
¿QUÉ NOS ENSEÑÓ EL CONGRESO DE LA UGT?: APARATOS DEL ESTADO AL SERVICIO DEL RÉGIMEN Y CONTRA LOS TRABAJADORES
"La transformación de los sindicatos en "aparatos suplementarios del Estado" no es mero accidente"
Por CRISTÓBAL GARCÍA VERA PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
La pasada semana, la Unión General de Trabajadoras y Trabajadores (UGT) clausuraba su 44º Congreso Confederal. En el curso del evento, Pepe Álvarez fue reelegido como secretario general con el 80% de los votos, ratificando así el control sobre una organización que, al igual que CC.OO., lejos de ser el instrumento de lucha obrera, se ha convertido en un pilar importante del sistema capitalista en el Estado español.
La presencia de representantes del PSOE, del PP, y de la patronal, así como los halagos cruzados entre los representantes de estas instituciones, pusieron una vez más de manifiesto la subordinación de UGT y Comisiones Obreras al régimen político y económico vigente.
Pero, ¿cómo han llegado a esta situación? ¿Qué función desempeñan realmente estas organizaciones en el entramado del capitalismo español? Para entenderlo, es necesario ir más allá de los síntomas concretos y analizar el papel estructural que ambos sindicatos cumplen como "aparatos del Estado" burgués cuya verdadera razón de ser es garantizar su propia supervivencia y la de su burocracia, subvencionada por la Administración de dicho Estado.
UN CONGRESO PARA REFORZAR LAS ALIANZAS CON EL PODER
![[Img #81490]](https://canarias-semanal.org/upload/images/12_2024/722_congresougtt.jpg)
Significativa "foto de familia" en el Congreso de la UGT. E la primera línea, el reelegido S.G., Pepe Álvarez, con su homólogo de CC.OO., Unai Sordo, el líder del PP, Núñez Feijóo, y la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. Detrás, el presidente de la patronal CEOE, Antonio Garamendi, y el presidente de CEPYME, Gerardo Cuerva
El 44º Congreso Confederal de UGT no fue solo una oportunidad para reelegir a su Secretario General, sino también un escaparate de su alineamiento político. Tanto UGT como CC.OO. manifestaron abiertamente su lealtad al PSOE, un partido que históricamente ha liderado reconversiones industriales y reformas laborales profundamente lesivas para los trabajadores.
El Secretario General de CCOO, Unai Sordo, no escatimó encendidos elogios al Gobierno de Pedro Sánchez, calificándolo como "una referencia entre las familias de la izquierda en Europa y en el mundo". Este discurso, alejado de cualquier valoración crítica, omitió que las políticas del PSOE no han revertido las condiciones de precariedad que afectan hoy a millones de trabajadores españoles. Por el contrario, han fortalecido mecanismos como los ERTE y el Mecanismo RED, ambos diseñados para proteger el capital antes que el empleo estable.
Más revelador aún resultó el hecho de que figuras de la primera línea del Partido Popular - su presidente Alberto Nuñez Feijóo- y de la Patronal, como el líder de la CEOE Antonio Garamendi, concurrieran igualmente al festín, estrechando lazos y abrazos con la dirección de UGT. Este conmovedor "clima de concierto y cordialidad", según comentaba un periodista, ilustra cuál está siendo la verdadera función de estos sindicatos: garantizar la estabilidad del sistema capitalista.
FINANCIACIÓN Y DEPENDENCIA DEL ESTADO
El papel que, en la actualidad y desde hace ya bastantes años, están jugando UGT y CCOO difícilmente puede entenderse sin entrar a considerar cuál es su estructura de financiación. Solo en 2023, el Ministerio de Trabajo destinó 17 millones de euros en subvenciones a los sindicatos. De esa respetable suma, UGT y CCOO absorbieron el 72%. No obstante, esta cifra solo muestra la punta de un iceberg de un sistema de ingresos que incluye subvenciones adicionales a través de Fundaciones y Asociaciones afiliadas.
