FRANCISCO DE GOYA: EL PINTOR QUE DESAFIÓ A LA DINASTÍA DE LOS BORBONES Y LO TUVO QUE PAGAR CARO
¿Cómo logró Goya criticar a los Borbones, a la vez que trabajaba para ellos?
Descubre algunos interesantes aspectos de la vida y obra de Francisco de Goya, el pintor que desnudó las sombras de su tiempo con una valentía y crítica social sin precedentes. Desde sus inicios hasta su exilio, Goya dejó un legado de misterio, horror y verdad que sigue conmocionando al mundo del arte.
M. RELTI PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
Francisco de Goya y Lucientes, un nombre grabado en la historia del arte. Nació el 30 de marzo de 1746 en Fuendetodos, un pequeño y pobre pueblo aragonés. Hijo de un dorador, Goya mostró un talento temprano para la pintura. De niño se mudó a Zaragoza, donde comenzó su formación artística. A los 14 años, ya estaba trabajando en talleres locales, absorbiendo todo lo que podía. Desde el principio, era obvio que Goya tenía algo especial.
Goya no era un pintor cualquiera. Tenía algo especial. Rompió con las tradiciones y abrió nuevos caminos. Su técnica de claroscuro era realmente impresionante. Sus figuras parecían cobrar vida en el lienzo. No se limitaba a copiar lo que veía; interpretaba y expresaba con una intensidad emocional única.
Sus grabados, como "Los Caprichos" y "Los Desastres de la Guerra", mostraban una crítica feroz a la sociedad de su tiempo. No solo en técnica, sino también en temas. Goya se atrevía a pintar algunos que otros evitaban como al fuego.
Sus obras eran a menudo oscuras, reflejando las tensiones y los horrores de su época. Cada pincelada parecía decir algo, cada sombra contaba una historia. Innovador y valiente, su arte hablaba de la humanidad en su forma más cruda.
UNA AMBIGUA RELACIÓN CON LA DINASTÍA DE LOS BORBONES
Trabajar para los Borbones no le fue fácil. Goya pintó a la familia real, pero su relación con ellos fue complicada. Necesitaba el dinero y el prestigio. Ser pintor de la corte aseguraba su sustento. Pero no siempre fue un trabajo gratificante.
En sus retratos, a veces parecía burlarse de sus patrones. "La familia de Carlos IV" es un buen ejemplo de ello. Los representó de manera realista, sin adornos. Algunos dicen que es casi una caricatura.
Goya se las arregló para sobrevivir en una corte llena de intrigas y corrupción. Goya sabía que para mantener su posición, tenía que jugar el juego. Pero no era un hombre que se conformara fácilmente. Sus obras para la corte a menudo contenían críticas sutiles, ocultas tras las fachadas de la nobleza. Los Borbones podían pagar su salario, pero no podían comprar su espíritu crítico.
![[Img #79232]](https://canarias-semanal.org/upload/images/06_2024/8660_g1.jpg)
El acceso a la corte también significaba acceso a recursos y oportunidades. Sin embargo, Goya no se limitó a ser un mero retratista de la nobleza. En cada obra, infundía su perspectiva única y, a menudo, una sutil crítica social. La corte era un lugar de lujo y poder, pero también de corrupción y decadencia. Goya, con su aguda observación, no dejó pasar estos detalles. Trabajó para los Borbones, pero nunca dejó de ser un ácido crítico de su mundo.
LA GUERRA DE INDEPENDENCIA Y LA REPRESIÓN DE FERNANDO VII
La invasión napoleónica en 1808 lo cambió todo. Goya, testigo de la brutalidad, documentó el horror en sus grabados "Los Desastres de la Guerra". No se guardó nada. Mostró la crueldad, el sufrimiento, el caos. No estaba de un lado ni del otro; condenaba la guerra en sí misma. Su famosa pintura "Los fusilamientos del 3 de mayo" captura el terror y la desesperación de la gente común, víctimas de un conflicto despiadado. Goya vio de cerca el costo de la guerra. No solo los soldados, sino también los civiles atrapados en el fuego cruzado. Su arte se convirtió en un grito de protesta. No era propaganda, era una crónica de la humanidad en su peor momento. Los horrores que presenció se plasmaron en su obra, dejando un testimonio imborrable de la devastación.
Con el retorno de Fernando VII en 1814, las cosas empeoraron. El rey abolió la Constitución de 1812 y restauró el absolutismo. Goya, simpatizante de los liberales, se encontró en peligro. No fue arrestado, pero la atmósfera resultaba sofocante. La censura y la represión estaban en todas partes. Goya se retiró a su casa, "La Quinta del Sordo", y pintó las "Pinturas Negras". Estas obras, llenas de figuras grotescas y escenas oscuras, reflejan su desilusión y su crítica velada al régimen de los Borbones.
