Por JORDI RUIZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
En la turbulenta España de los años 30, Emilio Mola Vidal emergió como una figura central en la planificación y ejecución de la rebelión militar que desencadenó la Guerra Civil Española.
Nacido el 9 de julio de 1887 en Placetas, Cuba, donde su padre, un oficial de la Guardia Civil, estaba destinado, Mola se trasladó a España tras la independencia cubana en 1898. Su formación militar comenzó en la Academia de Infantería de Toledo, de la que egresó en 1907 como teniente. Su carrera estuvo marcada por una rápida ascensión, especialmente durante las campañas en Marruecos, donde fue herido en combate y ascendió por méritos de guerra hasta alcanzar el rango de general en 1927.
Mola por la firmeza en la toma de decisiones, su capacidad organizativa y su habilidad para planificar operaciones complejas le valieron el apodo de "El Director" entre sus compañeros complotados. Estas cualidades fueron determinantes cuando, en 1936, asumió la responsabilidad de coordinar la conspiración del golpe militar contra el gobierno republicano.
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Sin embargo, una de las facetas más oscuras de Mola se reveló en sus directrices sobre cómo debía llevarse a cabo la sublevación.
En el curso de planificación del golpe de Estado que desembocaría en la Guerra Civil Española, el general Emilio Mola no solo se convirtió en una figura destacada del bando sublevado, sino que también dejó una huella imborrable de crueldad en la historia. Desde su centro de operaciones en Pamplona, en junio de 1936, redactó instrucciones que trascenderían como un símbolo del horror.
En un documento dirigido a sus colaboradores, Mola enfatizó que para garantizar el éxito del levantamiento contra la República era indispensable "actuar con la máxima violencia". Pero la frase que heló la sangre de quienes la leyeron entonces, y sigue estremeciendo a los historiadores, fue esta:
"Hay que sembrar el terror; hay que dejar sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros".
El impacto de esta orden fue inmediato y devastador. En las semanas y meses siguientes, las zonas controladas por los sublevados se convirtieron en escenarios de ejecuciones sumarias, torturas, desapariciones y represalias brutales. La represión no solo apuntaba a figuras políticas o militares, sino también a maestros, periodistas, sindicalistas y cualquier civil sospechoso de simpatizar con el gobierno republicano.
Mola, consciente de que el miedo era un arma tan efectiva como los fusiles, orquestó una campaña que buscaba paralizar a los opositores con el pavor de la muerte y la aniquilación. Esta táctica se alineó con las acciones de otros líderes sublevados, pero su claridad al expresarla lo convirtió en un símbolo de la estrategia represiva de todo el bando franquista.
La estrategia de Mola no solo buscaba eliminar a los opositores políticos, sino también infundir un miedo paralizante en la población civil. Esta táctica de terror tenía como objetivo desmoralizar a cualquier resistencia potencial y consolidar el control de las fuerzas sublevadas sobre los territorios conquistados. La implementación de estas políticas represivas dejó una huella imborrable en la memoria colectiva de las comunidades afectadas, muchas de las cuales aún recuerdan con dolor y horror los eventos de aquellos años.
A pesar de su papel central en la sublevación, la vida de Mola se truncó prematuramente. El 3 de junio de 1937, falleció en un accidente aéreo en Alcocero, Burgos, cuando el avión en el que viajaba se estrelló debido a condiciones meteorológicas adversas. Su muerte dejó un vacío en el liderazgo militar de los sublevados, que fue rápidamente llenado por Francisco Franco, quien consolidaría su posición como líder indiscutible del bando nacionalista.
El legado de Emilio Mola es complejo y diverso. Por un lado, es reconocido como un estratega eficaz en golpes de mano que desempeñó un papel crucial en la organización del golpe militar fascista. Pero por otro, las tácticas de terror que él mismo se encargó de promover, utilizar y supervisar, dejaron una marca indeleble de violencia, horror y sufrimiento en la vida de centenares de miles de españoles .
Chorche | Sábado, 23 de Noviembre de 2024 a las 01:47:17 horas
Mola, Yagüe, Millán Astray, Queipo de Llano, ect. genocidas, peores que las peores bestias.
La razón de la fuerza.
Muera la inteligencia le dijo Millán Astray a Miguel de Unamuno y este le contestó: vencereis pero no convencereis porque para convencer es necesario persuadir y para persuadir es necesario tener la razón.
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