
MARRUECOS E ISRAEL: UNA ALIANZA GEOPOLÍTICA SUBIMPERIAL PARA EL CONTROL NORTEAFRICANO
¿Por qué Marruecos entrega sus aguas a Israel? ¿Cómo se construye un Estado gendarme del capital en el norte de África? ¿Qué papel desempeña España en esta estrategia imperialista?
Mientras Marruecos y España escenifican discursos de “amistad” y “paz”, en el fondo se consolida una alianza regional profundamente colonial, sostenida por intereses económicos y geopolíticos que atraviesan todo el arco del imperialismo global. En este artículo, nuestro colaborador Cándido Gálvez explora, desde una perspectiva crítica, cómo el Estado marroquí se ha convertido en ejecutor de una estrategia de despojo que afecta directamente al pueblo saharaui y que podría afectar también al Archipiélago canario, convirtiéndose a través de su colaboración con Israel y con el capital transnacional, en el gendarme norteafricano de ambos en esa área.
POR CÁNDIDO GÁLVEZ PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
Desde hace décadas, Marruecos e Israel han venido manteniendo una relación discreta pero constante, que ha devenido en finalmente en
una alianza estratégica en los últimos años. Esta colaboración se ha intensificado especialmente tras los "Acuerdos de Abraham", en 2020, cuando Marruecos normalizó oficialmente sus relaciones diplomáticas con Israel a cambio del reconocimiento estadounidense de su soberanía sobre el Sáhara Occidental.
Esta alianza ha terminado teniendo implicaciones muy significativas en el ámbito económico y geopolítico. Un ejemplo destacado de ello es la concesión por parte de Marruecos a la empresa israelí NewMed Energy de una licencia para explorar y explotar hidrocarburos en una extensión de 34.000 kilómetros cuadrados en el Atlántico, frente a la costa del Sáhara Occidental. Esta decisión ha generado tensiones con España, ya que las aguas en cuestión están en disputa y son reclamadas por ambos países.
“LA CESIÓN DE RECURSOS A ISRAEL MUESTRA CÓMO EL SAHARA SE HA CONVERTIDO EN UN BOTÍN DEL CAPITALISMO GLOBAL.”
Además, la colaboración militar entre Marruecos e Israel se ha fortalecido, con acuerdos que incluyen la adquisición de sistemas de artillería autopropulsados ATMOS 2000 de la empresa israelí Elbit Systems. Esta cooperación ha suscitado críticas tanto a nivel nacional como internacional, especialmente en el contexto de las acusaciones de crímenes de guerra contra Israel en Palestina.
La alianza entre Marruecos e Israel también ha tenido repercusiones en la política interna de Marruecos. Desde la normalización de relaciones, se han producido protestas en diversas ciudades marroquíes, con manifestantes que denuncian la colaboración con Israel y exigen la ruptura de los lazos diplomáticos. Estas protestas reflejan una creciente brecha entre las decisiones del gobierno y los sentimientos de la población.
En el ámbito internacional, la postura de España ha sido objeto de debate. A pesar de las tensiones generadas por la concesión de licencias de exploración en aguas en disputa, el gobierno español ha afirmado que la situación está siendo monitorizada y se maneja conforme al Derecho Internacional.
Sin embargo, organizaciones y partidos políticos han exigido al gobierno español que retire su apoyo a la propuesta de autonomía marroquí sobre el Sáhara Occidental y reconozca el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación.
La alianza entre Marruecos e Israel representa, pues, una colaboración estratégica con implicaciones significativas en el ámbito económico, militar y geopolítico. Sin embargo, también ha generado tensiones tanto a nivel nacional como internacional, y ha suscitado críticas por parte de diversos sectores que cuestionan la legitimidad de las acciones emprendidas en el Sáhara Occidental y la colaboración con Israel en el contexto del conflicto palestino-israelí.
MARRUECOS COMO ESTADO GENDARME DEL CAPITAL
Lo que está ocurriendo con la alianza entre Marruecos e Israel no puede entenderse como un mero pacto diplomático entre dos países. Si observamos con atención el mapa geopolítico, lo que aparece es algo mucho más complejo: una premeditada estrategia del bloque dominante internacional para reforzar su control económico, militar y político sobre todo el norte de África.
En la actualidad, Marruecos se está comportando como lo que es: un instrumento de los intereses del capital transnacional, aliado y subordinado a las potencias imperialistas.
“LA LUCHA DEL PUEBLO SAHARAUI ES UNA DE LAS ÚLTIMAS BATALLAS ANTICOLONIALES DEL SIGLO XXI.”
La alianza con Israel no responde, por tanto, a intereses “nacionales” ni “estratégicos” abstractos. Responde a una necesidad concreta de la Monarquía marroquí y las poderosas clases que la sostienen: mantenerse en el poder, asegurando el apoyo de las potencias más fuertes del sistema imperialista, manteniendo y consolidando su papel como Estado gendarme en la región.
