
HANS LITTEN: EL ABOGADO QUE DESAFIÓ A ADOLF HITLER SENTÁNDOLO ANTE LOS TRIBUNALES
¿Por qué Hans Litten es un símbolo de resistencia frente a Adolf Hitler y el régimen nazi?
Hans Litten, abogado alemán y defensor de los derechos humanos, se enfrentó a Adolf Hitler en el histórico juicio de 1931, revelando la violencia de las Sturmabteilung (SA) y desafiando el naciente régimen nazi. Su valentía le costó años de sufrimiento en campos de concentración, convirtiéndose en un símbolo de resistencia contra el nazismo.
POR HANSI QUENAU, DESDE ALEMANIA PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
Hans Litten, un joven abogado alemán de origen judío, fue uno de los primeros en confrontar públicamente a Adolf Hitler, desenmascarando la naturaleza violenta y antidemocrática del
nazismo en un tribunal. Su valentía y determinación en el conocido como "Juicio del Palacio de Baile Eden", que tuvo lugar en 1931, no solo fueron una humillación para futuro dictador, sino que también sellaron el trágico destino del propio Hans Litten.
La biografía de Litten es un auténtico relato de coraje frente a la opresión y de la lucha desesperada por defender los principios de la justicia en una época en que la legalidad se derrumbaba bajo el peso del totalitarismo emergente.
LA TRAYECTORIA DE UN ABOGADO COMPROMETIDO
Hans Litten nació el 19 de junio de 1903. Desde muy joven mostró una inclinación por la defensa de los más desfavorecidos y se especializó en casos de derechos laborales y políticos en la convulsa República de Weimar. En varias ocasiones, Litten representó a manifestantes y activistas comunistas que habían sido reprimidos por las fuerzas de seguridad, lo que le ganó una reputación de defensor de los derechos humanos.
Hans Litten, que no pertenecía a ningún partido ni organización política, pero desde el punto de vista ideológico se declaraba comunista, un posicionamiento político que nunca ocultó.
Fue, sin embargo, a partir de 1931 cuando su nombre quedó grabado en la historia al interrogar a Hitler en el juicio relacionado con la violencia de las Sturmabteilung (SA), las famosas y brutales tropas de asalto nazis.
EL CONTEXTO DEL "JUICIO DEL PALACIO DE BAILE EDEN".
Fue en ese contexto que el Juicio del Palacio de Baile Eden, donde cuatro de asalto nazis fueron acusados de intento de asesinato, comenzó el 8 mayo de 1931 y fue reportado por toda la prensa de Berlín.
Los tiroteos del Palacio de Baile Eden del 22 de noviembre de 1930 no habían tenido nada de especial. Las bandas de asalto nazis habían convertido ese tipo de acciones en algo cotidiano en la Alemania de la República de Weimar. La noche en cuestión, una pandilla de Sturmabteilung (SA), tropas de "camisas pardas” asaltaron una cervecería donde frecuentemente se reunían los comunistas, disparando a diestro y siniestro.
En aquella refriega los nazis mataron a tres militantes “rojos” e hirieron a otros 20 comunistas. Cuatro de los asaltantes fueron arrestados y llevados a juicio.
![[Img #80757]](https://canarias-semanal.org/upload/images/10_2024/3912_hans1.jpg)
Aunque Litten había actuado en muchos casos similares a este, pensó, sin embargo, que en este juicio se producían unas circunstancias muy especiales que le permitirían "atrapar a un pez más grande", y creyó que se abría una gran oportunidad para sentar ante los tribunales al mismo inspirador teórico de toda aquella vorágine de violencia. Es decir, al propio Adolf Hitler.
Para Litten, el objetivo de aquel proceso judicial no debía ser solo castigar a los culpables de aquellos crimines, sino también demostrar que la violencia política era una estrategia sistemática de los nazis para intimidar a sus oponentes y acabar con las libertades democráticas en la República de Weimar.
Eran aquellos unos momentos en el que los nazis estaban tratando de ganarse el apoyo de la clase media alemana. Por esa razón, aquel juicio representaba un severo riesgo para ellos, ya que Hitler se esforzaba en intentar presentarse ante la sociedad alemana como un político legalista y comprometido con la Constitución.
