RENUNCIA EL OBISPO DE TENERIFE, CONOCIDO POR AFIRMAR QUE ALGUNOS NIÑOS “PROVOCAN” A LOS PEDERASTAS
En el año 2022, El País incluía a Bernardo Álvarez sen una lista de prelados acusados de ocultar denuncias por pederastia
Con escaso eco mediático, se conocía esta semana la aceptación por parte del papa Francisco de la renuncia a su cargo del obispo de Tenerife, Bernardo Álvarez. Aunque dicha renuncia se ha presentado formalmente como un proceso natural tras alcanzar Álvarez los 75 años, lo cierto es que la trayectoria del ya ex obispo de la diócesis de Tenerife ha estado marcada por polémicas declaraciones relacionadas con la pederastia y su señalamiento como presunto encubridor de estas prácticas criminales (...).
Por EUGENIO FERNÁNDEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Con escaso eco mediático, se conocía esta semana la aceptación por parte del papa Francisco de la renuncia a su cargo del obispo de Tenerife, Bernardo Álvarez. Aunque dicha renuncia se ha presentado formalmente como un proceso natural tras alcanzar Álvarez los 75 años, lo cierto es que la trayectoria del ya ex obispo de la diócesis de Tenerife ha estado marcada por polémicas declaraciones relacionadas con la pederastia y su señalamiento como presunto encubridor de estas prácticas criminales.
Bernardo Álvarez: Un obispo envuelto en la polémica
Nacido en 1949, Bernardo Álvarez inició su carrera eclesiástica en 1976 y llegó a ser obispo de la Diócesis de Tenerife en 2005. Durante su mandato, Álvarez se destacó, no positivamente, por realizar afirmaciones sobre la homosexualidad o los abusos sexuales cometidos contra menores que, de no haber sido formuladas por un alto jerarca de la Iglesia católica, habrían tenido graves consecuencias sociales y quizá también judiciales.
En diciembre de 2007, la entonces máxima autoridad de la Iglesia católica en la provincia tinerfeña afirmaba públicamente que:
"Hay adolescentes de 12, 13 ó 14 años que son menores y están perfectamente de acuerdo (con los abusos) y además, deseándolo, incluso te provocan".
Tras realizar estas declaraciones en una entrevista concedida a un periódico local, Bernardo Álvarez se permitió también condenar la homosexualidad, asimilándola a las agresiones sexuales.
"La persona practica la homosexualidad -aseguró la máxima autoridad de la Iglesia católica en Tenerife - como puede practicar el abuso de menores".
En ese caso, no obstante, el obispo no contempló eximentes para "el vicio nefando" equivalentes a la "provocación" que -según él- realizaban algunos
menores de 13 años.
Pero estas palabras, que tras un pequeño revuelo mediático no tuvieron ninguna consecuencia para Bernardo Álvarez, no fueron la única relación del obispo con la pederastia.
En el año 2022, El País revelaba que Bernardo Álvarez se encontraba en una lista de prelados acusados de ocultar las denuncias por los casos de abusos a menores cometidos en el seno de la Iglesia católica en el Estado español.
Así lo recogía una amplia investigación realizada por este diario, que señalaba a Álvarez, y su antecesor en el cargo Felipe Fernández, por ocultar denuncias de pederastia contra un sacerdote que estuvo a cargo de la parroquia de Tejina, en el municipio de La Laguna.
De acuerdo a la denuncia publicada por El País, Bernardo Álvarez, quien era vicario general cuando ocurrieron los hechos denunciados, no tomó medida alguna ni informó al Vaticano del caso.
âï¸ El Obispo de Tenerife que dijo que los niños desean el abuso sexual e inclusión lo provocan, Bernardo Álvarez, acaba de hablar por fin de los abusos que supuestamente ocultó, protegiendo a Carmelo, el sacerdote abusador de Tejina. Y no ha dicho nada.