Entre 2019 y 2023, UGT recibió al menos 202 millones de euros y CCOO, 179 millones. Este flujo constante de fondos públicos sirve para asegurar su inconmovible lealtad al aparato del Estado, mientras que de forma progresiva y paralela, los trabajadores están perdiendo derechos laborales en un contexto de creciente precariedad.
La transformación de los sindicatos en "aparatos suplementarios del Estado" no es mero accidente sobrevenido, sino el resultado de un diseño político previo. Desde los tiempos de la Transición, se estableció un modelo de financiación que vinculó estrechamente a las organizaciones sindicales al aparato estatal, convirtiéndolas en auténticas gestoras de servicios en lugar del papel histórico que les correspondía, o sea, de ser herramientas de lucha de los trabajadores y de sus intereses.
CORRUPCIÓN: SÍNTOMA DE UN APARATO BUROCRÁTICO
Los escándalos de corrupción que han afectado a UGT y CCOO, por tanto, no han sido hechos aislados, sino expresiones de un sistema podrido en su propia esencia. El caso de UGT Andalucía, donde su ex secretario general Francisco Fernández fue condenado por desviar más de 40 millones de euros en fondos públicos, es solo un ejemplo de cómo estas organizaciones han priorizado la supervivencia de su aparato burocrático sobre la lucha obrera.
Estos desvíos no responden a fallos individuales, sino a la lógica de un modelo que depende de la financiación estatal para sostener una estructura gigantesca. Los sindicatos han dejado de ser herramientas de representación de los trabajadores para convertirse en redes clientelares que garantizan la "paz social" a cambio de los privilegios económicos para sus cúpulas.
DESCONEXIÓN DE LOS TRABAJADORES
Solo cerrando los ojos a esta realidad, pues, se puede seguir afirmando que UGT y CC.OO. son sindicatos que representan, de alguna manera, los intereses de la clase trabajadora del Estado español.
Incluso desde el punto de vista formal, con tasas de afiliación que no superan el 15% de la población activa, estas organizaciones representarían tan solo a una minoría de los trabajadores españoles.
Su base afiliada se concentra en sectores administrativos y técnicos, mientras que los trabajadores no cualificados y los sectores más precarios apenas encuentran representación entre sus afiliados.
En estos “aparatos estatales”, pues, el perfil del sindicalista combativo ha sido sustituido desde hace décadas por el del gestor, especializado en negociar servicios individuales, en lugar de liderar luchas colectivas y muy cuidadoso de no poner en peligro la estabilidad de un sistema que, al tiempo que empeora las condiciones laborales de la mayoría de los trabajadores garantiza sus privilegios.
Esta transformación ha alienado a los sectores más jóvenes y vulnerables de la clase trabajadora, quienes perciben a los sindicatos, y acertadamente en este caso, como entidades irrelevantes o directamente perjudiciales para sus intereses.
INSTRUMENTOS DEL CAPITAL, NO DE LOS TRABAJADORES
La función estructural de UGT y CCOO en el régimen monárquico español es garantizar la estabilidad del sistema económico imperante.
Firmas de acuerdos que benefician a la patronal, aceptación de medidas de flexibilización laboral y silencio cómplice ante la pérdida de derechos laborales son algunos ejemplos de cómo estas organizaciones priorizan el orden establecido sobre la confrontación con el poder.
Mientras sus dirigentes disfrutan de salarios altos y privilegios, millones de trabajadores sobreviven con ingresos que no alcanzan para cubrir las necesidades básicas. En lugar de cuestionar las raíces de la explotación, los sindicatos mayoritarios se han convertido en los administradores de una fiesta a la que los trabajadores nunca fueron invitados.
Frente a esta miserable panorámica, la clase trabajadora necesita construir urgentemente sus propias alternativas sindicales independientes, combativas y democráticas.
Solo a través de organizaciones que respondan exclusivamente a los intereses de los trabajadores será posible recuperar la lucha por derechos laborales y sociales que las burocracias “sindicales” han traicionado.
