
CC.OO. Y UGT: DOS APARATOS DEL ESTADO ENGRASADOS CON SUBVENCIONES MILLONARIAS
Una red burocrática para mantener el orden capitalista y el régimen monárquico
Mientras la clase trabajadora sufre con salarios congelados y condiciones precarias, CC.OO. y UGT disfrutan de una financiación multimillonaria a costa del erario público. Estos sindicatos, lejos de representar a los trabajadores, han sido convertidos en gestores de la paz social, asegurando que las luchas obreras no amenacen el orden capitalista.
Por EUGENIO FERNÁNDEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
El Consejo de Ministros del Gobierno del PSOE y SUMAR ha aprobado un aumento sustancial en las subvenciones destinadas a los sindicatos, que alcanzarán los 32 millones de euros en 2025. Una cifra que supone casi el doble de los 17 millones de euros anuales que se venían presupuestando desde 2022. Como es habitual, los grandes beneficiarios de esta lluvia de dinero público serán Comisiones Obreras (CC.OO.) y la Unión General de Trabajadores (UGT), que el año pasado ya acapararon el 72% del total de fondos.
Lejos de representar a los trabajadores, estos sindicatos han demostrado ser una pieza clave en la maquinaria de control del sistema, asegurando que las reivindicaciones obreras no se conviertan en un peligro real para el orden establecido. Su práctica evidencia, de forma incuestionable, que su verdadero papel no es la defensa de derechos laborales, sino la administración de la "paz social", una paz que se consigue a costa de contener las luchas obreras y garantizar la estabilidad del capitalismo.
UNA RED BUROCRÁTICA BIEN ENGRASADA
![[Img #82804]](https://canarias-semanal.org/upload/images/02_2025/8181_2441_8020_686_sindicatos2.jpg)
El papel de CC.OO. y UGT como instrumentos del Estado no es casual. Estas organizaciones han sido generosamente financiadas durante décadas, lo que les ha permitido construir una estructura burocrática mastodóntica, con ramificaciones en federaciones, confederaciones, fundaciones y asociaciones afiliadas. Esta red les garantiza una fuente constante de ingresos, más allá de las ya millonarias subvenciones directas que reciben anualmente.
Según la consultora Laboro, solo en los últimos cuatro años UGT ha recibido al menos 202 millones de euros y CC.OO. otros 179 millones, sumando un total de 381 millones de euros en subvenciones estatales. Estas cifras, lejos de ser transparentes, están ocultas tras una maraña de procedimientos burocráticos que impiden conocer con exactitud el destino real de estos fondos.
Mientras tanto, los salarios de los trabajadores siguen estancados y las condiciones laborales continúan deteriorándose, con un encarecimiento del costo de vida que convierte en una quimera la posibilidad de una vida digna para la clase obrera. Pero esto no parece preocupar a los líderes sindicales, cuya prioridad es garantizar su propio sustento a través de las generosas inyecciones de dinero público que reciben a cambio de mantener la "paz social".
UNA ALIANZA ESTRATÉGICA CON EL GOBIERNO
Desde la llegada de Pedro Sánchez al gobierno, las ayudas a los sindicatos han crecido exponencialmente. En los últimos cuatro años, han alcanzado los 56 millones de euros, un 60% más que en la época de Mariano Rajoy. Este aumento no es casual: forma parte de una estrategia del gobierno socioliberal para asegurar el control de los sindicatos y evitar cualquier conato de movilización real contra sus políticas económicas.
Los resultados de esta estrategia son evidentes. CC.OO. y UGT no solo han permanecido inactivos ante las reformas laborales que perpetúan la precariedad, sino que han legitimado y avalado mecanismos como los ERTE o el Mecanismo RED, diseñados para proteger los intereses de las grandes empresas a costa de los trabajadores.
El Congreso de la UGT celebrado recientemente fue una muestra clara de esta connivencia con el poder. En el evento, no faltaron representantes del PSOE, del PP y de la patronal CEOE, todos ellos actores fundamentales del régimen económico y político que rige el país.
Unai Sordo, líder de CC.OO., no dudó en calificar al Gobierno de Sánchez como "una referencia de la izquierda en Europa", una afirmación que insulta la inteligencia de cualquier trabajador consciente de la precariedad y desigualdad que continúa imperando en el país.
