los países receptores de estas inversiones. En 2005, la Deuda externa pública del África subsahariana con China era inferior al 2%. Hoy, supera el 20%. Una parte considerable de esa deuda es literalmente impagable, lo que ha generado nuevas formas de dependencia.
Además de en las infraestructuras, China ha focalizado sus inversiones en sectores estratégicos como la minería y la energía. Aproximadamente un tercio de la inversión china en África se destina al sector minero. Especialmente a sectores como la minería del oro, litio, cobre o uranio, todos esenciales para la transición energética global.
"Es más que comprensible que los gobernantes africanos, y sus pueblos, rechacen las propuestas de inversión y "amistad" de las potencias occidentales"
En la República Democrática del Congo, empresas chinas han invertido significativamente en la extracción de cobalto y coltán, minerales esenciales para la fabricación de dispositivos electrónicos y vehículos eléctricos.
En Zimbabue, la explotación del litio por parte de la empresa china Chengxin Lithium ha generado controversia y descontento entre los habitantes locales. La mina de Sabi Star, que comenzó a operar en 2023, ha desplazado a familias enteras de sus aldeas, alterando su forma de vida y afectando negativamente al medio ambiente. A pesar de las promesas de empleo y desarrollo, la mayoría de los trabajos lucrativos han sido ocupados por trabajadores traídos de China, mientras los residentes locales han recibido pocas oportunidades. Del mismo modo, la exportación de litio en bruto a China ha provocado quejas sobre la falta de beneficios directos para Zimbabue.
La creciente presencia china en África ha generado otras tensiones con las comunidades locales.
En Ghana, la fiebre del oro ha dado lugar a una explotación minera intensiva, en la que participan empresas chinas y actores locales. Esta actividad ha provocado un grave deterioro ambiental y social, afectando a las comunidades locales y al medioambiente.
No pocos analistas argumentan que las inversiones chinas solo contribuyen al desarrollo del continente, y no podrían compararse con las inversiones tradicionales realizadas por otros países europeos o los propios Estados Unidos. Esta interpretación idílica, sin embargo, no resiste un análisis crítico que atienda a las implicaciones de estas inversiones en términos de soberanía económica, impacto ambiental y bienestar de las poblaciones locales.
Por otro lado, la dependencia económica por la Deuda externa generada en favor de China y el control de recursos estratégicos por parte de las empresas del gigante asiático adoptan la forma de relaciones propias del neocolonialismo, donde la potencia extranjera extrae riqueza de las naciones africanas, perpetuando relaciones de explotación y una economía fundamentalmente extractivista. Dinámicas económicas inherentes al capitalismo que nunca han dejado de reproducirse en el marco de este sistema.
CANARIAS COMO PLATAFORMA DE EXPANSIÓN
El presidente de China, Xi Jinping, en Gran Canaria, con el presidente del Cabildo insular Antonio Morales
En este contexto, el interés chino por Canarias cobra todo su sentido. A medio camino entre Europa y África, con estabilidad política, infraestructuras logísticas y un marco fiscal atractivo, el archipiélago se presenta como el trampolín ideal para concretar las ambiciones chinas en África Occidental.
La base pesquera de la Corporación Nacional de Pesca de China en Las Palmas, las inversiones hoteleras, las rutas aéreas abiertas desde 2018 o el apoyo logístico a proyectos chinos en Mauritania lo demuestran con hechos.
Pero también hay otras señales simbólicas del interés chino por Canarias.
El propio presidente Xi Jinping ha hecho escala tres veces en Gran Canaria durante sus viajes oficiales a América Latina. Algo que no parece casual. En una de esas visitas, Xi declaró:
"Son unas islas que aprecio mucho".
Pero si las declaraciones del mandatario chino se podrían considerar un mero reconocimiento diplomático, el embajador de China en España, Jao Jing, fue mucho más directo:
“Queremos que Canarias sea el puente de China en África Occidental en sectores como la energía”.
Esa visión, huelga decirlo, es compartida por representantes institucionales de las Islas, que ven en la propuesta china una suculenta posibilidad de negocio para las patronales del Archipiélago.
En septiembre de 2024, el Cabildo de Tenerife participaba en el IX Foro España-China celebrado en Pekín, donde el director insular de Acción Exterior y Relaciones Institucionales, Pedro González, destacaba los "atractivos económicos y fiscales" de la isla para atraer inversiones chinas.
Lope Afonso, vicepresidente y consejero de Turismo del Cabildo de Tenerife, recalcaba el papel que podía tener la isla "como un punto de conexión clave entre Europa, África y América Latina”.
Los sucesivos presidentes regionales, entre ellos Fernando Clavijo, no han desaprovechado tampoco las visitas de los mandatarios chinos para postular el Archipiélago como el mejor nexo de unión entre las empresas chinas y el Norte de África.
"Las potencias imperialistas no comparten el mundo: se lo disputan"
LA CONTRAPARTE NORTEAMERICANA: BASE MILITAR Y CONTROL GEOPOLÍTICO
La expansión china se da en el contexto de una competencia sin cuartel con la que, hasta la fecha, ha sido la principal potencia imperialista del planeta: Los Estados Unidos de Amércia.
Y así como China explora las posibilidades para utilizar Canarias como trampolín económico, EE.UU. y la OTAN han visto en el archipiélago una base militar privilegiada para sus operaciones en África.
