LULA: DE LÍDER OBRERO A GESTOR DEL CAPITAL (VÍDEO)
La biografía política de un socialdemócrata
¿Qué impulsa a Lula en su giro hacia la derecha? Desde su regreso al poder en 2023, Lula da Silva ha adoptado un enfoque que ha desconcertado a sus antiguos aliados de la izquierda, acercándose a Estados Unidos e impulsando sus políticas en América latina . ¿Qué es lo que hay detrás de este giro y qué implica para el futuro de Brasil y América Latina?
Por MÁXIMO RELTI PARA CANARIAS SEMANAL.ORG.-
Desde su regreso al poder, en el año 2023, Luiz Inácio Lula da Silva ha protagonizado un giro político que ha desconcertado a muchos de sus antiguos aliados y simpatizantes provenientes de la izquierda.
Este cambio, que se ha caracterizado por un acercamiento más evidente a los Estados Unidos y una postura más moderada en asuntos internacionales, ha suscitado una serie de preguntas sobre las razones que podrían estar detrás de este viraje. ¿Qué impulsa a Lula a posicionarse más a la derecha? ¿Se trata de un acto reflejo o ideológicamente esas fueron siempre sus posiciones? ¿Se ha convertido su gobierno, de facto, en una representación del subimperialismo en América Latina?
En este artículo trataremos de desentrañar estas y otras interrogantes, analizando las influencias que podrían estar orientando su actuación y el impacto que ella está teniendo en la región.
EL CONTEXTO DE LULA: ENTRE LA IDEOLOGÍA Y EL "PRAGMATISMO"
Luiz Inácio Lula da Silva, líder histórico del Partido de los Trabajadores (PT), llegó al poder en 2003 como un símbolo de la izquierda latinoamericana, prometiendo un cambio profundo y una ruptura con las políticas neoliberales que habían dominado Brasil durante la década de 1990. Durante esta primera etapa gubernamental, el mandato de Lula se caracterizó por implementar políticas sociales que, si bien mejoraron las condiciones de vida de millones de brasileños, no abordaron las raíces estructurales de la enorme desigualdad y pobreza en Brasil.
Programas como "Bolsa Familia" fueron cruciales para reducir la pobreza extrema, pero estos programas se centraron principalmente en la transferencia de recursos a los sectores más vulnerables sin modificar las relaciones de poder existentes en la sociedad brasileña.
Este enfoque asistencialista, aunque necesario en un contexto de pobreza masiva, tuvo como principal efecto la desmovilización de amplios sectores de la población que habían estado presionando durante años por la aplicación de reformas de más profundo calado político y social. En lugar de ser una plataforma para la movilización popular, las políticas asistencialistas de Lula sirvieron para mantener y fortalecer el orden social existente y también para apaciguar las intensas demandas sociales de cambios estructurales.
LA ALIANZA CON EL CAPITAL Y LA CONTINUIDAD DEL MODELO NEOLIBERAL
A pesar de su retórica anti-neoliberal, Lula mantuvo y en algunos casos profundizó el modelo económico neoliberal heredado de los gobiernos anteriores. Su administración aseguró la estabilidad macroeconómica y atrajo inversiones extranjeras, hechos muy aplaudidos por el capital internacional y las élites locales. Esto se logró en gran medida manteniendo intactos los privilegios de las clases dominantes y evitando cualquier confrontación significativa con el capital financiero y las grandes corporaciones.
El Ejecutivo de Lula también promovió la expansión del agronegocio, lo que fortaleció a los grandes propietarios de tierras y a las Corporaciones transnacionales en detrimento de la pequeña agricultura y las comunidades rurales. Esta continuidad del modelo neoliberal, combinada con un asistencialismo que no transformaba las estructuras de poder, llevó a un desarrollo desigual y a la perpetuación de las gigantescas disparidades económicas que caracterizan la estructura socioeconómica brasileña.
A la luz de estas evidencias, la primera etapa de Lula en la presidencia debe entenderse no como una ruptura con el neoliberalismo, sino como una administración que buscó humanizarlo a través del asistencialimo sin llegar a atreverse a desafiar las bases del sistema capitalista en Brasil.
