
SINDICATOS EN EL PUNTO DE MIRA: ¿CUÁL ES LA VERDADERA FUNCIÓN DE CC.OO. Y UGT?
En los últimos cuatro años han recibido casi 400 millones de euros de subvenciones públicas
En un contexto donde el costo de vida se dispara y los salarios apenas alcanzan para sobrevivir, los mal llamados “sindicatos mayoritarios” en España, CCOO y UGT, ejercen una función fundamental como instrumentos del sistema capitalista (...).
Por EUGENIO FERNÁNDEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
En un contexto donde el costo de vida se dispara y los salarios apenas alcanzan para sobrevivir, los mal llamados “sindicatos mayoritarios” en España, CCOO y UGT, ejercen una función fundamental como instrumentos del sistema capitalista.
Lejos de representar los intereses de los trabajadores, estos “sindicatos” funcionan como aparatos del Estado, financiados generosamente para mantener el orden establecido y evitar que las legítimas reivindicaciones laborales amenacen las políticas neoliberales que sustentan el capitalismo en su fase actual.
GENEROSAMENTE UNTADOS PARA CUMPLIR SU FUNCIÓN
Solo durante el pasado 2023, el Ministerio de Trabajo del Gobierno español destinó la friolera de 17 millones de euros en subvenciones a los sindicatos, una cifra idéntica a la del año anterior.
De esta cantidad, CCOO y UGT absorbieron el 72%, recibiendo 6,4 y 5,8 millones de euros respectivamente. Estas cantidades, sin embargo, constituyen solamente la punta del iceberg de lo que realmente reciben.
La estructura burocrática de ambas organizaciones se ramifica en federaciones y confederaciones que abarcan todo el territorio nacional, además de fundaciones y asociaciones afiliadas, lo que multiplica las fuentes de ingresos provenientes de diversas entidades estatales.
La opacidad es la norma cuando se trata de las subvenciones públicas que engrosan las arcas de estos sindicatos.
Según la consultora Laboro, en los últimos cuatro años, UGT ha recibido al menos 202 millones de euros y CC.OO. otros 179 millones, sumando un total de 381 millones de euros en subvenciones directas.
En el País Vasco y Navarra, UGT ha obtenido al menos 2,1 millones de euros y CCOO 2,7 millones en el mismo periodo. Estos montos, ocultos bajo una maraña de procedimientos burocráticos, ilustran cómo el Estado asegura la lealtad de estos sindicatos.
Las subvenciones se presentan como un mecanismo absolutamente funcional para mantener la llamada “paz social”, un costo que los trabajadores pagan con una progresiva, y continuada, pérdida de derechos laborales y la disminución de sus salarios reales, al crecer éstos por debajo de la inflación.
Pese a los escándalos de corrupción destapados hace algunos años, la falta de de transparencia en la concesión de estas ayudas continúa siendo la norma.
Ni la administración pública ni los propios sindicatos ofrecen datos claros que justifiquen estas subvenciones o expliquen su destino final.
PEDRO SÁNCHEZ SE GARANTIZA SUS APOYOS
Desde la llegada al gobierno de Pedro Sánchez, las las ayudas a los sindicatos han crecido significativamente, alcanzando un total de 56 millones de euros en los últimos cuatro años, un 60% más que en la era de Mariano Rajoy.
Este aumento contrasta con los recortes anteriores y subraya la alianza estratégica entre el gobierno socioliberal y los “sindicatos” mayoritarios.
A nadie debería sorprenderle, pues, que CC.OO. y UGT sean dos organizaciones esenciales, aún más que las asociaciones patronales, para garantizar la estabilidad de un sistema que perpetúa las desigualdades y la precariedad laboral.
Lejos de ser defensores acérrimos de los derechos laborales, CC.OO. y UGT actúan como guardianes del orden capitalista.
En lugar de ser la voz de los trabajadores, se han convertido en sus carceleros, amortiguando cualquier intento de rebelión que ponga en riesgo las políticas neoliberales.
Y, mientras los burócratas sindicales disfrutan de los lujos proporcionados por las subvenciones estatales, millones de trabajadores continúan mal viviendo con salarios de miseria.
Aunque incluso partidos que se pretenden marxistas y leninistas – y no hablamos obviamente del PCE – no acaban de asumir consecuentemente esta cruda realidad, lo cierto es que CC.OO. y UGT si acaso pudieran llamarse “sindicatos de clase” sería tan solo por su actividad institucional al servicio de los intereses generales de la burguesía.
Su existencia y funcionamiento dependen de un sistema que los recompensa por mantener a raya cualquier disidencia que amenace con desestabilizar el orden capitalista.
En esta danza macabra, los “sindicatos” mayoritarios bailan al ritmo que marca el capital, asegurándose de que la música nunca pare y de que los trabajadores sigan pagando el precio de una fiesta a la que nunca fueron invitados.
La transición y el control sindical
La génesis de esta situación se remonta a la constitución del Régimen monárquico del 75.
Durante la Transición se establecieron las bases de la financiación sindical a través del Estado, al mismo tiempo que se iban imponiendo las nuevas formas de la “negociación colectiva” que acabarían dando lugar al modelo actual.
Se trató de movimiento ideado para atar a los sindicatos al Estado que tendría un éxito total.
La política de subvenciones creó la dependencia financiera que, en definitiva, convertiría a los sindicatos en "aparatos del Estado" y actores fundamentales en la preservación del actual orden económico social.
Así, en lugar de ser una herramienta de lucha para los asalariados, CC.OO. y UGT fueron cooptados y convertidos en instrumentos para sofocar cualquier forma de resistencia que pudiera poner en riesgo los intereses del capital.