Litten pensaba aquella era una excelente oportunidad para hacer visible ante el pueblo alemán, las contradicciones políticas del líder nazi, forzándolo a elegir entre su imagen de un político respetuoso de la ley, o tener que reconocer la violencia que estaba implícita a su movimiento. El abogado buscaba demostrar que las acciones criminales de las SA no eran simples excesos de sus desalmados miembros, sino parte consustancial de una política orquestada de terror dirigida por el propio Hitler.
EL INTERROGATORIO QUE PUSO A HITLER CONTRA LAS CUERDAS
El 8 de mayo de 1931, Litten inició un interrogatorio que duró tres horas y que se convertiría en una auténtica pesadilla para Hitler. Con preguntas meticulosamente formuladas y respaldadas por evidencias, el abogado comenzó cuestionando la legalidad de las acciones de las SA y las declaraciones incendiarias de los líderes nazis.
En un momento crucial, Litten citó un artículo del propagandista Joseph Goebbels en el que se llamaba a "hacer picadillo" a los enemigos del partido, y le preguntó a Hitler si el Partido Nacional Socialista aprobaba este tipo de retórica violenta. Hitler, nervioso, respondió que las palabras de Goebbels no debían tomarse literalmente, sino como una metáfora política. Sin embargo, Litten no se dejó convencer y continuó presionando sobre la relación entre la retórica del partido y las acciones violentas de sus miembros.
- Litten: “Usted ha dicho que el Partido Nacional Socialista no lleva a cabo ninguna acción violenta, pero ¿no fue Goebbels quien acuñó el lema “Hay que apalear al enemigo”?
- Hitler: “¡Eso no debe tomarse en sentido literal! Significa que hay que derrotar y destruir a la organización enemiga, no que hay que atacar y asesinar al oponente”.
El clímax del interrogatorio se produjo cuando Litten interrogó a Hitler sobre un panfleto distribuido por los nazis en el que se decía:
"Si no conseguimos el poder a través de elecciones, ¡haremos la revolución! ¡Perseguiremos al Parlamento hasta los mismísimos infiernos!".
Goebbels, el futuro ministro de propaganda, confesó en su diario que había permanecido "tenso" y “ansioso” a lo largo de las tres horas de interrogatorio al que Litten sometió a su jefe. Y tenía toda la razón para estarlo. Según informes periodísticos proporcionados por la prensa de entonces no adscrita al nazismo, las preguntas de Litten hacían a veces hacía que Hitler se retorciera. El Berliner Morgenpost comparó al día siguiente a Hitler con un “barbero aceitoso".
![[Img #80758]](https://canarias-semanal.org/upload/images/10_2024/2961_hans2.jpg)
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Litten quiso que Hitler diera públicamente a conocer cómo era posible conciliar ese llamamiento a la insurrección con la afirmación de que el partido nacional socialista no se iba a salir nunca de los límites de la legalidad.
En un intento desesperado por salir del apuro, Hitler negó que aquel panfleto fuera oficial, pero Litten reveló que el material era abiertamente vendido en los mítines y concentraciones nazis. La presión dialéctica ejercida sobre el líder político hizo que éste en un momento dado, perdiera la compostura, elevando el tono de voz al número de sus decibelios habituales, y recurriendo a evasivas.
Finalmente, el juez Kurt Ohnesorge intervino oportunamente para tratar de salvar al futuro canciller de mayores humillaciones , declarando que las preguntas de Litten no eran procedentes porque no resultaban relevantes para el caso.
LA VENGANZA DEL "FÜHRER"
La humillación pública sufrida por Hitler en el juicio alcanzó límites inenarrables. Y justamente por ello jamás fue olvidada por los nazis.
Cuando Hitler tomó el poder en enero de 1933, Litten fue uno de los primeros en ser arrestado la noche del incendio del Reichstag. Hitler, ahora canciller, ordenó su detención inmediata como un acto de venganza personal. A partir de entonces, Litten fue trasladado de una prisión a otra, y luego a diversos campos de concentración, incluyendo Sonnenburg, Esterwegen, Lichtenburg y, finalmente, Dachau.