Lula operó dentro de los límites impuestos por el sistema, gestionando el capitalismo brasileño con fórmulas puramente retóricas que lo hacían compatible con los intereses del capital mientras que, simultáneamente, mitigaba las peores consecuencias de la desigualdad a través de los programas de asistencia social.
Este enfoque le sirvió a Lula para mantener un amplio apoyo popular y una estabilidad política que le permitió gobernar durante dos mandatos consecutivos, pero a costa de renunciar a la posibilidad de realizar reformas más profundas que transformaran estructuralmente la sociedad brasileña. Mientras, y de manera casi simultánea, su Partido se cuarteaba invadido por la hidra de la corrupción, que recorrió toda su estructura orgánica. Desde la misma base a las mas altas instancias de su dirigencia.
De esta manera, el legado de su primera etapa en el poder es complejo: por un lado, es innegable que mejoró las condiciones de vida de muchos brasileños, pero por otro, su gobierno consolidó un modelo de desarrollo que perpetuó la dependencia de Brasil del capital internacional y de las exportaciones agroindustriales.
Sin embargo, su retorno al poder en 2023 fue recibido con escepticismo por parte de sectores de la izquierda brasileña que lo ven ahora como un dirigente más inclinado a alinearse con los intereses de Estados Unidos y del capital internacional que como un supuesto revolucionario. Este cambio ha quedado evidenciado en la forma en la que se ha permitido tratar la actual crisis venezolana, en la que ha adoptado, -independientemente de las consideraciones que puedan merecer las confusas vicisitudes ideológicas del propio gobierno de Nicolás Maduro-, una postura supuestamente "mediadora"·, intentando buscar un punto de equilibrio entre el gobierno venezolano y la oposición ultraderechista fuertemente respaldada por el Imperio del Norte.
FACTORES QUE EMPUJAN A LULA HACIA LA DERECHIZACIÓN
1. La Composición Derechista de su Gobierno
Uno de los factores clave que explican el viraje de Lula es la propia composición de su gobierno. A diferencia de su primer mandato, cuando el PT tenía una influencia preeminente, esta vez Lula ha conformado un gabinete que incluye a figuras de la derecha brasileña y del "centro" político. Esta coalición dice haberla formado con la intención de mantener la estabilidad política y asegurar la gobernabilidad en un país profundamente dividido.
La necesidad de formar alianzas con partidos de derecha y centroderecha ha llevado a Lula a a la derechización de sus propias políticas para evitar la desestabilización de su gobierno. Además, varios Ministerios clave han sido ocupados por tecnócratas y políticos con vínculos estrechos con el capital financiero y agronegocios, sectores que históricamente han estado alineados con intereses neoliberales y pro-norteamericanos.
2. La presión de Estados Unidos
La influencia de Estados Unidos sobre Brasil nunca ha sido despreciable, y bajo el nuevo gobierno de Lula esta influencia parece haberse intensificado. Estados Unidos, bajo la administración de Joe Biden, ha buscado reforzar sus relaciones con los países clave de América Latina, en un intento de contrarrestar la creciente influencia económica en la región de sus dos grandes competidores, también capitalistas, China y Rusia .
El gobierno de Lula ha respondido a esta presión con una política exterior que, aunque dice tratar de mantener una cierta independencia, muestra una disposición a cooperar más estrechamente con Washington en cuestiones estratégicas. Esto se ha visto en su actitud hacia la crisis en Venezuela, en la que Lula ha evitado un enfrentamiento directo con los Estados Unidos, promoviendo, en cambio, un enfoque de "diálogo" que elude prudentemente desafiar de manera abierta los intereses estadounidenses.
3. El papel de las grandes empresas agroganaderas
Brasil es una potencia agrícola global, y las grandes empresas agroganaderas tienen un peso significativo en la economía y la política del país. Estos conglomerados han sido históricamente aliados de las políticas neoliberales, favoreciendo un modelo de desarrollo basado en la exportación de productos agrícolas y el control de vastas extensiones de tierra.
Durante su primer mandato, Lula intentó equilibrar los intereses del agronegocio con políticas sociales, pero ahora, con su regreso al poder, el peso de este sector ha aumentado. La presión de las grandes empresas agroganaderas ha llevado a su gobierno a adoptar posturas drásticamente conservadoras en temas como la reforma agraria y la protección del medioambiente, áreas donde las expectativas de la izquierda han sido tradicionalmente altas.