La Base Aérea de Gando, en Gran Canaria, por ejemplo, ha sido utilizada por EE.UU. para evacuar tropas desde Níger y otros puntos conflictivos del continente.
Ya en los años 70, Henry Kissinger había impulsado la idea de usar Canarias como base de operaciones militares para Oriente Medio y África. Hoy, esa idea se ha convertido en una realidad logística, bajo la cobertura de ejercicios militares conjuntos con la OTAN.
Las potencias imperialistas no comparten el mundo: se lo disputan. La militarización estadounidense del continente africano, con 29 bases en 15 países, responde directamente al avance chino que – por el momento- en lugar de soldados, despliega préstamos, constructoras y puertos. Pero la lógica subyacente es la misma: control de rutas, recursos y gobiernos para garantizar los intereses del capital.
EL JUSTIFICADO RECHAZO AFRICANO A OCCIDENTE
Resulta más que comprensible que los gobernantes africanos, y sus pueblos, rechacen con profundo escepticismo las propuestas de inversión y "amistad" de las potencias occidentales.
Estados Unidos, junto con las principales potencias europeas, no son actores desconocidos en África: son los antiguos colonizadores, responsables directos de su subdesarrollo, y siguen actuando con la misma prepotencia colonial de antaño, utilizando instrumentos como las presiones diplomáticas, préstamos condicionados, acuerdos desiguales, operaciones militares disfrazadas de “cooperación” o promoción de golpes de Estado contra los gobiernos díscolos.
Los pueblos africanos conocen esa historia, la han sufrido. Saben que quienes saquearon sus recursos, dividieron artificialmente sus territorios y provocaron guerras civiles para asegurar el control de sus materias primas no han cambiado de intenciones.
Por ello no sorprende que muchos países africanos busquen otras alternativas, y entre ellas se encuentren las inversiones chinas o, incluso, la presencia militar de Rusia.
Para quienes están el frente de un gobierno africano que requiere urgentemente construir hospitales, carreteras o garantizar seguridad ante la amenaza yihadista parece más que lógico aceptar las inversiones chinas si éstas se conceden con mejores condiciones que las ofrecidas por las potencias occidentales.
Sin embargo, un análisis objetivo de las dinámicas económicas y políticas que rigen el sistema capitalista exige ir más allá de lo coyuntural y de las apariencias. La clave no está solo en quién invierte en África, sino, fundamentalmente, en saber bajo qué lógica lo hace. Y mientras las potencias que invierten e intervienen —ya sean Estados Unidos, Francia, China o Rusia— se rijan por los intereses del capital, sus acciones no podrán romper el patrón histórico de dependencia, desigualdad y expolio.
Por muy amable que se presente la propuesta China, por muy atractivo que pueda resultar su lenguaje diplomático o por muy bien que vendan su presunto modelo de “ganar-ganar", la lógica capitalista sobre la que se estructuran sus inversiones impide que haya una verdadera reciprocidad o relaciones de verdadera solidaridad como en las que en su día pudo establecer la Unión Soviética con los países africanos que luchaban por su independencia.
En el sistema capitalista, todo intercambio es desigual y tiende a beneficiar al más fuerte. Las grandes inversiones no se guían por la necesidad de desarrollo de los países africanos, sino por la necesidad de reproducir el capital y aumentar la tasa de ganancia de las empresas que invierten.
Así, lo que en apariencia puede parecer cooperación o ayuda al desarrollo termina consolidando un modelo de crecimiento profundamente desigual. Se produce riqueza en África pero ésta es dirigida mayormente hacia los centros capitalistas, ya estén estos ubicados en New York, Londres, París o Pekín.
Se extraen recursos, pero sin industrialización ni transferencia de tecnología. Y se deja a cambio un legado de deuda, de dependencia, y de estructuras productivas subordinadas a las necesidades externas y no a las de los pueblos africanos.
Esta podría ser la nueva tragedia de nuestro tiempo: los países africanos, buscando alternativas frente a un imperialismo que conocen demasiado bien, pueden terminar dependiendo de nuevas potencias que reproducen, aunque con otra estética y una retórica "antiimperialista", las mismas lógicas de explotación que aquellos que los colonizaron.
CANARIAS EN LA ENCRUCIJADA: ¿EL TRAMPOLÍN DE LAS GRANDES POTENCIAS?
Canarias, como punto intermedio entre continentes, se encuentra también atrapada entre los intereses de las grandes potencias.
Por un lado, las inversiones chinas; por el otro, la presencia militar estadounidense a través de la OTAN. Ambas pretenden utilizar el territorio del Archipiélago para proyectar su influencia hacia África. Y aunque, sin ninguna duda, existen sectores empresariales -elites canarias y del continente africano- que pueden beneficiarse de los proyectos económicos de China, los verdaderos intereses de los pueblos quedan siempre al margen de estos planes.
Ya sea para el despliegue militar estadounidense o para la expansión comercial china, el futuro del archipiélago parece depender, una vez más, de una pugna entre poderosos agentes extranjeros.
Chorche | Martes, 25 de Marzo de 2025 a las 23:11:52 horas
El sistema capitalista no es que tienda a beneficiar al más fuerte, es que está dirigido por los más grandes capos del mundo, tan codiciosos como ruines y alienados.
Los "valores" del capital son, entre otros similares, la codicia, la especulación, la destrucción y la deshumanización.
Como para interesarse por la necesidad de desarrollo de los pueblos...
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