Te lo cuento aquí ð pic.twitter.com/AvnIA3HnWf
— Javi Rodríguez (@javiro_ser) June 5, 2024
Tras la noticia publicada por El País varias asociaciones de víctimas de la pederastia pidieron su destitución sin que ser escuchadas por las autoridades eclesiásticas.
Aunque este grave señalamiento público parecía aconsejar la adopción de un perfil más discreto a partir de ese momento, lo cierto es que ese mismo año 2022 el obispo se permitía volver a arremeter contra los homosexuales.
En esa ocasión, Álvarez respondió a la pregunta que se le hizo en una entrevista concedida a la Televisión Canaria sobre si la homosexualidad era un pecado mortal, afirmando que “así es, siempre y cuando la persona "sea consciente de que es pecado" y, pese a ello, "lo haga libremente".
En un extraño giro "argumental", Álvarez comparó a los homosexuales con los alcohólicos, asegurando que quienes mantienen relaciones con personas del mismo sexo son:
"Como la persona que bebe. Cuando toma, hace cualquier disparate y se excusa con que estaba bebido. Lo que hay que hacer es no beber para no hacer lo siguiente, que lo hace sin darse cuenta".
No fue ésta, sin embargo, la comparación más escandalosa que se le ocurrió utilizar al obispo de Tenerife.
Tratando de "ejemplificar" lo que quería decir con que la homosexualidad "es un pecado mortal cuando se es consciente de ello y aún así se practica", al obispo no se le ocurrió nada mejor que compararla con un caso de matricidio:
"Parece -apuntó- que los estudios psicológicos dicen que la persona no estaba en sus cabales, así que esa persona no era consciente de que lo que estaba haciendo estaba mal".
Una sistemática política de encubrimiento de la pederastia
Por más escandaloso que pueda parecer, el de Bernardo Álvarez no es de los un caso aislado en el seno de la Iglesia católica.
Históricamente, esta institución ha respondido a los abusos cometidos por los sacerdotes pederastas encubriéndolos sistemáticamente y, cuando su comportamiento comenzaba a despertar sospechas o aparecían las primeras denuncias en una comunidad, trasladándolos a otros destinos donde éstos continuaban realizando sus mismas prácticas con otros menores.
Esta política no fue el fruto de una improvisación sino que se encontraba fijada por la instrucción "Crimen sollicitationis", aprobada por Juan XXIII en 1962. En este documento, la Congregación del Santo Oficio establecía los procedimientos para afrontar los casos de clérigos responsables de abusos sexuales, imponiendo la obligación de guardar silencio sobre los mismos y no denunciarlos fuera del ámbito de la iglesia bajo pena de excomunión. Se trata de una política explícita y escrita para encubrir los casos de abusos sexuales a menores cometidos por los "hombres de Dios".
La última etapa de vigencia de las instrucciones recomendadas por la iglesia frente al Crimen Sollicitationis coincidió con el desempeño del entonces cardenal Joseph Ratzinger –luego Papa Benedicto XVI–, como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Por tanto, el futuro Papa fue el responsable de seguir los casos relacionados durante dos décadas.
En 2001, Joseph Ratzinger se encargó redactar el decreto que habría de suceder a la anterior directiva Crimen Sollicitationis.
Sin embargo, en espíritu, el nuevo decreto consagró los principios esenciales del antiguo, como la pena de excomunión a quien osará denunciar a los tribunales ordinarios estos crímenes. Se envió una copia del nuevo decreto a todos los obispos del mundo, en el que se ordenaba que la Santa Sede tuviera lo que él denominó una "competencia exclusiva". Es decir, que todos los alegatos de abusos sexuales debían presentarse exclusivamente en Roma.