Hitler aprovechó el hecho para comunicar a sus subalternos la instrucción de que cualquiera interviniera en favor de Litten “fuera directamente al campo de concentración”. Después de la derrota de la II Guerra mundial, afines al círculo del führer relataron que Hitler “se enrojecía” cada vez que se hacía mención del nombre de Litten.
La llegada de los nazis al poder hizo que Litten fuera visto como un “trofeo”, cuyo “maltrato satisfizo una sed de venganza de larga data por parte de las brutales unidades paramilitares del movimiento nazi, en primer lugar y sobre todo las SA” (*)
En los campos, Litten fue sometido a torturas constantes, trabajos forzados y condiciones inhumanas. Sin embargo, a pesar del sufrimiento, mantuvo su espíritu de resistencia. Ayudaba a sus compañeros prisioneros recitando obras literarias y organizando discusiones para mantener la moral. En una ocasión, cuando se ordenó a los prisioneros que hicieran algo para conmemorar el cumpleaños de Hitler, Litten se atrevió a recitar en voz alta el poema "Los pensamientos son libres", un desafío simbólico que recordaba a los nazis que, aunque sus cuerpos estuvieran enjaulados, sus mentes seguían siendo libres.
La historiadora Helga Grebing ha explicado cuál fue la razón por la que Litten no huyó del país después del final de su juicio con Hitler ¿Se trató de un acto de fe residual en el imperio de la ley o, incluso, una aceptación del martirio?, se pregunta la historiadora. Cuando su familia huyó a Checoslovaquia, Litten se negó en redondo a unirse a ellos, parapetado tras la coherente reflexión de "si millones de trabajadores no pueden salir... Aquí debo quedarme yo también". Su madre, Irmgard, luchó denodada y vanamente por su liberación. Años más tarde escribiría un libro titulado "Una madre lucha contra Hitler (1940).
EL ÚLTIMO SACRIFICIO
El 5 de febrero de 1938, Hans Litten fue encontrado muerto en el conocido campo de concentración de Dachau. Las autoridades nazis informaron que se había suicidado, pero no fueron pocos los que sospecharon que pudo haber sido asesinado. En sus últimos días, Litten que había sabido soportar torturas físicas y psicológicas extremas, había quedado con su salud completamente quebrantada.
La noticia de su muerte fue un duro golpe para su madre, Irmgard Litten. En una ocasión, ella misma se había ofrecido a ser internada en lugar de su hijo, porque se consideraba responsable de sus actos, pues lo había educado para que fuera un ser humano decente.
Los pobres del norte de Berlín, a quienes tan frecuentemente Litten defendió en los tribunales sin cobrarles un solo marco, sus compañeros de prisión, con quienes compartía la comida que le enviaba su madre, y los innumerables libreros de segunda mano, fruteros y comerciantes, para quienes era un completo desconocido, lo consideraban un santo, incluso, ofreciendo internarse en su lugar.
LA MEMORIA REIVINDICADA
Tras la II Guerra Mundial, la figura de Hans Litten fue solo reivindicada por la República Democrática Alemana (RDA) donde fue recordado y tratado como un héroe de la lucha antifascista.
Solo después de la reunificación alemana, las autoridades permitieron que su legado fuera reconocido en todo el país. En Berlín, la "Hans Litten Haus" que alberga oficinas del Colegio de Abogados, otorga el Premio Hans Litten a aquellos que luchan por la justicia y los derechos humanos. A pesar de que su nombre no es tan conocido como el de otros opositores al nazismo, su valentía frente al autoritarismo sigue siendo un ejemplo de resistencia frente a la injusticia.
Hans Litten es recordado hoy como el hombre que, en los tribunales, se atrevió a desafiar a Adolf Hitler. Su interrogatorio no solo dejó en evidencia las contradicciones y la violencia inherente al propio nazismo, sino que mostró, igualmente, el precio que tiene que pagar un defensor de la justicia cuando enfrenta a un régimen dictatorial de las características del nacional-socialista.