![[Img #79233]](https://canarias-semanal.org/upload/images/06_2024/3958_g2.jpg)
Fernando VII, al regresar, desató una ola de represión. Cualquier rastro de liberalismo fue aplastado. La vida bajo este régimen era asfixiante. Para Goya, significó una continua amenaza. Su lealtad a la Constitución de 1812 y su simpatía por los ideales liberales lo pusieron en la mira del régimen. En "La Quinta del Sordo", Goya encontró un refugio donde podía expresar libremente su angustia y su crítica. Las "Pinturas Negras" son un reflejo de su desesperación y su resistencia interna.
EL EXILIO Y LOS ÚLTIMOS AÑOS
En 1824, Goya tomó una decisión difícil: exiliarse en Burdeos, Francia. La represión era insoportable. En Burdeos, se unió a otros exiliados españoles. Seguía pintando, pero la salud le pasaba factura. A pesar de todo, su mente seguía activa. Exploraba nuevas técnicas y temas, tratando de mantenerse relevante. El exilio fue un golpe duro. Lejos de su tierra, Goya se encontró en una ciudad extraña, rodeado de otros exiliados que compartían su dolor y su esperanza. Burdeos era un refugio, pero también un recordatorio constante de lo que había perdido. La vida en el exilio era amarga, pero Goya siguió adelante, fiel a su arte.
Los últimos años de Goya en Burdeos fueron tristes. Vivía lejos de su patria, en un entorno extraño. Su salud se deterioraba. La soledad y la enfermedad eran sus compañeros constantes. Pero su espíritu creativo no se apagó. Su obra final, "La Lechera de Burdeos", muestra un cambio de tono, más luminoso y esperanzador.
Goya murió el 16 de abril de 1828. Su vida había sido una montaña rusa de éxitos y desafíos. Fue enterrado en Burdeos, pero en 1901, sus restos fueron trasladados a Madrid. Allí, en la ermita de San Antonio de la Florida, descansa bajo uno de sus más grandes frescos.
A pesar de la tristeza y la soledad, Goya nunca dejó de crear. Su última obra es un testimonio de su resistencia. La luz en "La Lechera de Burdeos" es una señal de esperanza, un recordatorio de que, incluso en sus últimos días, Goya no dejó de buscar la belleza y la verdad.
La vida en Burdeos, aunque segura, era una vida de exilio. Goya extrañaba su tierra, su gente. El clima político en España era opresivo, pero Burdeos no era su hogar. La comunidad de exiliados le proporcionó apoyo, pero no podía reemplazar lo que había dejado atrás. En sus últimos años, Goya se mantuvo activo, su espíritu indomable. Cada obra, incluso en la enfermedad, mostraba su pasión inquebrantable por el arte y la verdad.
EL LEGADO
Goya dejó un legado imborrable. Fue un pionero, un innovador. Usó su arte para desafiar las injusticias, para documentar la brutalidad de la guerra, para criticar la corrupción del poder. Su influencia se siente en cada rincón del mundo del arte. Desde el romanticismo hasta el expresionismo, su impacto es innegable. Goya demostró que el arte no solo es belleza; es una herramienta poderosa para la verdad y la justicia.
En sus últimas obras, vemos a un hombre que, a pesar de la adversidad, nunca dejó de buscar la verdad a través de su arte. Su vida y obra son un testimonio de la resistencia y la creatividad frente a la opresión. Francisco de Goya sigue siendo una inspiración, un faro de integridad y valentía en el mundo del arte.
Desde muy joven, aprendió en talleres locales, forjándose un camino hacia Madrid. Allí, su talento lo llevó a la Real Fábrica de Santa Bárbara y más tarde a ser pintor de la corte. Goya siempre fue un observador agudo. Desde niño, capturaba detalles que otros pasaban por alto. Su traslado a Madrid fue un paso crucial. La capital ofrecía oportunidades que Zaragoza no podía. En Madrid, Goya encontró su lugar, desarrollando un estilo único que lo distinguiría por generaciones.
Goya no se conformó nunca con las normas. Rompió moldes y exploró nuevas técnicas. Sus grabados son famosos por su profundidad emocional y su crítica social. "Los Caprichos" y "Los Desastres de la Guerra" son testamentos de su habilidad para combinar técnica y mensaje, para usar el arte como un espejo de la sociedad. No solo en técnica, sino también en temas. Goya se atrevía a tocar asuntos que otros evitaban.