Además, estas empresas tienen un interés directo en mantener buenas relaciones con Estados Unidos, su principal mercado de exportación. Esto también ha inclinado a Lula a adoptar posturas conciliadoras con Washington, para evitar cualquier conflicto que pudiera perjudicar los intereses económicos de la oligarquía que permite que siga gobernando.
4. El desplome de los gobiernos socialdemócratas sudamericanos
Otro factor que ha influido en el giro de Lula es el colapso de los gobiernos socialdemócratas en Sudamérica, adscritos al denominado socialismo del siglo XXI o el "progresismo". En la última década, la región ha experimentado un giro de 180 grados hacia la derecha, con la caída de varios gobiernos progresistas que habían marcado la "marea rosa" en la primera década del presente siglo.
Este cambio en el panorama político regional ha dejado a Lula aislado en su intento de seguir manteniendo una engañosa retórica progresista . Sin el apoyo de aliados fuertes en la región, su gobierno se ha visto obligado a recalibrar sus prioridades, optando por una estrategia "más pragmática" que le permita a él y a su Partido de los Trabajadores sobrevivir políticamente.
5. La propia ideología de Lula y del Partido de los Trabajadores
Finalmente, es crucial considerar la ideología y evolución del propio Lula y del Partido de los Trabajadores (PT). Aunque el PT se fundó como un partido supuestamente socialista, con el tiempo ha evolucionado hacia posturas tan moderadas y socialdemócratas que lo han convertido en irreconocible. Lula, en particular, se muestra de un "pragmatismo" tal que le permite estar dispuesto a hacer cualquier tipo de concesiones ante la más leve presión de la poderosa oligarquía brasileña que, al fin y al cabo, es la que realmente gobierna en el país, y permite que él continúe presidiendo el Ejecutivo.
Este pragmatismo ha sido evidente en su política económica, donde ha adoptado medidas que, si bien mantienen en apariencia un componente social, se posicionan invariablemente a favor del al mercado y al capital internacional. La evolución del PT, de un partido obrero a una organización política moderada, ha contribuido a este cambio, alejando al Partido de sus raíces socialistas hacia una postura más "centrista".
El propio Lula ha mostrado en no pocas ocasiones una clara disposición a comprometerse con el establishment político y económico, lo que ha llevado a no pocos de sus votantes a cuestionar si su gobierno sigue siendo realmente de izquierdas. Su giro pro-norteamericano puede verse, entonces, como una extensión natural de esta tendencia hacia la moderación y el pragmatismo.
BRASIL COMO REPRESENTANTE DEL SUBIMPERIALISMO LATINOAMERICANO
Uno de los aspectos más controvertidos del actual gobierno de Lula es la percepción de que Brasil ha asumido un rol subimperialista en América Latina. El término "subimperialismo" se refiere a la idea de que un país periférico, como Brasil, actúa como un intermediario del imperialismo en su región, promoviendo los intereses de las potencias hegemónicas, en este caso, Estados Unidos.
Este concepto, desarrollado por autores marxistas como Ruy Mauro Marini, describe cómo países como Brasil, bajo la dirección de líderes como Lula, pueden asumir un rol hegemónico en la región, utilizando su poder económico y político para subordinar a sus vecinos a los intereses del capital global.
El papel que está desempeñando Brasil en la crisis venezolana es un ejemplo de cómo este subimperialismo se manifiesta en la práctica. Al promover una solución negociada que, en la práctica, no desafía la hegemonía de Estados Unidos en la región, Lula está facilitando el control norteamericano sobre América Latina, asegurando que cualquier cambio político en Venezuela se mantenga dentro de los márgenes aceptables para Washington.
Además, la creciente influencia de Brasil en organismos regionales como la UNASUR y el MERCOSUR, bajo un enfoque que prioriza la estabilidad y el orden por encima de las transformaciones radicales, también refleja esta tendencia subimperialista. Lula, en lugar de desafiar el orden establecido, parece estar consolidándolo, utilizando la influencia de Brasil para mantener el presente statu quo en la región.
