
LO QUE NUNCA TE CONTARÁ EL DEFENSOR DEL PUEBLO, "CONMOCIONADO" POR LA SITUTACIÓN DE LOS MENORES MIGRANTES
La hipocresía del discurso oficial sobre la migración
La pasada semana, el Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, visitaba uno de los centros para menores migrantes en Canarias (...).
La pasada semana, el Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, visitaba uno de los centros para menores migrantes en Canarias. Tras esta visita Gabilondo manifestó a los medios de comunicación que se sentía "conmocionado" por lo que vió en este centro y describió la situación como "un panorama desolador".
"Lo que he visto - afirmó - son jóvenes sin expectativas, hacinados en un lugar que actúa como chispa perfecta para incendiar la desesperación".
Estos centros, diseñados para emergencias temporales y sobrecargados, están al borde del colapso.
Por su parte, Delia García, presidenta de la Asociación Quorum, expresó también su desesperación:
"¿Hay que esperar a que pase algo grave para actuar?"- se preguntó.
La sobrepoblación en estos centros, en fecto, no solo genera frustración entre los menores, sino que también desborda a los educadores, quienes lidian con incidentes y peleas diarias. Las condiciones deplorables incluyen una alimentación deficiente y falta de recursos básicos, resultando en trabajadores agotados y menores traumatizados
Este contexto de crisis humanitaria pone en evidencia la hipocresía del discurso oficial.
LO QUE NO NOS CUENTA LA “PROGRESÍA” SOBRE POR QUÉ EMIGRAN A EUROPA LOS AFRICANOS
Sin embargo, aunque la llegada de migrantes africanos hacia el archipiélago sigue siendo un tema central en el debate social y político, rara vez se profundiza en la naturaleza de este fenómeno. Y ello no sucede por mera casualidad.
Lejos de las perspectiva meramente "humanitaria" expresada por Ángel Gabilondo o, en el lado contrario, abiertamente xenófoba con las que se aborda la inmigración africana, ésta tiene causas profundas que sistemáticamente evitan abordar los grandes medios de comunicación de masas.
Ciertamente, las migraciones o desplazamientos masivos de poblaciones forman parte de la propia historia de la humanidad desde su misma aparición. Sin embargo, el tipo concreto de inmigración que actualmente se está produciendo desde el continente africano no se puede explicar atendiendo solamente a este tipo de argumentación genérica.
Por otro lado, la existencia de las recurridas "mafias" que se aprovechan de la necesidad de los migrantes tampoco puede considerarse una causa, sino más bien otro efecto generado por un "mercado" emergente creado por otro tipo de mafias mucho más poderosas y que actúan con el apoyo de los Estados del Norte global.
EXPOLIO Y EXPLOTACIÓN LABORAL
El impacto de la explotación de recursos en África por parte de empresas multinacionales occidentales, y de las relaciones comerciales marcadas por el intercambio desigual, es una realidad, reflejo de unas relaciones económicas de corte neocolonial, que rara vez se analiza de manera cabal.
Las prácticas de comercio exterior injustas, como los acuerdos comerciales de "libre comercio", que garantizan el expolio de los ricos recursos naturales de África, asociados a una extrema explotación laboral, continúan marcando el día a día de la mayor parte de los países del continente.
Esto se evidencia, por poner tan solo dos ejemplos, en la producción de cacao y café, donde la explotación laboral, incluido el trabajo infantil, es habitual. Por ejemplo, en la industria del cacao en África Occidental, las grandes marcas de chocolate se benefician abiertamente de esta explotación infantil. En el caso del café, los productores en Etiopía venden su producto por una fracción del precio que luego alcanza en el mercado internacional, beneficiando enormemente a corporaciones como Starbucks.
EXTRACCIÓN DE RECURSOS Y EMPOBRECIMIENTO
Las empresas multinacionales han explotado y continúan explotando intensivamente los recursos naturales de África, como el oro, los diamantes, los preciados hidrocarburos, o la pesca, con el apoyo explícito de los gobiernos occidentales, que no dudan en orquestar golpes de Estado o en organizar guerras para deshacerse de aquellos gobernantes que osan reclamar para sus países una porción algo mayor de estas riquezas.