Sus obras estaban envueltas frecuentemente en la oscuridad, queriendo refleja así las tensiones y los horrores de su época. Cada pincelada parecía decir algo, en cada sombra se contaba una historia. Innovador y valiente, su arte hablaba de la humanidad en su forma más cruda.
M. RELTI PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
Francisco de Goya y Lucientes, un nombre grabado en la historia del arte. Nació el 30 de marzo de 1746 en Fuendetodos, un pequeño y pobre pueblo aragonés. Hijo de un dorador, Goya mostró un talento temprano para la pintura. De niño se mudó a Zaragoza, donde comenzó su formación artística. A los 14 años, ya estaba trabajando en talleres locales, absorbiendo todo lo que podía. Desde el principio, era obvio que Goya tenía algo especial.
Goya no era un pintor cualquiera. Tenía algo especial. Rompió con las tradiciones y abrió nuevos caminos. Su técnica de claroscuro era realmente impresionante. Sus figuras parecían cobrar vida en el lienzo. No se limitaba a copiar lo que veía; interpretaba y expresaba con una intensidad emocional única.
Sus grabados, como "Los Caprichos" y "Los Desastres de la Guerra", mostraban una crítica feroz a la sociedad de su tiempo. No solo en técnica, sino también en temas. Goya se atrevía a pintar algunos que otros evitaban como al fuego.
Sus obras eran a menudo oscuras, reflejando las tensiones y los horrores de su época. Cada pincelada parecía decir algo, cada sombra contaba una historia. Innovador y valiente, su arte hablaba de la humanidad en su forma más cruda.
UNA AMBIGUA RELACIÓN CON LA DINASTÍA DE LOS BORBONES
Trabajar para los Borbones no le fue fácil. Goya pintó a la familia real, pero su relación con ellos fue complicada. Necesitaba el dinero y el prestigio. Ser pintor de la corte aseguraba su sustento. Pero no siempre fue un trabajo gratificante.
En sus retratos, a veces parecía burlarse de sus patrones. "La familia de Carlos IV" es un buen ejemplo de ello. Los representó de manera realista, sin adornos. Algunos dicen que es casi una caricatura.
Goya se las arregló para sobrevivir en una corte llena de intrigas y corrupción. Goya sabía que para mantener su posición, tenía que jugar el juego. Pero no era un hombre que se conformara fácilmente. Sus obras para la corte a menudo contenían críticas sutiles, ocultas tras las fachadas de la nobleza. Los Borbones podían pagar su salario, pero no podían comprar su espíritu crítico.
![[Img #79232]](https://canarias-semanal.org/upload/images/06_2024/8660_g1.jpg)
El acceso a la corte también significaba acceso a recursos y oportunidades. Sin embargo, Goya no se limitó a ser un mero retratista de la nobleza. En cada obra, infundía su perspectiva única y, a menudo, una sutil crítica social. La corte era un lugar de lujo y poder, pero también de corrupción y decadencia. Goya, con su aguda observación, no dejó pasar estos detalles. Trabajó para los Borbones, pero nunca dejó de ser un ácido crítico de su mundo.
LA GUERRA DE INDEPENDENCIA Y LA REPRESIÓN DE FERNANDO VII
La invasión napoleónica en 1808 lo cambió todo. Goya, testigo de la brutalidad, documentó el horror en sus grabados "Los Desastres de la Guerra". No se guardó nada. Mostró la crueldad, el sufrimiento, el caos. No estaba de un lado ni del otro; condenaba la guerra en sí misma. Su famosa pintura "Los fusilamientos del 3 de mayo" captura el terror y la desesperación de la gente común, víctimas de un conflicto despiadado. Goya vio de cerca el costo de la guerra. No solo los soldados, sino también los civiles atrapados en el fuego cruzado. Su arte se convirtió en un grito de protesta. No era propaganda, era una crónica de la humanidad en su peor momento. Los horrores que presenció se plasmaron en su obra, dejando un testimonio imborrable de la devastación.
Con el retorno de Fernando VII en 1814, las cosas empeoraron. El rey abolió la Constitución de 1812 y restauró el absolutismo. Goya, simpatizante de los liberales, se encontró en peligro. No fue arrestado, pero la atmósfera resultaba sofocante. La censura y la represión estaban en todas partes. Goya se retiró a su casa, "La Quinta del Sordo", y pintó las "Pinturas Negras". Estas obras, llenas de figuras grotescas y escenas oscuras, reflejan su desilusión y su crítica velada al régimen de los Borbones.
![[Img #79233]](https://canarias-semanal.org/upload/images/06_2024/3958_g2.jpg)
Fernando VII, al regresar, desató una ola de represión. Cualquier rastro de liberalismo fue aplastado. La vida bajo este régimen era asfixiante. Para Goya, significó una continua amenaza. Su lealtad a la Constitución de 1812 y su simpatía por los ideales liberales lo pusieron en la mira del régimen. En "La Quinta del Sordo", Goya encontró un refugio donde podía expresar libremente su angustia y su crítica. Las "Pinturas Negras" son un reflejo de su desesperación y su resistencia interna.
