
MAYOR OREJA: UN AUSTRALOPITHECUS EN EL SENADO (VÍDEO)
De Franco a Florentino Pérez: el creacionismo patrocinado por los poderosos
"En una intervención que podría catalogarse como histórica —por lo prehistórica—, Jaime Mayor Oreja arremetió contra Darwin, el aborto y el progreso, demostrando que la evolución humana tiene excepciones… como él".
POR LA AVISPA COJONERA PARA CANARIAS SEMANAL.ORG.-
Antes que proceda a la lectura de mi corto comentario, ruego al visitante que visione es discurso de un par de minutos de Jaime Mayor Oreja, pronunciado en el Senado español que acogió hace unos días una reunión internacional de activistas ultraderechistas.
Cuando Jaime Mayor Oreja tomó la palabra el otro día
en el Senado no hubo teoría científica que pudiera resistir el embate de su lúcida elocuencia.
Su reciente intervención, en la que refutó la Teoría de la Evolución de Darwin, merece un lugar en los anales del absurdo. Si Charles Darwin levantara la cabeza, probablemente volvería a enterrarla de inmediato. Porque, según el argumento de Mayor Oreja, la evolución no puede ser cierta: él mismo es prueba viviente de que no hemos avanzado tanto desde los tiempos del garrote y las pinturas rupestres. Claro que, a su favor, hay que decir que los neandertales al menos fueron grandes innovadores para su tiempo.
Con su chaqueta bien planchada y su discurso perfectamente desfasado, Mayor Oreja se lanzó a lo que podríamos llamar "la teoría del retroceso voluntario".
Según esta, hemos sido bendecidos con una involución que, en su caso, ha hecho posible que un fósil político de la era del franquismo continúe paseándose por los parlamentos en pleno siglo XXI. Si Mayor Oreja hubiera nacido en la Edad de Piedra, probablemente se habría opuesto al mismísimo descubrimiento de fuego, por considerarlo atrevidamente progresista.
El creacionismo y la lógica prehistórica
El gran golpe maestro del discurso de Mayor Oreja fue vincular su negacionismo evolutivo con su cruzada contra el aborto, en un evento donde compartió protagonismo con el chileno José Antonio Kast, un ferviente admirador de Pinochet. ¡Qué trío de valores cristianos impolutos!
Uno no puede evitar pensar que, si en lugar de defender "la vida", se hubieran dedicado a reflexionar sobre la coherencia de sus propios discursos, igual hubiera logrado evitar ser el hazmerreír internacional. Pero pedir lógica a esta alineación es como exigirle a un pez que monte en bicicleta.
Mayor Oreja, sin rubor alguno, se apoyó en "científicos y filósofos" que, según él, defienden el creacionismo. Aquí, me pregunto: ¿qué filósofos? ¿Y qué científicos? ¿Estamos hablando por ventura del club de lectura del Opus Dei? ¿O de un simposio secreto en la sede de alguna organización negacionista del cambio climático? Quizá ambos, porque la base de su argumento es tan sólida como una pirámide de naipes en medio de un huracán.
José Antonio Kast y la contradicción ambulante
La presencia de Kast no podía faltar. Después de todo, ¿quién mejor que un devoto de Pinochet para hablar de "defensa de la vida"? Augusto Pinochet, recordemos, tenía un método bastante peculiar de defenderla: exterminando a todo aquel que osara disentir. Es curioso cómo las figuras de derecha extrema siempre encuentran en las cumbres antiabortistas el espacio ideal para recitar su moralina, mientras evitan cuidadosamente mencionar las matanzas, desapariciones y torturas que adoran como método político. Claro, para Kast, el aborto es inaceptable; pero bombardear el Palacio de La Moneda, eso sí que fue amor al prójimo.
Franco, Pinochet y la "reconquista" cristiana
El discurso de Mayor Oreja en el Senado español, tan cargado de referencias arcaicas y retórica pseudoreligiosa, parece extraído directamente de los archivos del franquismo. No es sorprendente, considerando que Oreja nunca ha ocultado su simpatía por la dictadura de Franco. Tal vez para él, el creacionismo no es una simple teoría, sino una descripción literal de la España que añora: aquella en la que el poder era omnipresente, los disidentes eran silenciados y las mujeres solo podían obedecer y rezar. Si Pinochet fue el ejemplo sudamericano de "defensa de la vida", Franco fue el modelo europeo. Porque, claro, el cristianismo que ellos predican es uno que incluye ejecuciones sumarias y el exilio de todo aquel que no lleve su misma bandera y su misma cruz.
Florentino Pérez y la cigüeña divina
Para redondear la tragicomedia, Mayor Oreja nos informó de que Dios, en un acto de benevolencia infinita, financia esta cruzada antiabortista a través de Florentino Pérez. Sí, el mismo que hace negocios astronómicos con todo menos con el cielo. De repente, todo encaja: Dios no solo creó al hombre, sino también le dio un palco en el Santiago Bernabéu. ¿Qué mejor símbolo de la modernidad según Mayor Oreja que un magnate multimillonario financiando un discurso basado en las cavernas del pensamiento?
Un australopithecus en el Senado
El legado político de Jaime Mayor Oreja es una oda a la involución. Su discurso en el Senado no solo desafió a Darwin, sino también a cualquier vestigio de cordura. Mientras el mundo avanza, él sigue defendiendo un pasado que incluso hasta los dinosaurios considerarían obsoleto.
Pero no hay que perder la esperanza: quizá algún día, la evolución haga su magia y logremos superar a figuras como él. Hasta entonces, al menos tenemos el consuelo de que su desatino solo arranca una carcajada… entre muchas lágrimas.