Por CRISTÓBAL GARCÍA VERA PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
La pasada semana, la Unión General de Trabajadoras y Trabajadores (UGT) clausuraba su 44º Congreso Confederal. En el curso del evento, Pepe Álvarez fue reelegido como secretario general con el 80% de los votos, ratificando así el control sobre una organización que, al igual que CC.OO., lejos de ser el instrumento de lucha obrera, se ha convertido en un pilar importante del sistema capitalista en el Estado español.
La presencia de representantes del PSOE, del PP, y de la patronal, así como los halagos cruzados entre los representantes de estas instituciones, pusieron una vez más de manifiesto la subordinación de UGT y Comisiones Obreras al régimen político y económico vigente.
Pero, ¿cómo han llegado a esta situación? ¿Qué función desempeñan realmente estas organizaciones en el entramado del capitalismo español? Para entenderlo, es necesario ir más allá de los síntomas concretos y analizar el papel estructural que ambos sindicatos cumplen como "aparatos del Estado" burgués cuya verdadera razón de ser es garantizar su propia supervivencia y la de su burocracia, subvencionada por la Administración de dicho Estado.
UN CONGRESO PARA REFORZAR LAS ALIANZAS CON EL PODER
Significativa "foto de familia" en el Congreso de la UGT. E la primera línea, el reelegido S.G., Pepe Álvarez, con su homólogo de CC.OO., Unai Sordo, el líder del PP, Núñez Feijóo, y la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. Detrás, el presidente de la patronal CEOE, Antonio Garamendi, y el presidente de CEPYME, Gerardo Cuerva
El 44º Congreso Confederal de UGT no fue solo una oportunidad para reelegir a su Secretario General, sino también un escaparate de su alineamiento político. Tanto UGT como CC.OO. manifestaron abiertamente su lealtad al PSOE, un partido que históricamente ha liderado reconversiones industriales y reformas laborales profundamente lesivas para los trabajadores.
El Secretario General de CCOO, Unai Sordo, no escatimó encendidos elogios al Gobierno de Pedro Sánchez, calificándolo como "una referencia entre las familias de la izquierda en Europa y en el mundo". Este discurso, alejado de cualquier valoración crítica, omitió que las políticas del PSOE no han revertido las condiciones de precariedad que afectan hoy a millones de trabajadores españoles. Por el contrario, han fortalecido mecanismos como los ERTE y el Mecanismo RED, ambos diseñados para proteger el capital antes que el empleo estable.
Más revelador aún resultó el hecho de que figuras de la primera línea del Partido Popular - su presidente Alberto Nuñez Feijóo- y de la Patronal, como el líder de la CEOE Antonio Garamendi, concurrieran igualmente al festín, estrechando lazos y abrazos con la dirección de UGT. Este conmovedor "clima de concierto y cordialidad", según comentaba un periodista, ilustra cuál está siendo la verdadera función de estos sindicatos: garantizar la estabilidad del sistema capitalista.
FINANCIACIÓN Y DEPENDENCIA DEL ESTADO
El papel que, en la actualidad y desde hace ya bastantes años, están jugando UGT y CCOO difícilmente puede entenderse sin entrar a considerar cuál es su estructura de financiación. Solo en 2023, el Ministerio de Trabajo destinó 17 millones de euros en subvenciones a los sindicatos. De esa respetable suma, UGT y CCOO absorbieron el 72%. No obstante, esta cifra solo muestra la punta de un iceberg de un sistema de ingresos que incluye subvenciones adicionales a través de Fundaciones y Asociaciones afiliadas.
Entre 2019 y 2023, UGT recibió al menos 202 millones de euros y CCOO, 179 millones. Este flujo constante de fondos públicos sirve para asegurar su inconmovible lealtad al aparato del Estado, mientras que de forma progresiva y paralela, los trabajadores están perdiendo derechos laborales en un contexto de creciente precariedad.