Su historia es un vivo recordatorio de la importancia que tiene la lucha por la libertad, incluso en tiempos en los que las esperanzas de obtenerla parecen desvanecerse.
LA PELICULA: (PONER SUBTÍTULOS EN CASTELLANO)
POR HANSI QUENAU, DESDE ALEMANIA PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
Hans Litten, un joven abogado alemán de origen judío, fue uno de los primeros en confrontar públicamente a Adolf Hitler, desenmascarando la naturaleza violenta y antidemocrática del nazismo en un tribunal. Su valentía y determinación en el conocido como "Juicio del Palacio de Baile Eden", que tuvo lugar en 1931, no solo fueron una humillación para futuro dictador, sino que también sellaron el trágico destino del propio Hans Litten.
La biografía de Litten es un auténtico relato de coraje frente a la opresión y de la lucha desesperada por defender los principios de la justicia en una época en que la legalidad se derrumbaba bajo el peso del totalitarismo emergente.
LA TRAYECTORIA DE UN ABOGADO COMPROMETIDO
Hans Litten nació el 19 de junio de 1903. Desde muy joven mostró una inclinación por la defensa de los más desfavorecidos y se especializó en casos de derechos laborales y políticos en la convulsa República de Weimar. En varias ocasiones, Litten representó a manifestantes y activistas comunistas que habían sido reprimidos por las fuerzas de seguridad, lo que le ganó una reputación de defensor de los derechos humanos.
Hans Litten, que no pertenecía a ningún partido ni organización política, pero desde el punto de vista ideológico se declaraba comunista, un posicionamiento político que nunca ocultó.
Fue, sin embargo, a partir de 1931 cuando su nombre quedó grabado en la historia al interrogar a Hitler en el juicio relacionado con la violencia de las Sturmabteilung (SA), las famosas y brutales tropas de asalto nazis.
EL CONTEXTO DEL "JUICIO DEL PALACIO DE BAILE EDEN".
Fue en ese contexto que el Juicio del Palacio de Baile Eden, donde cuatro de asalto nazis fueron acusados de intento de asesinato, comenzó el 8 mayo de 1931 y fue reportado por toda la prensa de Berlín.
Los tiroteos del Palacio de Baile Eden del 22 de noviembre de 1930 no habían tenido nada de especial. Las bandas de asalto nazis habían convertido ese tipo de acciones en algo cotidiano en la Alemania de la República de Weimar. La noche en cuestión, una pandilla de Sturmabteilung (SA), tropas de "camisas pardas” asaltaron una cervecería donde frecuentemente se reunían los comunistas, disparando a diestro y siniestro.
En aquella refriega los nazis mataron a tres militantes “rojos” e hirieron a otros 20 comunistas. Cuatro de los asaltantes fueron arrestados y llevados a juicio.
Aunque Litten había actuado en muchos casos similares a este, pensó, sin embargo, que en este juicio se producían unas circunstancias muy especiales que le permitirían "atrapar a un pez más grande", y creyó que se abría una gran oportunidad para sentar ante los tribunales al mismo inspirador teórico de toda aquella vorágine de violencia. Es decir, al propio Adolf Hitler.
Para Litten, el objetivo de aquel proceso judicial no debía ser solo castigar a los culpables de aquellos crimines, sino también demostrar que la violencia política era una estrategia sistemática de los nazis para intimidar a sus oponentes y acabar con las libertades democráticas en la República de Weimar.
Eran aquellos unos momentos en el que los nazis estaban tratando de ganarse el apoyo de la clase media alemana. Por esa razón, aquel juicio representaba un severo riesgo para ellos, ya que Hitler se esforzaba en intentar presentarse ante la sociedad alemana como un político legalista y comprometido con la Constitución.
Litten pensaba aquella era una excelente oportunidad para hacer visible ante el pueblo alemán, las contradicciones políticas del líder nazi, forzándolo a elegir entre su imagen de un político respetuoso de la ley, o tener que reconocer la violencia que estaba implícita a su movimiento. El abogado buscaba demostrar que las acciones criminales de las SA no eran simples excesos de sus desalmados miembros, sino parte consustancial de una política orquestada de terror dirigida por el propio Hitler.