Además, la explotación de estos recursos está directamente asociada a la corrupción de los líderes locales, el tipo de gobernantes venales que actúan a las órdenes de sus corruptores occidentales y que son una pieza más imprescindible de este engranaje neocolonial.
La explotación de recursos ha dejado un legado de degradación ambiental en África, incluyendo la sobreexplotación de bosques y la contaminación de ríos y lagos. Esta situación ha tenido graves consecuencias sociales y culturales, perpetuando la pobreza y coartando las oportunidades de desarrollo de las comunidades locales.
Estas dinámicas de explotación y empobrecimiento son las que dan lugar a la migración forzada. La falta de oportunidades económicas y las condiciones de vida precarias en muchos países africanos, exacerbadas por la extracción de recursos por parte de empresas extranjeras, impulsan a las personas a buscar mejores condiciones de vida en otros lugares, en un tipo de migración desesperada que a menudo acaba con la muerte de quienes se ven empujados a tomar esa opción.
LAS GUERRAS AUSPICIADAS POR OCCIDENTE
La otra cara de esta política neocolonial se expresa, de forma sangrante, en las guerras o intervenciones militares auspiciadas en África por los propios países occidentales. Países como Estados Unidos o antiguas potencias coloniales como Gran Bretaña o Francia, que mantienen hasta la fecha la influencia en sus antiguos territorios y que, de forma reiterada, concitan el apoyo del resto de países occidentales para sus intervenciones imperialistas, realizadas normalmente en nombre de "la democracia" y la "defensa de los derechos humanos".
Un caso especialmente relevante del efecto de estas guerras devastadoras es el de Libia. País que llegó a disfrutar de un nivel de vida superior al de muchos países europeos bajo el mandato de Gadafi y que, tras su destrucción por las fuerzas de la OTAN - ha dado lugar no solo a un Estado fallido catalogado por sus mismos verdugos occidentales como un “infierno en la tierra", sino también a una desestabilización de toda la región que se ha traducido en una multiplicación de los flujos migratorios hacia Europa.
En el Estado español, como en el resto de Europa, los miembros de la "izquierda" política y cultural que apoyaron en su día la intervención en Libia -coorganizada por el ex general y dirigente de Podemos Julio Rodríguez- no se consideran, en cambio, corresponsables de las consecuencias de la misma, y se muestran capaces de "solidarizarse" con los migrantes africanos provenientes de esta zona sin aparentes cargos de conciencia.
LA IZQUIERDA REAL NECESITA UNA POLÍTICA PROPIA SOBRE EL FENÓMENO MIGRATORIO
El fenómeno de la migración africana hacia los países del Norte, en definitiva, no puede ser abordado desde un posicionamiento de izquierdas consecuente, necesariamente combativo con esa "progresía institucional", apelando solamente al "derecho de todos los seres humanos a emigrar" si lo "desean". Y ello porque los africanos que se arrojan al mar para tratar de llegar a Europa no lo hacen por un "deseo" cosmopolita de "ver mundo" o conocer la cultura y bondades del mal llamado "viejo continente", sino que son literalmente empujados por unas condiciones de explotación estructurales que deben ser destruidas y sustituidas por otras que merezcan denominarse humanas.
Nuestro deber, por tanto, es el de denunciar y movilizar a nuestras propias sociedades contra la perpetuación de unas relaciones de dominación que, además de expoliar los recursos naturales del continente africano, está privándolo también de su "recurso" más valioso: la fuerza y energía de la juventud que es forzada a emigrar y que resulta imprescindible para el desarrollo de sus propios países.
Esta trágica y forzada pérdida humana se podría asemejar a la que en su día provocaron también las potencias europeas, abarrotando infames barcos esclavistas con los ancestros de quienes hoy son empujados a jugarse la vida en pateras o cayucos y a los que, en el mejor de los casos, les espera en Europa una vida de miseria y superexplotación laboral carente de derechos.
Limitarnos a reiterar el discurso sobre la migración de las "ongs" que reparten caridad y de los partidos políticos presuntamente "progresistas" que, por su inserción en el sistema, jamás se opondrán a las relaciones económicas que el capitalismo impone en el continente africano, implicaría convertirnos en cómplices involuntarios de esta infamia.
