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Martes, 02 de Abril de 2024 Tiempo de lectura:

GREG GODELS: "LA HOSTILIDAD ACTUAL DE EE.UU. CONTRA CHINA NADA TIENE QUE VER CON LO QUE FUE LA "GUERRA FRÍA" CONTRA LA URSS"

"Las relaciones de "ganar-ganar" (win-win) son totalmente contrarias a las leyes del desarrollo capitalista"

Para facilitar su lectura, la Redacción de Canarias-semanal ha transformado el último artículo publicado por el marxista estadounidense Greg Gödels , titulado "¿China Popular: ¿Qué nos depara el futuro?". Se trata de un lúcido análisis sobre la naturaleza real de la creciente confrontación entre los Estados Unidos y China (...).

 

 

    - Entrevistador: Sr. Gödels, aunque la interdependencia económica de China y los Estados Unidos es enorme, cada vez son más frecuentes los ataques de los representantes políticos norteamericanos, tanto demócratas como republicanos, contra el país asiático, al que a menudo acusan de “no respetar los derechos humanos”, de ser “antidemocrático”, etc. Cuestiones que no suelen estar en el discurso estadounidense cuando se trata de muchos de sus socios, que son abiertas dictaduras. ¿A qué se debe este tratamiento diferenciado?

 

   - Gödels: Los ataques contra China de los Estados Unidos [Img #78451]han ido en aumento de manera paralela al crecimiento del país asiático y su consolidación como gran potencia económica. Es ahí donde hay que buscar la explicación sobre el cambio de discurso y política exterior de Washington. A comienzos de los 2000, como expresó “diplomáticamente” el Instituto Brookings, "Washington todavía estaba muy centrado en mantener una relación constructiva con China”.La hostilidad oficial declarada posteriormente, por ejemplo durante la Administración Obama, hacia la República Popular, tiene que ver justamente con la consolidación de China como potencia, como un verdadero competidor en los mercados globales y una fuerte amenaza para la hegemonía estadounidense.

 

  Con la elección de Donald Trump, en 2016, la campaña anti-República Popular China continuó, aunque llevada a cabo de manera acelerada y más cruda, empleando sanciones, amenazas, ultimátums e incluso argucias legales (la detención de uno de los ejecutivos de Huawei, la hija del fundador de la compañía).

 

   La siguiente Administración de Biden siguió el mismo enfoque, añadiendo otro nivel de beligerancia al provocar un conflicto en el Mar de China Meridional y reavivar la cuestión de Taiwán.

 

  Para cualquiera que prestara atención, resultaba obvio que las sucesivas Administraciones estaban intensificando la agresión contra la República Popular China, un proceso impulsado por los principales medios de comunicación.

 

 

- Entrevistador: Se ha convertido en algo más o menos habitual explicar esa creciente hostilidad hacia la República Popular China por parte de Estados Unidos y sus satélites de la OTAN como la instigación de una nueva Guerra Fría, un resurgimiento de las cruzadas anticomunistas que se fortalecieron después de la Segunda Guerra Mundial.

 

   - Gödels: Efectivamente, esa interpretación ha llegado a convertirse en una suerte de lugar común, especialmente en los sectores de izquierda, pero me parece que se trata de un análisis erróneo.  La Guerra Fría fue una lucha entre el capitalismo y el socialismo. Es irrelevante si los críticos occidentales admitirán que la alternativa soviética era realmente el socialismo, lo cierto es que se trataba de una alternativa clara y casi total, y Occidente la combatió como tal.

 

   La Unión Soviética no organizó su producción para participar en los mercados globales, no compitió por los mercados globales ni amenazó la rentabilidad de las empresas capitalistas a través de la competencia global. La URSS ofrecía una potente oposición al capitalismo occidental, pero no la amenaza de un rival por los mercados o las ganancias.

 

   Esta no es, en absoluto, la naturaleza del antagonismo entre Estados Unidos y China. En este caso, Estados Unidos está reaccionando frente a un rival peligroso dentro del sistema global del capitalismo. Las tecnologías chinas rivalizan con creces con las de Occidente; su participación en el comercio mundial ha aumentado espectacularmente; y su acumulación de capital y su exportación de capital son alarmantes para las potencias occidentales, empeñadas en impulsar sus propias exportaciones de capital.