EL INTERROGATORIO QUE PUSO A HITLER CONTRA LAS CUERDAS
El 8 de mayo de 1931, Litten inició un interrogatorio que duró tres horas y que se convertiría en una auténtica pesadilla para Hitler. Con preguntas meticulosamente formuladas y respaldadas por evidencias, el abogado comenzó cuestionando la legalidad de las acciones de las SA y las declaraciones incendiarias de los líderes nazis.
En un momento crucial, Litten citó un artículo del propagandista Joseph Goebbels en el que se llamaba a "hacer picadillo" a los enemigos del partido, y le preguntó a Hitler si el Partido Nacional Socialista aprobaba este tipo de retórica violenta. Hitler, nervioso, respondió que las palabras de Goebbels no debían tomarse literalmente, sino como una metáfora política. Sin embargo, Litten no se dejó convencer y continuó presionando sobre la relación entre la retórica del partido y las acciones violentas de sus miembros.
- Litten: “Usted ha dicho que el Partido Nacional Socialista no lleva a cabo ninguna acción violenta, pero ¿no fue Goebbels quien acuñó el lema “Hay que apalear al enemigo”?
- Hitler: “¡Eso no debe tomarse en sentido literal! Significa que hay que derrotar y destruir a la organización enemiga, no que hay que atacar y asesinar al oponente”.
El clímax del interrogatorio se produjo cuando Litten interrogó a Hitler sobre un panfleto distribuido por los nazis en el que se decía:
"Si no conseguimos el poder a través de elecciones, ¡haremos la revolución! ¡Perseguiremos al Parlamento hasta los mismísimos infiernos!".
Goebbels, el futuro ministro de propaganda, confesó en su diario que había permanecido "tenso" y “ansioso” a lo largo de las tres horas de interrogatorio al que Litten sometió a su jefe. Y tenía toda la razón para estarlo. Según informes periodísticos proporcionados por la prensa de entonces no adscrita al nazismo, las preguntas de Litten hacían a veces hacía que Hitler se retorciera. El Berliner Morgenpost comparó al día siguiente a Hitler con un “barbero aceitoso".
.
Litten quiso que Hitler diera públicamente a conocer cómo era posible conciliar ese llamamiento a la insurrección con la afirmación de que el partido nacional socialista no se iba a salir nunca de los límites de la legalidad.
En un intento desesperado por salir del apuro, Hitler negó que aquel panfleto fuera oficial, pero Litten reveló que el material era abiertamente vendido en los mítines y concentraciones nazis. La presión dialéctica ejercida sobre el líder político hizo que éste en un momento dado, perdiera la compostura, elevando el tono de voz al número de sus decibelios habituales, y recurriendo a evasivas.
Finalmente, el juez Kurt Ohnesorge intervino oportunamente para tratar de salvar al futuro canciller de mayores humillaciones , declarando que las preguntas de Litten no eran procedentes porque no resultaban relevantes para el caso.
LA VENGANZA DEL "FÜHRER"
La humillación pública sufrida por Hitler en el juicio alcanzó límites inenarrables. Y justamente por ello jamás fue olvidada por los nazis.
Cuando Hitler tomó el poder en enero de 1933, Litten fue uno de los primeros en ser arrestado la noche del incendio del Reichstag. Hitler, ahora canciller, ordenó su detención inmediata como un acto de venganza personal. A partir de entonces, Litten fue trasladado de una prisión a otra, y luego a diversos campos de concentración, incluyendo Sonnenburg, Esterwegen, Lichtenburg y, finalmente, Dachau.
Hitler aprovechó el hecho para comunicar a sus subalternos la instrucción de que cualquiera interviniera en favor de Litten “fuera directamente al campo de concentración”. Después de la derrota de la II Guerra mundial, afines al círculo del führer relataron que Hitler “se enrojecía” cada vez que se hacía mención del nombre de Litten.