MITOS Y REALIDADES: LA SUBVENCIÓN COMO GARANTÍA DE LEALTAD
El secretario general de UGT, Pepe Álvarez, ha intentado desviar la atención sobre esta realidad, calificando la idea de que los sindicatos son "entes subvencionados" como una "leyenda urbana". Según él, la financiación pública no sería suficiente para sostener su actividad y, por lo tanto, exige que el Estado aumente las asignaciones económicas a su organización.
Pero los números no mienten. Las cifras demuestran que estos sindicatos han sido financiados generosamente durante décadas para asegurar su papel de guardianes del orden capitalista. Su objetivo principal no es la defensa de los trabajadores, sino la gestión de la "paz social" para evitar cualquier amenaza al sistema.
UNA HERRAMIENTA DEL RÉGIMEN DESDE LA TRANSICIÓN
El actual modelo sindical no es un accidente. Se gestó durante la Transición, cuando se establecieron las bases para la financiación de los sindicatos a través del Estado y se impusieron las nuevas formas de "negociación colectiva" que acabarían por consolidar el modelo actual. Lejos de promover la organización independiente de los trabajadores, el régimen monárquico de 1975 aseguró que los sindicatos quedaran atados financieramente al Estado, impidiendo que se convirtieran en un factor de lucha efectiva.
Desde entonces, CC.OO. y UGT han desempeñado un papel clave en la preservación del actual orden económico y social. Su existencia depende de un sistema que los recompensa por contener la lucha de clases y evitar cualquier forma de resistencia real.
UNA CLASE TRABAJADORA SIN REPRESENTACIÓN
Hoy en día, para las nuevas generaciones de trabajadores, estos sindicatos no son más que un chiste de mal gusto. La tasa de afiliación no supera el 15% de la población activa, reflejando la desconexión total entre estas organizaciones y la realidad del proletariado. Mientras los burócratas sindicales brindan en sus congresos con políticos y empresarios, millones de trabajadores sobreviven con salarios de miseria y condiciones laborales cada vez más precarias.
La clase trabajadora, sin embargo, continúa necesitando organizaciones combativas, independientes y democráticas que representen genuinamente sus intereses. Hasta que esto ocurra, personajes como Pepe Álvarez y Unai Sordo seguirán disfrutando de su festín a costa de quienes afirman estar defendiendo.
Por EUGENIO FERNÁNDEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
El Consejo de Ministros del Gobierno del PSOE y SUMAR ha aprobado un aumento sustancial en las subvenciones destinadas a los sindicatos, que alcanzarán los 32 millones de euros en 2025. Una cifra que supone casi el doble de los 17 millones de euros anuales que se venían presupuestando desde 2022. Como es habitual, los grandes beneficiarios de esta lluvia de dinero público serán Comisiones Obreras (CC.OO.) y la Unión General de Trabajadores (UGT), que el año pasado ya acapararon el 72% del total de fondos.
Lejos de representar a los trabajadores, estos sindicatos han demostrado ser una pieza clave en la maquinaria de control del sistema, asegurando que las reivindicaciones obreras no se conviertan en un peligro real para el orden establecido. Su práctica evidencia, de forma incuestionable, que su verdadero papel no es la defensa de derechos laborales, sino la administración de la "paz social", una paz que se consigue a costa de contener las luchas obreras y garantizar la estabilidad del capitalismo.
UNA RED BUROCRÁTICA BIEN ENGRASADA
El papel de CC.OO. y UGT como instrumentos del Estado no es casual. Estas organizaciones han sido generosamente financiadas durante décadas, lo que les ha permitido construir una estructura burocrática mastodóntica, con ramificaciones en federaciones, confederaciones, fundaciones y asociaciones afiliadas. Esta red les garantiza una fuente constante de ingresos, más allá de las ya millonarias subvenciones directas que reciben anualmente.
Según la consultora Laboro, solo en los últimos cuatro años UGT ha recibido al menos 202 millones de euros y CC.OO. otros 179 millones, sumando un total de 381 millones de euros en subvenciones estatales. Estas cifras, lejos de ser transparentes, están ocultas tras una maraña de procedimientos burocráticos que impiden conocer con exactitud el destino real de estos fondos.