El supuesto giro responsable del Papa Francisco
En los últimos años, ante la magnitud de los escándalos y la imposibilidad de seguir encubriéndolos, la Iglesia y el Vaticano se han visto obligados a escenificar un aparente cambio de “paradigma” ante los abusos
El propio papa Francisco, con la cobertura de los grandes medios de comunicación, anunció el inicio de una supuesta “cruzada” dentro de la Iglesia para acabar con la pederastia y pidió perdón por “el daño causado por quienes aprovecharon su poder dentro la Iglesia para abusar sexualmente de menores a los que debían cuidar y formar”.
En el año 2021, Francisco reformaba el Libro VI del Código de Derecho Canónico sobre las sanciones penales en la Iglesia (católica), para introducir la pederastia como delito contra la dignidad de las personas
La realidad es, sin embargo, que el supuesto cambio de rumbo de la Iglesia en este terreno no ha pasado de ser meramente declarativo.
En su Argentina natal, Bergoglio aún es recordado por apoyar a Julio César Grassi, protagonista de un escandaloso caso de abusos y también fue denunciado por encubrir a obispos y curas en Salta.
A nivel internacional, un ejemplo de la práctica real del papa Francisco es el del excardenal de Washington Theodore McCarrick, responsable de uno de los mayores casos de abusos sexuales en la Iglesia estadounidense, y apoyado por Francisco hasta el año 2018, cuando el escándalo estalló brutalmente de forma pública y Francisco tuvo que aceptar su renuncia.
Cabe mencionar, igualmente, el caso del cardenal George Pell, mano derecha del papa, condenado en Australia por abusar de dos menores. Pell fue uno de los ocho cardenales elegidos para formar parte del Consejo de Cardenales, que fue creado por Francisco para ayudarle en el gobierno de la Iglesia y reformar la Curia romana El 24 de febrero de 2014 fue nombrado primer prefecto de la Secretaría de Economía de la Santa Sede. Puesto que ocupó hasta que, finalmente, en diciembre de 2018 fue declarado culpable de cometer delitos sexuales con menores, condenado a prisión y, finalmente, oportunamente salvado por la Corte Suprema de Australia.
En todos los casos conocidos, la política de la Iglesia ha continuado siendo la de sostener el apoyo a los pederastas y no retirárselo hasta que la magnitud del escándalo les obliga a establecer imprescindibles “corta fuegos”.
Los abusos en la Iglesia española: una impunidad que persiste
Si la pederastia, y su sistemático encubrimiento, ha sido y continúa siendo un problema global en la Iglesia Católica, la situación en España puede considerarse especialmente preocupante.
Mientras en países como Francia, Irlanda o Estados Unidos se ha dado juicios penales significativos y se han creado comisiones independientes de investigación, en España la impunidad continúa siendo casi absoluta.
En Irlanda, el Informe Ryan (2009) documentó décadas de abusos en instituciones dirigidas por la Iglesia, lo que generó investigaciones judiciales y reformas drásticas. En Estados Unidos, tras el escándalo en Boston en 2002, surgieron miles de casos que desembocaron en condenas y compensaciones millonarias para las víctimas. Francia, por su parte, sorprendió al mundo en 2021 cuando una comisión independiente reveló más de 330.000 casos de abusos a menores desde 1950.
En España, en cambio, la resistencia de la Iglesia a afrontar los casos ha sido notable. La creación de una comisión de investigación similar a la de otros países europeos ha sido desestimada por la Conferencia Episcopal, que asegura que sus mecanismos internos son suficientes.
Las víctimas, sin embargo, han denunciado que estos mecanismos han sido insuficientes y, en muchos casos, no han permitido avanzar hacia una verdadera reparación o justicia.
Aunque se ha dado visibilidad a algunos casos a través de medios como El País, la realidad es que la Iglesia sigue mostrando reticencias a colaborar plenamente con la justicia civil.
Obligada por la presión externa, de algunas víctimas que se atrevido a denunciar sus casos, la Conferencia Episcopal ha reconocido solo 728 casos de pederastia desde 1945. Una cifra que los investigadores independiente consideran ridículas, en una país donde el monopolio del sistema educativo y el poder de la iglesia, especialmente durante la dictadura nacionalcatólica del general Franco, se convertía en el terreno mejor abonado para las tropelías cometidas por los pederastas contra los menores.