La transformación de los sindicatos en "aparatos suplementarios del Estado" no es mero accidente sobrevenido, sino el resultado de un diseño político previo. Desde los tiempos de la Transición, se estableció un modelo de financiación que vinculó estrechamente a las organizaciones sindicales al aparato estatal, convirtiéndolas en auténticas gestoras de servicios en lugar del papel histórico que les correspondía, o sea, de ser herramientas de lucha de los trabajadores y de sus intereses.
CORRUPCIÓN: SÍNTOMA DE UN APARATO BUROCRÁTICO
Los escándalos de corrupción que han afectado a UGT y CCOO, por tanto, no han sido hechos aislados, sino expresiones de un sistema podrido en su propia esencia. El caso de UGT Andalucía, donde su ex secretario general Francisco Fernández fue condenado por desviar más de 40 millones de euros en fondos públicos, es solo un ejemplo de cómo estas organizaciones han priorizado la supervivencia de su aparato burocrático sobre la lucha obrera.
Estos desvíos no responden a fallos individuales, sino a la lógica de un modelo que depende de la financiación estatal para sostener una estructura gigantesca. Los sindicatos han dejado de ser herramientas de representación de los trabajadores para convertirse en redes clientelares que garantizan la "paz social" a cambio de los privilegios económicos para sus cúpulas.
DESCONEXIÓN DE LOS TRABAJADORES
Solo cerrando los ojos a esta realidad, pues, se puede seguir afirmando que UGT y CC.OO. son sindicatos que representan, de alguna manera, los intereses de la clase trabajadora del Estado español.
Incluso desde el punto de vista formal, con tasas de afiliación que no superan el 15% de la población activa, estas organizaciones representarían tan solo a una minoría de los trabajadores españoles.
Su base afiliada se concentra en sectores administrativos y técnicos, mientras que los trabajadores no cualificados y los sectores más precarios apenas encuentran representación entre sus afiliados.
En estos “aparatos estatales”, pues, el perfil del sindicalista combativo ha sido sustituido desde hace décadas por el del gestor, especializado en negociar servicios individuales, en lugar de liderar luchas colectivas y muy cuidadoso de no poner en peligro la estabilidad de un sistema que, al tiempo que empeora las condiciones laborales de la mayoría de los trabajadores garantiza sus privilegios.
Esta transformación ha alienado a los sectores más jóvenes y vulnerables de la clase trabajadora, quienes perciben a los sindicatos, y acertadamente en este caso, como entidades irrelevantes o directamente perjudiciales para sus intereses.
INSTRUMENTOS DEL CAPITAL, NO DE LOS TRABAJADORES
La función estructural de UGT y CCOO en el régimen monárquico español es garantizar la estabilidad del sistema económico imperante.
Firmas de acuerdos que benefician a la patronal, aceptación de medidas de flexibilización laboral y silencio cómplice ante la pérdida de derechos laborales son algunos ejemplos de cómo estas organizaciones priorizan el orden establecido sobre la confrontación con el poder.
Mientras sus dirigentes disfrutan de salarios altos y privilegios, millones de trabajadores sobreviven con ingresos que no alcanzan para cubrir las necesidades básicas. En lugar de cuestionar las raíces de la explotación, los sindicatos mayoritarios se han convertido en los administradores de una fiesta a la que los trabajadores nunca fueron invitados.
Frente a esta miserable panorámica, la clase trabajadora necesita construir urgentemente sus propias alternativas sindicales independientes, combativas y democráticas.
Solo a través de organizaciones que respondan exclusivamente a los intereses de los trabajadores será posible recuperar la lucha por derechos laborales y sociales que las burocracias “sindicales” han traicionado.
Chorche | Sábado, 07 de Diciembre de 2024 a las 22:56:05 horas
P.D. Error, el dueño del matadero Litera Meat es Mario Pini, no Bruno.
Este individuo está denunciado en varios países europeos por delitos fiscales.
Cuando se instaló en Binéfar, el pueblo de Binéfar, cosas de pueblos, estaba muy orgulloso de acoger el matadero más grande de Europa. Pero cuando apareció el COVID que se ensañó en ese matadero se fueron desengañado y ya empiezan a ver algunos inconvenientes. Pero cuando el mal ya está hecho.
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