Mientras tanto, los salarios de los trabajadores siguen estancados y las condiciones laborales continúan deteriorándose, con un encarecimiento del costo de vida que convierte en una quimera la posibilidad de una vida digna para la clase obrera. Pero esto no parece preocupar a los líderes sindicales, cuya prioridad es garantizar su propio sustento a través de las generosas inyecciones de dinero público que reciben a cambio de mantener la "paz social".
UNA ALIANZA ESTRATÉGICA CON EL GOBIERNO
Desde la llegada de Pedro Sánchez al gobierno, las ayudas a los sindicatos han crecido exponencialmente. En los últimos cuatro años, han alcanzado los 56 millones de euros, un 60% más que en la época de Mariano Rajoy. Este aumento no es casual: forma parte de una estrategia del gobierno socioliberal para asegurar el control de los sindicatos y evitar cualquier conato de movilización real contra sus políticas económicas.
Los resultados de esta estrategia son evidentes. CC.OO. y UGT no solo han permanecido inactivos ante las reformas laborales que perpetúan la precariedad, sino que han legitimado y avalado mecanismos como los ERTE o el Mecanismo RED, diseñados para proteger los intereses de las grandes empresas a costa de los trabajadores.
El Congreso de la UGT celebrado recientemente fue una muestra clara de esta connivencia con el poder. En el evento, no faltaron representantes del PSOE, del PP y de la patronal CEOE, todos ellos actores fundamentales del régimen económico y político que rige el país.
Unai Sordo, líder de CC.OO., no dudó en calificar al Gobierno de Sánchez como "una referencia de la izquierda en Europa", una afirmación que insulta la inteligencia de cualquier trabajador consciente de la precariedad y desigualdad que continúa imperando en el país.
MITOS Y REALIDADES: LA SUBVENCIÓN COMO GARANTÍA DE LEALTAD
El secretario general de UGT, Pepe Álvarez, ha intentado desviar la atención sobre esta realidad, calificando la idea de que los sindicatos son "entes subvencionados" como una "leyenda urbana". Según él, la financiación pública no sería suficiente para sostener su actividad y, por lo tanto, exige que el Estado aumente las asignaciones económicas a su organización.
Pero los números no mienten. Las cifras demuestran que estos sindicatos han sido financiados generosamente durante décadas para asegurar su papel de guardianes del orden capitalista. Su objetivo principal no es la defensa de los trabajadores, sino la gestión de la "paz social" para evitar cualquier amenaza al sistema.
UNA HERRAMIENTA DEL RÉGIMEN DESDE LA TRANSICIÓN
El actual modelo sindical no es un accidente. Se gestó durante la Transición, cuando se establecieron las bases para la financiación de los sindicatos a través del Estado y se impusieron las nuevas formas de "negociación colectiva" que acabarían por consolidar el modelo actual. Lejos de promover la organización independiente de los trabajadores, el régimen monárquico de 1975 aseguró que los sindicatos quedaran atados financieramente al Estado, impidiendo que se convirtieran en un factor de lucha efectiva.
Desde entonces, CC.OO. y UGT han desempeñado un papel clave en la preservación del actual orden económico y social. Su existencia depende de un sistema que los recompensa por contener la lucha de clases y evitar cualquier forma de resistencia real.
UNA CLASE TRABAJADORA SIN REPRESENTACIÓN
Hoy en día, para las nuevas generaciones de trabajadores, estos sindicatos no son más que un chiste de mal gusto. La tasa de afiliación no supera el 15% de la población activa, reflejando la desconexión total entre estas organizaciones y la realidad del proletariado. Mientras los burócratas sindicales brindan en sus congresos con políticos y empresarios, millones de trabajadores sobreviven con salarios de miseria y condiciones laborales cada vez más precarias.
La clase trabajadora, sin embargo, continúa necesitando organizaciones combativas, independientes y democráticas que representen genuinamente sus intereses. Hasta que esto ocurra, personajes como Pepe Álvarez y Unai Sordo seguirán disfrutando de su festín a costa de quienes afirman estar defendiendo.
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