Por EUGENIO FERNÁNDEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Con escaso eco mediático, se conocía esta semana la aceptación por parte del papa Francisco de la renuncia a su cargo del obispo de Tenerife, Bernardo Álvarez. Aunque dicha renuncia se ha presentado formalmente como un proceso natural tras alcanzar Álvarez los 75 años, lo cierto es que la trayectoria del ya ex obispo de la diócesis de Tenerife ha estado marcada por polémicas declaraciones relacionadas con la pederastia y su señalamiento como presunto encubridor de estas prácticas criminales.
Bernardo Álvarez: Un obispo envuelto en la polémica
Nacido en 1949, Bernardo Álvarez inició su carrera eclesiástica en 1976 y llegó a ser obispo de la Diócesis de Tenerife en 2005. Durante su mandato, Álvarez se destacó, no positivamente, por realizar afirmaciones sobre la homosexualidad o los abusos sexuales cometidos contra menores que, de no haber sido formuladas por un alto jerarca de la Iglesia católica, habrían tenido graves consecuencias sociales y quizá también judiciales.
En diciembre de 2007, la entonces máxima autoridad de la Iglesia católica en la provincia tinerfeña afirmaba públicamente que:
"Hay adolescentes de 12, 13 ó 14 años que son menores y están perfectamente de acuerdo (con los abusos) y además, deseándolo, incluso te provocan".
Tras realizar estas declaraciones en una entrevista concedida a un periódico local, Bernardo Álvarez se permitió también condenar la homosexualidad, asimilándola a las agresiones sexuales.
"La persona practica la homosexualidad -aseguró la máxima autoridad de la Iglesia católica en Tenerife - como puede practicar el abuso de menores".
En ese caso, no obstante, el obispo no contempló eximentes para "el vicio nefando" equivalentes a la "provocación" que -según él- realizaban algunos
menores de 13 años.
Pero estas palabras, que tras un pequeño revuelo mediático no tuvieron ninguna consecuencia para Bernardo Álvarez, no fueron la única relación del obispo con la pederastia.
En el año 2022, El País revelaba que Bernardo Álvarez se encontraba en una lista de prelados acusados de ocultar las denuncias por los casos de abusos a menores cometidos en el seno de la Iglesia católica en el Estado español.
Así lo recogía una amplia investigación realizada por este diario, que señalaba a Álvarez, y su antecesor en el cargo Felipe Fernández, por ocultar denuncias de pederastia contra un sacerdote que estuvo a cargo de la parroquia de Tejina, en el municipio de La Laguna.
De acuerdo a la denuncia publicada por El País, Bernardo Álvarez, quien era vicario general cuando ocurrieron los hechos denunciados, no tomó medida alguna ni informó al Vaticano del caso.
âï¸ El Obispo de Tenerife que dijo que los niños desean el abuso sexual e inclusión lo provocan, Bernardo Álvarez, acaba de hablar por fin de los abusos que supuestamente ocultó, protegiendo a Carmelo, el sacerdote abusador de Tejina. Y no ha dicho nada.
Te lo cuento aquí ð pic.twitter.com/AvnIA3HnWf— Javi Rodríguez (@javiro_ser) June 5, 2024
Tras la noticia publicada por El País varias asociaciones de víctimas de la pederastia pidieron su destitución sin que ser escuchadas por las autoridades eclesiásticas.
Aunque este grave señalamiento público parecía aconsejar la adopción de un perfil más discreto a partir de ese momento, lo cierto es que ese mismo año 2022 el obispo se permitía volver a arremeter contra los homosexuales.
En esa ocasión, Álvarez respondió a la pregunta que se le hizo en una entrevista concedida a la Televisión Canaria sobre si la homosexualidad era un pecado mortal, afirmando que “así es, siempre y cuando la persona "sea consciente de que es pecado" y, pese a ello, "lo haga libremente".