EL EXILIO Y LOS ÚLTIMOS AÑOS
En 1824, Goya tomó una decisión difícil: exiliarse en Burdeos, Francia. La represión era insoportable. En Burdeos, se unió a otros exiliados españoles. Seguía pintando, pero la salud le pasaba factura. A pesar de todo, su mente seguía activa. Exploraba nuevas técnicas y temas, tratando de mantenerse relevante. El exilio fue un golpe duro. Lejos de su tierra, Goya se encontró en una ciudad extraña, rodeado de otros exiliados que compartían su dolor y su esperanza. Burdeos era un refugio, pero también un recordatorio constante de lo que había perdido. La vida en el exilio era amarga, pero Goya siguió adelante, fiel a su arte.
Los últimos años de Goya en Burdeos fueron tristes. Vivía lejos de su patria, en un entorno extraño. Su salud se deterioraba. La soledad y la enfermedad eran sus compañeros constantes. Pero su espíritu creativo no se apagó. Su obra final, "La Lechera de Burdeos", muestra un cambio de tono, más luminoso y esperanzador.
Goya murió el 16 de abril de 1828. Su vida había sido una montaña rusa de éxitos y desafíos. Fue enterrado en Burdeos, pero en 1901, sus restos fueron trasladados a Madrid. Allí, en la ermita de San Antonio de la Florida, descansa bajo uno de sus más grandes frescos.
A pesar de la tristeza y la soledad, Goya nunca dejó de crear. Su última obra es un testimonio de su resistencia. La luz en "La Lechera de Burdeos" es una señal de esperanza, un recordatorio de que, incluso en sus últimos días, Goya no dejó de buscar la belleza y la verdad.
La vida en Burdeos, aunque segura, era una vida de exilio. Goya extrañaba su tierra, su gente. El clima político en España era opresivo, pero Burdeos no era su hogar. La comunidad de exiliados le proporcionó apoyo, pero no podía reemplazar lo que había dejado atrás. En sus últimos años, Goya se mantuvo activo, su espíritu indomable. Cada obra, incluso en la enfermedad, mostraba su pasión inquebrantable por el arte y la verdad.
EL LEGADO
Goya dejó un legado imborrable. Fue un pionero, un innovador. Usó su arte para desafiar las injusticias, para documentar la brutalidad de la guerra, para criticar la corrupción del poder. Su influencia se siente en cada rincón del mundo del arte. Desde el romanticismo hasta el expresionismo, su impacto es innegable. Goya demostró que el arte no solo es belleza; es una herramienta poderosa para la verdad y la justicia.
En sus últimas obras, vemos a un hombre que, a pesar de la adversidad, nunca dejó de buscar la verdad a través de su arte. Su vida y obra son un testimonio de la resistencia y la creatividad frente a la opresión. Francisco de Goya sigue siendo una inspiración, un faro de integridad y valentía en el mundo del arte.
Desde muy joven, aprendió en talleres locales, forjándose un camino hacia Madrid. Allí, su talento lo llevó a la Real Fábrica de Santa Bárbara y más tarde a ser pintor de la corte. Goya siempre fue un observador agudo. Desde niño, capturaba detalles que otros pasaban por alto. Su traslado a Madrid fue un paso crucial. La capital ofrecía oportunidades que Zaragoza no podía. En Madrid, Goya encontró su lugar, desarrollando un estilo único que lo distinguiría por generaciones.
Goya no se conformó nunca con las normas. Rompió moldes y exploró nuevas técnicas. Sus grabados son famosos por su profundidad emocional y su crítica social. "Los Caprichos" y "Los Desastres de la Guerra" son testamentos de su habilidad para combinar técnica y mensaje, para usar el arte como un espejo de la sociedad. No solo en técnica, sino también en temas. Goya se atrevía a tocar asuntos que otros evitaban.
Sus obras estaban envueltas frecuentemente en la oscuridad, queriendo refleja así las tensiones y los horrores de su época. Cada pincelada parecía decir algo, en cada sombra se contaba una historia. Innovador y valiente, su arte hablaba de la humanidad en su forma más cruda.





























Maribel Santana | Martes, 11 de Junio de 2024 a las 15:54:03 horas
Gran pintor revolucionario para su época, los cuadros negros son impresionantes. Los borbones siempre ha sido el cante de toda estirpe.
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