La pasada semana, el Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, visitaba uno de los centros para menores migrantes en Canarias. Tras esta visita Gabilondo manifestó a los medios de comunicación que se sentía "conmocionado" por lo que vió en este centro y describió la situación como "un panorama desolador".
"Lo que he visto - afirmó - son jóvenes sin expectativas, hacinados en un lugar que actúa como chispa perfecta para incendiar la desesperación".
Estos centros, diseñados para emergencias temporales y sobrecargados, están al borde del colapso.
Por su parte, Delia García, presidenta de la Asociación Quorum, expresó también su desesperación:
"¿Hay que esperar a que pase algo grave para actuar?"- se preguntó.
La sobrepoblación en estos centros, en fecto, no solo genera frustración entre los menores, sino que también desborda a los educadores, quienes lidian con incidentes y peleas diarias. Las condiciones deplorables incluyen una alimentación deficiente y falta de recursos básicos, resultando en trabajadores agotados y menores traumatizados
Este contexto de crisis humanitaria pone en evidencia la hipocresía del discurso oficial.
LO QUE NO NOS CUENTA LA “PROGRESÍA” SOBRE POR QUÉ EMIGRAN A EUROPA LOS AFRICANOS
Sin embargo, aunque la llegada de migrantes africanos hacia el archipiélago sigue siendo un tema central en el debate social y político, rara vez se profundiza en la naturaleza de este fenómeno. Y ello no sucede por mera casualidad.
Lejos de las perspectiva meramente "humanitaria" expresada por Ángel Gabilondo o, en el lado contrario, abiertamente xenófoba con las que se aborda la inmigración africana, ésta tiene causas profundas que sistemáticamente evitan abordar los grandes medios de comunicación de masas.
Ciertamente, las migraciones o desplazamientos masivos de poblaciones forman parte de la propia historia de la humanidad desde su misma aparición. Sin embargo, el tipo concreto de inmigración que actualmente se está produciendo desde el continente africano no se puede explicar atendiendo solamente a este tipo de argumentación genérica.
Por otro lado, la existencia de las recurridas "mafias" que se aprovechan de la necesidad de los migrantes tampoco puede considerarse una causa, sino más bien otro efecto generado por un "mercado" emergente creado por otro tipo de mafias mucho más poderosas y que actúan con el apoyo de los Estados del Norte global.
EXPOLIO Y EXPLOTACIÓN LABORAL
El impacto de la explotación de recursos en África por parte de empresas multinacionales occidentales, y de las relaciones comerciales marcadas por el intercambio desigual, es una realidad, reflejo de unas relaciones económicas de corte neocolonial, que rara vez se analiza de manera cabal.
Las prácticas de comercio exterior injustas, como los acuerdos comerciales de "libre comercio", que garantizan el expolio de los ricos recursos naturales de África, asociados a una extrema explotación laboral, continúan marcando el día a día de la mayor parte de los países del continente.
Esto se evidencia, por poner tan solo dos ejemplos, en la producción de cacao y café, donde la explotación laboral, incluido el trabajo infantil, es habitual. Por ejemplo, en la industria del cacao en África Occidental, las grandes marcas de chocolate se benefician abiertamente de esta explotación infantil. En el caso del café, los productores en Etiopía venden su producto por una fracción del precio que luego alcanza en el mercado internacional, beneficiando enormemente a corporaciones como Starbucks.
EXTRACCIÓN DE RECURSOS Y EMPOBRECIMIENTO
Las empresas multinacionales han explotado y continúan explotando intensivamente los recursos naturales de África, como el oro, los diamantes, los preciados hidrocarburos, o la pesca, con el apoyo explícito de los gobiernos occidentales, que no dudan en orquestar golpes de Estado o en organizar guerras para deshacerse de aquellos gobernantes que osan reclamar para sus países una porción algo mayor de estas riquezas.
Además, la explotación de estos recursos está directamente asociada a la corrupción de los líderes locales, el tipo de gobernantes venales que actúan a las órdenes de sus corruptores occidentales y que son una pieza más imprescindible de este engranaje neocolonial.
La explotación de recursos ha dejado un legado de degradación ambiental en África, incluyendo la sobreexplotación de bosques y la contaminación de ríos y lagos. Esta situación ha tenido graves consecuencias sociales y culturales, perpetuando la pobreza y coartando las oportunidades de desarrollo de las comunidades locales.