En un extraño giro "argumental", Álvarez comparó a los homosexuales con los alcohólicos, asegurando que quienes mantienen relaciones con personas del mismo sexo son:
"Como la persona que bebe. Cuando toma, hace cualquier disparate y se excusa con que estaba bebido. Lo que hay que hacer es no beber para no hacer lo siguiente, que lo hace sin darse cuenta".
No fue ésta, sin embargo, la comparación más escandalosa que se le ocurrió utilizar al obispo de Tenerife.
Tratando de "ejemplificar" lo que quería decir con que la homosexualidad "es un pecado mortal cuando se es consciente de ello y aún así se practica", al obispo no se le ocurrió nada mejor que compararla con un caso de matricidio:
"Parece -apuntó- que los estudios psicológicos dicen que la persona no estaba en sus cabales, así que esa persona no era consciente de que lo que estaba haciendo estaba mal".
Una sistemática política de encubrimiento de la pederastia
Por más escandaloso que pueda parecer, el de Bernardo Álvarez no es de los un caso aislado en el seno de la Iglesia católica.
Históricamente, esta institución ha respondido a los abusos cometidos por los sacerdotes pederastas encubriéndolos sistemáticamente y, cuando su comportamiento comenzaba a despertar sospechas o aparecían las primeras denuncias en una comunidad, trasladándolos a otros destinos donde éstos continuaban realizando sus mismas prácticas con otros menores.
Esta política no fue el fruto de una improvisación sino que se encontraba fijada por la instrucción "Crimen sollicitationis", aprobada por Juan XXIII en 1962. En este documento, la Congregación del Santo Oficio establecía los procedimientos para afrontar los casos de clérigos responsables de abusos sexuales, imponiendo la obligación de guardar silencio sobre los mismos y no denunciarlos fuera del ámbito de la iglesia bajo pena de excomunión. Se trata de una política explícita y escrita para encubrir los casos de abusos sexuales a menores cometidos por los "hombres de Dios".
La última etapa de vigencia de las instrucciones recomendadas por la iglesia frente al Crimen Sollicitationis coincidió con el desempeño del entonces cardenal Joseph Ratzinger –luego Papa Benedicto XVI–, como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Por tanto, el futuro Papa fue el responsable de seguir los casos relacionados durante dos décadas.
En 2001, Joseph Ratzinger se encargó redactar el decreto que habría de suceder a la anterior directiva Crimen Sollicitationis.
Sin embargo, en espíritu, el nuevo decreto consagró los principios esenciales del antiguo, como la pena de excomunión a quien osará denunciar a los tribunales ordinarios estos crímenes. Se envió una copia del nuevo decreto a todos los obispos del mundo, en el que se ordenaba que la Santa Sede tuviera lo que él denominó una "competencia exclusiva". Es decir, que todos los alegatos de abusos sexuales debían presentarse exclusivamente en Roma.
El supuesto giro responsable del Papa Francisco
En los últimos años, ante la magnitud de los escándalos y la imposibilidad de seguir encubriéndolos, la Iglesia y el Vaticano se han visto obligados a escenificar un aparente cambio de “paradigma” ante los abusos
El propio papa Francisco, con la cobertura de los grandes medios de comunicación, anunció el inicio de una supuesta “cruzada” dentro de la Iglesia para acabar con la pederastia y pidió perdón por “el daño causado por quienes aprovecharon su poder dentro la Iglesia para abusar sexualmente de menores a los que debían cuidar y formar”.
En el año 2021, Francisco reformaba el Libro VI del Código de Derecho Canónico sobre las sanciones penales en la Iglesia (católica), para introducir la pederastia como delito contra la dignidad de las personas
La realidad es, sin embargo, que el supuesto cambio de rumbo de la Iglesia en este terreno no ha pasado de ser meramente declarativo.