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Por MÁXIMO RELTI PARA CANARIAS SEMANAL.ORG.-
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Este cambio, que se ha caracterizado por un acercamiento más evidente a los Estados Unidos y una postura más moderada en asuntos internacionales, ha suscitado una serie de preguntas sobre las razones que podrían estar detrás de este viraje. ¿Qué impulsa a Lula a posicionarse más a la derecha? ¿Se trata de un acto reflejo o ideológicamente esas fueron siempre sus posiciones? ¿Se ha convertido su gobierno, de facto, en una representación del subimperialismo en América Latina?
En este artículo trataremos de desentrañar estas y otras interrogantes, analizando las influencias que podrían estar orientando su actuación y el impacto que ella está teniendo en la región.
EL CONTEXTO DE LULA: ENTRE LA IDEOLOGÍA Y EL "PRAGMATISMO"
Luiz Inácio Lula da Silva, líder histórico del Partido de los Trabajadores (PT), llegó al poder en 2003 como un símbolo de la izquierda latinoamericana, prometiendo un cambio profundo y una ruptura con las políticas neoliberales que habían dominado Brasil durante la década de 1990. Durante esta primera etapa gubernamental, el mandato de Lula se caracterizó por implementar políticas sociales que, si bien mejoraron las condiciones de vida de millones de brasileños, no abordaron las raíces estructurales de la enorme desigualdad y pobreza en Brasil.
Programas como "Bolsa Familia" fueron cruciales para reducir la pobreza extrema, pero estos programas se centraron principalmente en la transferencia de recursos a los sectores más vulnerables sin modificar las relaciones de poder existentes en la sociedad brasileña.
Este enfoque asistencialista, aunque necesario en un contexto de pobreza masiva, tuvo como principal efecto la desmovilización de amplios sectores de la población que habían estado presionando durante años por la aplicación de reformas de más profundo calado político y social. En lugar de ser una plataforma para la movilización popular, las políticas asistencialistas de Lula sirvieron para mantener y fortalecer el orden social existente y también para apaciguar las intensas demandas sociales de cambios estructurales.
LA ALIANZA CON EL CAPITAL Y LA CONTINUIDAD DEL MODELO NEOLIBERAL
A pesar de su retórica anti-neoliberal, Lula mantuvo y en algunos casos profundizó el modelo económico neoliberal heredado de los gobiernos anteriores. Su administración aseguró la estabilidad macroeconómica y atrajo inversiones extranjeras, hechos muy aplaudidos por el capital internacional y las élites locales. Esto se logró en gran medida manteniendo intactos los privilegios de las clases dominantes y evitando cualquier confrontación significativa con el capital financiero y las grandes corporaciones.
El Ejecutivo de Lula también promovió la expansión del agronegocio, lo que fortaleció a los grandes propietarios de tierras y a las Corporaciones transnacionales en detrimento de la pequeña agricultura y las comunidades rurales. Esta continuidad del modelo neoliberal, combinada con un asistencialismo que no transformaba las estructuras de poder, llevó a un desarrollo desigual y a la perpetuación de las gigantescas disparidades económicas que caracterizan la estructura socioeconómica brasileña.
A la luz de estas evidencias, la primera etapa de Lula en la presidencia debe entenderse no como una ruptura con el neoliberalismo, sino como una administración que buscó humanizarlo a través del asistencialimo sin llegar a atreverse a desafiar las bases del sistema capitalista en Brasil.
Lula operó dentro de los límites impuestos por el sistema, gestionando el capitalismo brasileño con fórmulas puramente retóricas que lo hacían compatible con los intereses del capital mientras que, simultáneamente, mitigaba las peores consecuencias de la desigualdad a través de los programas de asistencia social.
Este enfoque le sirvió a Lula para mantener un amplio apoyo popular y una estabilidad política que le permitió gobernar durante dos mandatos consecutivos, pero a costa de renunciar a la posibilidad de realizar reformas más profundas que transformaran estructuralmente la sociedad brasileña. Mientras, y de manera casi simultánea, su Partido se cuarteaba invadido por la hidra de la corrupción, que recorrió toda su estructura orgánica. Desde la misma base a las mas altas instancias de su dirigencia.