La llegada de los nazis al poder hizo que Litten fuera visto como un “trofeo”, cuyo “maltrato satisfizo una sed de venganza de larga data por parte de las brutales unidades paramilitares del movimiento nazi, en primer lugar y sobre todo las SA” (*)
En los campos, Litten fue sometido a torturas constantes, trabajos forzados y condiciones inhumanas. Sin embargo, a pesar del sufrimiento, mantuvo su espíritu de resistencia. Ayudaba a sus compañeros prisioneros recitando obras literarias y organizando discusiones para mantener la moral. En una ocasión, cuando se ordenó a los prisioneros que hicieran algo para conmemorar el cumpleaños de Hitler, Litten se atrevió a recitar en voz alta el poema "Los pensamientos son libres", un desafío simbólico que recordaba a los nazis que, aunque sus cuerpos estuvieran enjaulados, sus mentes seguían siendo libres.
La historiadora Helga Grebing ha explicado cuál fue la razón por la que Litten no huyó del país después del final de su juicio con Hitler ¿Se trató de un acto de fe residual en el imperio de la ley o, incluso, una aceptación del martirio?, se pregunta la historiadora. Cuando su familia huyó a Checoslovaquia, Litten se negó en redondo a unirse a ellos, parapetado tras la coherente reflexión de "si millones de trabajadores no pueden salir... Aquí debo quedarme yo también". Su madre, Irmgard, luchó denodada y vanamente por su liberación. Años más tarde escribiría un libro titulado "Una madre lucha contra Hitler (1940).
EL ÚLTIMO SACRIFICIO
El 5 de febrero de 1938, Hans Litten fue encontrado muerto en el conocido campo de concentración de Dachau. Las autoridades nazis informaron que se había suicidado, pero no fueron pocos los que sospecharon que pudo haber sido asesinado. En sus últimos días, Litten que había sabido soportar torturas físicas y psicológicas extremas, había quedado con su salud completamente quebrantada.
La noticia de su muerte fue un duro golpe para su madre, Irmgard Litten. En una ocasión, ella misma se había ofrecido a ser internada en lugar de su hijo, porque se consideraba responsable de sus actos, pues lo había educado para que fuera un ser humano decente.
Los pobres del norte de Berlín, a quienes tan frecuentemente Litten defendió en los tribunales sin cobrarles un solo marco, sus compañeros de prisión, con quienes compartía la comida que le enviaba su madre, y los innumerables libreros de segunda mano, fruteros y comerciantes, para quienes era un completo desconocido, lo consideraban un santo, incluso, ofreciendo internarse en su lugar.
LA MEMORIA REIVINDICADA
Tras la II Guerra Mundial, la figura de Hans Litten fue solo reivindicada por la República Democrática Alemana (RDA) donde fue recordado y tratado como un héroe de la lucha antifascista.
Solo después de la reunificación alemana, las autoridades permitieron que su legado fuera reconocido en todo el país. En Berlín, la "Hans Litten Haus" que alberga oficinas del Colegio de Abogados, otorga el Premio Hans Litten a aquellos que luchan por la justicia y los derechos humanos. A pesar de que su nombre no es tan conocido como el de otros opositores al nazismo, su valentía frente al autoritarismo sigue siendo un ejemplo de resistencia frente a la injusticia.
Hans Litten es recordado hoy como el hombre que, en los tribunales, se atrevió a desafiar a Adolf Hitler. Su interrogatorio no solo dejó en evidencia las contradicciones y la violencia inherente al propio nazismo, sino que mostró, igualmente, el precio que tiene que pagar un defensor de la justicia cuando enfrenta a un régimen dictatorial de las características del nacional-socialista.
Su historia es un vivo recordatorio de la importancia que tiene la lucha por la libertad, incluso en tiempos en los que las esperanzas de obtenerla parecen desvanecerse.
LA PELICULA: (PONER SUBTÍTULOS EN CASTELLANO)
Cristina Escrivà | Miércoles, 13 de Noviembre de 2024 a las 06:50:25 horas
Muchas gracias, un artículo necesario. Tenéis información sobre Walter Reuter, amigo de Litten, en ese proceso? Un saludo
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