Estas dinámicas de explotación y empobrecimiento son las que dan lugar a la migración forzada. La falta de oportunidades económicas y las condiciones de vida precarias en muchos países africanos, exacerbadas por la extracción de recursos por parte de empresas extranjeras, impulsan a las personas a buscar mejores condiciones de vida en otros lugares, en un tipo de migración desesperada que a menudo acaba con la muerte de quienes se ven empujados a tomar esa opción.
LAS GUERRAS AUSPICIADAS POR OCCIDENTE
La otra cara de esta política neocolonial se expresa, de forma sangrante, en las guerras o intervenciones militares auspiciadas en África por los propios países occidentales. Países como Estados Unidos o antiguas potencias coloniales como Gran Bretaña o Francia, que mantienen hasta la fecha la influencia en sus antiguos territorios y que, de forma reiterada, concitan el apoyo del resto de países occidentales para sus intervenciones imperialistas, realizadas normalmente en nombre de "la democracia" y la "defensa de los derechos humanos".
Un caso especialmente relevante del efecto de estas guerras devastadoras es el de Libia. País que llegó a disfrutar de un nivel de vida superior al de muchos países europeos bajo el mandato de Gadafi y que, tras su destrucción por las fuerzas de la OTAN - ha dado lugar no solo a un Estado fallido catalogado por sus mismos verdugos occidentales como un “infierno en la tierra", sino también a una desestabilización de toda la región que se ha traducido en una multiplicación de los flujos migratorios hacia Europa.
En el Estado español, como en el resto de Europa, los miembros de la "izquierda" política y cultural que apoyaron en su día la intervención en Libia -coorganizada por el ex general y dirigente de Podemos Julio Rodríguez- no se consideran, en cambio, corresponsables de las consecuencias de la misma, y se muestran capaces de "solidarizarse" con los migrantes africanos provenientes de esta zona sin aparentes cargos de conciencia.
LA IZQUIERDA REAL NECESITA UNA POLÍTICA PROPIA SOBRE EL FENÓMENO MIGRATORIO
El fenómeno de la migración africana hacia los países del Norte, en definitiva, no puede ser abordado desde un posicionamiento de izquierdas consecuente, necesariamente combativo con esa "progresía institucional", apelando solamente al "derecho de todos los seres humanos a emigrar" si lo "desean". Y ello porque los africanos que se arrojan al mar para tratar de llegar a Europa no lo hacen por un "deseo" cosmopolita de "ver mundo" o conocer la cultura y bondades del mal llamado "viejo continente", sino que son literalmente empujados por unas condiciones de explotación estructurales que deben ser destruidas y sustituidas por otras que merezcan denominarse humanas.
Nuestro deber, por tanto, es el de denunciar y movilizar a nuestras propias sociedades contra la perpetuación de unas relaciones de dominación que, además de expoliar los recursos naturales del continente africano, está privándolo también de su "recurso" más valioso: la fuerza y energía de la juventud que es forzada a emigrar y que resulta imprescindible para el desarrollo de sus propios países.
Esta trágica y forzada pérdida humana se podría asemejar a la que en su día provocaron también las potencias europeas, abarrotando infames barcos esclavistas con los ancestros de quienes hoy son empujados a jugarse la vida en pateras o cayucos y a los que, en el mejor de los casos, les espera en Europa una vida de miseria y superexplotación laboral carente de derechos.
Limitarnos a reiterar el discurso sobre la migración de las "ongs" que reparten caridad y de los partidos políticos presuntamente "progresistas" que, por su inserción en el sistema, jamás se opondrán a las relaciones económicas que el capitalismo impone en el continente africano, implicaría convertirnos en cómplices involuntarios de esta infamia.
AFar | Jueves, 25 de Julio de 2024 a las 08:10:22 horas
Tampoco hay que olvidar que precisamente España estuvo colonizando Marruecos hace apenas cien años y que luego ha abandonado su excolonia Sahara a su suerte y tiene estrechas relaciones con el patrón de ambos, eeuu. El saqueo de los fosfatos y la pesca del banco sahariano tienen alguna responsabilidad en el subdesarrollo de la zona.
Lo de Libia, pais increiblemente desarrollado al que trituró la otan es una muestra de por donde va la política. Ahora apuntan contra Argelia.
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