De esta manera, el legado de su primera etapa en el poder es complejo: por un lado, es innegable que mejoró las condiciones de vida de muchos brasileños, pero por otro, su gobierno consolidó un modelo de desarrollo que perpetuó la dependencia de Brasil del capital internacional y de las exportaciones agroindustriales.
Sin embargo, su retorno al poder en 2023 fue recibido con escepticismo por parte de sectores de la izquierda brasileña que lo ven ahora como un dirigente más inclinado a alinearse con los intereses de Estados Unidos y del capital internacional que como un supuesto revolucionario. Este cambio ha quedado evidenciado en la forma en la que se ha permitido tratar la actual crisis venezolana, en la que ha adoptado, -independientemente de las consideraciones que puedan merecer las confusas vicisitudes ideológicas del propio gobierno de Nicolás Maduro-, una postura supuestamente "mediadora"·, intentando buscar un punto de equilibrio entre el gobierno venezolano y la oposición ultraderechista fuertemente respaldada por el Imperio del Norte.
FACTORES QUE EMPUJAN A LULA HACIA LA DERECHIZACIÓN
1. La Composición Derechista de su Gobierno
Uno de los factores clave que explican el viraje de Lula es la propia composición de su gobierno. A diferencia de su primer mandato, cuando el PT tenía una influencia preeminente, esta vez Lula ha conformado un gabinete que incluye a figuras de la derecha brasileña y del "centro" político. Esta coalición dice haberla formado con la intención de mantener la estabilidad política y asegurar la gobernabilidad en un país profundamente dividido.
La necesidad de formar alianzas con partidos de derecha y centroderecha ha llevado a Lula a a la derechización de sus propias políticas para evitar la desestabilización de su gobierno. Además, varios Ministerios clave han sido ocupados por tecnócratas y políticos con vínculos estrechos con el capital financiero y agronegocios, sectores que históricamente han estado alineados con intereses neoliberales y pro-norteamericanos.
2. La presión de Estados Unidos
La influencia de Estados Unidos sobre Brasil nunca ha sido despreciable, y bajo el nuevo gobierno de Lula esta influencia parece haberse intensificado. Estados Unidos, bajo la administración de Joe Biden, ha buscado reforzar sus relaciones con los países clave de América Latina, en un intento de contrarrestar la creciente influencia económica en la región de sus dos grandes competidores, también capitalistas, China y Rusia .
El gobierno de Lula ha respondido a esta presión con una política exterior que, aunque dice tratar de mantener una cierta independencia, muestra una disposición a cooperar más estrechamente con Washington en cuestiones estratégicas. Esto se ha visto en su actitud hacia la crisis en Venezuela, en la que Lula ha evitado un enfrentamiento directo con los Estados Unidos, promoviendo, en cambio, un enfoque de "diálogo" que elude prudentemente desafiar de manera abierta los intereses estadounidenses.
3. El papel de las grandes empresas agroganaderas
Brasil es una potencia agrícola global, y las grandes empresas agroganaderas tienen un peso significativo en la economía y la política del país. Estos conglomerados han sido históricamente aliados de las políticas neoliberales, favoreciendo un modelo de desarrollo basado en la exportación de productos agrícolas y el control de vastas extensiones de tierra.
Durante su primer mandato, Lula intentó equilibrar los intereses del agronegocio con políticas sociales, pero ahora, con su regreso al poder, el peso de este sector ha aumentado. La presión de las grandes empresas agroganaderas ha llevado a su gobierno a adoptar posturas drásticamente conservadoras en temas como la reforma agraria y la protección del medioambiente, áreas donde las expectativas de la izquierda han sido tradicionalmente altas.
Además, estas empresas tienen un interés directo en mantener buenas relaciones con Estados Unidos, su principal mercado de exportación. Esto también ha inclinado a Lula a adoptar posturas conciliadoras con Washington, para evitar cualquier conflicto que pudiera perjudicar los intereses económicos de la oligarquía que permite que siga gobernando.
4. El desplome de los gobiernos socialdemócratas sudamericanos
Otro factor que ha influido en el giro de Lula es el colapso de los gobiernos socialdemócratas en Sudamérica, adscritos al denominado socialismo del siglo XXI o el "progresismo". En la última década, la región ha experimentado un giro de 180 grados hacia la derecha, con la caída de varios gobiernos progresistas que habían marcado la "marea rosa" en la primera década del presente siglo.