POR LA AVISPA COJONERA PARA CANARIAS SEMANAL.ORG.-
Antes que proceda a la lectura de mi corto comentario, ruego al visitante que visione es discurso de un par de minutos de Jaime Mayor Oreja, pronunciado en el Senado español que acogió hace unos días una reunión internacional de activistas ultraderechistas.
Cuando Jaime Mayor Oreja tomó la palabra el otro día en el Senado no hubo teoría científica que pudiera resistir el embate de su lúcida elocuencia.
Su reciente intervención, en la que refutó la Teoría de la Evolución de Darwin, merece un lugar en los anales del absurdo. Si Charles Darwin levantara la cabeza, probablemente volvería a enterrarla de inmediato. Porque, según el argumento de Mayor Oreja, la evolución no puede ser cierta: él mismo es prueba viviente de que no hemos avanzado tanto desde los tiempos del garrote y las pinturas rupestres. Claro que, a su favor, hay que decir que los neandertales al menos fueron grandes innovadores para su tiempo.
Con su chaqueta bien planchada y su discurso perfectamente desfasado, Mayor Oreja se lanzó a lo que podríamos llamar "la teoría del retroceso voluntario".
Según esta, hemos sido bendecidos con una involución que, en su caso, ha hecho posible que un fósil político de la era del franquismo continúe paseándose por los parlamentos en pleno siglo XXI. Si Mayor Oreja hubiera nacido en la Edad de Piedra, probablemente se habría opuesto al mismísimo descubrimiento de fuego, por considerarlo atrevidamente progresista.
El creacionismo y la lógica prehistórica
El gran golpe maestro del discurso de Mayor Oreja fue vincular su negacionismo evolutivo con su cruzada contra el aborto, en un evento donde compartió protagonismo con el chileno José Antonio Kast, un ferviente admirador de Pinochet. ¡Qué trío de valores cristianos impolutos!
Uno no puede evitar pensar que, si en lugar de defender "la vida", se hubieran dedicado a reflexionar sobre la coherencia de sus propios discursos, igual hubiera logrado evitar ser el hazmerreír internacional. Pero pedir lógica a esta alineación es como exigirle a un pez que monte en bicicleta.
Mayor Oreja, sin rubor alguno, se apoyó en "científicos y filósofos" que, según él, defienden el creacionismo. Aquí, me pregunto: ¿qué filósofos? ¿Y qué científicos? ¿Estamos hablando por ventura del club de lectura del Opus Dei? ¿O de un simposio secreto en la sede de alguna organización negacionista del cambio climático? Quizá ambos, porque la base de su argumento es tan sólida como una pirámide de naipes en medio de un huracán.
José Antonio Kast y la contradicción ambulante
La presencia de Kast no podía faltar. Después de todo, ¿quién mejor que un devoto de Pinochet para hablar de "defensa de la vida"? Augusto Pinochet, recordemos, tenía un método bastante peculiar de defenderla: exterminando a todo aquel que osara disentir. Es curioso cómo las figuras de derecha extrema siempre encuentran en las cumbres antiabortistas el espacio ideal para recitar su moralina, mientras evitan cuidadosamente mencionar las matanzas, desapariciones y torturas que adoran como método político. Claro, para Kast, el aborto es inaceptable; pero bombardear el Palacio de La Moneda, eso sí que fue amor al prójimo.
Franco, Pinochet y la "reconquista" cristiana
El discurso de Mayor Oreja en el Senado español, tan cargado de referencias arcaicas y retórica pseudoreligiosa, parece extraído directamente de los archivos del franquismo. No es sorprendente, considerando que Oreja nunca ha ocultado su simpatía por la dictadura de Franco. Tal vez para él, el creacionismo no es una simple teoría, sino una descripción literal de la España que añora: aquella en la que el poder era omnipresente, los disidentes eran silenciados y las mujeres solo podían obedecer y rezar. Si Pinochet fue el ejemplo sudamericano de "defensa de la vida", Franco fue el modelo europeo. Porque, claro, el cristianismo que ellos predican es uno que incluye ejecuciones sumarias y el exilio de todo aquel que no lleve su misma bandera y su misma cruz.
Florentino Pérez y la cigüeña divina
Para redondear la tragicomedia, Mayor Oreja nos informó de que Dios, en un acto de benevolencia infinita, financia esta cruzada antiabortista a través de Florentino Pérez. Sí, el mismo que hace negocios astronómicos con todo menos con el cielo. De repente, todo encaja: Dios no solo creó al hombre, sino también le dio un palco en el Santiago Bernabéu. ¿Qué mejor símbolo de la modernidad según Mayor Oreja que un magnate multimillonario financiando un discurso basado en las cavernas del pensamiento?
Un australopithecus en el Senado
El legado político de Jaime Mayor Oreja es una oda a la involución. Su discurso en el Senado no solo desafió a Darwin, sino también a cualquier vestigio de cordura. Mientras el mundo avanza, él sigue defendiendo un pasado que incluso hasta los dinosaurios considerarían obsoleto.
Pero no hay que perder la esperanza: quizá algún día, la evolución haga su magia y logremos superar a figuras como él. Hasta entonces, al menos tenemos el consuelo de que su desatino solo arranca una carcajada… entre muchas lágrimas.
Chorche | Viernes, 06 de Diciembre de 2024 a las 20:13:28 horas
Muy acertado el artículo y con mucho humor no es para menos por los grandes disparates que suelta. A la dictadura la denomina "aquellos tiempos de extraordinaria placidez".
El franquista debe sentirse orgulloso de su amigo el pinochetista.
Curiosa forma de defender la vida tienen ambos admiradores de dictadores genocidas.
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