Por EUGENIO FERNÁNDEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
En un contexto donde el costo de vida se dispara y los salarios apenas alcanzan para sobrevivir, los mal llamados “sindicatos mayoritarios” en España, CCOO y UGT, ejercen una función fundamental como instrumentos del sistema capitalista.
Lejos de representar los intereses de los trabajadores, estos “sindicatos” funcionan como aparatos del Estado, financiados generosamente para mantener el orden establecido y evitar que las legítimas reivindicaciones laborales amenacen las políticas neoliberales que sustentan el capitalismo en su fase actual.
GENEROSAMENTE UNTADOS PARA CUMPLIR SU FUNCIÓN
Solo durante el pasado 2023, el Ministerio de Trabajo del Gobierno español destinó la friolera de 17 millones de euros en subvenciones a los sindicatos, una cifra idéntica a la del año anterior.
De esta cantidad, CCOO y UGT absorbieron el 72%, recibiendo 6,4 y 5,8 millones de euros respectivamente. Estas cantidades, sin embargo, constituyen solamente la punta del iceberg de lo que realmente reciben.
La estructura burocrática de ambas organizaciones se ramifica en federaciones y confederaciones que abarcan todo el territorio nacional, además de fundaciones y asociaciones afiliadas, lo que multiplica las fuentes de ingresos provenientes de diversas entidades estatales.
La opacidad es la norma cuando se trata de las subvenciones públicas que engrosan las arcas de estos sindicatos.
Según la consultora Laboro, en los últimos cuatro años, UGT ha recibido al menos 202 millones de euros y CC.OO. otros 179 millones, sumando un total de 381 millones de euros en subvenciones directas.
En el País Vasco y Navarra, UGT ha obtenido al menos 2,1 millones de euros y CCOO 2,7 millones en el mismo periodo. Estos montos, ocultos bajo una maraña de procedimientos burocráticos, ilustran cómo el Estado asegura la lealtad de estos sindicatos.
Las subvenciones se presentan como un mecanismo absolutamente funcional para mantener la llamada “paz social”, un costo que los trabajadores pagan con una progresiva, y continuada, pérdida de derechos laborales y la disminución de sus salarios reales, al crecer éstos por debajo de la inflación.
Pese a los escándalos de corrupción destapados hace algunos años, la falta de de transparencia en la concesión de estas ayudas continúa siendo la norma.
Ni la administración pública ni los propios sindicatos ofrecen datos claros que justifiquen estas subvenciones o expliquen su destino final.
PEDRO SÁNCHEZ SE GARANTIZA SUS APOYOS
Desde la llegada al gobierno de Pedro Sánchez, las las ayudas a los sindicatos han crecido significativamente, alcanzando un total de 56 millones de euros en los últimos cuatro años, un 60% más que en la era de Mariano Rajoy.
Este aumento contrasta con los recortes anteriores y subraya la alianza estratégica entre el gobierno socioliberal y los “sindicatos” mayoritarios.
A nadie debería sorprenderle, pues, que CC.OO. y UGT sean dos organizaciones esenciales, aún más que las asociaciones patronales, para garantizar la estabilidad de un sistema que perpetúa las desigualdades y la precariedad laboral.
Lejos de ser defensores acérrimos de los derechos laborales, CC.OO. y UGT actúan como guardianes del orden capitalista.
En lugar de ser la voz de los trabajadores, se han convertido en sus carceleros, amortiguando cualquier intento de rebelión que ponga en riesgo las políticas neoliberales.
Y, mientras los burócratas sindicales disfrutan de los lujos proporcionados por las subvenciones estatales, millones de trabajadores continúan mal viviendo con salarios de miseria.
Aunque incluso partidos que se pretenden marxistas y leninistas – y no hablamos obviamente del PCE – no acaban de asumir consecuentemente esta cruda realidad, lo cierto es que CC.OO. y UGT si acaso pudieran llamarse “sindicatos de clase” sería tan solo por su actividad institucional al servicio de los intereses generales de la burguesía.
Su existencia y funcionamiento dependen de un sistema que los recompensa por mantener a raya cualquier disidencia que amenace con desestabilizar el orden capitalista.
En esta danza macabra, los “sindicatos” mayoritarios bailan al ritmo que marca el capital, asegurándose de que la música nunca pare y de que los trabajadores sigan pagando el precio de una fiesta a la que nunca fueron invitados.
La transición y el control sindical
La génesis de esta situación se remonta a la constitución del Régimen monárquico del 75.
Durante la Transición se establecieron las bases de la financiación sindical a través del Estado, al mismo tiempo que se iban imponiendo las nuevas formas de la “negociación colectiva” que acabarían dando lugar al modelo actual.
Se trató de movimiento ideado para atar a los sindicatos al Estado que tendría un éxito total.
La política de subvenciones creó la dependencia financiera que, en definitiva, convertiría a los sindicatos en "aparatos del Estado" y actores fundamentales en la preservación del actual orden económico social.
Así, en lugar de ser una herramienta de lucha para los asalariados, CC.OO. y UGT fueron cooptados y convertidos en instrumentos para sofocar cualquier forma de resistencia que pudiera poner en riesgo los intereses del capital.
Maribel Santana | Sábado, 27 de Julio de 2024 a las 07:26:21 horas
Los sindicatos del poder, por eso están ahí y no se los cargado porque hace sus deberes bien hechos. Arrancarle a los capitalistas las calderillas, que le dan a los y las currantes, los palanganeros son así.
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