¿Y qué significa ser un Estado gendarme? Significa actuar como agente del orden capitalista internacional en una región periférica, gestionando la represión interna - contra el pueblo saharaui, por ejemplo - y colaborando activamente en la defensa de intereses ajenos, especialmente los de Estados Unidos, Francia e Israel.
EL SÁHARA: UN TERRITORIO COLONIAL EN PLENA ERA DEL "LIBRE MERCADO"
Uno de los puntos más oscuros –y al mismo tiempo más reveladores– de esta alianza es el papel del Sáhara Occidental. Mientras en Europa se habla de democracia, autodeterminación y derechos humanos, Marruecos sigue ocupando militarmente un territorio que, según Naciones Unidas, sigue estando “pendiente de descolonización”.
La ocupación del Sáhara no es una rareza ni una anomalía: es una continuidad del colonialismo por otros medios. Y eso es lo que hace Marruecos con el Sáhara: expropiar territorio, explotar recursos y reprimir a la población autóctona con el respaldo de Estados poderosos. Lo que en otros tiempos se llamaba imperialismo, hoy se disfraza con términos como “acuerdo energético”, “estabilidad regional” o “colaboración tecnológica”. Pero el contenido de clase no ha cambiado.
NEOIMPERIALISMO EN ACCIÓN: EL REPARTO DE LOS RECURSOS
La cesión de 34.000 km² de aguas atlánticas a empresas israelíes para la exploración de gas no es solo un acto diplomático; es un episodio más del saqueo sistemático de los recursos naturales del Sáhara Occidental. Esto se traduce, naturalmente, en la extracción de plusvalía bajo relaciones coloniales disfrazadas de inversión extranjera.
En su fase actual, el capitalismo tiende a reorganizar sus alianzas productivas mediante una compenetración entre el capital financiero internacional y las burguesías nacionales de los países periféricos. Marruecos, en este esquema, ha dejado atrás su rol de simple “país dependiente” y ha comenzado a operar como un actor regional neoimperialista, subordinado a Israel y EE.UU., pero con márgenes propios de acumulación a costa del pueblo saharaui y de la clase trabajadora marroquí.
Este tipo de relaciones ya no están basados únicamente en la ocupación militar directa, como en el colonialismo clásico, sino en formas híbridas de dominación económica, tecnológica y militar. Son las nuevas formas del imperialismo del siglo XXI, donde la geopolítica se mezcla con el capital financiero, el complejo militar-industrial y las viejas estructuras del colonialismo.
Lo que está ocurriendo hoy entre Marruecos, Israel y el Sáhara Occidental no es una excepción. Es un espejo. Un espejo que refleja el rostro real: alianzas entre Estados gendarmes, apropiación de recursos estratégicos, desprecio por la autodeterminación de los pueblos y represión sistemática de cualquier disidencia.
POR CÁNDIDO GÁLVEZ PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
Desde hace décadas, Marruecos e Israel han venido manteniendo una relación discreta pero constante, que ha devenido en finalmente en una alianza estratégica en los últimos años. Esta colaboración se ha intensificado especialmente tras los "Acuerdos de Abraham", en 2020, cuando Marruecos normalizó oficialmente sus relaciones diplomáticas con Israel a cambio del reconocimiento estadounidense de su soberanía sobre el Sáhara Occidental.
Esta alianza ha terminado teniendo implicaciones muy significativas en el ámbito económico y geopolítico. Un ejemplo destacado de ello es la concesión por parte de Marruecos a la empresa israelí NewMed Energy de una licencia para explorar y explotar hidrocarburos en una extensión de 34.000 kilómetros cuadrados en el Atlántico, frente a la costa del Sáhara Occidental. Esta decisión ha generado tensiones con España, ya que las aguas en cuestión están en disputa y son reclamadas por ambos países.
“LA CESIÓN DE RECURSOS A ISRAEL MUESTRA CÓMO EL SAHARA SE HA CONVERTIDO EN UN BOTÍN DEL CAPITALISMO GLOBAL.”
Además, la colaboración militar entre Marruecos e Israel se ha fortalecido, con acuerdos que incluyen la adquisición de sistemas de artillería autopropulsados ATMOS 2000 de la empresa israelí Elbit Systems. Esta cooperación ha suscitado críticas tanto a nivel nacional como internacional, especialmente en el contexto de las acusaciones de crímenes de guerra contra Israel en Palestina.
La alianza entre Marruecos e Israel también ha tenido repercusiones en la política interna de Marruecos. Desde la normalización de relaciones, se han producido protestas en diversas ciudades marroquíes, con manifestantes que denuncian la colaboración con Israel y exigen la ruptura de los lazos diplomáticos. Estas protestas reflejan una creciente brecha entre las decisiones del gobierno y los sentimientos de la población.
En el ámbito internacional, la postura de España ha sido objeto de debate. A pesar de las tensiones generadas por la concesión de licencias de exploración en aguas en disputa, el gobierno español ha afirmado que la situación está siendo monitorizada y se maneja conforme al Derecho Internacional.
Sin embargo, organizaciones y partidos políticos han exigido al gobierno español que retire su apoyo a la propuesta de autonomía marroquí sobre el Sáhara Occidental y reconozca el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación.