Este cambio en el panorama político regional ha dejado a Lula aislado en su intento de seguir manteniendo una engañosa retórica progresista . Sin el apoyo de aliados fuertes en la región, su gobierno se ha visto obligado a recalibrar sus prioridades, optando por una estrategia "más pragmática" que le permita a él y a su Partido de los Trabajadores sobrevivir políticamente.
5. La propia ideología de Lula y del Partido de los Trabajadores
Finalmente, es crucial considerar la ideología y evolución del propio Lula y del Partido de los Trabajadores (PT). Aunque el PT se fundó como un partido supuestamente socialista, con el tiempo ha evolucionado hacia posturas tan moderadas y socialdemócratas que lo han convertido en irreconocible. Lula, en particular, se muestra de un "pragmatismo" tal que le permite estar dispuesto a hacer cualquier tipo de concesiones ante la más leve presión de la poderosa oligarquía brasileña que, al fin y al cabo, es la que realmente gobierna en el país, y permite que él continúe presidiendo el Ejecutivo.
Este pragmatismo ha sido evidente en su política económica, donde ha adoptado medidas que, si bien mantienen en apariencia un componente social, se posicionan invariablemente a favor del al mercado y al capital internacional. La evolución del PT, de un partido obrero a una organización política moderada, ha contribuido a este cambio, alejando al Partido de sus raíces socialistas hacia una postura más "centrista".
El propio Lula ha mostrado en no pocas ocasiones una clara disposición a comprometerse con el establishment político y económico, lo que ha llevado a no pocos de sus votantes a cuestionar si su gobierno sigue siendo realmente de izquierdas. Su giro pro-norteamericano puede verse, entonces, como una extensión natural de esta tendencia hacia la moderación y el pragmatismo.
BRASIL COMO REPRESENTANTE DEL SUBIMPERIALISMO LATINOAMERICANO
Uno de los aspectos más controvertidos del actual gobierno de Lula es la percepción de que Brasil ha asumido un rol subimperialista en América Latina. El término "subimperialismo" se refiere a la idea de que un país periférico, como Brasil, actúa como un intermediario del imperialismo en su región, promoviendo los intereses de las potencias hegemónicas, en este caso, Estados Unidos.
Este concepto, desarrollado por autores marxistas como Ruy Mauro Marini, describe cómo países como Brasil, bajo la dirección de líderes como Lula, pueden asumir un rol hegemónico en la región, utilizando su poder económico y político para subordinar a sus vecinos a los intereses del capital global.
El papel que está desempeñando Brasil en la crisis venezolana es un ejemplo de cómo este subimperialismo se manifiesta en la práctica. Al promover una solución negociada que, en la práctica, no desafía la hegemonía de Estados Unidos en la región, Lula está facilitando el control norteamericano sobre América Latina, asegurando que cualquier cambio político en Venezuela se mantenga dentro de los márgenes aceptables para Washington.
Además, la creciente influencia de Brasil en organismos regionales como la UNASUR y el MERCOSUR, bajo un enfoque que prioriza la estabilidad y el orden por encima de las transformaciones radicales, también refleja esta tendencia subimperialista. Lula, en lugar de desafiar el orden establecido, parece estar consolidándolo, utilizando la influencia de Brasil para mantener el presente statu quo en la región.
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Maribel Santana | Jueves, 29 de Agosto de 2024 a las 13:09:18 horas
esta clarito que esta izquierda está para enterrarla. No solucionan los problemas desde el origen sino pintando los frontis para disimular. Que empiecen a hacer los cimientos del socialismo carajo, que eso es lo que hay que hacer. Chile, Argentina, Venezuela, Colombia, ecuador etc,.. no hacen sino poner paños calientes parece que tinen miedo de apretar las clavijas a las oligarquías y arrebatarles los recursos que son de las clases trabajadoras y populares. Siempre lo mismo, conciliando, conciliando, conciliando, hasta que se la mete el capitalismo de nuevo y vuelta a empezar. Si no son bolcheviques que se vayan a la mierda!!SOCIALISMO O BARBARIE
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