 

   Otra diferencia esencial tiene que ver con la política exterior. La política exterior soviética condenó el capitalismo y buscó explícitamente ganar a otros países para la construcción socialista. Por el contrario, ni siquiera el más ferviente defensor de la llamada “vía china al socialismo” puede citar hoy muchos ejemplos de política exterior de la República Popular China que abogue, ayude o incluso defienda vigorosamente la lucha por el socialismo en cualquier lugar fuera de China. De hecho, el principio básico de la política de la República Popular China –la no interferencia en los asuntos de otros, independientemente de sus ideologías o políticas– tiene más en común con Adam Smith que con Vladimir Lenin.

 

   Lo que la Unión Soviética asumió como su misión internacionalista –apoyar a quienes luchan contra el capitalismono se encuentra en la política exterior del Partido Comunista de China.

 

   Nada demuestra más estas diferencias entre la URSS y la China actual que la solidaridad y ayuda que los soviéticos ofrecieron a la construcción socialista de Cuba y las contrastantes relaciones comerciales y culturales y la escasa ayuda que la República Popular China ofrece hoy al país caribeño.

 

 

    - Entrevistador: Este análisis que usted hace, ¿no minusvalora los beneficios que las inversiones chinas en los países menos desarrollados pueden tener para esas naciones?  

 

    - Las relaciones económicas de la República Popular China con los países menos desarrollados plantean problemas sustanciales. Recientemente, Ann Garrison, una activista solidaria muy respetada, que a menudo centra su atención en el imperialismo en África, escribía un artículo provocativo para Black Agenda Report . En su reseña de Cobalt Red, How the Blood of the Congo Powers our Lives (un relato sobre la minería corporativa y la explotación laboral en la República Democrática del Congo), Garrison hacía el siguiente comentario que sin duda provocaría la ira de los devotos de la “vía china al socialismo”:

 

    “Enormes corporaciones chinas dominan tanto la minería, el procesamiento y la fabricación de baterías de cobalto en el Congo que uno necesita preguntarse por qué un gobierno comunista, por muy capitalista que sea, no exige al menos de alguna manera un abastecimiento más responsable de minerales procesados ​​y luego avanzados a lo largo de la cadena de suministro dentro de su territorio. ”.

 

 

- Entrevistador: Pero, ¿qué hay de las inversiones en infraestructuras y modernización que China también realiza en estos países del Sur?

 

   - Gödels: Ese mismo cuestionamiento le hicieron casi de inmediato a Garrison, en numerosas réplicas especialmente furiosas. Tanto en una entrevista como en una respuesta publicada en Black Agenda Report , los críticos de Garrison lucharon por intentar explicar por qué las corporaciones con sede en la República Popular China no estarían contribuyendo al empobrecimiento y la explotación de los trabajadores congoleños.

 

    Citaron, justamente, las inversiones chinas en infraestructura y modernización; observaron enormes aumentos en la productividad provocados por la tecnología china; le recordaron a Garrison la corrupción del gobierno de la República Democrática del Congo y de los capitalistas locales, e incluso culparon al propio capitalismo. ¿Cómo, preguntó un crítico, podría señalarse a la República Popular China, cuando otros países, ciertamente capitalistas,  también lo estaban haciendo?

 

   Sin embargo, ninguno hizo siquiera un tímido intento para tratar de explicar cómo la extracción de uno de los minerales más buscados en la industria moderna podría dejar a la población de la República Democrática del Congo, rica en minerales, con uno de los ingresos medios más bajos, sino que es el más bajo, de todo el mundo. Este sorprendente hecho apunta a la enorme tasa de explotación involucrada en la extracción de cobalto, cobre y otros recursos en este país africano asolado por la pobreza.

 

 

- Entrevistador: Sin embargo, comparando las inversiones chinas con las de otros países capitalistas algunos analistas sostienen que las primeras benefician tanto a los inversores y exportadores capitalistas como a los países menos desarollados. Es lo que llaman un “win-win” o “ganar-ganar”.