La alianza entre Marruecos e Israel representa, pues, una colaboración estratégica con implicaciones significativas en el ámbito económico, militar y geopolítico. Sin embargo, también ha generado tensiones tanto a nivel nacional como internacional, y ha suscitado críticas por parte de diversos sectores que cuestionan la legitimidad de las acciones emprendidas en el Sáhara Occidental y la colaboración con Israel en el contexto del conflicto palestino-israelí.
MARRUECOS COMO ESTADO GENDARME DEL CAPITAL
Lo que está ocurriendo con la alianza entre Marruecos e Israel no puede entenderse como un mero pacto diplomático entre dos países. Si observamos con atención el mapa geopolítico, lo que aparece es algo mucho más complejo: una premeditada estrategia del bloque dominante internacional para reforzar su control económico, militar y político sobre todo el norte de África.
En la actualidad, Marruecos se está comportando como lo que es: un instrumento de los intereses del capital transnacional, aliado y subordinado a las potencias imperialistas.
“LA LUCHA DEL PUEBLO SAHARAUI ES UNA DE LAS ÚLTIMAS BATALLAS ANTICOLONIALES DEL SIGLO XXI.”
La alianza con Israel no responde, por tanto, a intereses “nacionales” ni “estratégicos” abstractos. Responde a una necesidad concreta de la Monarquía marroquí y las poderosas clases que la sostienen: mantenerse en el poder, asegurando el apoyo de las potencias más fuertes del sistema imperialista, manteniendo y consolidando su papel como Estado gendarme en la región.
¿Y qué significa ser un Estado gendarme? Significa actuar como agente del orden capitalista internacional en una región periférica, gestionando la represión interna - contra el pueblo saharaui, por ejemplo - y colaborando activamente en la defensa de intereses ajenos, especialmente los de Estados Unidos, Francia e Israel.
EL SÁHARA: UN TERRITORIO COLONIAL EN PLENA ERA DEL "LIBRE MERCADO"
Uno de los puntos más oscuros –y al mismo tiempo más reveladores– de esta alianza es el papel del Sáhara Occidental. Mientras en Europa se habla de democracia, autodeterminación y derechos humanos, Marruecos sigue ocupando militarmente un territorio que, según Naciones Unidas, sigue estando “pendiente de descolonización”.
La ocupación del Sáhara no es una rareza ni una anomalía: es una continuidad del colonialismo por otros medios. Y eso es lo que hace Marruecos con el Sáhara: expropiar territorio, explotar recursos y reprimir a la población autóctona con el respaldo de Estados poderosos. Lo que en otros tiempos se llamaba imperialismo, hoy se disfraza con términos como “acuerdo energético”, “estabilidad regional” o “colaboración tecnológica”. Pero el contenido de clase no ha cambiado.
NEOIMPERIALISMO EN ACCIÓN: EL REPARTO DE LOS RECURSOS
La cesión de 34.000 km² de aguas atlánticas a empresas israelíes para la exploración de gas no es solo un acto diplomático; es un episodio más del saqueo sistemático de los recursos naturales del Sáhara Occidental. Esto se traduce, naturalmente, en la extracción de plusvalía bajo relaciones coloniales disfrazadas de inversión extranjera.
En su fase actual, el capitalismo tiende a reorganizar sus alianzas productivas mediante una compenetración entre el capital financiero internacional y las burguesías nacionales de los países periféricos. Marruecos, en este esquema, ha dejado atrás su rol de simple “país dependiente” y ha comenzado a operar como un actor regional neoimperialista, subordinado a Israel y EE.UU., pero con márgenes propios de acumulación a costa del pueblo saharaui y de la clase trabajadora marroquí.
Este tipo de relaciones ya no están basados únicamente en la ocupación militar directa, como en el colonialismo clásico, sino en formas híbridas de dominación económica, tecnológica y militar. Son las nuevas formas del imperialismo del siglo XXI, donde la geopolítica se mezcla con el capital financiero, el complejo militar-industrial y las viejas estructuras del colonialismo.
Lo que está ocurriendo hoy entre Marruecos, Israel y el Sáhara Occidental no es una excepción. Es un espejo. Un espejo que refleja el rostro real: alianzas entre Estados gendarmes, apropiación de recursos estratégicos, desprecio por la autodeterminación de los pueblos y represión sistemática de cualquier disidencia.
amelia | Lunes, 26 de Mayo de 2025 a las 13:40:40 horas
Como ya en una charla explique la relación israel~Marruecos, esta union ultra capitalista no sucede porque si, Israel y Marruecos se han unido porque necesitan seguir expandiendose, tenemos que estar unidos, ya que la sed imperialista de esos dos no tiene límites, tendremos que ponérselos nosotros, otra cosa, veo que alguien aquí llamado Mohamed dice señorito europeo, Africa es nuestra, y yo le respondo que se baje los humos, porque no es así, que se vaya con su rey tirano si tanto le gusta, pero fuera del Sáhara y de Canarias, y fuera de Palestina, señor Mohamed, Africa no es suya
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