En su Argentina natal, Bergoglio aún es recordado por apoyar a Julio César Grassi, protagonista de un escandaloso caso de abusos y también fue denunciado por encubrir a obispos y curas en Salta.
A nivel internacional, un ejemplo de la práctica real del papa Francisco es el del excardenal de Washington Theodore McCarrick, responsable de uno de los mayores casos de abusos sexuales en la Iglesia estadounidense, y apoyado por Francisco hasta el año 2018, cuando el escándalo estalló brutalmente de forma pública y Francisco tuvo que aceptar su renuncia.
Cabe mencionar, igualmente, el caso del cardenal George Pell, mano derecha del papa, condenado en Australia por abusar de dos menores. Pell fue uno de los ocho cardenales elegidos para formar parte del Consejo de Cardenales, que fue creado por Francisco para ayudarle en el gobierno de la Iglesia y reformar la Curia romana El 24 de febrero de 2014 fue nombrado primer prefecto de la Secretaría de Economía de la Santa Sede. Puesto que ocupó hasta que, finalmente, en diciembre de 2018 fue declarado culpable de cometer delitos sexuales con menores, condenado a prisión y, finalmente, oportunamente salvado por la Corte Suprema de Australia.
En todos los casos conocidos, la política de la Iglesia ha continuado siendo la de sostener el apoyo a los pederastas y no retirárselo hasta que la magnitud del escándalo les obliga a establecer imprescindibles “corta fuegos”.
Los abusos en la Iglesia española: una impunidad que persiste
Si la pederastia, y su sistemático encubrimiento, ha sido y continúa siendo un problema global en la Iglesia Católica, la situación en España puede considerarse especialmente preocupante.
Mientras en países como Francia, Irlanda o Estados Unidos se ha dado juicios penales significativos y se han creado comisiones independientes de investigación, en España la impunidad continúa siendo casi absoluta.
En Irlanda, el Informe Ryan (2009) documentó décadas de abusos en instituciones dirigidas por la Iglesia, lo que generó investigaciones judiciales y reformas drásticas. En Estados Unidos, tras el escándalo en Boston en 2002, surgieron miles de casos que desembocaron en condenas y compensaciones millonarias para las víctimas. Francia, por su parte, sorprendió al mundo en 2021 cuando una comisión independiente reveló más de 330.000 casos de abusos a menores desde 1950.
En España, en cambio, la resistencia de la Iglesia a afrontar los casos ha sido notable. La creación de una comisión de investigación similar a la de otros países europeos ha sido desestimada por la Conferencia Episcopal, que asegura que sus mecanismos internos son suficientes.
Las víctimas, sin embargo, han denunciado que estos mecanismos han sido insuficientes y, en muchos casos, no han permitido avanzar hacia una verdadera reparación o justicia.
Aunque se ha dado visibilidad a algunos casos a través de medios como El País, la realidad es que la Iglesia sigue mostrando reticencias a colaborar plenamente con la justicia civil.
Obligada por la presión externa, de algunas víctimas que se atrevido a denunciar sus casos, la Conferencia Episcopal ha reconocido solo 728 casos de pederastia desde 1945. Una cifra que los investigadores independiente consideran ridículas, en una país donde el monopolio del sistema educativo y el poder de la iglesia, especialmente durante la dictadura nacionalcatólica del general Franco, se convertía en el terreno mejor abonado para las tropelías cometidas por los pederastas contra los menores.

































Ovidio Siberia | Miércoles, 18 de Septiembre de 2024 a las 23:05:39 horas
Las iglesias deben ser reconvertidas en recintos donde se escuche y se lea la palabra de Karl Marx y otros ideólogos marxistas y se de cultura de gran calidad. El pueblo no puede seguir embruteciéndose de la manera que lo hace actualmente. Son "carne de cañón" para estas élites.
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