 

    - Gödels: Cierto, en su afán por defender la iniciativa china de la Franja y la Ruta de la Seda, los defensores de la penetración del capital chino en los países pobres a menudo citan ese concepto chino de “win-win" ("todos ganamos") (*). Se trata de la idea de que el capital chino trae consigo la victoria tanto para el capital como para el gobierno proveedor y los "beneficiados" por el capital. 

 

    Lo primero que hay que señalar es que este es un concepto “no clasista”, que excluye el necesario análisis de clase, por lo que estos defensores del  “ganar-ganar” nunca tienen claro, exactamente, quiénes son los beneficiarios: ¿otros capitalistas, funcionarios gubernamentales corruptos o la clase trabajadora? 

 

     La realidad es que dentro del sistema capitalista, global e intensamente competitivo, este “ganar-ganar” no es sostenible y es contrario tanto a la experiencia como a las leyes del desarrollo capitalista. Teóricamente, el concepto se debe más al pensamiento de David Ricardo que a Karl Marx.

 

 

- Entrevistador: Hablando un poco más de la emergente economía china, es evidente que se trata de la gran potencia que, en gran medida, está sosteniendo el capitalismo mundial. Usted ha señalado, no obstante, que tampoco escapa a las contradicciones propias de este sistema.

 

   - Gödels: Efectivamente. La irritante relación de la República Popular China con el capitalismo ha producido contradicciones tanto a nivel nacional como global.

 

    La crisis de la industria inmobiliaria y de la construcción, en gran parte privada, es un ejemplo muy claro de ello.  La sobreproducción de viviendas, que alguna vez fue un factor importante en el crecimiento de la República Popular China, es hoy un lastre sustancial para el avance económico. Las ventas mensuales de viviendas nuevas por parte de promotores privados alcanzaron su punto máximo a finales de 2020 con más de 1,5 billones de yuanes y cayeron a poco más de 0,25 billones de yuanes a principios de 2024.

 

    Con el sector inmobiliario privado al borde de la quiebra y un enorme número de propiedades residenciales sin vender o sin terminar, los dirigentes de la República Popular China están atrapados en una versión del siglo XXI de la infame crisis de las tijeras que provocó la NEP soviética: el experimento con el capitalismo para el desarrollo de las fuerzas productivas.

   Si el gobierno permite que los promotores privados quiebren, tendrá duras repercusiones en todo el sector privado, en los bancos y en los inversores extranjeros. Si el gobierno rescata a los promotores, eliminará las consecuencias del exceso capitalista en el mercado y pondrá la carga del fracaso capitalista sostenido sobre las espaldas del pueblo chino.

 

   Según The Wall Street Journal, el gobierno, encabezado por el Partido Comunista Chino (PCC), está considerando volver a colocar “al Estado a cargo del mercado inmobiliario, como parte de un esfuerzo por controlar al sector privado”.

 

   Dejando de lado la cuestión de cómo se permitió al sector inmobiliario privado crear una enorme burbuja de viviendas sin terminar y sin vender, la decisión de devolver la responsabilidad de la vivienda al sector público debería ser bienvenida, restaurando la estabilidad de precios y la planificación, y eliminando la especulación, la sobreproducción y disparidades económicas. Desafortunadamente, habrá consecuencias inciertas y dificultades para los bancos, inversionistas y compradores de bienes raíces que compraron bajo el régimen privado.

 

 

 

 

- PINCHE AQUÍ PARA LEER EL ARTÍCULO ORIGINAL DE GREG GODELS: "China popular: ¿Qué nos depara el futuro?"

 
 
 
 
 
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  • Maribel Santana

    Maribel Santana | Martes, 02 de Abril de 2024 a las 17:49:13 horas

    Buen artículo. Da igual que el gato sea negro o blanco lo importante es que cace ratones. Se le escapa de las manos el capitalismo que China quiere de alguna forma controlar, pero o es capitalismo o es socialismo las dos cosas son irreconciliables. Si Mao levantara la cabeza!!

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